sábado, 30 de junio de 2018

URUGUAY - MUNDIAL RUSIA 2018

Hoy mi homenaje va a nuestra selección uruguaya de fútbol, que en un vibrante partido se ubicó entre las 8 mejores, tras derrotar a Portugal (sí, la de Cristiano Ronaldo) por 2 a 1. Muchos dicen que es un milagro, y posiblemente tengan algo de razón. "Cuando se gana hay que hacerlo sin estridencias, y cuando perdemos, hacerlo con dignidad", expresó el DT en su conferencia de prensa.


Uruguay ocupa el lugar N° 134 en el mundo por tamaño, 91 por su población (apenas 3:4 millones), 80 por PIB y 50 por PIB per cápita. En este deporte, al menos estamos entre los 8 mejores, y este sueño no tiene límites.

En su arenga, el gran capitán Diego Godín señaló: "Hoy jugamos por la madre, por el padre, por el hermano, por el amigo, hoy cualquier esfuerzo es poco".

Ya lo ha dicho el Maestro Oscar W. Tabárez: "Está muy bien festejar triunfos, pero no hay que quedarse con los resultados para valorar lo que se hace. El éxito no es sólo eso, sino las dificultades que se pasan para obtenerlo, la lucha permanente, el espíritu de plantearse desafíos y la valentía de superarlos. El camino es la recompensa".Y también en aquella afirmación erróneamente atribuida a Cervantes (en el Quijote no aparece, como tampoco en ninguna otra de sus obras...) por nada menos que Ortega y Gasset, "el camino es siempre mejor que la posada". Y este uruguayo ya lo dice hoy: "qué lindo camino, Uruguay"!!! Son ganadores, pues todo Uruguay se siente identificado con esta selección.

"Cielo de un solo color", canta NTVG.

miércoles, 20 de junio de 2018

DESAFÍO CIDADE MARAVILHOSA - 21 + 42K (02-03/06/2018)

"Porque la carrera no censura nada, no evita nada: atraviesa tanto la derrota como la victoria, va al encuentro de la felicidad y del dolor, lleva sobre sí la carga de una amplia gama de emociones. Correr es como vivir, y cada cual tiene su vida: gloriosa, infeliz, larga, breve, solitaria, cuesta arriba o cuesta abajo. Sólo una cosa es cierta: a través de la carrera se busca siempre forzar el límite de las propias posibilidades, o profundizar un poco más con el conocimiento del propio cuerpo y de la propia mente"
                                                 Gaia de Pascale, Correr es una Filosofía


Las recomendaciones de los expertos en el tema, señalan que no se deberían correr más de dos maratones por año. La evidencia muestra que no es cierto.
En el ya lejano invierno del año 2010, tuve el privilegio de participar de la Maratona do Río en la ciudad maravillosa, más precisamente el 18 de julio. Fue mi 6ª maratón y marqué 4 hs 29m 30s para completar la distancia reina, en una jornada húmeda, como habitualmente sucede en Río. Recuerdo claramente el aliento que recibí de Las Saladas -en el momento en que divisaron la bandera uruguaya que llevaba-, cuando culminaba el cruce del túnel que une Leme con Botafogo a falta de poco más de 2 kilómetros para la meta, e iba realmente exhausto. "Vocé náo pode ir caminhando", me dijo una brasileña cuando escuchó ese aliento.

Mucha agua ha corrido bajo el puente, al extremo que ya no me considero corredor de carreras de calle (trato de evitar competencias largas sobre piso firme), sino que me he ido volcando paulatinamente al trail, en un camino que no tiene retorno (como la droga o la mafia... cuando se entra, después no se puede salir). Sin embargo, los desafíos siempre tienen un particular atractivo. Allá por octubre del año pasado, el compañero Andrés Silva me invitó a correr la “maratona” y mi primera respuesta fue negativa: “Ya corrí en Río, y prefiero no hacer maratones de calle”. Pero enseguida me dijo que este año se hacía el “Desafío Cidade Maravilhosa”, consistente en correr la media maratón el sábado 2 y la maratón el domingo 3 de junio. Cambié de opinión, obvio, al extremo que en la fiesta de fin de año de Cantero Entrenamientos, el profe Mauricio Ramírez me comentó que estaban patrocinando el viaje, y mi respuesta fue: "ya me inscribí". Solucioné todos los aspectos logísticos, para volar en LATAM el viernes 1 y ya retornar el lunes 4.

