jueves, 5 de mayo de 2011

XVI Desafío Río Pinto - 01.05.11 - La Cumbre, Córdoba (82K de puro MTB)

 Después de mi participación en la Maratón de Santiago 2011 (03.04.11), el gran desafío que seguía era –valga la redundancia- el Desafío al Valle del Río Pinto, carrera de MTB que se disputa anualmente en La Cumbre (Córdoba, Argentina), con un recorrido total de 82K. Ya el año pasado había tenido la preciosa oportunidad de correr esta carrera, cuando también fueron los amigos Víctor Trillas, Raúl Caetano y Pablo Lapaz.


“Así soy yo”

En esta oportunidad, hasta unos días antes me acompañaba Víctor, que no iba a correr pues no consiguió cupo, pero se prestaba para “hacerme el aguante” y ayudarme en la conducción. Pablo no estaba muy decidido a ir –pese a que estaba inscripto- pues está entrenando para la Azimut Expedition Race el próximo 22.05.11.

“Breve descripción de mi persona”

“Mido un metro ochenta y uno, tengo un sillón azul, en mi cuarto hay un baúl y me gusta el almendrado ... “ No, falso, eso es de la canción. En realidad esta parte debería tener que ver con la pasión por practicar deportes; en este caso, el MTB. Como dije, corrí mi 10ª maratón a principios de abril, así que el entrenamiento para la carrera de MTB fue bastante escaso, limitándome a “rodar” por zonas poco parecidas a las que iba a encontrar en la carrera. Y ... es que “así soy yo”, corro cuanta cosa se me mete por delante, salvo que implique tirarme al agua a nadar ... ahí, con suerte, “floto”.

En los entrenamientos previos –y escasos- por el Prado, me encontré en un par de oportunidades con Pablo. El domingo anterior me dijo que si íbamos con Víctor, de repente también se sumaba. Me dediqué a hacer algunas salidas por la rambla durante la Semana de Turismo, después de pintar el apartamento … Mi “entrenamiento” nunca pasó de las 2 horas de bicicleta por la rambla o por el Prado, “haciéndome tiempo” en las mañanas (nunca más de 45 minutos) después de dejar a mis hijos en sus lugares de estudio y antes de irme a trabajar.

Finalmente, el miércoles 27 Víctor me planteó sus dificultades, ante lo cual llamé a Pablo … “Medio manijazo” bastó para sumarlo. Decidimos salir el viernes 29 a las 7.30, con las bicicletas semi-desarmadas dentro de la camioneta.


“Yendo a la casa de Damián”


El viaje de ida nos llevó 13 horas, sin mayores dificultades, donde fuimos turnándonos en el manejo. La “sobredosis” de música nos permitió escuchar hasta tangos … obviamente, “El Cuarteto de Nos” nos acompañó un buen rato, en particular en esa parte donde dice: “… por qué me cuesta tanto llegar”.

Encontramos algo de lluvia a la altura de Rosario (Argentina), donde incluso vimos un par de camiones volcados al costado de la ruta. Obviamente, en esa parte fuimos con bastante precaución para evitar problemas.

A las 20:30 estábamos en La Cumbre, donde entramos para ir hasta la Expo para encontrar a los uruguayos que habían ido en las excursiones y habían llegado a primera hora de la tarde. Después, nos fuimos hasta Capilla del Monte, donde teníamos alojamiento en el Hotel Montecassino.


“Sólo quería comer dos canelones”


A la hora de la cena, las pastas fueron la opción elegida: ñoquis rellenos acompañados con una cerveza. Verlo comer a mi compañero es todo un desafío … ¡qué capacidad!

El sábado a primera hora, después del desayuno, pusimos rumbo a La Cumbre. En la entrada, doblamos a la derecha para ingresar al camino a Cuchicorral, donde algunos uruguayos iban a ir temprano en bicicleta hasta la zona donde se hacen vuelos en parapente. El camino es solamente para 4x4 … así que después de hacer unos 9K, decidimos volver.




“Somos muchos más que vos”


Llegamos al hotel donde se retiraba el kit. Se estaba haciendo la carrera de los niños, donde había un montón de chiquilines disfrutando de su momento de gloria. Después de sacar algunas fotos, retiramos el kit, correspondiéndome el No. 2826 en la Categoría C1.

