jueves, 7 de abril de 2011

Mi décima maratón (Maratón de Santiago, Chile, 03.04.11)

 
El pasado domingo tuve la enorme satisfacción de participar en la Maratón de Santiago 2011, en lo que fue mi 10ª vez en la “distancia reina”. La verdad es que me ha costado bastante ponerme a escribir este relato, pues no le encontraba un título adecuado que me permitiera “soltar la imaginación” y capturar todas las sensaciones vividas en esta verdadera fiesta.

Las opciones que cruzaron por mi mente pasaban por: “Una fiesta para el alma y el cuerpo”, “Un fin de semana construyendo puentes indestructibles”, “Y ahora ... ¿qué sigue?”, “El cuerpo tiene memoria”, “Cómo seguir creciendo a los 51 años” ... Como cualquiera me parecía bueno, decidí titularlo directamente haciendo referencia a la 10ª participación. Y punto.

“La banda”

La historia empezó allá por octubre – noviembre del año pasado, cuando la idea de participar nuevamente en una carrera en Santiago fue tomando forma. Ya había hecho la media maratón en el año 2009, y el nivel de la prueba me pareció excelente, a lo que se suma la facilidad para viajar por vía aérea (Pluna: pueden enviarme algún obsequio por la promoción que les hago ...). En ocasión de la Salomon en Punta Ballena en el mes de enero, fuimos conversando con Pedro Rodríguez sobre esta posibilidad, y ya allí surgió le decisión de ir. A ello se sumó enseguida Carlitos Ruiz Zorrilla, que con sus 19 años fue a hacer los 21K.

A la semana, en ocasión del viaje a correr los 10K de Real de San Carlos, se sumó el “Abeja” Luis Castro. Seguía sacando pasajes e inscribiendo gente. Hice la reserva en el Apart Hotel San Marino, y de a poco ampliaba la cantidad de pasajeros. Le comenté también a Daniel “Molékula” Costa, quien también se sumó. Finalmente, Julito Curbelo decidió acompañarnos en los primeros días de febrero. Delegación completa, con alguna variante para el retorno, ya que Molékula volvía el domingo de noche y Julio el lunes de noche; los demás el lunes de mañana. Al poco tiempo, nos enteramos que Carlos “K-brón” Barboza también iba, aunque volaba el sábado y volvía el domingo.

“El cuerpo tiene memoria”

Frase célebre que pronuncié ante el Abeja, mientras compartíamos el duro “Salomon 50K” en Villa Serrana. Y vaya si la tiene. La preparación previa para la maratón, no fue todo lo rigurosa que se recomienda, ya que debo haber hecho no más de cuatro “fondos”, que en ningún caso pasaron los 20K. Pero el entrenamiento consistente de mucho tiempo, da sus frutos, al extremo que –pese a que estaba intentando hacer distancias largas- igualmente seguía mejorando mis tiempos en los 10K (en la fecha de Trinidad, una semana antes, igualé mi récord en la distancia).

El miércoles 30 marqué los pasajes a primera hora de la mañana, y les envié los datos a los compañeros de viaje, con todas las especificaciones sobre equipajes y documentos necesarios. Confirmé que podíamos llevar yerba, así que ya estaba completa la cuota de “uruguayez”. El viernes fui a trabajar, y combinamos con el Abeja y el Molékula para encontrarnos a las 18:10 en Av. Italia y Propios. Carlitos vino por casa a las 17:30 y su abuela “me lo encomendó” … ¡qué responsabilidad, esta de llevar a un joven de 19 años, a correr una media maratón en el exterior! A las 17:20 recibí un mensaje de Pedro, donde me decía que en 10 minutos llegaba al aeropuerto … ¿ansioso, dijo? Cuando le respondí que llegábamos a las 18:30, me contestó que había ido temprano pues debía atender a la prensa, en su condición de capitán de la delegación …

“La ley de Murphy”

