A escasas dos semanas de mi participación en los 70 Km de Patagonia Run, en la mañana de hoy corrí la Media Maratón de Montevideo. Con el apoyo de la Intendencia Municipal de Montevideo y Adidas, en esta 2a edición podemos decir que nuestra capital va ganando importancia en los calendarios de maratones de la región, ya que algo menos de 3000 corredores entre las dos distancias, con un interesante número de extranjeros de unos 25 países, se hicieron presentes en la mañana de hoy.
La largada se hizo exactamente a las 7:00 AM frente a las escalinatas del Palacio Legislativo, con una temperatura algo fría pero muy apropiada para este tipo de disciplinas. Hicimos una vuelta alrededor del Palacio, para tomar posteriormente por Av. del Libertador hasta Av. 18 de Julio, allí doblamos a la derecha hasta la Plaza Independencia, para bajar hasta la Rambla. Ya a esa hora los primeros rayos del sol iluminaban este precioso y envidiable lugar de Montevideo. Tomamos hacia el Este, y -en el caso de la media maratón- avanzamos hasta la calle Miguel Barreiro (en Pocitos), donde giramos en U para volver, subir nuevamente hasta la Plaza Independencia y culminar frente al Palacio Municipal.
En la foto, estoy con "Las Gacelas" de Carmelo. La fama me persigue... ¡la gente me pide para sacarse fotos! Estas chicas son las que me preguntaron sobre carreras de aventura, en ocasión de las 5 Millas Lobos que corrimos en Punta del Este. ¡Las quiero ver en los 21K de Sierra de las Ánimas, el 7 de junio!
Sobre mi ritmo de carrera, puedo considerarme más que satisfecho. Atendiendo a la acumulación de carreras, mi plan consistía en tratar de hacerla a un promedio "pobre" de 5:30/km, y finalmente la pude completar en 1h 53m 50s netos para los 21 Km 460 metros que me marcó el GPS (5:18/km).
Esta fue además, en homenaje a mi amiga Raquel y mi hermanita Estela ("Morocha"), verdaderos ejemplos de amor y lucha por la vida. Misión cumplida. Gracias por la impresionante motivación que generan.
Fue mi carrera No. 334, completando 5772 Kmts recorridos en competencias oficiales, en algo menos de 9 años. Nos vemos, en la ruta.
domingo, 26 de abril de 2015
sábado, 18 de abril de 2015
Patagonia Run, una travesía sensorial de 70 Kmts para el mejor de los recuerdos
Las carreras de 10, 21, 42, 70, 100 y 120 Km que se corren bajo la denominación "Patagonia Run" en San Martín de los Andes, con la organización de TMX Eventos, son desafíos únicos para los corredores de senderos de
montaña de todos los niveles, con terrenos fundamentalmente técnico, aunque
también incluyen algunos tramos por caminos de tierra bastante limpios. En el caso de los 70 Km, esa
combinación incluye tramos por zonas de bosques, cruces de cañadas, zonas con
piedras, pero en particular, trepadas y bajadas de la montaña con pendientes
bastante fuertes, totalizando un desnivel acumulado positivo de 3.140 mts.
Puede decirse que más que una carrera, es una prueba de resistencia, donde hay
momentos en los que el cuerpo y la mente piden clemencia. Esas zonas
incluyen paisajes únicos, inolvidables, que hacen que esta ultramaratón de
montaña sea de las que más público atrae en la región.
Un corredor vasco de la mítica distancia de 100 millas,
cuando le preguntaron por la razón de su pasión por el ultramaratón de montaña,
señaló que durante este largo peregrinar en contacto con la naturaleza más pura
y dura, es común enfrentar momentos de “muerte” y de “renacimientos” casi
milagrosos, y que eso las hace particularmente desafiantes. Tiene mucho de
razón, y lo podemos decir quienes hemos pasado por esas situaciones. Es muy
difícil poder transmitir esas sensaciones, cuando lo que realmente importa es
“vivirlas”, ya que siempre corremos el riesgo de quedarnos cortos en la
descripción, sonar poco creíbles para los más escépticos, o incluso caer en la
pedantería de creernos “especiales”. No se preocupen, la montaña pone a todos
en su lugar. La única manera de confirmarlo, es viviendo una de estas
experiencias. Lo recomiendo especialmente.
Jean Paul Sartre decía que “estamos condenados a ser
libres”. ¡Y vaya si lo somos en estas aventuras! No debe haber sensación de
mayor libertad que la que se experimenta en la cima de una montaña, con una
vista espectacular, después de haber puesto nuestro cuerpo y mente al límite,
hermanados con otros “locos” cuyos nombres no sabemos pero con quienes con
seguridad nos conocemos por compartir una misma pasión, que se transforman a partir de estos
momentos, en verdaderos compañeros de la vida.
La carrera transcurre dentro del Parque Nacional Lanín, con
una belleza singular. La organización pone especial cuidado con la limpieza y
la disposición de la basura que generamos, al extremo que además de exponerlo
por escrito, lo reitera en forma verbal hasta el hartazgo y toma las medidas
necesarias para que todos respeten normas elementales de cuidado de la
naturaleza. Además de los contenedores en los puestos de asistencia, unos 100
metros después también había otros para que los “rápidos” que no tuvieran
tiempo para deshacerse de los envases, pudieran dejarlos allí. Recuerdo al Doc Parada –director técnico de la carrera- pidiendo que no lo aplaudieran por su
apelación a la colaboración de los corredores en la charla previa obligatoria,
ya que con seguridad igualmente iban a encontrar mucha basura en los senderos…
El reglamento establece que arrojar basura en el circuito, es causal de
descalificación. Encontré mucha basura en el circuito, en particular envases en
los tramos finales del recorrido…¿Cuándo aprenderemos que a la naturaleza hay que respetarla y cuidarla?
Otro comentario en relación con la carrera. Sin lugar a
dudas, su nivel de organización y atención es de primera, lo más similar a la mítica UTMB que tiene como base a Chamonix –la capital mundial del
deporte de aventura- en Francia. Quizás la única diferencia sea la limpieza de
los senderos, ya que en el Mont Blanc se corre por tramos donde diariamente mucha
gente hace senderismo, y los puestos están en villas o pueblos de montaña “de
nivel europeo”, cosa impensable en el sur de Argentina. Pero en
profesionalismo, cordialidad y atención, sin dudas el equipo de Patagonia Run
tiene muy poco para envidiarle.