Viajamos sin ningún contratiempo en la fría y lluviosa mañana del viernes, junto a un buen número de competidores compatriotas que llenaban el avión. Dado el escaso margen de tiempo disponible, ya desde el aeropuerto Tom Jobim (Galeáo) fuimos junto al "Pollito" Medina hasta el Centro de Convenciones Sul-América a retirar el kit de carrera. Enfrentamos algunas dificultades logísticas pues no aparecíamos en el listado de extranjeros, que fueron solucionadas por un chico de la organización, con muy buena onda. Me correspondió el N° 29.360 para la media maratón, y N° 13.838 para la maratón, oportunidad en la que recibimos además las camisetas recordatorias y las viseras. Nos alojamos en Windsor Copa, sobre Nossa Senhora de Copacabana a unos 100 metros de la playa, en una jornada bastante calurosa que contrastaba fuertemente con el frío de Montevideo.

En el hotel nos avisaron que tendrían desayuno a partir de las 4:30 AM, pues había varias personas que competían. Debíamos estar en la zona de llegada (Aterro do Flamengo) –de donde salían los buses a la largada- a las 4:50 como máximo, así que el tiempo estaba algo ajustado, pero nos permitía solucionar la alimentación. No fue así… bajamos y junto a varias personas, estuvimos esperando hasta 4:40 y el desayuno no estaba, así que decidimos tomar un taxi y salir. El desayuno fue un par de ticholos y agua… El largo viaje hasta Barra da Tijuca –Avenida do Pepé 500, logo após o Batalháo dos Bombeiros- nos llevó casi una hora. El amanecer nos permitió encontrar a varios uruguayos antes de la largada, y ya presagiar el calor que haría durante el recorrido, matizado por el hecho de que culminaríamos bastante temprano. Venía de marcar 1h 56 min en la Media Maratón de Punta del Este hacía un par de semanas.

Largamos unos minutos después de las 6:30 junto a algo más de 10.000 corredores, para doblar enseguida hacia la izquierda y encarar el cruce del Túnel do Joá. Enseguida siguió el largo tramo bajo puentes y la subida sinuosa, permanente, apretada, a la altura de Sáo Conrado con la imponente vista del océano a nuestra derecha. En el Km 7 nuevamente cruzamos un largo túnel en la Avda Niemeyer, para cruzar al costado de la Favela Vidigal y Rosinha, y encarar la bajadita hacia Leblon. El tramo siguiente nos llevó por la impactante Ipanema, la punta de Arpoador y salir enseguida a Copacabana. Allí, ya había bastante más gente en el recorrido alentando, con grupos de asistencia a los corredores. En el km 15 encontramos el único puesto de avituallamiento con comida (bananas y galletitas con dulce), que vinieron muy bien para reponer (no habíamos desayunado…). Seguimos hasta la punta de Leme, doblamos a la izquierda y encaramos los Túneles Novo y do Pasmado, para salir a Botafogo a la altura del Shopping RíoSul, con la impactante vista del Páo de Azúcar y del Morro da Urca a la derecha, y el Cristo Redentor a la izquierda. Recorrimos Botafogo y encaramos el último tramo hacia Flamengo, donde identifiqué al Pollito que sacaba fotos a mi izquierda, así que tuve el privilegio de contar con un fotógrafo personal.

Completé el recorrido en un tiempo neto de 2:07:37 para los 21:35 Km que me marcó el GPS (5:59/km, prácticamente el promedio que quería marcar), que consideré muy satisfactorio dado que al día siguiente me esperaba la distancia reina. Andrés había llegado unos minutos antes, así que después de identificarnos con la Organización para recibir la cinta del Desafío Cidade Maravilhosa, nos tomamos un taxi y volvimos al hotel, donde pudimos desayunar abundantemente. Ocupé la posición N° 2544 entre los 5187 caballeros que corrieron la distancia, y la N° 147 entre los 364 de mi categoría (me mantengo entre la primera mitad…). Un dato muy interesante: corrieron 5084 mujeres.

Después de un rato de descanso, decidimos ir hasta la playa a completar la hidratación (caipirinha, en el Posto do Hulk, atendidos por Dona Janaína, quien prometió que iba a vernos pasar en la maratón). Durante la tarde, descansamos bastante para estar preparados para el día siguiente. A la noche, aprovechamos para disfrutar de un “buffet a kilo” a escasos 150 metros del hotel.

El domingo nos levantamos a las 4:00, para bajar a desayunar. Ahora sí, el hotel se portó muy bien ya que tuvimos todo a nuestra disposición. La madrugada estaba pesada, previéndose lluvia durante el recorrido de la maratón. Allá nos fuimos, hasta el Pontal do Tim Maia en la Praia Recreio dos Bandeirantes, donde encontramos a muchos de los uruguayos.