Si hay posibilidades remotas de que algo salga mal, saldrá mal. Apenas íbamos por Av. Italia y Comercio, cuando me llama Pedro para decirme que había perdido su cédula … y que tenía que ir “volando” hasta Identificación Civil en el Geant, a hacerse una nueva. Le avisé al Abeja, y lo levanté a Pedro fuera del aeropuerto, para salir “al mango” a tratar de solucionar el problema. Llegamos alrededor de las 18:40, explicó su problema mostrándole el pasaje y … le pidieron la denuncia policial. Insistió un poquito y lo mandaron a pagar el trámite a una Casa de Cambios y volver. La Sra. que lo había atendido, hablaba con una amiga por teléfono … Eran las 19:00 horas y yo estaba al borde de un ataque. Finalmente, a las 19:08 salió con su nueva cédula! Tiempo récord, como para volver y llegar al aeropuerto a las 19:20. Entramos “volando” ya que yo tenía todos los pasajes. Hicimos el trámite de embarque y … ¡nos instalamos en el avión!

Murphy nos hizo un amague, pero pudimos superar el inconveniente. El vuelo se demoró más de lo previsto, así que nos dio tiempo para que Julito se comprara una nueva cámara de fotos.

“Solos en la madrugada, no estamos solos”

El viaje fue super tranquilo, con los “debutantes” en avión (Abeja y Pedro) conversando bastante … hasta que Pedro se durmió. El “Diputado Rodríguez” impresionaba por su facha impecable. Poco después de las 23:00 estábamos en Chile; cambiamos dinero y tomamos el ómnibus al centro, junto a amigos brasileños que venían de Porto Alegre y que también iban a competir. Bajamos en la Terminal, frente a Estación Los Héroes, y emprendimos el camino cerca de medianoche, a pie, rumbo a nuestro Apart Hotel, ya que según el conductor del ómnibus nos quedaba a unas 5 cuadras … ¡eran 14! Tan “abombado” iba, que me pasé de la dirección una cuadra más, y tuvimos que volver, hasta que encontramos nuestro destino, un precioso edificio al lado de la Comisaría 1ª de Carabineros, muy cerca de la Estación Bellas Artes.

Nos instalamos y bajamos a buscar algún lugar para comer algo. Caminamos como 20 cuadras por el centro, y todo estaba cerrado, hasta que –a la vuelta del Apart Hotel- encontramos un negocio abierto donde compramos bebidas, fiambre y pan de sándwiches, en lo que fue nuestra primera cena en Santiago.. Nos fuimos a dormir como a las 2:30 de la madrugada, escuchando unas conversaciones fuertes que se colaban por las ventanas del edificio.

“Qué linda está la fiesta, mamá”

El sábado por la mañana, después de tomar unos mates, emprendimos el camino hacia la Estación Mapocho, donde se hacía la Expo Maratón a partir de las 9:00. Estuvimos 15 minutos esperando junto a varios corredores, hasta que se abrió. 

El panorama era espectacular, con una organización envidiable, con stands de primer nivel donde te obsequiaban todo tipo de cosas, y con chicas dignas de un desfile de modelos. ¡Y cuál de todas más simpática! Desayunamos, almorzamos, volvimos a desayunar, sacamos un montón de fotos, nos entrevistaron … nos sentíamos como niños en una mañana de Reyes.

Emprendimos el retorno al Apart Hotel, para pasar por el Mercado Central donde algunos compraron regalos. En un supermercado, compramos las “provisiones” para los dos días que íbamos a pasar; entre ellas, una botella de Pisco Sour “Campanario”. Después de un almuerzo rápido, nos tiramos un rato para volver en la tarde a la Expo Maratón. Encontramos a K-Brón que recién había llegado, y estuvimos recorriendo después el centro de Santiago, la Plaza de Armas, la zona del Palacio de la Moneda donde estaban terminando de armar la infraestructura de la carrera, y me compré un par de Nike.
A la noche, hubo “pasta party” preparada por el Abeja … todo un cocinero. Durante esa cena, el Molékula nos deleitó con sus ingeniosos chistes, uno atrás del otro ... “Doctor, doctor ... “. Nos fuimos a dormir un poco más temprano, dejando todo preparado para la carrera, previendo levantarnos a las 6:00 para desayunar.

