miércoles, 11 de junio de 2014

ULTRA TRAIL DE PUTAENDO, CHILE - 60 KM



El pasado sábado 7 fui uno de los 120 inscriptos (largamos menos) en los 60 Km del Ultra Trail de Putaendo (Chile) organizado por Latitud Sur Expedition. Un grupo de 9 uruguayos se hizo presente: David Vega, Martín Zanabria, Wilson Guillén, Paola Nande, Alejandro Chabalgoity y yo en los 60 km, Douglas Hernández, Susana Castro y Alejandra Isabella en los 33 Km, en tanto también se corría sobre 14 Km. Fue la primera edición de la distancia máxima, ya que el año pasado se corrió en 14 y 33 Km.

Viajamos el jueves a mediodía con un muy buen clima (David y Alejandra viajaron el viernes), para alojarnos en la zona céntrica de Santiago, donde hicimos “base”. A primera hora de la mañana de ese viernes, hicimos un trote de unos 40 minutos por los alrededores del Cerro Santa Lucía y la Alameda O’Higgins, entre las miradas con algo de sorpresa de los chilenos que a esa hora se dirigían a trabajar y veían a unos “locos” en calzas, trotando acompañados por perros callejeros. Fuimos hasta el Mall Sport, en la zona de Las Condes, muy alejado del centro casi en la pre-cordillera, donde estuvimos haciendo algunas compras, destacándose la realizada por el “equipo Berghaus” (fue el modo como -en broma- nos identificamos), pues cuatro compraron bolsos de esa marca, aprovechando una oferta. En la tarde llegaron David y Alejandra, y en la noche fuimos a cenar pastas. Ya empezaba a lloviznar en Santiago, en tanto los reportes del tiempo que llegaban de Putaendo señalaban que llovía en forma sostenida desde muy temprano, al extremo que la organización de la carrera nos avisó que posiblemente tuvieran que cortar el ascenso al cerro Orolonco (2200 msnm), dada la dificultad del terreno y la nieve acumulada. “Fue lo que vinimos a buscar”, pensé.

A las 3:00 AM salimos en una Van contratada, guiados por el chofer Christian, para llegar bajo una llovizna fina a las 5:00 a nuestro destino. ¡Qué frío hacía! Los organizadores estaban armando las instalaciones para la largada, en tanto fuimos a terminar de prepararnos en un gimnasio deportivo con una temperatura “congelante”. Después de las fotos de rigor, con un atraso de casi media hora, fuimos invitados a la charla técnica. Ahí nos enteramos que el recorrido se mantenía tal como estaba previsto, pero que eventualmente podría tomarse alguna decisión durante la carrera por razones de seguridad. El tiempo previsto para los 60 Km era de 12 horas, exigente considerando las condiciones normales del terreno, pero muy difícil de cumplir si se atendían las difíciles situaciones derivadas de la acumulación de barro arcilloso y nieve, tanto en las zonas de subidas y bajadas, como en los puntos más altos. Pablo Garrido, organizador de la carrera, prometió que iba a atender la situación de quienes estuvieran en carrera y vinieran bien físicamente, para que pudieran llegar. Ya aclaro que –desde mi punto de vista- no lo hizo.
Un amigo chileno –Ludwig Marín- tituló su crónica diciendo: “Putaendo Infernal”, y no le erró. Largamos a las 6:30 AM por las callecitas de Putaendo, a un ritmo bastante fuerte durante los primeros 3 kilómetros, acompañados por los ladridos de los perros, junto a Paola y Alejandro. El camino lleno de barro que se pegoteaba al calzado, nos fue llevando lentamente hacia arriba, para alcanzar un punto con una vista espectacular de las montañas nevadas entre penumbras, apenas iluminadas por las primeras luces del sol.

