viernes, 25 de septiembre de 2015

¿POR QUÉ SALIR DE LA ZONA DE CONFORT? Reflexiones a partir de la Transalpine Run 2015


¿Alguna vez se te cruzó por la mente estar ocho días trepando montañas? ¿O al menos caminar durante ocho días sucesivos, hasta completar 268 kmts, con 16.310 metros de desnivel acumulado positivo (subir en total esa distancia)? Eso es la Transalpine Run (TAR), un desafío que se corre en equipos de dos personas, que deben enfrentar todos los riesgos imaginables –además de los imprevistos-, con los cambios a nivel personal que indudablemente se viven en esas circunstancias extremas. ¿Y para qué?, se pregunta cualquier mortal. ¿Qué necesidad de salir de la zona de confort, en la que nos sentimos tan bien? No piensen que yo no me lo pregunto.
“Paso a paso, disfrutando cada momento y celebrando cada etapa cumplida como mecanismo de reforzamiento, con el objetivo de cumplir el sueño largamente anhelado”, fue la premisa con la que encaré este desafío. Y es indudable que cada etapa –por dura que sea (todas lo fueron)- es solamente eso, apenas una etapa en un largo peregrinar por las montañas, que no aporta mucho si se piensa en todo lo que falta, pero que en la sumatoria con el transcurso de los días, nos va aproximando cada vez más a la ansiada “misión cumplida”. La enorme sucesión de circunstancias que se viven en ese largo enfrentamiento en las más variadas condiciones, pueden tirar por la borda cualquier plan, meses de entrenamiento y de esfuerzos.

Temperaturas desde menos de cero grado hasta más de 30, ascensos a 2900 msnm con los gemelos pidiendo clemencia y descensos “criminales” que hacen sufrir mucho a los cuádriceps, terrenos de los más variados, lluvia, granizo, barro, piedras, trillos de campo… y paisajes increíbles. A ello se suman los “descansos” (por llamarlo de alguna manera) en campamentos, durmiendo en gimnasios, escuelas o incluso en un bunker, lugares donde los ruidos –con tantos corredores alojados en el mismo lugar- son permanentes, y los madrugones (habitualmente a las 5:00 AM) son moneda corriente. ¿Ya nuevamente debemos prepararnos para largar? ¿Otra vez la tortura? ¿Cómo estaré hoy del estómago, que ya me “arde” más que doler, sin tener muy clara la razón? ¿Podré alimentarme como es necesario? ¿Usaré nuevamente la misma remera, cuyos olores me son tan familiares, o largo más abrigado y con protección por si llueve? ¿Y el mismo calzado, esos Asics que me están provocando ampollas que me tienen a mal traer? ¿Si nos esperan caminos con mucho barro, no me convendrá cambiarlos y usar otros con más agarre y flexibilidad? Pero, ¿tendrá sentido correr el riesgo de dañar un par tan nuevo, con lo que me costaron? Bueno, es hora de recordar los motivos por los que encaré este sueño, y de que vine a disfrutar de este desafío, así que ¡arriba! y vamos con los Salomon, por otra meta, previa curación y protección del dedo afectado.

¿Cómo hago para engañar a mi cuerpo? ¿Cómo le digo que estoy entero, cuando sin dudas le miento? Alcanza con ver mi rostro, que día a día se desfigura. “La mente, Jorge, la mente que todo lo puede”, me repito. Nada como recordar algunas de las frases que he ido acuñando, y tener siempre presente a las personas que nos inspiran. Vinimos para estar dentro del 60% de equipos que completan todas las etapas, y si no conseguimos llegar dentro de los tiempos de corte, cumpliremos con los 268 kilómetros, aún descalificados.

