Comenzó como una fiesta y terminó en tragedia. A esta altura, creo que ya todos saben que la carrera de aventura y autosuficiencia disputada en Tucumán, tuvo un final trunco como consecuencia de la lamentable muerte de uno de los corredores. Me tocó vivirlo de cerca.
El pasado viernes 27 emprendí viaje en Buquebús rumbo a Buenos Aires, saliendo del puerto de Montevideo a las 12:01. A las 15:00 horas estaba en el destino, para ir hasta la estación Retiro a tomar el ómnibus con rumbo a San Miguel de Tucumán, en empresa Transfer Line a las 20:00 horas. Allí encontré a mi compañero de viaje Luis “Abeja” Castro, quien había viajado más temprano a efectos de hacer alguna compra.
Nos agarró la lluvia en cuanto salimos de Buenos Aires, y nos acompañó hasta nuestro destino, donde llegamos después de un laaaaaaargo viaje, alrededor de las 10:30. Allí tomamos otro ómnibus rumbo a Yerba Buena, municipio que queda al lado de San Miguel de Tucumán. Nos bajamos frente a un hotel … que no era el que habíamos reservado, así que bajo lluvia persistente –hacía 19 días que llovía- tomamos un taxi rumbo a Casa Calchaquí, donde nos alojamos. Después de un buen baño, fuimos a almorzar al Restaurante Tennessee, pastas acompañadas con un buen vino …
Después de cenar, nos fuimos a descansar … es un decir, pues en la noche previa, entre preparativos y demás, es prácticamente imposible dormir. A las 3:15 sonó el despertador y nos levantamos a desayunar algo rápido. A las 4:20 tomamos un taxi y fuimos hasta la zona de largada, donde le dejamos el equipaje a la señora de Ricky, que iba en auto hasta Tafí del Valle y nos lo llevaba hasta el hotel que habíamos reservado. Después de las fotos de rigor y de ser entrevistados por la televisión, a las 5:00 se largó la carrera. No llovía, pero había una humedad impresionante y estaba todo mojado … Teníamos 5 horas para llegar al PC2 -28 kilómetros-, en el puente sobre el Río Grande, en la zona de El Siambón. ¿Por qué razón la organización mantuvo el mismo límite de tiempo definido para un terreno en condiciones normales, cuando hacía 19 días que llovía?
Recorrimos los primeros 3 kilómetros sobre pavimento en subida, a un buen ritmo, hasta Horco Molle (660 msnm). Doblamos a la izquierda para tomar un terreno de ripio, y enseguida entrar al cauce de un arroyo con poca agua, que permitía ir por las piedras sin mojarnos, donde hicimos aproximadamente un kilómetro, para ingresar al monte en subida … ¡cuánto barro! Era bastante complicado avanzar, pero en esta zona todavía se podía mantener un cierto ritmo. En la zona más tupida, encontramos un árbol caído que complicaba sensiblemente el paso, al extremo que estuvimos virtualmente detenidos. Un poco más adelante –cerca de los 5k- le avisan a mi compañero que tenía la mochila abierta y se la había caído un sobre con comida.
A los 7K –aún con noche cerrada- salimos del monte hacia una ruta pavimentada, lo que nos permitió avanzar a un ritmo un poco más rápido junto a un buen grupo de corredores. A los 9K llegamos al PC1, “33 Viviendas” (1200 msnm), donde ingresamos nuevamente al monte, ahora en general en bajada, con el riesgo de caernos como consecuencia de la gran cantidad de barro. El “Abeja” se había quedado un poco más atrás. A los 13K salimos nuevamente a una ruta de balastro, para ir hasta los 15K sobre el Río San Javier. Nuevamente ingresamos a zona de montes, con subidas que hacían prácticamente imposible avanzar. Era habitual ver a alguno que se caía y se daba un buen golpe, algún bastón torcido, corredores haciendo “culipatín” sobre el barro en las zonas de bajada … y la obsesión por llegar antes de las 5 horas al PC2.
De esa forma, siguiendo a corredores tucumanos para no perderme ante los diferentes caminos que se abrían, pude seguir subiendo hasta las Cumbres del Telégrafo, allá por los 20K, donde pude sacar alguna foto. Otro corredor, al ver mi bandera uruguaya, me avisó que mi compañero venía más atrás, cosa que me tranquilizó. Crucé el Río Colorado -24K- y enseguida salí a la ruta 341 en El Siambón (1004 msnm). Le pregunté al de la organización cuánto me faltaba para el corte, y me dijo que eran unos 4 kilómetros sobre balastro. Llevaba 4 hs 25 min., así que llegaba sin mayores dificultades. Pude trotar en gran parte de esa parte, pese a que se hacía en subida. Ya el sol estaba a pleno –cerca de las 9:30 hs de la mañana-, y llegué al PC2, Puente Río Grande sobre Ruta 341 (922 msnm) a las 4 hs 50 min, y mi GPS marcaba 25K (y no 28, como dice el mapa que nos entregaron).
Después de reponer agua, alimentarme y esperar al Abeja hasta las 5 horas de carrera –momento del “corte”- decidí seguir. El camino era puro barro. Fui avanzando junto a otros dos corredores de la zona, aprovechando su conocimiento del recorrido. A los 2K veo que pasa la camioneta de EcoAtletas raudamente. Llegamos al primer cruce del Río Grande, donde –con mucho cuidado- pudimos atravesarlo corriendo serio riesgo de ser arrastrados dada la fuerza de la corriente, pese a que el agua nos llegaba algo más arriba de las rodillas. Avanzamos un poco más y encontramos a 3 corredores que volvían … nos avisaron que se había suspendido la carrera y debíamos volver, pues un corredor se había accidentado en otro cruce del río.
