domingo, 22 de febrero de 2015

OBJETIVOS NO CONSEGUIDOS EN MI 4a. PARTICIPACIÓN EN "LA MISIÓN"

¡Cómo me ha costado encarar esta crónica! Y no porque no me cueste reconocer errores -todo lo contrario-, sino porque me he sentido abrumado por tantas demostraciones de afecto, que realmente me llenan de satisfacción. En estos días de "calma e introspección", me he dedicado a tomar nota de todas las sensaciones vividas y a recopilar información, a efectos de poder volcar los aprendizajes que esta experiencia inolvidable me han dejado.

 Empecemos por los reconocimientos. No puedo menos que destacar el enorme "mimo" al alma que significa ver a nuevos "misioneros" que se suman a estos desafíos, inspirados por mis relatos. Nicolás Tealdi y sus compañeros Gabriel Otormin y Jorge Borad, Raúl Previtali, Nelson Pedro Sabagno, Alejandro Laviano y otros cuyos nombres no tengo, pero que cuando me ven, me saludan y me agradecen por los aportes. ¿Imaginan cómo puedo sentirme cuando en los filos de alguna montaña, alguien te supera, se da vuelta y te dice "gracias por la inspiración, estoy acá después de haber leído tu crónica del año pasado", o una pareja que destaca "nos leímos cuatro veces tu relato, podemos repetirlo casi de memoria", o que te pregunten "cuándo sale el libro?" Indudablemente ello supone una enorme carga emotiva y una alta responsabilidad, ya que puedo cometer el error -con seguridad en algunos aspectos lo hago- de minimizar las dificultades que deben superarse para alcanzar la meta en esta peregrinación por las montañas de la Patagonia argentina.


Así soy yo

Casi todos saben que en mi 4a. participación en La Misión sobre 160 Km., por primera vez no completé el recorrido pues me quedé en el Km 106 (Campamento 2, en el Club Andino muy cerca de Bahía Manzano, a unos 6 Km. de Villa La Angostura) después de 36 hs 56 min. de competencia. "La 4a. fue la vencida". Hasta el momento venía mejorando en forma sostenida en mi desempeño año a año, bajando tiempos y sintiéndome físicamente cada vez mejor, hasta que la montaña -que pone todo en su lugar- se encargó de darme un buen sopapo.

Venía con buena preparación y la experiencia de tres participaciones exitosas, que me llevaron a elegir el equipamiento que iba a cargar. No le erré en la mochila ni la ropa. ¡Pero cómo le erré en el calzado y el cinturón de hidratación! Tan convencido iba, que en la previa armé mi plan de carrera con tiempos estimados en cada tramo, altura, desnivel positivo y negativo, descansos (3 horas en cada Campamento)..., lo imprimí y plastifiqué. Es más, incentivado por el buen tiempo del año pasado, estimé descansar menos, pensando en marcar 52 hs 36 minutos en total. ¡Iluso! Y con una cuota de soberbia, indudable. Me lo creí y le falté el respeto a la montaña.

Algunos de los errores

Me olvidé de mis temores y de la precaución que hay que tener en esta disciplina, hasta que fue muy tarde. El ego -eso que transmitimos a partir de lo que creemos que somos y podemos conseguir- me jugó en contra, en particular cuando me impidió percibir adecuadamente las condiciones en las que estaba. Ya en la previa, Norberto González -el legendario misionero de 73 años- nos alertaba que las montañas tenían ceniza volcánica como nunca, que en algunos tramos haría que nos enterráramos casi hasta las rodillas, y que nos iba a destrozar los pies si no nos cuidábamos adecuadamente.

Largamos el sábado 14 a mediodía. Siempre me he cuestionado por qué razón no se hace la largada más temprano, ya que a esa hora el sol está fuerte y la gran mayoría llegará al Campamento 1 ya entrada la madrugada, cuando se podría aprovechar mejor las horas del día. En fin, el Guri Aznárez sabrá las razones.

Me alojé en Cabañas Lancuyen (en Lomas del Correntoso), junto  los sanjuaninos Eliana García (debutante en la carrera, que está preparando Tierra Viva) y Víctor Arias (experiente misionero, que el año pasado completó la carrera en aprox. una hora menos que yo, y con quien he compartido otras aventuras). En la mañana, estaba demasiado tranquilo...  ¿Vieron cómo me la creí? Preparé un par de sandwiches bien reforzados para alimentarme durante el día, y terminé de preparar las bolsas para enviar a los dos campamentos con algo de ropa (remera y medias para cambiarme), baterías de repuesto, chocolates, ticholos, jamón crudo al vacío, galletitas saladas, barritas de cereales, Gatorade. ¡Me olvidé de poner algo de "sentido común"!