El año pasado corrí los 85 Km, distancia que en esta
oportunidad se cambió a 70 Km. Considerando mi participación en La Misión a
mediados de febrero, decidí hacer esta distancia como parte de la recuperación
y entrenamiento “exigente” para la Transalpine Run que disputaré a fines de agosto y principios de setiembre, junto a Pablo Lapaz.
De mis compañeros de aventuras, Douglas Hernández largó los 120 kmts. a las 21:30 horas del viernes, en tanto Andrea largó los 100 kmts. a las 0:00 del sábado, en tanto los demás -Caroteno Chabalgoity, Susana Dalmás, Julio Sosa y yo largamos a las 06:00. Ya en la noche del viernes palpitábamos a pleno el clima de carrera. Tomamos el transporte al Regimiento de Caballería de Montaña junto a los amigos de Correcaminos, así que esa camioneta podría considerarse la de los uruguayos. En la previa en las
instalaciones del Regimiento –con una atención
de primer nivel- encontré a Leo Marino, el amigo argentino con quien hicimos
los últimos 25 kmts el año pasado.
El Plan de Carrera trazado respondía al siguiente detalle, reflejando un tiempo total estimado de 15 hs 24 minutos:
Cuando arrancamos con “Caroteno”, Susana y Julio exactamente a las 6:00 AM, había una temperatura de 6 grados, pero que se hacían muy
tolerables, al extremo que usaba una camiseta 2ª piel y la remera de carrera. Ya
el primer tramo se hace en subida, donde de a poco Caroteno se fue adelante en
tanto Susana y Julio quedaban atrás. Con la oscuridad de la madrugada,
alcanzamos el primer puesto de hidratación a los 6 Km (Rosales), donde cambié
mi botella de Powerade y continué a ritmo sostenido. Después de algunas subidas
y bajadas por senderos en el monte, alcanzamos el punto más alto de este tramo
-1335 mts.- ya con los rayos del sol iluminando el recorrido y una espectacular
vista del Lago Lolog. No tenía claro dónde venían Susana y Julio, en tanto
Caroteno se había ido adelante con Juan Olascoaga –Correcaminos- y no lo había
vuelto a ver.
En cada PAS hay un enorme cartel que indica –para cada
distancia- el kilometraje recorrido y cuánto falta, señalando las distancias y
la altimetría entre cada uno de los puestos. Además, en los senderos a falta de
2 km para el siguiente puesto, un cartel así lo indica: “PAS a 2 km”. Lo dicho
antes: organización de primer nivel.
En el Km 16 alcancé el PAS Rosales, ingresando a CORFONE
(Corporación Forestal Neuquina), donde decidí alimentarme y revisar mi pie
derecho, ya que estaba sintiendo una molestia en uno de los dedos generada por
el roce. Volví a ponerme un poco de cinta, y esperé un poquito la llegada de
Susana y Julio. Casi junto a ellos, llegó también Berni Frau, con quien nos
sacamos una foto “de los uruguayos”, y conversamos sobre los tiempos que
traíamos comparados con las estimaciones de la planilla “fraudiana” (sí, la de
Frau), que en mi caso eran de aproximadamente una hora menos de lo esperado.
A los 22 kmts sentí un pinchazo en el dedo que había curado,
mientras avanzábamos por una zona bastante plana. Les dije a mis compañeros que
muy posiblemente tenía una ampolla y se habría abierto… con un dolor
persistente, avanzamos hasta el PAS Colorado -25.5 kmts- donde mientras Susana se
cambiaba, fui a que me atendiera un paramédico. Julio me alcanzó una sopa y una
deliciosa empanada calentita. Tenía una muy pequeña herida, que fue cubierta
con la cinta que llevaba. La fiesta que se vivía en ese PAS es digna del mayor
elogio, con todo el personal de asistencia ofreciendo alimentos y bebidas con
muy buena onda, mientras te alentaban permanentemente y sonaba fuerte una
música que invitaba a bailar (Fabulosos Cadillacs, Auténticos Decadentes). No solamente dejé toda la ropa que había enviado
en la bolsa, sino que además descargué mi mochila entregando la campera The
North Face, un gorro, guantes y una camiseta térmica, ya que si no los había
necesitado en ese primer tramo, con seguridad no lo iba a hacer en los
siguientes.
Desde allí sigue la senda Vázquez, ondulante con bajada
empinada hasta cruzar un mallín, con la muy agradable sensación de ir pisando
un muy suave terreno, que cede levemente ante nuestro peso amortiguando la
pisada. Desde este punto, siguió un descenso rápido por camino de ripio y senda
hasta el PAS Quilanlahue (Km 34), ubicado en un enorme galpón donde aproveché
para sacarme la 2ª piel y la remera de carrera, para ponerme la camiseta de
Cantero Entrenamientos de manga corta. El año pasado estaba absolutamente
rodeado de mucho barro, pues había llovido mucho. En esta oportunidad, la
temperatura a mediodía era casi veraniega. Nos alimentamos y seguimos.
Desde aquí accedimos al PAS Coihue a 3 Km por una senda
plana, donde nos juntamos con quienes estaban corriendo 100 y 120 Kmts, para enseguida
emprender la muy empinada subida hasta la cumbre del Quilanlahue (1650 msnm), punto
en el que completábamos 40.7 Km de carrera. Apelando a mi experiencia en
subidas, fuimos avanzando con pasos cortos a ritmo sostenido. Casi al
principio, alcanzamos a Dardo Parentelli –corría 100 Km- quien venía “muerto”.
Casi enseguida quedó atrás, así que continuamos subiendo con Susana y Julio. Aproximadamente
a los 1500 msnm, cuando ya estábamos finalizando la zona cubierta de árboles
que el año pasado estaba todo tapado por la nieve, Susana y Julio me gritan que
van a parar para alimentarse y descansar un poco. Como conozco el recorrido,
les dije que estábamos a escasos 100 metros de terminar esa senda, para
enseguida subir los últimos 100 metros de desnivel y alcanzar la cima
del Quilanlahue, donde era mucho más lógico que se detuvieran a alimentarse.