"Locura tengo por tus ojos" 
 
Tempranito nos pusimos en pie, para subir hasta la habitación de los compañeros, donde nos enteramos de las vicisitudes de la noche. La máquina de afeitar del Abeja, que se puso a funcionar sola a las 3:00, el Negro Pedro que se levantó a las 3:15 ... para volver a cenar!!! ... y poco después de las 4:30 para volver a comer algo, preparar el mate y bajar ...

“La gente va llegando al baile”

Nos vestimos para las fotos, y registramos el momento de la salida rumbo a la maratón. En el camino, ya fuimos encontrando un montón de gente que comparte la misma pasión. La fiesta se respiraba en el aire. “Se viene, se viene, se juega, se juega”, diría Rodrigo Romano en Tenfield-VTV.

Resulta envidiable el orden y la seriedad de la organización de una fiesta de este tipo. Encontramos especimenes de todos los tipos y nacionalidades en una verdadera fiesta multicolor, y presenciamos la llegada del presidente Piñera y su esposa, que fueron a participar de la largada de la maratón (y que fue abucheado en cuanto se puso a hablar). 

Después del calentamiento, emprendimos camino hacia la entrada de los competidores de 42K … quedamos super apretujados a escasos 100 mts. de la largada, pero completarlos nos llevó 3’40”.

“Larrrrrgaron”

Exactamente a las 9:00 y con una salva de cañones, se dio inicio a la competencia. Con el Abeja y Julito decidimos salir a ritmo controlado (6’/K), pero en cuanto se disipó un poco el enorme grupo, nos dimos cuenta de que estábamos “rodando” entre 5’45” y 5’50”.  A los 5K estaba el primer puesto de hidratación, completo, con agua y Gatorade en abundancia.

Avanzamos a ese ritmo constante, para completar los primeros 10K exactamente en 59’, con un permanente chequeo de nuestro estado, conversando y dándonos ánimo mutuamente. A la altura de los 11K, cruzamos frente al Estadio Nacional, cuna de los tres últimos títulos de la copa Libertadores de Peñarol (66, 82 y 87), momento en el que sacamos fotos y –en voz alta- dejé constancia del momento mágico que estaba viviendo. 

Ya a esa altura, en cuanto identificaban las banderas uruguayas que llevábamos, además de gritarnos “charrúas” o “uruguayos”, nos decían “aguante Peñarol”, o incluso alguno gritó “carboneros”. No hay caso, en el país y en el exterior, el Manya es el más grande.

"Houston, we have a problem"

Casi enseguida, empecé a sentir unas terribles ganas de lo primero ..., y Julio también. El Abeja “quería despedir a un amigo”, y recién habíamos pasado por baños químicos. Así que le sugerí que buscáramos una estación de servicio o del Metro, para aprovechar los baños. Pero había que salir de la carrera e ingresar a territorio desconocido. Casi en los 15K, donde estaba el 2º puesto de hidratación, ingerí un sobre de carbohidratos en gel que me dio el Abeja. En cuanto vimos un murito sobre la derecha, hicimos la parada técnica ... No entro en detalles, pero perdimos al menos 3 minutos.
Ya con menos peso, retomamos el camino. A los 20K, llegamos en 2h 01’ (1h 02’ en estos segundos 10K, con la parada incluida), así que podemos decir que llevábamos una regularidad envidiable. A los 21K, mitad de la prueba, llegamos en 2h 08’ donde había nuevamente un puesto de hidratación, que desde los 15K se instalaron cada 3K, con agua, Gatorade y esponjas para refrescarnos, y cada 10K con frutas y carbohidratos en gel. Un lujo de atención.

A los 24K ... ¡me acordé de Felipe “Correcaminos” Rego! Si, aunque no lo crean, pues me pidió que dejara constancia de que estaba corriendo esa mañana su carrera No. 200, en Villa Española. En fin, después dicen que los corredores estamos medio locos.