Cuando me puse las polainas y el calzado -Inov-8 TrailRoc 255-, noté una leve molestia debajo del dedo medio del pie izquierdo, que atribuí a la cinta que me había puesto. También me di cuenta que no me había pasado vaselina en los pies. En lugar de corregirlo, pensé que el trote iba a hacer que ese roce de la cinta desapareciera... y lo que hizo fue provocarme una ampolla. ¿Cómo no me dí cuenta? El calzado elegido había sido "ablandado" en carreras aquí en Uruguay, pero nunca en largas distancias. Observando detenidamente cómo me quedan, debería haberme dado cuenta que su tendencia minimalista implica que en largas distancias -donde la amortiguación es fundamental- iba a provocarme cansancio y dolores en las plantas de los pies y dedos. Pero además, la polaina cubría hasta la mitad del calzado -como la gran mayoría-, y no impedía que a través de la tela ingresara ceniza fina (que parecía vidrio molido...).

Se largó la 10a. edición de La Misión

Largamos a buen ritmo, rumbo al Aserradero para posteriormente encarar la subida del Col del Colorado y luego los filos del Cerro Bayo (1780 msnm), donde ya había mucha ceniza. A partir de allí, tomamos el largo camino descendiendo en zigzag hacia la base, donde inicia la pista de esquí. Llegué a la base -15.7 Km acumulados- en 3 hs 20 min., me detuve a alimentarme, reponer agua y limpiar el calzado, para retomar el camino en 10 minutos, rumbo al Col Tres Nacientes. En ese largo tramo me junté a Víctor Arias y Cecilia (otra argentina), con quienes avanzamos a buen ritmo y nos sacamos varias fotos con ese panorama espectacular. Ya empecé a sentir alguna molestia estomacal, así que me limité a ingerir ticholos en ese tramo. Alcanzamos la cima del Col (1560 msnm, 27.4 Km de carrera) y empezamos a bajar. Nos detuvimos a descansar unos minutos en la mitad de la bajada rumbo a la Horqueta del Arroyo Cataratas (bordeamos el arroyo Voruco y el Col del Bonito -1450 msnm), momento en el que Cecilia nos ofreció compartir una naranja. ¡Qué buena que estuvo! Me abrió el estómago, que venía ya algo revuelto. Me sentí renacer, cosa que también sucedió con Víctor. Después de eso, no vimos más a Cecilia, al extremo que con Víctor comentábamos -en broma, obvio- que había decidido no compartir con nosotros la otra naranja que dijo que llevaba.

Después de la Horqueta, fuimos bordeando el Arroyo Cataratas hasta salir al costado del camino que bordea el Lago Traful. Víctor me fue "haciendo el aguante" en ese largo tramo, hasta que al salir al camino, se fue lentamente adelante. ¡Cómo sufrí la planta de los pies en ese tramo! Las linternas frontales iluminaban el paso de los competidores, que avanzábamos enfrentando subidas y bajadas en un recorrido interminable. Permanentemente recordaba una reflexión de un corredor vasco, que señala que el particular atractivo de esta disciplina es que uno enfrenta sucesivas "muertes y renacimientos", largos tramos en los que se siente realmente "morir", para de repente "renacer" y volver a enfrentar los desafíos con todas las fuerzas (o casi...). El malestar estomacal me impedía comer, en tanto sentí un "pinchazo" en el dedo menor del pie izquierdo... era una ampolla que reventaba. Mi plan de carrera indicaba que debía llegar al Camp 1 a las 15 hs 34 min de carrera, y finalmente lo hice en aproximadamente una hora menos, así que pese a todo, venía bien. ¡Y me la seguía creyendo!

El local de reducido tamaño, estaba lleno de corredores tirados en el piso, alimentándose, curándose o descansando dentro de sus sobres. Pedí un par de vasos de Coca Cola y no pude terminarlos... salí rápidamente y terminé vomitando. Puro líquido. Al menos, pude descansar algo mejor. Me desperté poco después de las 6:00 para ver a Víctor ya preparándose para salir. Me ofreció un par de pastillas para el estómago y eso me permitió sentirme mejor. Cuando estaba terminando de prepararme, Ariel Chichotky -el hijo de Pablo, colega de ediciones anteriores- y su compañero, estaban por salir, así que decidimos hacer la subida del Piedritas juntos. Finalmente, encaramos esa dura subida llena de arena y 1900 msnm, a partir de las 8:00 AM. En el camino, encontramos a la chilena Roxana Arce y otro compañero, que habían salido un ratito antes.