¿Y cómo “controlo” a mi compañero de equipo, más joven, fuerte y mejor entrenado que yo? ¿Qué puedo hacer para frenar su ansiedad, sin que caigamos en un enfrentamiento inútil o en alguna “puteada” que pueda hacer mella en nuestro trabajo? ¡Qué difícil resultan los equilibrios en esas circunstancias! La montaña también nos pone a prueba, una vez más. Y lo hace de un modo casi despiadado, mostrándonos a otros competidores en situaciones críticas siendo atendidos por médicos en lo más alto de la montaña, intentado estabilizarlos para poder bajarlos y ser atendidos en algún hospital. ¿Qué error cometieron? ¿Estaré yo a punto de caer en la misma situación? ¿Será fruto del cansancio, de los dolores acumulados, de la altura y el escaso oxígeno en el aire?
En esas condiciones, muchas veces “correr” es un lujo que no podemos darnos, salvo en las zonas de bajada. Alcanza con hacer “trekking” a un ritmo sostenido, apenas “decoroso” (muchos dirían "lamentable"). Pero además nos permite ahorrar energías en cada etapa, que con seguridad vamos a necesitar a medida que vamos acumulando kilómetros y desnivel.

“¿Cómo hacen para correr en montaña, si en Uruguay no las tienen?”, recuerdo la pregunta que muchos nos hacen. Pero así como la montaña puede ser muy cruel y no perdonar, también es una preciosa aliada que nos cobija y nos muestra la majestuosidad de la naturaleza, que por sí sola es un regalo para la vista y el alma. “Ocho días para llenar de dolor y gloria. Lo haremos”, reza la remera que nos entregaron con el kit de carrera, y vaya si la TAR nos lo recuerda a cada paso.

Ya a casi un mes de este sueño cumplido, sigo disfrutando de estas inolvidables jornadas vividas en los Alpes. Y en unos días, tendré el resultado de la colecta realizada con algunos de mis compañeros de trabajo (“venta de kilómetros”), destinada a Máximo Gambaro, el chiquito que está en un largo proceso de superación de una cardiopatía. Esa sí es una lucha que vale la pena, para la cual no hay zona de confort que valga. También de la solidaridad se obtiene la energía necesaria para desafiar a la naturaleza y vivir a pleno.

martes, 15 de septiembre de 2015

UN SUEÑO HECHO REALIDAD: TRANSALPINE RUN 2015

Entre los días 29/8 y 5/9 pasados, tuve el privilegio de participar de la 11ª edición de la Gore-Tex Transalpine Run (TAR), carrera de 268 kilómetros con 16.310 metros de desnivel acumulado positivo, disputada en 8 etapas entre 4 países (Alemania, Austria, Suiza e Italia), integrando el equipo “Charrúas” junto a Pablo Lapaz. La competencia comprendió un total de 312 equipos más 48 invitados de 33 países, siendo la primera vez en que se registró participación de un equipo uruguayo en sus 11 años de historia. De la región latinoamericana, también hubo equipos de Brasil, Chile, Colombia y México.

En su mayoría, los equipos eran “oficiales” en el sentido que representaban a alguna de las marcas patrocinadoras de la carrera. “¿Cómo entrenan ustedes, si no tienen montañas?”, nos preguntaban. La organización de la carrera está a cargo de “Plan B Event Company” de Alemania, donde nos trataron muy bien con un nivel de asistencia realmente excelente.
¿Cómo surgió la idea de participar en esta competencia? Una vez culminada mi participación en la CCC de la Ultra Trail de Mont Blanc en el año 2013 sobre 101 kilómetros, decidí inscribirme para el sorteo de la UTMB (168 kilómetros) para la edición 2014, pero quedé fuera. Frente a la opción de volver a participar de un sorteo para la edición 2015, decidí buscar alternativas y encontré esta carrera en etapas, donde se exigía experiencia previa en carreras similares pero sin la necesidad de sorteos por cupos. Así que invité a Pablo a que me acompañara –se corre en equipos de dos personas- con la única condición de que no podía dejarme “tirado” en la montaña.