Así lo hicimos, y cuando estaba completando la subida –al ver al fotógrafo de
la organización- le dije que iba a subirla trotando, para que así constara en
el registro gráfico. Cansado, pero con algo de dignidad. Enseguida llegaron
Susana y Julio, quienes –además de disfrutar del paisaje soñado- me
“increparon” que los había engañado pues les había dicho que faltaban nada más
que 50 metros. Nos divertimos un poquito, mis compañeros se alimentaron –yo
estaba con algo de malestar estomacal- e iniciamos la bajada.
Iniciamos el retorno por una zona muy pronunciada –dije “muy
pronunciada” y realmente lo era- así que si dudan, vuelvan a leerlo. La tierra
y las piedras sueltas, más los entrenamientos de bajada en el Cerro de
Montevideo, me permitieron “volar” en este tramo, donde superé a muchos corredores
y no me pasó ninguno. Realmente iba muy fuerte, al extremo que Julio me comentó
que me seguía con la vista y en un momento me perdió. Llegué nuevamente al PAS
Quilanlahue (43 km), con 8 hs 55 min de carrera, en tanto Susana llegó 10
minutos después, y Julio 15 minutos. Eso me permitió alimentarme, hidratarme y
descansar un poco. Nos quedaba un tramo de 8 km, y dos de 9 kilómetros cada uno
para alcanzar la meta, en tanto algunos otros descansaban después de un muy duro esfuerzo, como es el caso de este corredor de 120 kmts.
Regresamos por un largo camino vehicular con permanentes
subidas y bajadas, hasta llegar nuevamente al Mallín Vázquez y alcanzar el PAS
Colorado (51.5 Km), tramo en el que intercalamos trekking y algún trote suave. En
el PAS, la fiesta ya no era la misma que a la ida… al extremo que “reclamé” por
la música que sonaba, demasiado “seria”. La calidez de la gente seguía siendo
un aspecto altamente destacable, donde apenas uno se mueve alguien ofrece a
viva voz, algún alimento o bebida, e incluso la colaboración para reponer
bolsas de hidratación. Nos quedaban 18 kilómetros hasta la meta, así que estábamos
alcanzando un desempeño algo mejor de lo esperado.
Llegando al PAS Bayos, ya nos instruyeron a que prendiéramos
las linternas frontales, pues eran las 18:45 (aunque aún había más que
suficiente luz solar). Las baterías de Susana dejaron de funcionar, así que le
pasé un par de pilas usadas que llevaba. A los 62 Km, después de avanzar por
sendas serpenteantes entre el monte y por el costado de la carretera de tierra,
alcanzamos nuevamente una subida corta pero fuerte. Después de eso, nos quedaba
un descenso sostenido por calles de ripio –donde a Julio le dejó de funcionar
la linterna frontal, así que le pasé la que llevo de repuesto-, para
posteriormente llegar a los suburbios de San Martín de los Andes, donde nos
quedaban 2 kmts por calles de asfalto. En este tramo, en particular Julio venía
sufriendo bastante el esfuerzo, así que se había retrasado unos metros, como me había pasado a mí en tramos anteriores.
Superamos a algunos corredores que caminaban en ese tramo, en tanto preparábamos la “estrategia de llegada”, que incluía el despliegue de las dos banderas, con Susana al medio y los dos “caballeros” en las puntas. Ya encarando los últimos 300 metros, les indiqué a mis compañeros que apagáramos las linternas frontales, pues la luz genera que casi no se nos vea la cara en las fotos que nos sacan. Dado que algunos corredores estaban llegando un poquito antes, Susana insistía en que nos frenáramos para poder salir en las fotos… pero aunque lo hicimos, igualmente nos acercábamos más y más, en tanto nos quedaban escasos 100 metros. Así que les grité a mis compañeros: “vamos que los pasamos y llegamos antes”. Picamos como si estuviéramos corriendo 100 metros llanos, y atravesamos la meta bajo las felicitaciones del relator que destacaba la llegada de los uruguayos. El emocionado abrazo de llegada es un fiel testimonio del trabajo en equipo. Inolvidable.
Superamos a algunos corredores que caminaban en ese tramo, en tanto preparábamos la “estrategia de llegada”, que incluía el despliegue de las dos banderas, con Susana al medio y los dos “caballeros” en las puntas. Ya encarando los últimos 300 metros, les indiqué a mis compañeros que apagáramos las linternas frontales, pues la luz genera que casi no se nos vea la cara en las fotos que nos sacan. Dado que algunos corredores estaban llegando un poquito antes, Susana insistía en que nos frenáramos para poder salir en las fotos… pero aunque lo hicimos, igualmente nos acercábamos más y más, en tanto nos quedaban escasos 100 metros. Así que les grité a mis compañeros: “vamos que los pasamos y llegamos antes”. Picamos como si estuviéramos corriendo 100 metros llanos, y atravesamos la meta bajo las felicitaciones del relator que destacaba la llegada de los uruguayos. El emocionado abrazo de llegada es un fiel testimonio del trabajo en equipo. Inolvidable.
La estimación del tiempo total –de acuerdo con la planilla “fraudiana”-
era de 15 hs 36 min (recuerden que el límite de tiempo para la distancia, es de
16 hs 30 min). Mi estimación “razonable” era de 15 hs., en tanto la más
optimista era de 14 horas, ya que el año pasado había marcado 18 hs 08 min para
los 85 km del recorrido. Lo completé en 14 hs 33 min, un 7.2 % menos que lo
estimado, ocupé la posición 212 (entre 278) y 37 entre los 49 de la categoría
Caballeros 50 – 59.
De los demás compañeros de aventura, Douglas se mandó una
excelente carrera en 120 Km –sigue sorprendiendo-, Andrea fue cortada por
tiempo en el Km 94 de los 100 Km ya que le faltaron 15 minutos para el corte-,
en tanto Caroteno también tuvo un desempeño notoriamente mejor al esperado en
70 Km.
Lo ya señalado: ese abrazo con emoción, lágrimas y -sobre todo- satisfacción por el logro conjunto, es la mejor demostración del significado de "trabajo en equipo". Habla de convicción, fortaleza, fraternidad, alegría y -también- de dudas, temores y riesgos superados, apoyándonos mutuamente en los momentos más críticos para poder disfrutar de una muy rica historia, que contaremos a nuestros hijos y nietos, cuando nuestras piernas ya no quieran (o no puedan...) transportarnos a estos lugares mágicos.