Ya a esa altura notábamos que Julito se quedaba un poquito atrás, así que bajamos un poco más el ritmo, para tratar de mantenernos en grupo. Los barrios por los que pasamos eran preciosos, con una vista espectacular de la Cordillera, pese a la nube de smog que cubre a la ciudad (y que se divisa a simple vista). Notaba que en general, lentamente superábamos a competidores que iban más adelante, lo cual era una señal de que podíamos mantener sostenidamente el ritmo, en tanto otros ya estaban sufriendo el cansancio.

"The wall"
 
En lo personal y junto al Abeja, puedo decir que no lo encontramos, pues no sufrimos consecuencias del “famoso” muro entre los 27 y los 32K. Es más, allá por los 26K entramos a un túnel largo, donde ya vimos que Julio se quedaba. 

Con el Abeja decidimos esperarlo un poco, para tratar de que se pusiera a rueda y llegar los tres juntos. Cruzamos el túnel, y enfrentamos –llegando a los 27K- la subida más importante de toda la carrera, corta pero sostenida. Nos hidratamos en el puesto y esperamos a Julio. Cuando vimos que venía como 100 mts atrás, decidimos retomar el camino a ritmo lento, después de hacerle señas.

Llegamos a los 30K en 3h 04’, es decir que esos terceros 10K los hicimos en 1h03’ ... un relojito. Enseguida del puesto de hidratación, estaba una banda musical dando un toque de alegría a la carrera. Además, la gente se agolpaba en la vereda y alentaba mucho a todos los maratonistas.  A partir de ese momento, empezaba la bajadita hasta la llegada. Habíamos hecho 30K subiendo un desnivel total de 150 metros, y ahora nos quedaban 12K para volver a bajarlos. El alma se templaba pensando en que lo más difícil ya había pasado. El Abeja grababa imágenes cada 3K con su cámara, y dejábamos constancia de cómo veníamos.

Cada tanto chequeaba mentalmente el estado de mi cuerpo. Recorría músculos y articulaciones, para percibir alguna molestia. Salvo el cansancio que sentí en las piernas durante los primeros 10K (fruto de las largas caminatas del sábado), y alguna molestia en el muslo izquierdo que al rato desaparecía, no sentí ningún dolor.

"Larry, Moe y Curly"
 
Aproximadamente a los 32.5K divisamos a Carlos K-Brón Barboza, que iba caminando. En cuanto nos pusimos a su lado, nos dijo que le había pegado a un bulón atornillado al piso, al extremo de que venía sufriendo y sintiendo que era su peor maratón. Había puesto 50’ en los primeros 10k la bestia ...  “No los puedo seguir”, señaló durante los 100 metros que corrimos juntos, así que continuamos a nuestro ritmo.

“Si te vas, no, no no, no me voy a matar,

sabés, mejor, llevate si querés el televisor,

mientras hacés la valija, escuchá esta canción”

El Abeja ya empezaba a “sostenerme”, pues cada tanto me señalaba que el ritmo que llevábamos era muy fuerte (lo manteníamos casi desde el principio), a lo cual inmediatamente me sumaba diciéndole que debíamos aflojar un poquito. Se puso a cantar temas de Memphis La Blusera, a lo cual le respondía aportando alguna estrofa a viva voz. Así, era habitual que los demás corredores y el público se sorprendiera escuchándonos decir “Si te llevás la cama, Chuchi, dejame el colchón ...”. Obviamente, saludábamos golpeando las manos de cuanto niño estaba al costado, dándonos aliento.

"El discurso del Rey"

De esa manera, llegamos a los 40K en 4h 08’ (1h 04’ en los últimos 10K). A los 41K me quedé sin batería en la cámara de fotos ... El Abeja nuevamente grabó el mensaje, donde confieso que “me quebré” cuando le dediqué la maratón a mi viejo, que a sus 81 años vive pendiente de mis aventuras allá en Artigas, añorando sus años de corredor (¡y nunca se animó a correr una maratón!). Extrañé a Adriana, Maite, Gonza, Vivi, mis hermanos, sobrinos, compañeros del equipo y entrenamientos ...

