miércoles, 18 de marzo de 2015

ULTRA TRAIL CABO POLONIO 2015 - La CCC del Uruguay

La CCC utilizada en el título, refiere a "Calor, Confusión, Caos", y me permito utilizar la sigla de una de las carreras del Mont Blanc (Courmayeur, Champex, Chamonix).

El pasado domingo disputé la 2ª edición de esta carrera que ofrece cuatro distancias: 10, 21, 42 y 80 Km, en un lugar paradisíaco de la costa uruguaya, en un fin de semana con clima veraniego. En la 1ª edición –en el 2014- no pude estar presente considerando la acumulación de carreras que traía, pero escuché y leí muy elogiosos comentarios de los amigos que la corrieron, disfruté de un video de excelente calidad y de una página web llena de información, y me congratulé de la posibilidad de contar con una carrera de ultra trail en Uruguay, al estilo de las que disfruto en la región. En esta oportunidad, la organización a cargo de Ruben Manduré –muy experiente y reconocido- otorgaba puntos a todos los "finishers" para las míticas carreras que conforman el Ultra Trail del Mont Blanc (2 puntos para los 80 Km y 1 punto para los 42 Km), con el “sello” de la ITRA (International Trail Running Association), todo lo cual hacía esperable un evento de primer nivel.


Con mis “hermanos de la montaña” emprendimos el viaje el sábado a la tarde, para alojarnos en la cabaña de “Caroteno” Chabalgoity en el Cabo Polonio, con una vista envidiable del océano en un fin de semana que se presentaba espectacular. Allá fuimos –además del dueño del rancho- Douglas, Susana, Martín, Paola, David, Alejandra y yo, en tanto Andrea Montans fue con su pareja y Wilson fue con su familia a pasar el fin de semana. A la noche retiramos el kit y asistimos a la charla técnica en la Posada Mariemar, donde había una interesante cantidad de corredores y acompañantes. La remera de carrera –de color blanco- ya dejaba mucho que desear por su calidad (esas de origen chino, que nos hacen sudar bastante), pero esto no es un tema trascendente para mí pues es algo a lo que estoy acostumbrado. Eso sí, lucía al frente los logos de la Asociación Sudamericana de Carreras de Desierto, UTMB, Rocha y el Ministerio de Turismo y Deporte. El kit de carrera llamaba la atención por lo “pobre”: una botellita de agua mineral, una barrita de cereales, el número y una calcomanía y pin de Uruguay Natural. Costaba escuchar las explicaciones de Manduré en esa atiborrada sala, con gente que ya cenaba en tanto otros estaban pendientes del reloj, ya que debían tomar el último transporte hacia la terminal en la entrada a Cabo Polonio, pues no pernoctaban allí.


Gabriela Cabrera tituló su crónica con un sugestivo “Un desafío para los corredores, un desafío para los organizadores”, y vaya si lo fue. Los corredores que debían trasladarse a la entrada, debían abonar su pasaje con una “bonificación” de 20 pesos, que según explicó Manduré fue lo único que pudo conseguir. ¿Por qué no incluirlo en el costo de inscripción? Pero además, como las largadas se hacían a diferentes horas (80 Km a las 6:00, 42 Km a las 8:00, 21 Km a las 10:00 y 10 Km a las 11:00), había que estar atentos a los horarios de salida de los camiones, avisándose –por ejemplo- que para quienes corríamos 21 Km debíamos tomar el camión de las 9:00… que salió 8:30!

En la charla previa también se nos indicó sobre los puntos de control en los recorridos, y que en el puesto de hidratación de la Barra de Valizas íbamos a encontrar alimentos y bebidas “como en un cumpleaños”. Casi como en mi cumpleaños, diría, que no los festejo… Ya me referiré a ello.
Dado que hace un mes escaso que le di tremenda paliza al físico en La Misión, me inscribí en los 21 Km pensando en hacerlos a ritmo bien controlado, tomándolo más como un entrenamiento exigente sobre arena, frente a la necesidad de seguir acumulando kilómetros y fortaleciendo músculos y articulaciones para la Transalpine Run. La enorme acumulación de arena suelta y un calor insoportable, más problemas, errores o como quieran llamarlo de la Organización, hicieron que lo que empezó como una fiesta, terminara siendo casi un suplicio. En lo previo siempre pensamos en objetivos de carrera, y en mi caso pensé que 2 hs 40 min sería un muy buen tiempo, estimando que efectivamente podría hacerlo en 3 horas como máximo. Finalmente lo hice en 3 hs 22 minutos exactos, aunque en la página de la organización ayer figuraba con algo más de 3 hs 26 min. (hoy lo corrigieron y figuro con 3hs 23m 02 seg). Información tardía y con errores, pese al código QR impreso en el número. ¿Para qué lo pusieron? Ocupé la posición No. 31 entre 66 competidores, así que comparativamente no está tan mal.