El total de inscriptos era de 4200 personas en las 16 categorías, de los cuales 390 correspondían a la mía. Sí, más que en todas las categorías en una muy numerosa carrera que pueda disputarse en Uruguay y en el verano. Estuvimos un muy buen rato en la Expo, donde me compré un casco, una camiseta manga larga para ciclismo y algunos regalos.

A la hora del almuerzo, encontramos a otros uruguayos. Una vez más, correspondió pastas: tallarines con tuco acompañados con otra cerveza.



“Vino en mi jeringa”


Volvimos al hotel a preparar las bicicletas, en particular a instalar las jeringas con lubricante que habíamos comprado para las cadenas, buscando evitar el terrible roce y desgaste que se genera como consecuencia de la gran cantidad de polvo que se levanta en el recorrido. Todo quedó preparado, así que decidimos salir a rodar un rato por la ruta. Hicimos un total de 20 kilómetros, donde cruzamos por la capilla que le da nombre a la Villa, justo en el momento en que llegaba una procesión. Después de ello, preparamos el mate y nos quedamos en el hotel a descansar un rato.

“Cuando ya no importe”


Durante el descanso, estuvimos conversando bastante sobre temas “trascendentes” (casi diría metafísicos …), la razón de esta pasión casi demencial por el deporte que nos lleva a viajar tantos kilómetros para participar de una carrera durante un rato, el tiempo “robado” a las familias y a otras actividades para poder entrenar, todo por la sensación de “quedarse sin aliento” durante un buen rato. Incluso Pablo hacía referencia a la inscripción que pretendería en su “lápida”, pidiéndome que fuera a recordarlo (si es que lo sobrevivo) haciendo referencia a sus “locuras”.

“El gordo y el alfajor”

Volvimos a la expo para hacer las compras de último momento, y después fuimos a cenar al mismo lugar de la noche anterior, en Capilla del Monte. Al pasar frente a un local de venta de alfajores donde habíamos comprado el año anterior, la dueña nos reconoció … y nos dio a probar un alfajorcito. Prometimos volver al día siguiente, después de la carrera, cosa que no hicimos ... ¿será un motivo para volver?

“Hay que comer”

En esta ocasión, la cena fue más fuerte: una buena pizza con muzzarella, acompañada con una Pepsi, buscando reforzar la generación de energía. El lugar estaba lleno de ciclistas con sus familias, así que nos sentimos “acompañados” por ese montón de locos que comparten la misma pasión.

Nos fuimos a intentar dormir … pero es mentira que se puede descansar en la noche previa a una gran fiesta como la que nos esperaba. Alrededor de las 3:00 mi compañero estaba conectado con su netbook, en tanto yo intentaba quedarme quietito buscando “pegar los ojos” … Sentimos llover, así que temimos encontrar un terreno muy barroso.

A las 7:00 estábamos desayunando, gracias a la amabilidad de la gente del hotel que nos preparó el desayuno más temprano de lo habitual. Cargamos todo y emprendimos rumbo a la zona de largada, en La Cumbre.


“Cómo ha cambiado mi barrio”


La ciudad hervía de gente … los vecinos aprovechaban para armar zonas de estacionamiento, cuidar autos, preparar comidas, ofrecer servicios de lavado de bicicletas, etc. Como dijo Pablo, nos hacía recordar la película “El baño del Papa”.

Pablo largó a las 8:45, en tanto yo largué a las 9:15 (la mía fue la 6ª categoría en largar). Me encolumné bastante al final de la fila, junto a un par de corredores argentinos (uno de ellos, un cordobés que debutaba en la carrera), con quienes estuvimos conversando sobre el recorrido. Me sentía un “experto” dando consejos sobre los diferentes tramos. Ante la pregunta del cordobés sobre dónde entrenaba en Uruguay para una carrera como esa, tuve que decirle que no tenemos grandes elevaciones que nos permitan entrenar como correspondería.

“Horas de vuelo”

La largada simbólica se hizo exactamente a las 9:15 frente a la Dirección de Turismo de La Cumbre, cuando anunciaron por parlantes que los punteros –que habían largado a las 8:00- ya iban llegando al K50 … Salimos a ritmo controlado por dentro de la ciudad, para llegar a la zona de largada cronometrada, de donde salimos a las 9:30. Dado que el año pasado puse 5h 23’, me había fijado como objetivo, tratar de hacer menos de 5hs.