¿Por qué se corre en equipos? Básicamente por razones de seguridad, ya que se hace en condiciones que pueden ser extremas, tanto en relación con el clima como con el terreno, además de la altura sobre el nivel del mar que se alcanza y la acumulación de etapas en forma sucesiva, con muy escasas horas de recuperación entre una y otra. La organización ofrece la opción de “alojamiento” en campamentos –para lo cual hay que llevar sobre de dormir y los demás elementos necesarios- en general en gimnasios y salones comunales, lo cual presenta un atractivo muy particular por la convivencia con los demás competidores, opción que fue la elegida por nosotros (además, por una razón económica).
¿Cuántos completan la carrera? No más de un 60% de los equipos que largan, cumplen con las 8 etapas dentro de los tiempos máximos previstos. Aquellos que no puedan hacerlo, tienen la opción de largar igualmente, aunque ya como “descalificados”, o incluso se pueden “saltear” etapas.

El viaje previo
Con Pablo, viajamos en Air France con destino final a Múnich, el martes 25/8 para llegar aproximadamente a las 17.00 horas del 26, donde tomamos un tren a Oberstdorf (base inicial de la carrera), para llegar finalmente alrededor de las 23.00 horas. Andrés Silva nos dio la grata sorpresa de que nos fue a despedir al aeropuerto, y junto a él nos sacamos una foto con la bandera de los “Hermanos de la Montaña”. En nuestro destino, nos instalamos en el apartamento que había reservado, a unos 500 metros del centro de la coqueta ciudad, y pudimos finalmente cenar algo y disfrutar de unas buenas cervezas, gracias a la amabilidad de la gente de un pub que ya estaba con su cocina cerrada (allá se cena muy temprano).

El día 27 fue aprovechado para descansar y para retirar el kit de competencia en la tarde. Recibimos el bolso de viaje de 100 lts de capacidad (85 x 35 x 35) con el logo de la carrera, con una muy buena cantidad de geles, suplementos alimenticios y algunos obsequios, además de la remera con el diseño de las diferentes etapas y la expresión “lo vamos a hacer”.
El viernes 28 ya estaba repleto de corredores, con los stands a pleno de los diferentes patrocinadores. En la tarde, fue la hora de la fiesta de bienvenida con el desfile de banderas de los países participantes, además de la “pasta party”. En la noche, terminamos de preparar la mochila de carrera, para irnos a descansar temprano.

Etapa 1 (29.08.15) – Oberstdorf (Alemania) a Lech am Arlberg (Austria)
A primera hora de la mañana, culminamos la preparación del bolso de viaje que entregamos a los camiones de la Organización, en una rutina que cumpliríamos todas las mañanas antes de la largada, para su traslado al siguiente punto. En esta ocasión, dado que en Lech no había “campamento” sino que debíamos alojarnos en un hotel, teníamos una reserva en el “Laerchenhoff”. La largada se hizo a las 10:00, con una temperatura ya alta esperándose algo más de 30 grados durante el día.

Escuchando el tema oficial de la carrera –“Keep on Running”- estuvimos palpitando los momentos previos, mientras pasábamos por el control de los elementos mínimos exigidos en las mochilas, antes de ingresar a la zona de largada. La pequeña ciudad vivía una verdadera fiesta, con mucha gente despidiendo a los corredores. En nuestro caso, nos encomendamos a “nuestros dioses” con la alegría de iniciar el cumplimiento de un sueño largamente esperado.

La distancia total de esta primera etapa fue de 34.6 Km, con un tiempo máximo de 8:30 horas, un desnivel acumulado positivo de 2083 metros llegando al punto más alto a los 2190 msnm, que en nuestro caso cumplimos en 8:00:46 horas. Avanzamos bastante bien, hasta que llegando al PC ubicado en el Km 26 de carrera, me sentí desvanecer… El calor estaba afectándome bastante, al extremo que estuve 15 minutos recuperándome a la sombra, mientras mi compañero conseguía un poco de fruta –especialmente sandía- en el puesto, lo que me permitió retomar el camino. A la llegada, recibimos un precioso Buff con el diseño del recorrido de la carrera, comida e hidratación abundante –incluso una cerveza sin alcohol- y nos fuimos a mojar las piernas al arroyo que baja de la montaña, al costado de la llegada.