La información sobre horarios de largada, retiro de kit y demás aspectos logísticos, fue proporcionada con una semana de anticipación a la largada, cuando ya todos habíamos resuelto el alojamiento. Es más, los corredores de 10Km que se alojaron en el Cabo Polonio, debieron pagar el costo y tomar el transporte a la terminal para largar desde allí, correr y después de arribar a la meta, tomar nuevamente el transporte al pueblito sin haberlo tocado durante el recorrido en carrera.

La coordinación de los horarios de salida de los transportes brilló por su ausencia, o funcionó muy mal. Quienes largaron 80 Km, lo hicieron algo así como 35 minutos después de lo previsto; quienes corrieron 42 Km lo hicieron una media hora después, y quienes largamos 21 Km lo hicimos en dos tandas (si!) siendo la primera a las 10:22. Y eso que Manduré, con acierto, había señalado en la charla que a quienes no estuvieran en el lugar de largada al horario previsto, no los esperaría sino que podrían hacerlo a medida que fueran llegando. Lo dijo y lo reiteró. Como dijo Caroteno, “si se enteran en el UTMB, no le dan su apoyo para otorgar puntos”, o “esto no es serio para una carrera que pretende tener nivel internacional”. Inexplicable. Y esperábamos –sin saber cuánto- con unos 30 grados de temperatura. Todo un atentado contra la salud de los corredores. ¿No podríamos haber largado con menos diferencias horarias, todos más temprano por ejemplo?

Después de protestar, a las 10:22 y habiendo pasado por una especie de “lista” a la que cada uno respondía “presente” a voz en cuello como en la escuela, se hizo la largada. Hicimos unos 600 mts por camino de balastro rumbo al Cabo Polonio por la ruta de los camiones, para enseguida tomar el camino de arena. Encontramos ya a algunos corredores de los 80 Km que estaban haciendo ese tramo en el sentido inverso. Con dificultades, avanzamos por unos 5 km, para atravesar las dunas y salir a la costa rumbo al Cabo. El calor ya era insoportable, al extremo que el sudor me hacía arder los ojos. Después de haber largado junto a Caroteno, en este tramo fui con Paola hasta que encontramos el primer puesto de hidratación en el Cabo. Correcto, con agua en vasitos descartables. Allí estaba también Douglas que había largado los 42Km, quien me dijo que Martín venía bastante “maltrecho” un poco más atrás.

Atravesamos el pueblito y salimos por la playa rumbo a la Barra de Valizas. Avanzamos con Douglas y Andrea Molinari durante un buen tramo, hasta que Andrea se fue adelante y Douglas quedó un poco más atrás. El largo y tedioso recorrido, con mucho calor, arena suelta y un terreno algo inclinado, nos hacía sufrir bastante. Decidí caminar durante gran parte de este tramo, recordando que más que una carrera, era parte de un esquema de entrenamiento. Llevaba una botellita de medio litro de agua saborizada y dos barritas de cereales, así que decidí hacer uso de mis provisiones. Sufriendo bastante, alcancé el Cerro Buena Vista al final de ese recorrido, precioso lugar que en realidad es una especie de enorme duna con grandes piedras que dan acceso a Valizas. Subiendo, encontré a Paco Romano que corría 42 Km. El responsable de la organización que estaba en la cima, nos sacó una foto con mi cámara pero no registraba absolutamente nada. ¿No sería adecuado poner a alguien allí con una radio y un registro de los corredores, por si alguien no venía bien? No fue así, sino que cada uno debía arreglarse por las suyas, parece. Después de bajar a un ritmo interesante enterrándome bastante en la arena, llegué al 2º puesto de hidratación (el del “cumpleaños”), donde encontré agua y Coca Cola (siempre en vasitos), maníes, papas chips, golosinas, frutas y tortas. No me puedo quejar, pues me alimenté y bebí lo que entendí necesario considerando las condiciones en las que estábamos corriendo.

Pero el "cumpleaños" terminó pronto. Según parece, un poco después se terminó la Coca Cola y el agua, al extremo que cuando pasó Martín –no mucho después que yo- el agua que entregaban era de color marrón… al extremo que la bebió pues venía con mucha sed, pero inmediatamente la tiró y repuso en una cañadita que cruzamos un poco más adelante, con agua notoriamente más cristalina. Pero muchos no lo hicieron. Quienes largamos los 21 Km (que fueron exactamente 22.85 Km), llevábamos 15 Km de carrera con 30 grados de temperatura. No hay excusas que valgan. Y menos después de la “promesa de la fiesta de cumpleaños”. Si hay algo que no puede faltar, es agua. Podría decirse que los corredores debíamos llevar nuestra propia hidratación, pero en la charla previa se prometió otra cosa.