120 Km
Los ganadores fueron Sergio Trecaman (Arg) con 14:26 y
Luciana Urioste (Arg) con 17:32. Los corredores uruguayos alcanzaron las
siguientes posiciones:
74 - Julio
Fernández (compañero de Cantero Entrenamientos) - 23:34
92 – Carlos
Douglas Hernández – 24:20
No completó:
Angel Magliano
100 Km
Los ganadores fueron Sebastián Castellani (Arg) con 12:52 y
Cyntia Terra (Bra) con 15:33. Los corredores uruguayos alcanzaron las
siguientes posiciones:
17 – Pablo
Lapaz (4º en la categoría) – 16:05
80 – Jorge
Melgarejo – 20:05
115 – Dardo
Parentelli – 21:08
146 – Andrea
Montans – DNF (cortada por tiempo, en PAS Bayos).
70 Km
Los ganadores fueron Andrés Acebo (Arg) con 07:05 y María
Clara Serino (Arg) con 09:19. Los corredores uruguayos alcanzaron las
siguientes posiciones:
7 – Rafael
Sánchez (3º en su categoría) – 08:32
31 –
Alejandro Ferrari – 09:39
71 – Juan
Olascoaga – 10:45
164 –
Bárbara Melo – 12:21
186 – José
A. Chabalgoity – 12:33
265 – Susana
Dalmás, Julio Sosa y yo – 14:33
42 Km
Los ganadores fueron Sergio Pereyra (Arg) con 03:23 y Nelsa
Valenzuela (Arg) con 04:27. Los corredores uruguayos alcanzaron las siguientes
posiciones:
120 –
Armando Núñez – 05:33
240 – Andrea
López – 06:25
284 – Craig Williams
– 06:47
354 – Pablo
Soroa y Teresa Regusci – 07:04
406 –
Marcela Kollar – 07:24
411 –
Gabriela Ventimiglia y Richard de los Santos – 07:26
José
Guisande – DNF
21 Km
Los ganadores fueron Alexandre Mauzan (Bra) con 01:42 y
Gilda Flores (Arg) con 02:02. Los corredores uruguayos alcanzaron las
siguientes posiciones:
58 – Mariana
Muzzio (3ª en su categoría) – 02:30
79 – Ariel
Vázquez – 02:35
335 –
Fabiana Pavloff – 03:23
Alguna posición relativa puede haber cambiado –no así los
tiempos-, ya que se han registrado algunos ajustes en los resultados oficiales.
Los intangibles
Con Susana y Julio, realmente hicimos un trabajo “en
equipo”, sosteniéndonos mutuamente y empujando por turnos. Además de compartir
los entrenamientos en El Cantero, hemos ido construyendo una sólida amistad a
partir de los encuentros en estas aventuras. Con seguridad, después de esta
excepcional experiencia, con esfuerzos y recursos compartidos, temores y
riesgos corridos en conjunto, y –sobre todo- la emoción y la satisfacción de la
meta conseguida, puedo afirmar con propiedad que nos une un vínculo
inquebrantable. El paso del tiempo nos hará valorar especialmente estos logros.
¿Cómo olvidar las dudas y temores iniciales de Julio y la ilusión de Susana? Haremos
memoria, y en nuestro mejor recuerdo estará siempre esa llegada apoteósica con
las banderas uruguayas desplegadas. Las fotos servirán como testimonio, pero
sin lugar a dudas los recuerdos que anidan en nuestras mentes y corazones serán
la mejor recompensa. Quizás algún duende de esos que habitan en el monte y las
montañas, pueda servirnos también como testigo, pero para eso deberemos ir
nuevamente a buscarlo. Yo, estoy listo. De esto se trata la vida, de vivirla y
disfrutarla al máximo.
domingo, 12 de abril de 2015
PATAGONIA RUN, objetivo conseguido
Completé los 70 km en 14hs. 33min, corriendo en equipo junto a los compañeros de Cantero Entrenamientos Susana Dalmas y Julio Sosa. Satisfecho, pues estimaba unas 15 horas. Prometo crónica.
jueves, 2 de abril de 2015
PATAGONIA RUN - 70 Km en San Martín de los Andes
Ya estamos a escasos días de largar una nueva edición de Patagonia Run en San Martín de los Andes, oportunidad en la que correré sobre 70 Kmts. largando a las 6:00 AM del sábado 11.04.2015. Nos espera un precioso recorrido, con una temperatura muy fría de acuerdo con las previsiones de clima, al igual que lo que sucedió el año pasado cuando disputé los 84 Kmts.
Compartiremos esta aventura junto a Douglas Hernández, Alejandro Chabalgoity, Julio Sosa, Susana Dalmás y Andrea Montans. El entrenamiento ha sido consistente, sin mayores dificultades salvo las derivadas del escaso tiempo disponible.
A las habituales carreras disputadas en Uruguay, le sumé algunos entrenamientos en el Cerro de Montevideo junto a Pablo Lapaz y -en alguna ocasión- algunos de los "hermanos de la montaña", con quienes permanentemente estamos trazando nuevos planes y asumiendo desafíos. En lo posible, también mantuve los entrenamientos de martes y jueves en "El Cantero" con el Profe Mauricio Ramírez. Con seguridad, ninguno de estos terrenos se parece a los que encontraremos bordeando el lago Lolog, ni la temperatura será la de la madrugada que nos espera en el PAS Rosales o en la mañana del Cerro Quilanlahue, con pastizales cubiertos de una fina capa de hielo que se quiebra al pisar.
Allá vamos, a disfrutar de un nuevo desafío, preparando lo que será el sueño de atravesar los Alpes en la Gore Tex Transalpine Run (8 etapas, 4 países, 270 kmts. y 16.400 mts. de desnivel acumulado positivo) entre el 29.08 y el 05.09.15.
