Previendo que el 6 de enero se corre la Carrera San Fernando sobre 10K que une Maldonado y Punta del Este, decidí prepararme adecuadamente. Para ello, alquilé alojamiento por la primera quincena de enero en la Península, a efectos de ir aclimatándome adecuadamente. Previamente estuve tres días en Artigas a fin de soportar altas temperaturas, y así beneficiarme de la menor sensación térmica en el Este. Me compré un precioso short Nike con ventilación y bolsillo con cierre, de color negro con vivos amarillos. Nada podía fallar.
En los días previos, entrené suave sobre parte del recorrido de la carrera en la rambla de la Mansa, tanto corriendo como haciendo algo de bicicleta, de manera de no sobrecargar mi musculatura. Ingerí las dosis adecuadas de carbohidratos sin pasarme, no vaya a ser que aumentara de peso justo ahora.
Me preinscribí por Internet, pagué el costo de la inscripción en un local de RedPagos de Punta y confirmé la inscripción en la Oficina de Turismo que está en la Plaza de los Artesanos, demostrando mucha suficiencia y confianza ante la chica que me atendió. Todo un experto en estas instancias. Me correspondió el No. 731.
Llegó el día de la carrera. Descansé adecuadamente para evitar cualquier inconveniente. Temprano –a las 19:30- ya estaba en la zona de largada (sobre Arcobaleno, en Acuña de Figueroa y Fort Wayne), con todo pronto para una excepcional jornada. Retiré mi chip y el gorro de obsequio, me hidraté adecuadamente e hice una entrada en calor con los compañeros del equipo. Hasta saludé al excepcional poeta floridense Marciano Durán (“Esos locos que corren”, “El Código Blanes”), que a esta altura merece el Nobel de Literatura. No se lo deben dar porque es medio negrito … (en todos lados hay discriminación).
Exactamente a las 21:15 –hora prevista- dio inicio la competencia. ¡Cuánta gente fina! ¡Y cuánta de la otra! ¡Cuántos atletas de élite! ¡Y cuántos de los otros! Algunos caminaban, complicando el avance de quienes queríamos correr. Se me escapó algún improperio, pues no entiendo por qué razón largan adelante, si van a caminar …
El maravilloso público de esta zona del país y muchos de ellos extranjeros, alentaban permanentemente el paso de los atletas. Me sentía Usain Bolt … hasta los 500 metros, cuando empecé a sentir que mi ritmo era muy fuerte (¡lo tenía a Rai a escasos metros adelante mío!). Nos adentramos en el centro de Maldonado (¿por qué hacen una carrera de este tipo atravesando una zona tan poco “chic”?), donde me supera el Dulce de Leche Aguiar, que me ignora … Supero al Popo Dos Santos y nos saludamos dándonos mutuo aliento.
Doblamos hacia Avenida España y ya la cantidad de gente al costado del recorrido era increíble. Iniciamos la bajada hacia la Rambla de Punta del Este, donde el cuerpo se libera y se puede recuperar un poco de aire. ¿Dónde está el primer puesto de hidratación? Ya llevábamos cerca de 4K y no veía agua por ningún lado. Recién a los 5K estaba un arco de Salus con abundante agua, lo que me permitió hidratarme y recuperar aire. Llevaba 27’15” y mi objetivo de 51’ para toda la carrera había quedado por el camino. El viento que soplaba en la rambla impedía avanzar a ritmo sostenido (mentira ... pero queda bien encontrar alguna excusa). A medida que nos acercábamos a la meta, el nivel de la gente iba aumentando … se notaba en el aire. Uno percibía perfumes y fragancias finas, nada que ver con el olor a 3er tiempo que sentimos en las carreras del campeonato de la AAU. Es más, incluso los corredores sudan distinto en esta carrera. Es impresionante el despliegue de moda y creatividad que se percibe en la San Fernando, con remeras, vinchas, zapatillas (aquí no son “championes”), y otros “aditamentos” que lucen los competidores.
Finalmente, con 54’54” de tiempo neto, alcancé la meta. ¡Qué glamour! Me pareció sentir a Roberto Giordano decir “moviendo las cabezas”, y a Teté respondiendo “no Roberto, moviendo las piernas, esto es una carrera”. Un palco de primer nivel esperaba finalmente a los triunfadores, con un público impresionante que alentaba a todos quienes llegaban. Unas chicas vestidas para la ocasión, ofrecían bananas a todos los competidores que llegaban, y la gente de Salus ofrecía botellas de agua sin límites. Hasta me pareció escuchar la música de “Carros de Fuego” a la llegada, y a Queen tocando “We are the champions”.
¡Esto es el primer mundo! Nada que ver con las carreras de la AAU, donde te espera la voz de Edgardo Ramos Verde y –con suerte- podemos “garronear” alguna fruta que llevó algún compañero de equipo, y escuchar alguna cumbia.
Pese a que mi objetivo en términos de tiempo no fue alcanzado, me sentí satisfecho (no se conforma el que no quiere …), pues hice mi mejor promedio en mis participaciones en esta carrera, donde nunca hice buenos tiempos (“estoy saliendo de la pretemporada”, dicen los atletas de élite).
Para evitar consecuencias post-carrera, a la mañana siguiente hice una hora de bicicleta, lo que me permite además aclimatarme para recuperar fuerzas, pensando en la Aventura GT que disputaré el próximo domingo 10 en Lapataia.
¡Qué bien me sienta el aire esteño!
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