En cuanto amaneció, alcanzamos el primer puesto de hidratación ubicado en el Km 13, donde llegamos junto a Paola y nos sacamos fotos registrando el momento con la chica que lo atendía, quien nos comentó que habían pasado otros uruguayos antes (David, Martín y Wilson). Enseguida, nos esperaba una muy fuerte subida llena de barro, corta pero complicada para avanzar. Sufriendo bastante y ayudado por los bastones, pude completar ese tramo para enfrentar enseguida una larga bajada de unos 2 kilómetros, donde junto a Paola pudimos desplegar toda la técnica a una velocidad muy interesante.

Llegamos al 2do puesto de hidratación donde aprendí el uso del término “harto” con un sentido “chileno”, cuando el encargado le ofreció a Paola un té caliente y le preguntó si le agregaba “harto azúcar”… Pese a lo duro del terreno que habíamos recorrido, sentía que el ritmo que llevaba era bueno, pues había hecho unos 20 kilómetros en 3 hs, pero me esperaba lo más duro.
A partir de allí, emprendimos la subida a 1500 msnm, donde enseguida encontramos el terreno cubierto por una fina capa de nieve. El sendero estaba “imposible”, ya que el lodo acumulado junto a la nieve que se derretía al pasar los corredores, lo hacían una trampa casi suicida. Alcancé el punto más alto y emprendí la bajada a buen ritmo por un sendero al costado de un muro de piedras, después de registrar imágenes de ese tramo con una vista espectacular. 

Al final de esa bajada, doblamos a la izquierda en una entrada en el muro, para enfrentar nuevamente una dura subida, que nos llevaría a la cima del cerro Orolonco (2200 msnm). Salió el sol y brilló durante no más de 10 minutos, suficientes para que mis ojos sufrieran un poco por el reflejo sobre la nieve, ya que no había llevado lentes ante la previsión de lluvia. En el Km 27, ya bastante exhausto y mientras mi promedio de carrera bajaba acercándose a los 5 km/h que serían el límite, me indica un rescatista que me quedaban unos 300 metros más hacia arriba, en un tramo de unos 2 kilómetros. Me preguntó por mi situación y en particular por mis pies, a lo que le respondí que venía cansado pero bien. Nuevamente se nubló bastante, y empezó a formarse una “tormenta blanca” como consecuencia del viento que subía desde la base de la montaña y levantaba la capa más fina de nieve de la superficie, complicando enormemente la visibilidad. 

Llegué al Km 30 –mitad de carrera- en unas 6 horas 10 minutos, así que estimando que el resto del recorrido era en general en bajada, me hacía ser optimista con relación al tiempo total de carrera. El paisaje era maravilloso, acogedor, pese a lo peligroso de la situación. Apenas veía el sendero marcado por el paso de los otros corredores, pero en general estaba bastante firme en ese tramo, con una textura similar a la de la arena dura en nuestras playas.

El punto más alto –km 32- lo alcancé con bastante esfuerzo, para encontrar a otro rescatista que me dice que la carrera fue levantada por razones de seguridad, que dos corredores estaban con hipotermia en una carpa, y que iban a tratar de bajarlos en mulas (que más adelante vi subir a buscarlos). Me indica que debo retornar al puesto anterior, a lo que me negué “por razones de seguridad”. Le pregunté por la distancia al próximo puesto -5 kilómetros- y le dije que seguía hasta ahí, cosa con la que estuvo de acuerdo. “Me quemó mal” esa decisión de suspensión, al extremo que decidí bajar lentamente y disfrutar del entorno. En el medio de la bajada, me alcanzó Paola y fuimos por un tramo bien complicado por la cantidad de barro acumulado, hasta alcanzar el puesto del km 37. El encargado no tenía noticias de la suspensión, pues no tenía radio y no había señal de celular. Nos autorizó a seguir, diciendo que el puesto siguiente estaba en el Km 50 (13 kilómetros de distancia… mucho…).