Decidimos ir a la pasta party –estaba ubicada también muy cerca de la llegada- para posteriormente ir al hotel, ya que nos quedaba algo lejos. Se me habían formado ampollas en un dedo, así que estuve curándome tratando de evitar consecuencias peores durante las etapas siguientes.
Etapa 2 (30.08.15) – Lech am Arlberg (Austria) a St Anton am Arlberg (Austria), pasando por Alemania

Después de un excelente desayuno en el hotel junto a un equipo de corredores español, fuimos hasta la zona de largada. Se hizo a partir de las 8:00 en tres tandas separadas por 10 minutos, dependiendo del tiempo de llegada del día anterior. Disponíamos de un tiempo total de 6:30 horas para completar el recorrido de 24.7 Km, esperando nuevamente mucho calor, superior a los 30 grados.
El desnivel acumulado positivo de esta etapa alcanzó a 1899 metros, alcanzando el punto más alto a 2543 msnm –Valfagerjoch-, complicado, difícil, con mucha piedra suelta que nos hizo sufrir bastante, al extremo que mi compañero me “enganchó” en las zonas más altas para ayudarme a subir. Llegando al último PC, nos avisan que no había cortes por tiempos… Completamos la etapa en un tiempo total de 6:42:51 horas (13 minutos más de lo originalmente previsto), pero ya sintiendo que el nivel de exigencia nos estaba poniendo al límite de la descalificación. Es más, si este segundo día me preguntaban si íbamos a poder completar todas las etapas, con seguridad hubiese dicho que no. Nuevamente fuimos a mojarnos las piernas a una fuente cercana, donde muchos corredores estaban haciendo lo mismo.
Nos esperaba el CAMP en un precioso gimnasio, amplio y cómodo, con zonas para dormir ubicadas tanto en la cancha como sobre las espaciosas tribunas, donde nos tocó descansar. En el escalón siguiente, estaba Hugo, un francés con quien estuve conversando, quien me comentó que su compañero estaba internado en un hospital como consecuencia de una descompensación que sufrió en la montaña… En mi caso, las ampollas habían aumentado, pero solamente en el mismo dedo, así que decidí “pincharme” y curarme con Iodofon y cubriéndolo con gasas, cosa que me permitió superar sin dificultades la molestia que me causaban.
En ese gimnasio se hizo la pasta party y también el desayuno a primera hora del día siguiente.

Etapa 3 (31.08.15) – Lech am Arlberg (Austria) a Landeck (Austria)
La largada se hizo a las 07:00, esperándonos un recorrido de 39.9 Km con un tiempo máximo de 9:30 horas, un desnivel acumulado positivo de 2019 metros llegando al punto más alto a 2051 msnm, y una temperatura ya más fresca.

El recorrido fue bastante tolerable, con muchos senderos por bosques, que completamos en un tiempo de 9:01:36 horas. Nuevamente el CAMP estaba ubicado en un gimnasio, algo más alejado de la llegada, con “duchas compartidas” apenas separadas por cortinas (toda una experiencia para estos corredores “sudacas”). El buen tiempo a la hora de llegada, nos permitió lavar la ropa que habíamos usado y ponerla a secar.

Ya las ampollas no me complicaban. Decidí cambiar el calzado que estaba usando, optando por un Salomon con más agarre y flexibilidad, pensando en las zonas con barro que íbamos a enfrentar en las sucesivas etapas.

Etapa 4 (01.09.15) – Landeck (Austria) a Samnaun (Suiza)
La largada de esta larga etapa, nuevamente se hizo a las 07:00, esperándonos un recorrido de 45.7 Km con un tiempo total de 11:15 minutos para completarla. Ya la temperatura había empezado a bajar, y se esperaban lloviznas para la jornada y algo de viento. Por tanto, el equipamiento de carrera ya empezó a cargarse. El desnivel acumulado positivo de la etapa alcanzó a 2861 metros –el más “pesado”- llegando al punto más alto –Ochsenscharte- a los 2787 msnm.