Desde la Barra de Valizas, tomamos rumbo a la terminal de entrada al Polonio, de donde habíamos largado. El calor y la arena suelta seguían haciendo de las suyas, así que decidí caminar. Pensé –equivocadamente- que el camino en el monte, sería sobre tierra más firme. Veía como Javier Martín y Andrea Molinari se iban un poco adelante, en tanto Natalia Silveira cada tanto me alcanzaba, para quedarse nuevamente un poquito atrás. A los 20 Km decidí tomar todo el líquido que me quedaba, convencido de que ya estaba llegando… Error, me faltaba bastante, casi 3 kilómetros al rayo del sol a las 13 horas en pleno verano. Natalia me ofreció un poco de agua –en un gesto que destaco especialmente- pero le dije que podía aguantar ya que con seguridad estábamos cerca. Finalmente, al salir nuevamente al camino de balastro, Javier y Andrea se sintieron perdidos y volvieron sobre sus pasos, ya que entendían que debíamos tomar a la izquierda. Les dije que no, que seguíamos por ese camino y que a unos 800 metros estábamos en la meta, como efectivamente sucedió. Me sentí tan entero –se  nota que había guardado mucha energía- que me puse a trotar y los dejé atrás. Me sentí algo culpable -es cierto- pues habían ido gran parte del recorrido delante de mí, y recién en el final me decidí a “quemar” todas las reservas y llegar antes que ellos.

Haciendo el “avioncito” en los metros finales, deteniéndome y apoyándome sobre una rodilla con los brazos abiertos, crucé la meta a lo “Xavier Thevenard”, triple ganador del UTMB (TDS, CCC y UTMB). Wilson y Caroteno habían llegado en unas 3 horas, en tanto Paola llegó un poco después junto a Martín. Alejandra Isabella llegó bastante maltrecha en su estómago ... Susana ocupó la primera posición entre las damas en 42 Km, una “ídola total”. Andrea Montans también se mandó flor de carrera -ya nos tiene acostumbrados-, en tanto Douglas llegó un poquito después, algo destruido. En los 80 Km, el gran David Vega ocupó la 7ª posición con un tiempo de 8 hs 53 minutos, llegando junto a Rubito Beledo, otro grande que muestra un progreso envidiable.

Emprendimos el retorno al Cabo, para encontrar en el camino a corredores que venían sufriendo. Lucía Daglio y otra corredora venían desesperadas por algo de agua, así que Caroteno les pasó lo que le quedaba en sus botellitas del cinto de hidratación… noten que venían de al menos unos 7 kilómetros desde la prometida “fiesta de cumpleaños” en Barra de Valizas, casi seguramente habiendo ingerido "agua marrón"... Enseguida cruzamos también a Julio Sosa, compañero de entrenamientos en El Cantero y con quien compartiremos Patagonia Run, a quien le faltaba poco para completar sus 42 km.

La entrega de premios se hizo en la zona de largada/llegada. ¿Por qué? Es decir que después de terminar la carrera –imaginemos alrededor de las 14.00 horas-, si volvías al Cabo, a Aguas Dulces o a Valizas a bañarte y cambiarte, debías nuevamente tomar el transporte de vuelta hasta la entrada. La alternativa era quedarte allí esperando, sucio, sudado y cansado, hasta las 17.00 horas, o no participar de la entrega de premios (como hizo Susana Dalmás), Incomprensible.

En fin, espero que estos sean los “dolores de crecimiento” y confío en que Manduré tome debida nota de los errores cometidos. Escuché a varios compañeros decir que no vuelven a correr esta carrera, y eso que la terminaron en buenas condiciones. Ni que hablar quienes debieron abandonar.

domingo, 8 de marzo de 2015

TAPERING: La importancia de una buena "puesta a punto"

Este año me espera el mayor de los desafíos deportivos enfrentados hasta el momento: la 11ª edición de Gore-Tex Transalpine Run -270 kilómetros y 16.300 mts de desnivel acumulado positivo, recorriendo senderos de montaña en cuatro países durante 8 etapas – entre Oberstdorf (Alemania), Lech am Arlberg, St. Anton am Arlberg, y Landeck en Austria, Samnaun, Bergsprint y Scuol en Suiza, St. Valentin am Reschenpass y Sulden en Italia-, junto a Pablo Lapaz, entre 700 corredores de más de 40 países. Si no estamos mal informados, seremos los primeros uruguayos en enfrentar esta preciosa competencia, razón por la cual denominamos a nuestro equipo “Charrúas”.