Seguimos encontrando a otros, volvimos a cruzar el río, y finalmente llegamos nuevamente al PC2, donde encontré al “Abeja”. No solamente no había llegado a tiempo al “corte”, sino que se había dado cuenta que había perdido parte de su “equipaje” para la carrera, cuando se le abrió la mochila (calza larga, medias, camiseta térmica), así que obviamente no podía seguir. A esa altura, ya teníamos la certeza de que algo grave había pasado. Enseguida nos confirmaron que debíamos volver por nuestros medios, ya que el competidor accidentado se había ahogado, al intentar ayudar a una chica que estaba en dificultades en el medio del río.
La sensación de impotencia que a uno le viene, es indescriptible. Más allá de la fatalidad, nos cuestionamos muchas de las cosas que suceden, comentando entre nosotros sobre los riesgos que se corren y las condiciones extremas que estuvimos enfrentando. ¿Qué extraña razón lleva a que estemos dispuestos a experimentar estos peligros? ¿Qué puede pasar por la cabeza de estos “mortales” con vidas tan distintas, que nos llevan a compartir una actividad tan desafiante? ¿Cuáles son nuestros límites? No hay respuestas lógicas, cuando lo que nos mueve es la pasión y la aventura. Y en todo caso, esas respuestas son tan individuales, tan íntimas, que no es posible expresarlas en palabras.
Después de mucho esperar, a las 14:00 horas pasó un ómnibus de línea que nos llevaba a San Miguel de Tucumán. ¿Dinero para el boleto? Por suerte, habíamos llevado algo encima, así que pudimos tomarlo, sucios, embarrados a más no poder, y con frío. Llegamos a la Terminal casi a las 16:00, momento en que salía un ómnibus a Tafí del Valle, que solamente pudo tomar un corredor ya que quedaba un pasaje … A esperar hasta las 19:00 horas, en la Terminal, con poco dinero encima … Nos juntamos con otros dos compañeros y fuimos a tomar una merienda.
Finalmente, pudimos tomar el ómnibus. Un viaje de alrededor de 2 horas y media nos llevó a nuestro destino, en el hotel Sumaj, rezando para que el equipaje –con nuestros documentos, pasajes, dinero, ropa- estuviera allí. ¡Estaba! Así que el alma volvió al cuerpo. Pero no aparecía la reserva que habíamos hecho … igualmente había lugar, así que nos alojamos y después de un buen baño reparador, pudimos ir a regularizar a la recepción.
Fuimos a cenar a un restaurante a unos 600 metros, caminando en el frío de la noche. Ayer lunes, después de desayunar y entregar la habitación, fuimos hasta la Terminal de Tafí del Valle, donde sacamos pasajes rumbo a San Miguel para las 13:50. Pudimos conocer algo de este pueblo –es bastante chico- y hacer alguna comprita, para encontrar finalmente a Ricky y Sra. que ya se volvían a Córdoba. Pudimos conversar un poco sobre las experiencias vividas, para prometer un nuevo encuentro en este “mundo de aventuras”. Después de un buen almuerzo, emprendimos nuestro laaaaargo retorno.
A las 16:00 horas estuvimos en San Miguel, para tomar el ómnibus rumbo a Buenos Aires a las 19:00 horas, llegando hoy martes a las 9:15 hs. En la Terminal de Buquebús, saboreamos un buen mate esperando la partida del barco, a las 12:30. Llegué a casa a las 16:00 horas, cansado y con un montón de anécdotas para contar. Pero vayamos ahora a la noticia triste: la del joven cordobés que perdió la vida en la carrera.
Según el titular de La Gaceta, diario de Tucumán, se trataba de Ignacio Studer, de 27 años, que competía en la distancia de 50K, y que perdió la vida intentando ayudar a una compañera, al golpearse la cabeza y perder el conocimiento, siendo arrastrado por el agua y ahogándose. Según mis cálculos, su muerte se produjo alrededor de las 11:00 de la mañana (y no a las 15:00 como dice la prensa). Pero ello no cambia nada. Uno se pregunta qué podría haber cambiado si las condiciones eran otras, si se debería haber elegido otro recorrido, si la organización debería haber puesto cuerdas en todos los cruces del río, si se debería cruzar de a uno y con arnés … en fin, tantas preguntas que no tienen respuesta. Sin dudas, fue una fatalidad, pero también es cierto que muchas veces la ayudamos.
Lo que si quiero destacar es la sensación de “abandono” que sentimos todos los corredores, cuando debimos arreglarnos por la nuestra y volver “con lo puesto” hasta Yerba Buena o ir hasta Tafí del Valle, en muchos casos con poco dinero. ¿No debería haberse ocupado la organización? Es cierto que estaban metidos en flor de problema, mucho más grave que los de los corredores “abandonados” en el medio del recorrido … peo no había alguien con un poco de sentido común y de autoridad / responsabilidad, que pensara en recoger a la gente y llevarla a su destino? Por suerte, pudimos arreglarnos por la nuestra, pero no siempre ello es posible. La única preocupación hacia nosotros era que devolviéramos el número de corredor y la radio de Davicom que habíamos alquilado.
Lo que se inició como una fiesta, terminó en tragedia. Quedémonos con las enseñanzas de esta triste experiencia, para disfrutar de todas las sensaciones que la vida nos brinda todos los días. A pleno. Puedo contar la historia, no es poca cosa.
A todos los amigos que estuvieron pendientes de nosotros, un caluroso saludo. Nos vemos “en la ruta”.
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