Fue un recorrido espectacular, con senderos subiendo y bajando por zonas realmente hermosas, prolijas y cuidadas, que cumplimos en un tiempo total de 10:36:04 horas. En determinado momento cayó granizo, que nos hizo “disfrutar” un poco de esa nueva experiencia en carrera. A la llegada, bajo llovizna persistente, nos entregaron un voucher para masajes gratuitos, una bolsa para lavarnos la ropa y un bolsito de Gore-Tex como obsequios. Además, nos avisaron que el CAMP estaba ubicado a 4 kilómetros de la llegada, pero que un ómnibus gratuito de la ciudad, nos llevaba hasta allí. En esta ciudad suiza, nos quedábamos dos noches, ya que al día siguiente teníamos el “kilómetro vertical” retornando al mismo punto.
Después de alojarnos en un precioso gimnasio, con una zona de piscinas al costado a la que pudimos acceder gratuitamente y disfrutar de unos buenos masajes en los chorros de agua, fuimos a la “pasta party” ubicada en la cima de la montaña con una vista espectacular pese al mal estado del tiempo, a la que accedimos en un funicular.

Etapa 5 (02.09.15) – Samnaun (Suiza) – Bergsprint, el famoso “kilómetro vertical”
Después de disfrutar de un desayuno en el salón escolar al lado del gimnasio, nos preparamos para la corta jornada que nos esperaba, con largada –en nuestro caso- a las 10:41 (los equipos largaban con 20 segundos de diferencia entre cada uno), con una lluvia persistente. En lo previo, con mi compañero nos desafiamos por el tiempo esperado: Pablo afirmaba que nos iba a llevar no menos de dos horas, en tanto yo le decía que en no más de 1:45 lo cumplíamos.

Los primeros 3 kilómetros de los 6 totales de la etapa, eran en terreno plano o con leve descenso, para posteriormente emprender la sostenida subida a 2499 msnm con un desnivel acumulado positivo de 731 metros. Pusimos 1:26:10.

A la llegada, recogimos el bolso con ropa seca que habíamos enviado, así que nos cambiamos y almorzamos en el restaurante donde la noche anterior habíamos tenido la “pasta party”, para posteriormente bajar en el funicular e ir a descansar. En la tardecita, tomamos el ómnibus gratuito y fuimos a cenar a la ciudad, en un precioso restaurante donde disfrutamos de unas buenas pizzas y cervezas, ya con bastante frío y la llovizna que continuaba cayendo.

Increíblemente, estábamos ya en la 5ª etapa de este duro desafío, y no sentíamos mayores molestias, salvo algún ardor estomacal que me empezó a afectar, quizás fruto de la alimentación o de los medicamentos que tomé (OXA B12, Actron).
Etapa 6 (03.09.15) – Samnaun (Suiza) a Scuol (Suiza)

Largamos a las 08:00 con un tiempo máximo previsto de 9:00 horas para cumplir con los 37.1 Km del recorrido, un desnivel acumulado positivo de 2064 metros llegando al punto más alto a los 2752 msnm (Fuorcha Val Gronda).
Pese a lo exigente del recorrido, en especial vinculado con la altura a la que llegamos, fue nuestra mejor etapa, al extremo que superamos a gente que en carrera normalmente no habíamos visto. La temperatura había bajado considerablemente, pero en contrapartida no enfrentamos lluvia.

Completamos el recorrido en un tiempo total de 8:00:54 y nos fuimos a buscar el CAMP, ubicado en un bunker de una escuela. Mi compañero –algo claustrofóbico- se sentía “encerrado” en ese lugar, aunque finalmente decidió quedar allí pese a que estuvo buscando algún alojamiento alternativo. Fue una experiencia diferente, que nos permitió vivir durante parte de una jornada, parte de las sensaciones que deben haber sufrido los habitantes de esa zona durante la 2ª Guerra Mundial.
Etapa 7 (04.09.15) – Scuol (Suiza) a St Valentin (Italia)

¡Estábamos en la penúltima etapa! Largamos con mucho frío, a las 08:00 con un tiempo total para los 37.8 Km de 9:00 horas y un desnivel acumulado positivo para la etapa de 1633 metros. El dolor de estómago me impedía trotar en forma sostenida, así que emprendimos la larga subida hacia el punto más alto a 2409 msnm -Schafberg- con un trekking firme. El panorama era realmente espectacular, el más impactante de los que habíamos visto hasta ahora, con un sendero en permanente subida “comido” a la roca de la montaña, con agua que caía y cables de acero puestos por razones de seguridad. La cámara de fotos y la GoPro no paraban de registrar esas imágenes inolvidables.
Empezaba a sentir el cansancio acumulado a lo largo de las etapas, aunque como había dicho en lo previo a quienes me consultaban, si llegábamos enteros a la 4ª etapa, con seguridad íbamos a cumplir con nuestro sueño.