Libro abierto, paleta de colores

Pese a la dureza del recorrido, alcanzaba con mirar el maravilloso entorno para disfrutar de unas vistas inolvidables. La naturaleza pura y dura, es como un libro siempre abierto esperando para que todos la disfruten. ¡Y vaya si lo hicimos en esa subida! Con Ari comentábamos -en broma- al mirar al lago Traful con alguna embarcación surcando sus aguas, que alguien estaba equivocado... Un autor británico, escribió que quienes disfrutamos estas disciplinas, somos "conquistadores de lo inútil", destacando que en definitiva es una actividad que no aporta ningún avance ni conocimiento en beneficio de la sociedad. ¡Qué se yo! No me convence; fui pensando bastante en la "inutilidad" de lo que estaba haciendo, pero siempre termino convenciéndome que tiene enormes beneficios sobre las personas, tanto físicos como emocionales, despierta la creatividad, genera lazos y vínculos que tienen impacto sobre las demás actividades que desarrollamos. ¿Qué creen, "hermanos de la montaña y la vida"?

Considerando el tiempo que estuve detenido en el Campamento 1, llevaba una hora más de lo que había planificado. ¡Y seguía "atándome" al plan teórico de carrera! ¿Qué parte no entendí de las cosas que siempre trato de transmitir? Siempre he sentido que soy bueno "leyendo" las condiciones de carrera y a partir de allí, tomo decisiones, y en estas circunstancias estaba cometiendo el error de guiarme por la "teoría", pensando en bajar el tiempo del año pasado.

No somos nada ante tanta grandeza de la naturaleza, y sin embargo allá arriba nos sentimos casi "dioses". Después de la cima del Piedritas (y "arenitas", debería agregar), encaramos la fuerte bajada llena de ceniza, para llegar al cruce del Río Minero (PC Veranada de Lagos) con 70 Km de recorrido realizado. Me detuve a refrescarme, aliviar los pies en el agua fría, hidratarme y descansar una media hora tirado a la sombra. Una compañera argentina -Los Moros- me ofreció unas pastillitas homeopáticas para el malestar estomacal, que me vinieron muy bien. Retomé -en soledad- el camino hacia el Arroyo La Negra rumbo al Col de las Estacas. Sentía pasos de alguien que venía detrás, me daba vuelta y no había nadie... Las "alucinaciones" fruto del sueño y del cansancio estaban haciendo de las suyas, así que en el camino, con mucho sueño me detuve a dormir otra media hora a la sombra. Cometí otro error en los que siempre digo que es clave no caer: avanzar en soledad. No porque no se pueda hacer, sino porque la "cabeza" empieza a hacer de las suyas, sin posibilidades de conversar con otros y sostenerse mutuamente en los momentos más duros.

Alcancé el Col de las Estacas (1635 msnm), bajé a Tapera Linda (1480 msnm) e inmediatamente encaré la corta subida al Col del Clueco (1656 msnm). Siguió un largo trecho en leve bajada rumbo al Corral Redondo y el Arroyo Estacada, tramo en el que fuimos con Roxana y su compañero de carrera y nos agarró la noche. Después de atravesar un tramo muy sucio -ya en la noche-, con cuerdas que nos ayudaban a superar la dificultades técnicas, finalmente llegamos al PC, para salir enseguida al costado de la Ruta Nacional 40 rumbo al Campamento 2 en el Club Andino, donde mis compañeros se fueron adelante ya que no podía seguir su ritmo. Avancé en la medianoche en la más completa soledad, "escuchando el silencio" y acompañado por "duendes" y "fantasmitas" que se apiadan de los mortales que venimos a interrumpir sus juegos. O se divierten con nosotros, haciéndonos ver cosas que no existen, figuras con forma humana, animales y construcciones, e incluso percibir sonidos, cuando en realidad lo único que se "escucha" es el silencio.    

Seguía con la remera de carrera y no sentía frío, pero me detuve en el puesto de Policía Caminera ubicado sobre la RN 40 en el Km 2104 (103.5 Km de carrera) para ponerme la campera y llegar "equipado" al puesto, momento en el que conversé brevemente con los agentes allí presentes. Avanzando en la noche cerrada por el costado de la ruta, sentía un tremendo dolor en los pies -en particular, en el derecho- y no soportaba el más mínimo contacto con alguna piedra. Llegando al Campamento, sentí que otra ampolla se abría. Finalmente, llegué a ese punto -106 Km me marcaba el GPS- con 36 hs 56 min de carrera, alrededor de la 1:40 de la madrugada.