Apenas largamos, el cuentakilómetros dejó de funcionar … intenté corregirlo moviéndolo un poco, pero no hubo caso, así que decidí guiarme por el reloj y las indicaciones en el recorrido. Hacía mucho frío pero no llovía, y como consecuencia de la lluvia de la noche, el terreno estaba bastante firme (no se levantaba polvo). Los primeros 4K se hacen por caminos de tierra, hasta llegar a la entrada a Cuchi Corral. Entre la Ruta 38 y la tranquera de ingreso, soplaba un viento de costado bastante fuerte, que molestaba el avance y me tiraba sobre la derecha. La subida es leve pero pronunciada, hasta que llegamos a la doble tranquera de ingreso a Cuchi, donde alcanzamos los 1.130 msnm. Por aquí superé a Miguelito Rivadavia, de RochAventura.

Enseguida, comienza una bajada a la izquierda, complicada por lo peligrosa ya que se dobla a alta velocidad en terreno muy feo, con verdaderos precipicios a los costados. Se sienten ruidos que parecen quejidos de la bicicleta, que aguanta el terrible “palo” que le vamos dando, en tanto los dedos muchas veces nos duelen de tanto presionar frenos y hacer cambios, tratando de no caernos y aprovechando al máximo la fuerza de la bajada.

Llegamos a los 16K, donde cruzamos un vado con poco agua. Esta última parte es la más complicada, ya que tenemos el famoso “empedrado” peligroso de no más de 500 metros, donde una caída te puede hacer quedar fuera de carrera o romper la bicicleta. A los 18K cruzamos el Vado del Río Pinto, que le da nombre a la carrera. Llegué a los 20K en un tiempo muy bueno: 54’, bastante menos de lo que pongo habitualmente en mis entrenamientos.

En el K20 entramos al valle, donde se puede rodar a buena velocidad ya que en general el recorrido se hace en una leve bajada. Cruzamos por una iglesia al costado del camino y por una escuela rural, hasta que alcanzamos el K26 donde volvimos a cruzar un vado sobre el Río Pinto. El sol había salido a pleno y ya se empezaba a sentir, aunque la velocidad nos permitía seguir disfrutando del frío de la mañana. Seguía una larga bajada, hasta alcanzar el K40. Llevaba 1h 41’, un promedio de velocidad impresionante para mí. Por allí está el Camping Quilpo, y casi enseguida comienza la parte más dura de la carrera, donde uno en general se arrepiente de no haber ahorrado más energías.

“No sé qué hacer conmigo”

Comenzaba una larga subida hasta el K53, con un desnivel total de 500 metros. Es la famosa subida de San Marcos Sierras. El paisaje es impresionante para donde se mire, con ciclistas en toda la extensión cual una enorme serpiente que se despliega en el recorrido. En esta zona, no tuve más remedio que poner pie a tierra en tres ocasiones y subir caminando, ya que las piernas ya no me aguantaban … Aprovechaba para ingerir carbohidratos en gel, barritas de cereales, ticholos, y tomar Gatorade y agua. A los 52K llegamos al mirador, donde estaba un puesto de hidratación y frutas. Casi enseguida, comenzaba una bajada, pero que continuaban en dos repechos más cortos, que me “destrozaron” anímicamente. Llegué a los 60K en 3h15’, es decir que los últimos 20K los hice en 1h 34’ …

A partir de allí, en general se seguía subiendo aunque de un modo no muy pronunciado. A los 65K cruzamos por la zona denominada El Cajón, para alcanzar casi enseguida el costado de Capilla del Monte y poner rumbo a La Cumbre. El terreno cambiaba bastante, ya que abandonamos el camino de tierra para encontrar partes rodeados de monte, con senderos con algo de barro, agua y huellas profundas. A los 73K cruzamos al lado de San Esteban, salimos al costado de la ruta y alcanzamos la alcantarilla que cruza por debajo, para pasar hacia nuestra izquierda. Un cartel indicaba que quedaban 4K … ¡ya estamos ahí! El reloj indicaba que podía llegar en menos de 5h. Era la hora de apelar a las últimas reservas de energía. Ya nos sentíamos en La Cumbre, sintiendo el sonido de los parlantes de la zona de llegada. No era la música de “Carros de Fuego”, pero parecía …

Finalmente, con un tiempo neto total de 4h 57’53”, completé el recorrido de 82K. En relación con el año pasado, bajé mi tiempo en 25’29” y alcancé el objetivo trazado antes de largar. No sufrí ningún percance, y me sentía entero, salvo las molestias normales sobre las piernas y articulaciones. ¿Qué más se puede pedir?