En función de esta mítica meta, armé un plan de carreras que me permita llegar en condiciones de soportar la sucesión de esfuerzos físicos y mentales que supone una carrera por etapas, donde puede decirse que se corre algo parecido a un maratón de montaña por día, incluyendo un “kilómetro vertical” en el meridiano de la prueba. La montaña tiene mucho de misticismo, y a los mortales “racionales y agnósticos”, de alguna forma nos acerca de un modo muy espiritual a experiencias casi “religiosas”, sin perder la objetividad y sin olvidarnos que la naturaleza no perdona, tarde o temprano pone todo en su lugar, sin espacios para la suerte (buena o mala) sino que –en definitiva- el desempeño siempre consecuencia de nuestras acciones.

En ese plan, incorporé La Misión -160 Km en Villa La Angostura a mediados del pasado mes de febrero-, carrera que no completé por primera vez en mi 4ª participación después de recorrer 106 Km, con una sucesión de errores sobre los cuales ya comenté abundantemente. Le siguen los 21 Km del Ultra Trail del Cabo Polonio el próximo 15 de marzo –distancia corta pero con mucha arena, que me permite seguir fortaleciendo músculos sin “quemarme” demasiado-, los 70 Km de Patagonia Run en San Martín de los Andes el 11 de abril, y muy posiblemente los 50 Km de Indómit Race en Sao Bento do Sapucaí (San Pablo) el 30 de mayo. Descarté una nueva participación en el Raid de los Andes (8 al 10 de mayo) en Salta y Jujuy, ya que tengo obligaciones que me impiden asistir en esa fecha.

Me puse a leer información sobre “tapering”, a partir de comentarios con Pablo mientras entrenábamos ayer por el Cerro de Montevideo, cuando le decía que “más vale pasarse de descanso que de entrenamiento”. Y eso viene a cuento, pues habitualmente tengo dificultades para seguir una rutina diaria de entrenamientos –dadas mis obligaciones laborales- y por tanto defino un plan de carreras exigentes que me permite casi diría hacer un “mantenimiento físico” sumando kilómetros en  competencias en montaña cada un par de meses como máximo.

¿Qué es el “taper”?

Es la fase previa a una competencia de alta exigencia –un par de semanas- donde debe verificarse una disminución del volumen e intensidad del entrenamiento, con ejercicios específicos dirigidos a que el cuerpo y la mente se preparen para lo que esperamos que suceda en competencia. Una buena ejecución de esta etapa, genera enormes beneficios: mejora la potencia muscular y el rendimiento general, aumenta los depósitos de energía, recupera los músculos, elimina el riesgo de sobreentrenamiento, aumenta la motivación y despeja la mente.

Dos semanas es el plazo más recomendado, aunque puede decirse que los diez días previos son “fundamentales”. En este período, debe darse una “supercompensación” del estado físico, reduciendo el entrenamiento en un 20% (menor distancia/tiempo), “suavizar” el desnivel acumulado por ejemplo haciendo un fondo largo el fin de semana intercalado entre trotes suaves de no más de una hora 30 minutos en los días previos y posteriores. Es muy recomendable que en esta fase, se intente desplegar el ritmo de carrera planificado para el “gran día”, con la finalidad de que los músculos, la respiración y la mente se preparen adecuadamente para el nivel de exigencia en carrera. ¡Qué bueno resulta sentir la “explosión” de los pulmones y músculos en el último tramo de subida al Cerro de Montevideo, y notar que en no más de un minuto las pulsaciones bajan sustancialmente! Pero también es fundamental entrenar específicamente para el despliegue en cada parte del recorrido (subidas, bajadas, planos, terreno limpio o sucio, suave o duro), intentando reproducir el ritmo de carrera esperado para cada fase.

La recuperación

Sin quizás, es la parte más importante del proceso. Una buena recuperación permite reparar músculos sobrecargados, mejorar los depósitos de energía y mentalmente prepararnos para disfrutar de la fiesta que nos espera. Para ello, a no dudarlo: hay que dormir más de lo habitual, pues en ese período el cuerpo repara músculos y articulaciones. Además, la alimentación e hidratación en los días previos son muy importantes, evitando “pruebas” de bebidas o suplementos que no hayas utilizado antes (y más aún, está “prohibido” hacer esas pruebas en competencia, y lo digo por experiencia).

Las mejores muestras de “errores” en esta fase, son: dolores musculares que permanecen o se incrementan, sensación de cansancio que no se va con el sueño, dificultades para concentrarte durante el entrenamiento, falta de apetito, sensación de “pesadez” en el cuerpo, disminución general del rendimiento, ganas de que “termine ya”… es decir, la fase de “taper” debe ser un período para disfrutar a pleno en la competencia, que nos permita desplegar todo el potencial que hemos construido durante el entrenamiento.


Recuerden, no hay buena o mala suerte, sino consecuencias.