A la llegada ya en territorio italiano –pese a que seguían hablando en alemán-, en un tiempo total de 7:45:00, fuimos hasta el CAMP también ubicado en un gimnasio. Ya se notaba el nivel de abandonos, pues cada vez teníamos más espacio para ubicarnos. Después de un buen baño, fuimos en funicular al restaurante de la pasta party junto a un grupo de brasileños, donde uno de ellos comentó que en la noche previa se había sentido muy mal y había vomitado. A mí me esperaba lo mismo…
Pude cenar todo lo que nos ofrecieron, así que me sentí satisfecho. Pero cuando fuimos a dormir ya soñando con la última etapa, empecé a sentirme mal del estómago. A las 04:02 me desperté con un terrible malestar, que me permitió apenas llegar al baño, donde vomité todo lo que había comido. Apenas me sentí algo mejor, volví a dormir hasta que a las 05:00 Pablo me llamó para prepararnos e ir a desayunar.

Etapa 8 (05.09.15) – St Valentin (Italia) a Sulden (Italia)
Le comenté a Pablo sobre mi malestar y sus consecuencias… fuimos a desayunar, pero me limité a ingerir dos tazas de té, mientras mi compañero desayunaba. Fuimos hasta la zona de largada, con mis enormes dudas sobre la reales posibilidades de largar ya que me sentía débil. Después de averiguar con la organización y con la firme insistencia de mi compañero que ofreció a “llevarme de arrastro”, decidí largar para enfrentar al menos hasta el primer PC, ya que nos esperaba un largo tramo con leve bajada y terreno firme.

El recorrido total esperado era de 42.6 Km, con un tiempo original de 10:30 horas, previsiones de llovizna y nieve en el punto más alto de esta etapa (Tabarettascharte, a 2880 msnm). Ello llevó a que la organización decidiera modificar el recorrido, bajándolo a 40 kilómetros, un tiempo total de 9:00 horas y sin subir hasta los 2880 msnm, sino haciéndolo a 2200 metros, para posteriormente bajar a Sulden ubicada a 1850 msnm.
Le prometí a mi compañero que no íbamos a ser los últimos de la etapa, pero evidentemente no podía trotar dada mi situación, al extremo que el dolor de estómago apenas intentaba moverme algo más rápido, me complicaba bastante. Así, llegamos al primer PC donde pude ingerir algo de fruta, verificamos que no éramos los que cerrábamos la lista de corredores, y continuamos nuestro camino, siempre con dudas de que pudiera encarar la subida. Avanzamos así hasta aproximadamente el Km 25, donde estaba un nuevo PC, oportunidad en la que pude comer muy poquita cosa sin sentirme mal. A partir de allí, emprendimos la subida con mi compañero “tirándome” con su cuerda. Es más, en esta subida superamos a cinco equipos que avanzaban más adelante, aunque dos de ellos nos volvieron a superar en la bajada final.

Enfrentamos muchísimo barro acumulado en la zona de subidas y bajadas, pero avanzamos relativamente bien frente a la insistencia de mi compañero para que trotara, y mi “freno” diciéndole que teníamos tiempo más que suficiente para completar la carrera dentro de los máximos previstos, tratando de preservar mi físico y no sufrir más consecuencias.
Finalmente, llegamos a la ansiada meta en un tiempo total de 8:29:58, con la enorme satisfacción del objetivo conseguido. Fue un momento mágico. Un apretado abrazo con mi compañero, fue la mejor demostración del agradecimiento personal y del espíritu de equipo que nos permitió superar este durísimo desafío.