El compañero Pablo, había llegado en un excelente tiempo de 4h10’, aunque no se siente plenamente satisfecho ya que pretendía hacer no más de 4hs. Se olvida que el año pasado hizo 4h27’, y que está entrenando para correr la Azimut en un par de semanas …


“Hoy estoy raro”


La sensación después de tamaño desafío, es bastante extraña. Uno se queda “desganado”, como buscando un nuevo motivo para seguir corriendo, o incluso cuestionándose sobre lo que acaba de conquistar. Algunos buscamos alguna razón para quejarnos, hasta cuando todo nos sale bien: que el viento en contra, el frío, la cantidad de gente que corría más lento, lo fuerte de la subida, lo peligroso de la bajada, cualquier cosa sirve para encontrar una razón más para sentirnos orgullosos (aunque digamos lo contrario).

“Mírenme”

Me colgué la bandera uruguaya al cuello. Un cordobés me gritó “uruguayo”, me pidió para sacarse una foto conmigo “ya que me recordaba del año pasado”, pues había leído la entrevista que publicó Ciclismo XXI … es más, me dijo “sos profesor universitario y trabajás en un banco”. En enero estuvo con su familia veraneando en La Paloma, y cuando pasaron por Montevideo estuvo tratando de localizarme … sin comentarios. Y pensar que todo esto se generó porque escribí una crónica y publiqué fotos en este blog, que fueron leídos por Leandro Murciego, periodista de Ciclismo XXI, que me pidió para publicar una entrevista.

“Comer solo un pastel”

Después de mucho esperar a Pablo (estuvimos desencontrados como una hora y media), hicimos lavar las bicis y volvimos al hotel. Llamé a casa para reportar el resultado, nos dimos un buen baño y nos tiramos a descansar un buen rato.

A la noche, fuimos a cenar. Como suele sucederme, me quedo con poco apetito después de tamaño esfuerzo, así que en esta ocasión nos comimos tres empanadas cada uno, acompañadas con Pepsi.

“No quiero ser normal”


¿Qué sigue después de esta carrera? Por lo pronto, en el horizonte está la media maratón de Punta del Este el próximo domingo, las carreras de 10K de la AAU, la Salomon Running Race en Sierra de las Ánimas el 05.06 … y posiblemente la Half Mision en San Javier y Yacanto (Córdoba) denominada “Ultra Trail del Champaquí, sobre 80K.

El  viaje de vuelta fue muy placentero, con comentarios y recuerdos de lo vivido en esas horas en Córdoba. Nos llevó un total de 12 horas (llegamos a las 19:30), pese a que "nos metimos" a la ciudad de Rosario (Argentina), sin querer, pues le erré a la salida hacia Santa Fé. Perdimos cerca de 45' dando vueltas por el centro, el Parque Independencia, el Monumento a la Bandera ... todos los lugares por donde transcurre la Maratón de Rosario.

"Mi lista negra"

No podía faltar en esta crónica. ¿A quiénes incorporar? A los que “te pasan como parado” en la carrera, a los que te ganan “parándose en los pedales” en los últimos 100 metros, a los que “te tiran mala onda”. Pero no, por suerte son muy pocos; la gran mayoría muestra una solidaridad impresionante. La medallita recordatoria también podría ser mejor ... fíjense que es media "chuminga"; la del año pasado era mucho más vistosa.

Hoy, ya a jueves 5, debería poner en la lista a los organizadores, ya que por problemas en la toma de tiempos (el sistema electrónico no funcionó), están armando las planillas de resultados mirando las filmaciones y anotaciones manuales …



(Por si no lo percibieron, los subtítulos responden a canciones de El Cuarteto de Nos)

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