El gran Marco Olmo (Il Corredore), múltiple ganador del UTMB, dice "En mi vida soy un perdedor. Corro por revancha. Corro por venganza". Aunque hay mucho de envidiable y elogiable en la vida de este gran corredor, en mi caso no me considero un perdedor, sino todo lo contrario. "Llegar es ganar", prefiero decir, utilizando la frase que identifica a "La Misión".
miércoles, 18 de marzo de 2015
ULTRA TRAIL CABO POLONIO 2015 - La CCC del Uruguay
La CCC utilizada en el título, refiere a "Calor, Confusión, Caos", y me permito utilizar la sigla de una de las carreras del Mont Blanc (Courmayeur, Champex, Chamonix).
El pasado domingo disputé la 2ª edición de esta carrera que
ofrece cuatro distancias: 10, 21, 42 y 80 Km, en un lugar paradisíaco de la
costa uruguaya, en un fin de semana con clima veraniego. En la 1ª edición –en
el 2014- no pude estar presente considerando la acumulación de carreras que
traía, pero escuché y leí muy elogiosos comentarios de los amigos que la corrieron,
disfruté de un video de excelente calidad y de una página web llena de
información, y me congratulé de la posibilidad de contar con una carrera de ultra trail en
Uruguay, al estilo de las que disfruto en la región. En esta oportunidad, la
organización a cargo de Ruben Manduré –muy experiente y reconocido- otorgaba
puntos a todos los "finishers" para las míticas carreras que conforman el Ultra Trail del Mont Blanc (2
puntos para los 80 Km y 1 punto para los 42 Km), con el “sello” de la ITRA
(International Trail Running Association), todo lo cual hacía esperable un
evento de primer nivel.
Con mis “hermanos de la montaña” emprendimos el viaje el
sábado a la tarde, para alojarnos en la cabaña de “Caroteno” Chabalgoity en el
Cabo Polonio, con una vista envidiable del océano en un fin de semana que se
presentaba espectacular. Allá fuimos –además del dueño del rancho- Douglas,
Susana, Martín, Paola, David, Alejandra y yo, en tanto Andrea Montans fue con
su pareja y Wilson fue con su familia a pasar el fin de semana. A la noche retiramos
el kit y asistimos a la charla técnica en la Posada Mariemar, donde había una
interesante cantidad de corredores y acompañantes. La remera de carrera –de
color blanco- ya dejaba mucho que desear por su calidad (esas de origen chino,
que nos hacen sudar bastante), pero esto no es un tema trascendente para mí
pues es algo a lo que estoy acostumbrado. Eso sí, lucía al frente los logos de
la Asociación Sudamericana de Carreras de Desierto, UTMB, Rocha y el Ministerio
de Turismo y Deporte. El kit de carrera llamaba la atención por lo “pobre”: una
botellita de agua mineral, una barrita de cereales, el número y una calcomanía
y pin de Uruguay Natural. Costaba escuchar las explicaciones de Manduré en esa
atiborrada sala, con gente que ya cenaba en tanto otros estaban pendientes del
reloj, ya que debían tomar el último transporte hacia la terminal en la entrada
a Cabo Polonio, pues no pernoctaban allí.
Gabriela Cabrera tituló su crónica con un sugestivo “Un
desafío para los corredores, un desafío para los organizadores”, y vaya si lo
fue. Los corredores que debían trasladarse a la entrada, debían abonar su pasaje
con una “bonificación” de 20 pesos, que según explicó Manduré fue lo único que
pudo conseguir. ¿Por qué no incluirlo en el costo de inscripción? Pero además,
como las largadas se hacían a diferentes horas (80 Km a las 6:00, 42 Km a las
8:00, 21 Km a las 10:00 y 10 Km a las 11:00), había que estar atentos a los
horarios de salida de los camiones, avisándose –por ejemplo- que para quienes
corríamos 21 Km debíamos tomar el camión de las 9:00… que salió 8:30!
En la charla previa también se nos indicó sobre los puntos
de control en los recorridos, y que en el puesto de hidratación de la Barra de
Valizas íbamos a encontrar alimentos y bebidas “como en un cumpleaños”. Casi
como en mi cumpleaños, diría, que no los festejo… Ya me referiré a ello.
Dado que hace un mes escaso que le di tremenda paliza al
físico en La Misión, me inscribí en los 21 Km pensando en hacerlos a ritmo bien
controlado, tomándolo más como un entrenamiento exigente sobre arena, frente a
la necesidad de seguir acumulando kilómetros y fortaleciendo músculos y articulaciones
para la Transalpine Run. La enorme acumulación de arena suelta y un calor
insoportable, más problemas, errores o como quieran llamarlo de la
Organización, hicieron que lo que empezó como una fiesta, terminara siendo casi
un suplicio. En lo previo siempre pensamos en objetivos de carrera, y en mi
caso pensé que 2 hs 40 min sería un muy buen tiempo, estimando que
efectivamente podría hacerlo en 3 horas como máximo. Finalmente lo hice en 3 hs
22 minutos exactos, aunque en la página de la organización ayer figuraba con algo
más de 3 hs 26 min. (hoy lo corrigieron y figuro con 3hs 23m 02 seg). Información tardía y con
errores, pese al código QR impreso en el número. ¿Para qué lo pusieron? Ocupé la posición No. 31 entre 66 competidores, así que comparativamente no está tan mal.
La información sobre horarios de largada, retiro de kit y
demás aspectos logísticos, fue proporcionada con una semana de anticipación a
la largada, cuando ya todos habíamos resuelto el alojamiento. Es
más, los corredores de 10Km que se alojaron en el Cabo Polonio, debieron pagar
el costo y tomar el transporte a la terminal para largar desde allí, correr y
después de arribar a la meta, tomar nuevamente el transporte al pueblito sin
haberlo tocado durante el recorrido en carrera.
La coordinación de los horarios de salida de los transportes
brilló por su ausencia, o funcionó muy mal. Quienes largaron 80 Km, lo hicieron
algo así como 35 minutos después de lo previsto; quienes corrieron 42 Km lo
hicieron una media hora después, y quienes largamos 21 Km lo hicimos en dos
tandas (si!) siendo la primera a las 10:22. Y eso que Manduré, con acierto,
había señalado en la charla que a quienes no estuvieran en el lugar de largada
al horario previsto, no los esperaría sino que podrían hacerlo a medida que
fueran llegando. Lo dijo y lo reiteró. Como dijo Caroteno, “si se enteran en el
UTMB, no le dan su apoyo para otorgar puntos”, o “esto no es serio para una
carrera que pretende tener nivel internacional”. Inexplicable. Y esperábamos –sin
saber cuánto- con unos 30 grados de temperatura. Todo un atentado contra la salud
de los corredores. ¿No podríamos haber largado con menos diferencias horarias,
todos más temprano por ejemplo?