En síntesis
De los 312 equipos más los 48 invitados, ocupamos la posición N° 198 en la general habiendo cumplido con todas las etapas en un tiempo acumulado de 60:03:18, y la posición N° 54 en la categoría Master Men entre 79 que largamos. Sin considerar a los invitados, en la general quedamos en un percentil 63, y en la categoría en el percentil 68. Se registró un muy importante nivel de abandonos o descalificaciones de equipos que no completaron todas las etapas, cercano al 35%.

Algunas conclusiones y pensamientos “en voz alta”
En lo personal, sin dudas no tengo reparos en decir que me siento plenamente satisfecho con el objetivo logrado. Fui con la intención de “llegar” cumpliendo con las 8 duras etapas, y lo conseguimos pese a las críticas situaciones que tuvimos que enfrentar, en gran parte gracias al generoso esfuerzo de mi compañero de equipo Pablo Lapaz, un verdadero titán en su aporte y entrega física y espiritual.

¿Cómo correr en la montaña, viviendo en Uruguay? Es la gran pregunta. Pese a las limitaciones geográficas que tenemos aquí para entrenar, no hay dudas que la constancia y el entrenamiento permiten enfrentar “dignamente” este tipo de desafíos. Es indudable que mi compañero está notoriamente mejor preparado que yo, a lo que se suma la diferencia de edad y mis múltiples ocupaciones que me impiden entrenar diariamente, razones por las cuales era evidente que se iba a ver “frenado” por mis menores posibilidades.
A ello se agrega el enorme desafío que significa correr 8 etapas sucesivas –casi podríamos decir una maratón de montaña por día- con la acumulación y el impacto que ello provoca sobre el físico y la mente. Hasta ahora lo máximo que había hecho era correr en 3 etapas sucesivas, o en la distancia de 160 kilómetros en régimen de “autosuficiencia”. Alcanza con ver las fotos de las sucesivas etapas, para notar como nuestros rostros iban reflejando ese deterioro. Por suerte, físicamente no sufrí ninguna consecuencia adicional a las ya relatadas, salvo los 4.5 kilos menos que tengo actualmente (después de 10 días de haber finalizado la prueba) en relación con mi peso al emprender esta aventura.

Encaré este desafío con el objetivo de “llegar”, en lo posible dignamente, aunque no pudiera cumplir con los cortes horarios. Mi intención siempre fue poder completar las etapas, con la mente puesta en la meta final, avanzando paso a paso, etapa tras etapa, ajustando nuestras decisiones en función de la evolución de la competencia y las condiciones que enfrentábamos. Es que la montaña pone a todos en su lugar, no perdona. Vi a corredores muy experientes y muy bien preparados, descompensados en situaciones críticas siendo atendidos por personal médico de la carrera, a 2800 msnm, en tanto en mi caso pude soportar bastante bien los efectos de la altura. Como lo señaló un corredor vasco de ultra trail de montaña, durante el desafío se viven sucesivas “muertes y renacimientos”, que son las que hacen a esta disciplina especialmente atractiva. Y en lo personal, puedo dar testimonio de que es así. Como ya señalé, en las dos primeras etapas y en la previa de la última, pasé por situaciones críticas que pude superar gracias al apoyo de mi compañero de equipo, renaciendo casi desde las cenizas.
La logística de carrera es todo un tema, que merece atención. En este caso, se vio francamente favorecido por un excelente servicio de Plan B Event Company, que nos facilitaron las cosas. Pero también debo destacar que los equipos que estaban definiendo cada etapa, en ningún caso se quedaban en los campamentos de la Organización sino que se alojaban en hoteles. En nuestro caso, además de las razones económicas, optamos por vivir el clima propio de los campamentos, que tiene un particular atractivo, más allá del cansancio indudable que se acumula cuando se duerme en sobres en el piso de un gimnasio.