Paola se fue un poco adelante, en tanto con otros tres chilenos fuimos intercambiando posiciones. Pude mantener el ritmo en 5.2 km/hora, así que estimaba que llegaría a la meta dentro del tiempo máximo de 12 horas, pese al cansancio acumulado y lo interminable de ese tramo. El puesto estaba en el Km 52, con tramos en subida que se hacían eternos; el subir te provoca un desánimo duro de soportar ya que uno se vuelve lento y cuesta mucho retomar el ritmo. Me había alimentado poco –como me suele suceder, tengo que corregirlo- y las bebidas isotónicas me caían mal.
El puesto no aparecía nunca, hasta que después de bordear un predio de una congregación religiosa, veo un poco de humo… dos chicos encargados del puesto junto a los dos chilenos que recién me habían superado, me indican que la carrera se había levantado y que debíamos esperar allí a una camioneta. ¿A falta de 8 kilómetros para la meta, y en bajada? ¿Por qué? ¿Es que todo el esfuerzo después de 52 kilómetros y 10 horas 40 minutos de carrera se pueden tirar por la borda? 8 kilómetros en 1 hora 20 minutos los hago sin problemas, les digo. Pero no hubo caso, la carrera había sido levantada a la hora de corte originalmente prevista para ese punto del “kilómetro 50”… mi GPS midió 52 y a otros les midió 53 kilómetros. Y créanme que 3 kilómetros, en esas condiciones, llevan mucho tiempo. ¿Y la media hora tarde que se largó? ¿No se corrieron los horarios de corte? En fin, Paola ya se había podido ir en la camioneta que recién había salido, en tanto junto a otro chileno que llegó después, estuvimos esperando un buen rato, que creo hubiese servido para permitirnos llegar a la meta. 

No puede dejar de reconocer que sentí un cierto “alivio” cuando me dijeron que se me había terminado el tiempo, mezclado con la bronca de no poder completar la carrera tan cerca de la meta. Finalmente, una camioneta de la organización nos dejó en la llegada junto a otros tres compañeros chilenos, donde mis compañeros me esperaban para retornar a Santiago. David se mandó una excelente carrera –como ya nos tiene acostumbrados-, al igual que Martín, en tanto Wilson se había equivocado de camino y terminó haciendo el recorrido de 33 Km en lugar de los 60 Km. Sobre Paola ya comenté, en tanto Alejandro había retornado cuando en la cima le avisaron que se levantaba la carrera e hizo el recorrido de los 33 Km (aunque también terminó corriendo algo más de 50 Km). Los de 33 Km –Douglas, Alejandra y Susana- habían podido completar sus recorridos con alguna molestia, pero todos estaban en buenas condiciones.

“Putaendo fue infernal pero inolvidable...”, remató Ludwig Marín, el compañero chileno al que hice referencia al principio. ¿Habrá –para nosotros- una 2da edición? Veremos. Nos trataron muy bien, pese a los errores que creo se cometieron por parte de la organización. Es indudable que el clima conspiró contra la carrera, ya que llovió como hacía tres años no sucedía en esa zona, y ello nos complicó bastante. Pero no puede haber esos problemas de comunicación entre los puestos –“no tengo radio, solamente un celular y no hay señal…”-, no puede haber 15 kilómetros entre un puesto y otro (del Km 37 al Km 52), no se puede largar media hora más tarde y después mantener un horario de cierre “exigente” cuando hay competidores que vienen cansados pero enteros y les faltan solamente 8 km para llegar (¡pasé más frío y perdí más tiempo esperando a que me vinieran a buscar al Km 52, que si hubiese seguido hasta la meta!) . Entiendo y comparto las razones de seguridad expuestas, pero también me considero una persona racional, con capacidad para determinar si puedo llegar a la meta o no. He superado todas las limitaciones de tiempo en carreras, salvo en Putaendo. ¡Lo hice en la CCC del Mont Blanc y en Patagonia Run!
En fin, seguimos creciendo y aprendiendo, cosechando amigos –“hermanos de la montaña”- y disfrutando del contacto con la naturaleza que nos sigue sorprendiendo. En agosto, me espera la Half Mision en Serra Fina, Passa Quatro, Minas Gerais sobre 80 km.

1 comentario:

José Emilio Barra dijo...

...en la próxima edición buscamos "revancha", sldos