Largamos a las 7:00, con mucha humedad. Hicimos los primeros dos kilómetros por la zona del Pontal, para cruzar nuevamente por el lugar de largada, absolutamente empapado y sofocado por el calor pegajoso, momento en el cual aún había algunos corredores que estaban largando. Considerando el largo recorrido que debíamos hacer y el esfuerzo del día previo, salí con la intención de hacer un promedio de 6’/km, similar al de la media maratón, al menos durante los primeros 20 kilómetros. Lo pude mantener razonablemente, pues marqué 1:00:06 en los primeros 10 kilómetros y alcancé los 21 Km en 2:14:47. Llegando a la zona de largada del día anterior, disfruté de una orquesta a la izquierda que interpretaba “Fullgás” con un tono de voz muy similar al de Ivete Sangalo, y encontré a Macarena –compañera de Cantero Entrenamientos- que había corrido la media maratón y estaba alentando a los compañeros en ese punto. A partir de allí, me esperaba el mismo recorrido del día anterior, así que me dediqué a regular aún más el esfuerzo tratando de disfrutar del recorrido y las impresionantes vistas de la “cidade maravilhosa”. Ya estimaba llegar a la meta en un tiempo total entre 4:50 y 5:00 horas, considerando el lógico descenso en el desempeño durante la segunda parte de la prueba.

El largo tramo en subida al costado de la Favela Vidigal, me costó bastante al extremo que caminé durante parte de ese recorrido. Completé los 30K en 3:25:02, ya con un promedio pobre (6:50/km). A partir de allí, seguía el soñado recorrido por Leblon, Ipanema, Arpoador, Copacabana, Leme, Botafogo y Flamengo. En el km 36 estaba el único puesto de avituallamiento de comida, nuevamente bananas y galletitas, así que comí algo y continué. En el Km 37, un par de uruguayos de Diez Club que estaban alentando, tomaban mate...así que paré y disfruté de uno. ¿Qué pensarían los brasileños viendo a un corredor que para para conversar brevemente y tomar mate?

Por el km 38, me sentí mal…, mareado muy posiblemente por el calor y la humedad. Decidí caminar un poco, lo que me permitió recuperarme, y a partir de allí continué a ritmo suave. Alcancé el Km 40 en 4:41:46, con la preciosa vista del Pan de Azúcar coronando la bahía. Restaban los últimos dos kilómetros, a pleno goce. Completé el recorrido con la bandera uruguaya desplegada en un tiempo total de 4:56:56 (un pobre promedio de 7:02/km), ocupando la posición 4509 entre los 6492 caballeros que llegaron, y la 245 entre 405 de la categoría M5559. En esta distancia, corrieron además 2519 mujeres.

Andrés había completado la distancia en 4 hs 16 min., convirtiéndose en el mejor uruguayo en culminar el Desafío Cidade Maravilhosa, en tanto yo puedo decir que soy el de más edad en hacerlo… Siempre hay que buscar algo en lo cual ser único…

Después de recibir las medallas recordatorias, decidimos volver caminando hasta el hotel, para aprovechar y mover un poco los músculos. Lo hicimos por el mismo recorrido de la maratón, así que pudimos ver a varios compatriotas que llegaban. Finalmente no llovió durante la carrera, sino que recién lo hizo a partir de la tarde. Antes de ingresar al hotel, disfrutamos de una cerveza en el Bar Ferrari, para cumplir con el ritual y recordar al amigo Dardo Parentini (fanático de la marca del "cavallino rampante")

No puedo quejarme del desempeño, pese a que esperaba que fuera mejor -en particular durante la maratón- aunque la gran mayoría de los amigos también marcó más tiempo del estimado. Además, debo considerar que mantengo un ritmo de competencias fuerte –en particular de trail y no en calle-, sin espacios para el descanso, lo cual obviamente se hace sentir. De alguna manera, siento que le he perdido el respeto a la "distancia reina" -cosa que me consta no debería hacer-, pues prácticamente la encaro sin un entrenamiento específico para tamaño esfuerzo.

Fue mi competencia N° 448 totalizando 8.334 kilómetros (de ellas, 58 fueron maratones y ultramaratones). Y seguimos sumando, disfrutando de estos privilegios que la vida nos ofrece.

En su libro, Gaia de Pascale señala:

Quien corre lo hace para romper todo condicionamiento o límite: se enfrenta al destino, expresa la nostalgia por la infancia perdida o por un ideal de pureza y autenticidad al que rendirse, desfoga emociones o tensiones acalladas en el tiempo, supera las barreras que la vida le ha impuesto. En una palabra, correr es sinónimo de libertad.

Correr es la capacidad de llegar al fondo de nosotros mismos, de pensar lo impensable y, mientras nos olvidamos del dolor y la fatiga, descubrir que el secreto consiste en seguir corriendo, como si se soñara.

"No es más fuerte quien llega primero, sino aquel que goza haciendo lo que hace", dice Killian Jornet. Gana el que más disfruta. Al fin y al cabo, no se puede perseguir una felicidad más grande.