Después de protestar, a las 10:22 y habiendo pasado por una
especie de “lista” a la que cada uno respondía “presente” a voz en cuello como
en la escuela, se hizo la largada. Hicimos unos 600 mts por camino de balastro
rumbo al Cabo Polonio por la ruta de los camiones, para enseguida tomar el camino
de arena. Encontramos ya a algunos corredores de los 80 Km que estaban haciendo
ese tramo en el sentido inverso. Con dificultades, avanzamos por unos 5 km,
para atravesar las dunas y salir a la costa rumbo al Cabo. El calor ya era
insoportable, al extremo que el sudor me hacía arder los ojos. Después de haber
largado junto a Caroteno, en este tramo fui con Paola hasta que encontramos el
primer puesto de hidratación en el Cabo. Correcto, con agua en vasitos
descartables. Allí estaba también Douglas que había largado los 42Km, quien me
dijo que Martín venía bastante “maltrecho” un poco más atrás.
Atravesamos el pueblito y salimos por la playa rumbo a la
Barra de Valizas. Avanzamos con Douglas y Andrea Molinari durante un buen
tramo, hasta que Andrea se fue adelante y Douglas quedó un poco más atrás. El
largo y tedioso recorrido, con mucho calor, arena suelta y un terreno algo
inclinado, nos hacía sufrir bastante. Decidí caminar durante gran parte de este
tramo, recordando que más que una carrera, era parte de un esquema de
entrenamiento. Llevaba una botellita de medio litro de agua saborizada y dos
barritas de cereales, así que decidí hacer uso de mis provisiones. Sufriendo
bastante, alcancé el Cerro Buena Vista al final de ese recorrido, precioso lugar
que en realidad es una especie de enorme duna con grandes piedras que dan
acceso a Valizas. Subiendo, encontré a Paco Romano que corría 42 Km. El
responsable de la organización que estaba en la cima, nos sacó una foto con mi cámara pero no
registraba absolutamente nada. ¿No sería adecuado poner a alguien allí con una
radio y un registro de los corredores, por si alguien no venía bien? No fue
así, sino que cada uno debía arreglarse por las suyas, parece. Después de bajar
a un ritmo interesante enterrándome bastante en la arena, llegué al 2º puesto
de hidratación (el del “cumpleaños”), donde encontré agua y Coca Cola (siempre
en vasitos), maníes, papas chips, golosinas, frutas y tortas. No me puedo
quejar, pues me alimenté y bebí lo que entendí necesario considerando las
condiciones en las que estábamos corriendo.
Pero el "cumpleaños" terminó pronto. Según parece, un poco después se terminó la Coca Cola y el agua, al extremo que cuando pasó Martín
–no mucho después que yo- el agua que entregaban era de color marrón… al
extremo que la bebió pues venía con mucha sed, pero inmediatamente la tiró y
repuso en una cañadita que cruzamos un poco más adelante, con agua notoriamente
más cristalina. Pero muchos no lo hicieron. Quienes largamos los 21 Km (que
fueron exactamente 22.85 Km), llevábamos 15 Km de carrera con 30 grados de
temperatura. No hay excusas que valgan. Y menos después de la “promesa de la
fiesta de cumpleaños”. Si hay algo que no puede faltar, es agua. Podría decirse
que los corredores debíamos llevar nuestra propia hidratación, pero en la
charla previa se prometió otra cosa.
Desde la Barra de Valizas, tomamos rumbo a la terminal de
entrada al Polonio, de donde habíamos largado. El calor y la arena suelta
seguían haciendo de las suyas, así que decidí caminar. Pensé –equivocadamente-
que el camino en el monte, sería sobre tierra más firme. Veía como Javier
Martín y Andrea Molinari se iban un poco adelante, en tanto Natalia Silveira
cada tanto me alcanzaba, para quedarse nuevamente un poquito atrás. A los 20 Km
decidí tomar todo el líquido que me quedaba, convencido de que ya estaba
llegando… Error, me faltaba bastante, casi 3 kilómetros al rayo del sol a las 13 horas en pleno verano. Natalia me ofreció un poco de agua –en un
gesto que destaco especialmente- pero le dije que podía aguantar ya que con
seguridad estábamos cerca. Finalmente, al salir nuevamente al camino de
balastro, Javier y Andrea se sintieron perdidos y volvieron sobre sus pasos, ya
que entendían que debíamos tomar a la izquierda. Les dije que no, que seguíamos
por ese camino y que a unos 800 metros estábamos en la meta, como efectivamente
sucedió. Me sentí tan entero –se nota
que había guardado mucha energía- que me puse a trotar y los dejé atrás. Me
sentí algo culpable -es cierto- pues habían ido gran parte del recorrido
delante de mí, y recién en el final me decidí a “quemar” todas las reservas y
llegar antes que ellos.
Haciendo el “avioncito” en los metros finales, deteniéndome
y apoyándome sobre una rodilla con los brazos abiertos, crucé la meta a lo
“Xavier Thevenard”, triple ganador del UTMB (TDS, CCC y UTMB). Wilson y
Caroteno habían llegado en unas 3 horas, en tanto Paola llegó un poco después
junto a Martín. Alejandra Isabella llegó bastante maltrecha en su estómago ... Susana ocupó la primera posición entre las
damas en 42 Km, una “ídola total”. Andrea Montans también se mandó flor de carrera -ya nos tiene acostumbrados-,
en tanto Douglas llegó un poquito después, algo destruido. En los 80 Km, el
gran David Vega ocupó la 7ª posición con un tiempo de 8 hs 53 minutos, llegando
junto a Rubito Beledo, otro grande que muestra un progreso envidiable.
Emprendimos el retorno al Cabo, para encontrar en el camino
a corredores que venían sufriendo. Lucía Daglio y otra corredora venían
desesperadas por algo de agua, así que Caroteno les pasó lo que le quedaba en
sus botellitas del cinto de hidratación… noten que venían de al menos unos 7
kilómetros desde la prometida “fiesta de cumpleaños” en Barra de Valizas, casi seguramente habiendo ingerido "agua marrón"...
