En esta jornada disputamos la Salomon Race en Sierra de las Ánimas. Temprano en la mañana, después de un buen desayuno, salí rumbo a la casa de Sebastián a buscarlo junto con Rodrigo (los dos corrieron la “Short” sobre 9K) y a Gonza, que nos fue a acompañar. Aproximadamente a las 8:30 ya estábamos en Cerros Azules, donde la jornada empezaba a tomar color, ya que Rodrigo tenía que levantar su kit.
A partir de las 9:30 se hicieron dos carreras sobre 700 m y 1500 m para niños, que fueron un placer para la vista y generaron un despliegue increíble de gurises corriendo como si fuera una final de Juegos Olímpicos, con un 2º lugar del Toto (hijo de Raúl Caetano) que llenó de emoción a toda su familia.
A las 9:45 arrancó la “Short”, donde Seba y Rodrigo compitieron. Hice un poco de calentamiento junto a Julio Curbelo, que viene arrastrando una lesión. A las 10:30 arrancamos la “Endurance”, con un recorrido de unos 4K por los alrededores de Cerros Azules hasta llegar a la base de la Sierra de las Ánimas.
Ya en la entrada, el barro empezó a aparecer en el recorrido, al extremo de que había que tener mucha precaución para no caer. Las piernas empezaron a hacerse sentir, ya que íbamos en una leve pero constante subida. Por esa parte, fuimos conversando con Asdrúbal Gandolfi (Sayago Running) sobre el precioso recorrido que estábamos enfrentando.
A los 55’ ingerí el primer sobre de carbohidratos en gel. A medida que el monte se hacía más espeso y en cierta forma “oprimía” físicamente obligando a los corredores a mantener una larga fila india, el alma “volaba” disfrutando a pleno de ese impresionante silencio de la naturaleza, solamente interrumpido por la respiración agitada y el sonido de los pasos de los competidores.
Exactamente a la hora de haber largado, llegué a los 10K, donde empezaba la parte más dura. Cruzábamos permanentemente sobre enormes piedras, agua y musgo, esquivando ramas que se interponían en el camino, raíces que sobresalían, y pendientes peligrosas, para inmediatamente continuar subiendo por zonas bien peligrosas. Mientras las piernas pedían compasión, el corazón se agitaba en los tramos más complicados, para nuevamente volver a latir a pleno y disfrutar del maravilloso espectáculo que se ofrecía a la vista y al cuerpo, que la cámara fotográfica no paraba de documentar.
Finalmente, en 1 h 45’ llegué al puesto más alto de control en la cima de la Sierra. El viento que soplaba en esa parte era realmente fuerte y frío. Ahí empezaba el descenso entre piedras y canales enormes abiertos por el agua que baja cuando llueve. Ingerí una barrita de cereales para darle algo al estómago que reclamaba por comida. En esta parte, pude mantener un buen ritmo y superar a varios competidores. Aproximadamente a la mitad de la bajada, no percibí una enorme piedra que sobresalía a la izquierda y “me la llevé puesta”, golpeándome la rodilla, al extremo que se me escapó una “puteada” y quedé un instante sin poder respirar por el dolor. Pude seguir a ritmo controlado, tratando de no preocuparme por el dolor en la rodilla. A la 1 h 55’ de recorrido ingerí el 2º sobre de carbohidratos.
En algunas partes, el barro volvía a aparecer, acompañado por piedras sueltas y muchas espinas (“uña de gato”) que hacían que me enganchara en la bajada. Llegando al final del recorrido dentro de la Sierra, encontré en el puesto de agua a Marcelo Medeiros (Sayago) que estaba reponiéndose.
Saliendo al costado de Ruta 9, pude apurar el paso y superar a algunos competidores. Me sentía entero y con algo de resto como para poder avanzar. Ya entrando a Cerros Azules, se escuchaba al “Piñe” que transmitía la llegada de los competidores. Finalmente, seleccioné el modo “video” en la cámara, y entre aplausos de los amigos que ya habían llegado, crucé la meta en 2 hs 41’ 35”, sintiéndome un triunfador. Bajé en 1’ 05” el promedio por kilómetro en relación con el año pasado, y superé a varios que normalmente me ganan, así que no me puedo quejar.
La fecha resultó muy propicia para compartir un rato con los excelentes compañeros del equipo Atletas del Sur, y con un montón de amigos que he ido generando en estas actividades. Pero por sobre todas las cosas, fue una excepcional oportunidad para disfrutar de un encuentro muy personal con la naturaleza más pura, momentos en los que la mente vuela y el alma se llena de placer, permitiendo así “cargar las pilas” para seguir enfrentando con alegría las responsabilidades que día a día la vida nos presenta.
A Seba y Rodrigo, las felicitaciones por su muy buen desempeño en la Short, y junto a Gonza, el agradecimiento por la preciosa compañía en esta jornada. Con seguridad, nos esperan otros desafíos que podremos compartir.
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