Comenté sobre mis dificultades en el puesto, y me recomendaron que me lavara los pies, me alimentara (no lo pude hacer salvo con líquidos y alguna fruta, ya que seguía con malestares), y descansara un rato, para posteriormente hacerme ver por el médico allí presente. Dormí unas 3 hs 30 min., y mientras guardaba mi sobre de dormir y Vivac, varios de mis compañeros de ruta estaban terminando de prepararse para salir. Encontré allí a Pedro Sabagno, que había llegado en la madrugada y estaba descansando. Pude alimentarme razonablemente, y después fui a que me revisara el médico. Me dijo que iba a drenar un par de ampollas que tenía, y que podía vendarme bien para que pudiera seguir. Cuando le pregunté por el recorrido -pese a que lo conozco bien- me señaló que estaba muy lleno de cenizas tanto en el Cerro O'Connor (1860 msnm) como en el Buol (1820 msnm). "Si tengo alguna dificultad en el O'Connor, tendré que volver a este punto, verdad?", pregunté, sabiendo ya la respuesta. En función de las condiciones en las que había llegado al Camp 2 y considerando las dificultades del recorrido que me faltaba, finalmente decidí quedar allí. Me cuesta decir "abandonar", prefiero decir que desistí por las condiciones físicas en las que estaba, tanto por los malestares estomacales como por los dolores y ampollas en los pies, aunque es indudable que en los hechos significa un "abandono". También es cierto que podría haber continuado y completado el recorrido, pero preferí resguardar el físico y no "quemarme", pensando particularmente en que en abril correré Patagonia Run y el agosto tengo la Gore-Tex Transalpine Run.

Una vez que tomé la decisión y ya atendido por el médico, dudé nuevamente sobre si seguir o no, en particular acompañando a algunos amigos que estaban saliendo o recién llegaban al Campamento, como es el caso de Marcelo Maciñeiras, Pedro Sabagno y "El Gaita" Eduardo Gallego. Finalmente, pedí un taxi y volví a la cabaña. Es que todos tenemos una fuerza motriz muy poderosa, capaz de superar cualquier obstáculo y de alcanzar cualquier sueño, que se denomina "voluntad", y en este caso puedo decir que fue lo que me faltó después del Camp. 2.

Ni buena ni mala suerte, consecuencias

En la montaña, no hay buena ni mala suerte, sino que lo que se recogen son las consecuencias de las decisiones que se han tomado, consciente o inconscientemente, en el acierto o en el error. La naturaleza pone todo en su lugar, sin miramientos, con dureza y claridad, donde no hay lugar para los egos inflados ni para la soberbia. Siempre dije que La Misión realmente se define después de superar el Campamento 2, en los últimos 50 Km de carrera. Y me lo olvidé. Muchos errores, propios de principantes.

Eliana había completado su recorrido en un excelente tiempo -41:11- ocupando la 5a. posición entre las mujeres y 2a. en su categoría. Pude presenciar la brillante llegada de Víctor Arias en la tardecita, junto a un grupito de brasileños. La competencia fue ganada por el ecuatoriano Gustavo Cevallos en un tiempo total de 28 hs. 10 min., en tanto el ganador de mi categoría marcó 34 hs 49 min. Entre las damas, la ganadora fue la argentina Sofía Cantilo. En la distancia mayor (160 Km) largamos 315 y llegaron a la meta 219 (70%), en tanto en mi categoría largamos 64 y llegaron 42 (66%). También se registraron 84 competidores en los 80 Km -de los cuales llegaron 55-, y otros 37 en los 40 Km. Como podrán ver, 436 corredores que buscaron "conquistar lo inútil" como diría el montañista y escritor al que hice referencia al principio.

Caer está permitido; levantarse es obligatorio. 

La montaña pone todo en su lugar. Con dureza. Y da revanchas. Ya tengo todo encaminado para el próximo desafío, y empecé a solucionar algunos temas logísticos para la 11a. edición de La Misión, en febrero del año 2016.

viernes, 13 de febrero de 2015

La Misión Race 160 Km.

 Mañana a mediodía largo la 10 a edición de La Misión Race, sobre 160K en la montañas de Villa La Angostura, en lo que será mi 4a participación consecutiva.  Esperamos un clima benévolo para lo que podría ser, con temperaturas entre 0 y 25 grados, y mucha pero mucha ceniza volcánica en algunas montañas,  como el Bayo, O'Connor, Buol, Piedritas... Espero mejorar el muy buen tiempo del año pasado, para lo cual debería dormir menos en carrera.
El imponente Bayo muestra la ceniza en la cima. A preparar pies, calzado y polainas para el desafío. Espero llegar el lunes en la tarde. Prometo noticias. Va por mi co querida amiga Raquel y mi hermanita Estela. Vamos que Uds pueden!!!