Enseguida cruzamos también a Julio Sosa, compañero de entrenamientos en El
Cantero y con quien compartiremos Patagonia Run, a quien le faltaba poco para
completar sus 42 km.
La entrega de premios se hizo en la zona de largada/llegada.
¿Por qué? Es decir que después de terminar la carrera –imaginemos alrededor de
las 14.00 horas-, si volvías al Cabo, a Aguas Dulces o a Valizas a bañarte y
cambiarte, debías nuevamente tomar el transporte de vuelta hasta la entrada. La
alternativa era quedarte allí esperando, sucio, sudado y cansado, hasta las
17.00 horas, o no participar de la entrega de premios (como hizo Susana
Dalmás), Incomprensible.
En fin, espero que estos sean los “dolores de crecimiento” y
confío en que Manduré tome debida nota de los errores cometidos. Escuché a
varios compañeros decir que no vuelven a correr esta carrera, y eso que la terminaron
en buenas condiciones. Ni que hablar quienes debieron abandonar.
domingo, 8 de marzo de 2015
TAPERING: La importancia de una buena "puesta a punto"
Este año me espera el mayor de los desafíos deportivos
enfrentados hasta el momento: la 11ª edición de Gore-Tex Transalpine Run -270
kilómetros y 16.300 mts de desnivel acumulado positivo, recorriendo senderos de
montaña en cuatro países durante 8 etapas – entre Oberstdorf (Alemania), Lech
am Arlberg, St. Anton am Arlberg, y Landeck en Austria, Samnaun, Bergsprint y
Scuol en Suiza, St. Valentin am Reschenpass y Sulden en Italia-, junto a Pablo
Lapaz, entre 700 corredores de más de 40 países. Si no estamos mal informados,
seremos los primeros uruguayos en enfrentar esta preciosa competencia, razón por
la cual denominamos a nuestro equipo “Charrúas”.
En función de esta mítica meta, armé un plan de carreras que
me permita llegar en condiciones de soportar la sucesión de esfuerzos físicos y
mentales que supone una carrera por etapas, donde puede decirse que se corre
algo parecido a un maratón de montaña por día, incluyendo un “kilómetro
vertical” en el meridiano de la prueba. La montaña tiene mucho de misticismo, y
a los mortales “racionales y agnósticos”, de alguna forma nos acerca de un modo
muy espiritual a experiencias casi “religiosas”, sin perder la objetividad y sin
olvidarnos que la naturaleza no perdona, tarde o temprano pone todo en su
lugar, sin espacios para la suerte (buena o mala) sino que –en definitiva- el
desempeño siempre consecuencia de nuestras acciones.
En ese plan, incorporé La Misión -160 Km en Villa La
Angostura a mediados del pasado mes de febrero-, carrera que no completé por
primera vez en mi 4ª participación después de recorrer 106 Km, con una sucesión
de errores sobre los cuales ya comenté abundantemente. Le siguen los 21 Km del
Ultra Trail del Cabo Polonio el próximo 15 de marzo –distancia corta pero con
mucha arena, que me permite seguir fortaleciendo músculos sin “quemarme”
demasiado-, los 70 Km de Patagonia Run en San Martín de los Andes el 11 de
abril, y muy posiblemente los 50 Km de Indómit Race en Sao Bento do Sapucaí
(San Pablo) el 30 de mayo. Descarté una nueva participación en el Raid de los
Andes (8 al 10 de mayo) en Salta y Jujuy, ya que tengo obligaciones que me
impiden asistir en esa fecha.
Me puse a leer información sobre “tapering”, a partir de
comentarios con Pablo mientras entrenábamos ayer por el Cerro de Montevideo,
cuando le decía que “más vale pasarse de descanso que de entrenamiento”. Y eso
viene a cuento, pues habitualmente tengo dificultades para seguir una rutina diaria
de entrenamientos –dadas mis obligaciones laborales- y por tanto defino un plan
de carreras exigentes que me permite casi diría hacer un “mantenimiento físico”
sumando kilómetros en competencias en
montaña cada un par de meses como máximo.
¿Qué es el “taper”?
Es la fase previa a una competencia de
alta exigencia –un par de semanas- donde debe verificarse una disminución del
volumen e intensidad del entrenamiento, con ejercicios específicos dirigidos a
que el cuerpo y la mente se preparen para lo que esperamos que suceda en competencia.
Una buena ejecución de esta etapa, genera enormes beneficios: mejora la
potencia muscular y el rendimiento general, aumenta los depósitos de energía,
recupera los músculos, elimina el riesgo de sobreentrenamiento, aumenta la motivación
y despeja la mente.
Dos semanas es el plazo más recomendado, aunque puede
decirse que los diez días previos son “fundamentales”. En este período, debe
darse una “supercompensación” del estado físico, reduciendo el entrenamiento en
un 20% (menor distancia/tiempo), “suavizar” el desnivel acumulado por ejemplo
haciendo un fondo largo el fin de semana intercalado entre trotes suaves de no
más de una hora 30 minutos en los días previos y posteriores. Es muy
recomendable que en esta fase, se intente desplegar el ritmo de carrera planificado
para el “gran día”, con la finalidad de que los músculos, la respiración y la
mente se preparen adecuadamente para el nivel de exigencia en carrera. ¡Qué
bueno resulta sentir la “explosión” de los pulmones y músculos en el último
tramo de subida al Cerro de Montevideo, y notar que en no más de un minuto las
pulsaciones bajan sustancialmente! Pero también es fundamental entrenar
específicamente para el despliegue en cada parte del recorrido (subidas, bajadas,
planos, terreno limpio o sucio, suave o duro), intentando reproducir el ritmo
de carrera esperado para cada fase.
La recuperación
Sin quizás, es la parte más importante del proceso. Una buena
recuperación permite reparar músculos sobrecargados, mejorar los depósitos de
energía y mentalmente prepararnos para disfrutar de la fiesta que nos espera. Para
ello, a no dudarlo: hay que dormir más de lo habitual, pues en ese período el
cuerpo repara músculos y articulaciones. Además, la alimentación e hidratación
en los días previos son muy importantes, evitando “pruebas” de bebidas o
suplementos que no hayas utilizado antes (y más aún, está “prohibido” hacer
esas pruebas en competencia, y lo digo por experiencia).