El sonido del calzado golpeando sobre el piso de la Alameda Libertador Bernardo O’Higgins me hizo recordar que había comprado championes nuevos la noche anterior, y que los estaba estrenando, algo que se recomienda no hacer. Pero por suerte no tuve ninguna consecuencia.

Cruzamos al costado del Cerro Santa Lucía, y ya divisamos la torre de ENTEL, la bandera chilena frente al Palacio de la Moneda y el arco de llegada. Con el Abeja, decidimos llegar con la bandera uruguaya desplegada en un pique final arrollador.

“Carros de fuego”
Sí, cuando nos metimos en el vallado formado en la llegada, nos faltaban unos 300 metros. Mi  compañero de ruta prendió su cámara y se puso a grabar. Apuramos el paso y superamos a varios corredores que estaban cerrando su participación. Con una sonrisa, cruzamos la línea de llegada en un total de 4h 19’52” de tiempo neto. Los últimos 2.195 mts los hicimos en menos de 11’52”, ya que no tengo el registro exacto del paso por los 40K. Un premio a la regularidad, con un promedio de 6’10”/K y con muy escasas variaciones durante todo el recorrido. Ocupamos la posición 1452 y 1453 en la general, 126 y 127 en nuestra categoría V 50-54.

Nos fundimos en un fuerte abrazo y nos agradecimos mutuamente. La verdad es que mi compañero de ruta se portó de maravillas, sosteniéndome en el momento más duro, en especial a partir de los 35K, cuando podría haber llevado un ritmo más fuerte que el mío y “me llevó”. Un grande, sin dudas. Es una de esas experiencias inolvidables que esta vida me brindó.

"Temple de Acero"
  
Apenas nos rehidratamos y nos alimentamos, encontramos a Carlitos (que había completado su media maratón en 2h 29’23”) y al Molékula, que había llegado en la posición 443 con 3h 32’53” (un lujo). Esperamos la llegada de Julio (llegó en la posición 1975 con 4:54:34) y de Pedro (posición 2193 con 5:18:37). A Carlos “K-Brón” Barboza no lo vimos llegar (había arribado en la posición 1896, con 4:53:02).

Emprendimos el retorno al hotel, caminando. Nos vino muy bien, pues así movíamos los músculos y evitábamos alguna complicación muscular. Después de un baño reparador y de descansar un rato, comimos algo en el apto. El Molékula volvió en el avión de 20:50 a Montevideo, en tanto los demás –salvo Julio, que volvió el lunes también a las 20:50- tomamos el que salió a las 8:50 desde Santiago.

 

Físicamente me siento muy bien, sin cansancio ni molestias musculares. Espiritualmente, conformamos un precioso grupo, con integrantes pertenecientes a diferentes equipos de la AAU, pero por sobre todas las cosas, nos divertimos un montón y aprendimos a respetarnos desde nuestras diferencias. Es la mayor riqueza que podemos encontrar en la vida en sociedad, donde siempre estamos aprendiendo de los demás; alcanza con tener el alma abierta a los encuentros, para poder sentirse a gusto con personas con profesiones o actividades tan distintas, pero con la misma pasión por correr.

A los compañeros de aventura, un enorme ¡GRACIAS! Y ojalá que la vida nos siga dando oportunidades para encontrarnos y compartir estas locuras. Run, Forrest, run.

A quienes llegaron con la lectura hasta este punto, espero no haberlos aburrido. Traté de reflejar todas las sensaciones vividas, de la manera más auténtica.

Hay muchas fotos colgadas en Facebook, tanto por mí como por los demás compañeros de viaje.

1 comentario:

icaro dijo...

Gracias Jorge. Impecable y detallada descripción. Experiencia inolvidable que coincido y comparto desde mi primer media maratón. Organización perfecta desde la increible Expo maratón,panacea para los "enfermos" del running hasta la precisión de relojería de una organización que abarcó multitudes, tres distancias y gente de 39 países. Fue disfrutable desde el circuito, el clima y la calidez de la gente. Hidratación, señalización y entrega de premios òptimas. Todo bien. Una enseñanza para todos. parafraseando al Sabalero "que lindo haberlo vivido para poderlo contar"