El equipo, ¿cómo conformarlo? Es indudable que con mi compañero tenemos diferencias físicas y de entrenamiento, que suponen en su caso una “renuncia” a un mejor desempeño, para “tironearme” ayudándome a completar cada etapa. ¿Deben ser complementarios? ¿Deben potenciarse los desempeños, o tiene más sentido sacrificar a uno para que el equipo llegue a la meta?¿Cuánto juegan los “egos en pugna”, los liderazgos y la tensión permanente, en condiciones extremas durante 8 días, con ánimos y físicos que van cambiando en función de las circunstancias? ¿Cómo impacta sobre las personas, que en definitiva seguimos siendo “individuos” más allá de formar parte de un equipo? Sin dudas, no hay respuestas únicas. Prefiero quedarme con la impresión de que conformamos un equipo, que nos enriqueció como personas. Como señaló “Miqui”, uno de los españoles: “Van a valorar lo que consiguieron como equipo, en la medida que pase el tiempo”.
¿Qué tipo de entrenamientos se necesitan para este tipo de desafíos? Es obvio que preparar estas disciplinas exige una dedicación muy fuerte, una constancia muy estricta y –en particular- terrenos que en Uruguay no tenemos, que suplimos con trabajos de fuerza y entrenamientos de subidas y bajadas en nuestros desniveles de no más de 150 metros… Demasiado hándicap. Además, como ya dije, en mi caso personal atiendo obligaciones laborales y docentes, que me dejan poco espacio para el entrenamiento, pese a lo cual traté de llegar en las mejores condiciones posibles.

¿Cuánto tiempo lleva la recuperación de esta carrera? Normalmente, en 15 días estoy en condiciones de volver a entrenar suavemente. En mi caso, intentaré hacerlo ya a partir de este fin de semana, encarando alguna carrera corta, y retomando los entrenamientos.
También hay espacio para la solidaridad

Esta aventura también tuvo un componente solidario, en este caso con Máximo Gambaro, el chiquito que está siendo sometido a operaciones para corregir una cardiopatía. Por esta razón, organicé una “venta de kilómetros” invitando a mis compañeros de trabajo a aportar al menos un peso por cada kilómetro recorrido con ese fin, a descontar de los haberes del mes de setiembre.
¿Qué queda o qué viene después?

La verdad es que no tengo respuestas, sino que en cierta forma aún siento una especie de “vacío”. Pero ya llegará un nuevo sueño que vuelva a motivarme. En ocasión de la entrevista telefónica que me hizo Emiliano Cotelo para “En Perspectiva” una vez culminada la carrera, un oyente preguntó “¿de qué huimos”?, y le respondí que en realidad más que huir, nos encontramos, alcanzamos inspiración y niveles de creatividad que nos alimentan para potenciar nuestros desempeños en las actividades habituales.  
¿Dónde se juntan sueños y realidades? Es habitual leer que cuando la mente se enfoca firmemente en un objetivo, el cuerpo es capaz de alcanzar aún aquellas metas que parecen imposibles. Lo dice Josef Ajram: “¿Dónde está el límite? No sé dónde está, pero sí sé dónde no está”.  

Muchas veces me pregunto cuál es la diferencia entre “triunfo” y “fracaso”. Es claro que me siento absolutamente satisfecho con el objetivo conseguido, pero también es cierto que estuvimos a punto de no alcanzarlo, por esas circunstancias muchas veces fortuitas que pueden hacer que un equipo quede fuera de carrera. Así que no alcanza con el “resultado final”, sino que hay que valorar el proceso vivido, las dificultades enfrentadas, las respuestas encontradas y los aprendizajes que nos dejan. “Está muy bien festejar triunfos, pero no hay que quedarse con los resultados para valorar lo que se hace. El éxito no es sólo eso, sino las dificultades que se pasan para obtenerlos, la lucha permanente, el espíritu de plantearse desafíos y la valentía de superarlos. El camino es la recompensa”, diría el DT de la selección uruguaya de fútbol, maestro Tabárez.  Por ello, es cierto que en la montaña no hay lugar para las vanidades y el orgullo desmedido. Aunque haya sido mi carrera N° 347 con 6.211 kilómetros acumulados, la N° 41 de 42 kilómetros o más, y la más dura y difícil de las enfrentadas hasta hora.
“Solo juega, diviértete, disfruta del juego” (Michael Jordan). 
Nos vemos, en la ruta y en la vida.