Las mejores muestras de “errores” en esta fase, son: dolores
musculares que permanecen o se incrementan, sensación de cansancio que no se va
con el sueño, dificultades para concentrarte durante el entrenamiento, falta de
apetito, sensación de “pesadez” en el cuerpo, disminución general del
rendimiento, ganas de que “termine ya”… es decir, la fase de “taper” debe ser
un período para disfrutar a pleno en la competencia, que nos permita desplegar todo
el potencial que hemos construido durante el entrenamiento.
Recuerden, no hay buena o mala suerte, sino consecuencias.
domingo, 22 de febrero de 2015
OBJETIVOS NO CONSEGUIDOS EN MI 4a. PARTICIPACIÓN EN "LA MISIÓN"
¡Cómo me ha costado encarar esta crónica! Y no porque no me cueste reconocer errores -todo lo contrario-, sino porque me he sentido abrumado por tantas demostraciones de afecto, que realmente me llenan de satisfacción. En estos días de "calma e introspección", me he dedicado a tomar nota de todas las sensaciones vividas y a recopilar información, a efectos de poder volcar los aprendizajes que esta experiencia inolvidable me han dejado.
Empecemos por los reconocimientos. No puedo menos que destacar el enorme "mimo" al alma que significa ver a nuevos "misioneros" que se suman a estos desafíos, inspirados por mis relatos. Nicolás Tealdi y sus compañeros Gabriel Otormin y Jorge Borad, Raúl Previtali, Nelson Pedro Sabagno, Alejandro Laviano y otros cuyos nombres no tengo, pero que cuando me ven, me saludan y me agradecen por los aportes. ¿Imaginan cómo puedo sentirme cuando en los filos de alguna montaña, alguien te supera, se da vuelta y te dice "gracias por la inspiración, estoy acá después de haber leído tu crónica del año pasado", o una pareja que destaca "nos leímos cuatro veces tu relato, podemos repetirlo casi de memoria", o que te pregunten "cuándo sale el libro?" Indudablemente ello supone una enorme carga emotiva y una alta responsabilidad, ya que puedo cometer el error -con seguridad en algunos aspectos lo hago- de minimizar las dificultades que deben superarse para alcanzar la meta en esta peregrinación por las montañas de la Patagonia argentina.
Así soy yo
Casi todos saben que en mi 4a. participación en La Misión sobre 160 Km., por primera vez no completé el recorrido pues me quedé en el Km 106 (Campamento 2, en el Club Andino muy cerca de Bahía Manzano, a unos 6 Km. de Villa La Angostura) después de 36 hs 56 min. de competencia. "La 4a. fue la vencida". Hasta el momento venía mejorando en forma sostenida en mi desempeño año a año, bajando tiempos y sintiéndome físicamente cada vez mejor, hasta que la montaña -que pone todo en su lugar- se encargó de darme un buen sopapo.
Venía con buena preparación y la experiencia de tres participaciones exitosas, que me llevaron a elegir el equipamiento que iba a cargar. No le erré en la mochila ni la ropa. ¡Pero cómo le erré en el calzado y el cinturón de hidratación! Tan convencido iba, que en la previa armé mi plan de carrera con tiempos estimados en cada tramo, altura, desnivel positivo y negativo, descansos (3 horas en cada Campamento)..., lo imprimí y plastifiqué. Es más, incentivado por el buen tiempo del año pasado, estimé descansar menos, pensando en marcar 52 hs 36 minutos en total. ¡Iluso! Y con una cuota de soberbia, indudable. Me lo creí y le falté el respeto a la montaña.
Algunos de los errores
Me olvidé de mis temores y de la precaución que hay que tener en esta disciplina, hasta que fue muy tarde. El ego -eso que transmitimos a partir de lo que creemos que somos y podemos conseguir- me jugó en contra, en particular cuando me impidió percibir adecuadamente las condiciones en las que estaba. Ya en la previa, Norberto González -el legendario misionero de 73 años- nos alertaba que las montañas tenían ceniza volcánica como nunca, que en algunos tramos haría que nos enterráramos casi hasta las rodillas, y que nos iba a destrozar los pies si no nos cuidábamos adecuadamente.
Largamos el sábado 14 a mediodía. Siempre me he cuestionado por qué razón no se hace la largada más temprano, ya que a esa hora el sol está fuerte y la gran mayoría llegará al Campamento 1 ya entrada la madrugada, cuando se podría aprovechar mejor las horas del día. En fin, el Guri Aznárez sabrá las razones.
Me alojé en Cabañas Lancuyen (en Lomas del Correntoso), junto los sanjuaninos Eliana García (debutante en la carrera, que está preparando Tierra Viva) y Víctor Arias (experiente misionero, que el año pasado completó la carrera en aprox. una hora menos que yo, y con quien he compartido otras aventuras). En la mañana, estaba demasiado tranquilo... ¿Vieron cómo me la creí? Preparé un par de sandwiches bien reforzados para alimentarme durante el día, y terminé de preparar las bolsas para enviar a los dos campamentos con algo de ropa (remera y medias para cambiarme), baterías de repuesto, chocolates, ticholos, jamón crudo al vacío, galletitas saladas, barritas de cereales, Gatorade. ¡Me olvidé de poner algo de "sentido común"!
Cuando me puse las polainas y el calzado -Inov-8 TrailRoc 255-, noté una leve molestia debajo del dedo medio del pie izquierdo, que atribuí a la cinta que me había puesto. También me di cuenta que no me había pasado vaselina en los pies. En lugar de corregirlo, pensé que el trote iba a hacer que ese roce de la cinta desapareciera... y lo que hizo fue provocarme una ampolla. ¿Cómo no me dí cuenta? El calzado elegido había sido "ablandado" en carreras aquí en Uruguay, pero nunca en largas distancias. Observando detenidamente cómo me quedan, debería haberme dado cuenta que su tendencia minimalista implica que en largas distancias -donde la amortiguación es fundamental- iba a provocarme cansancio y dolores en las plantas de los pies y dedos. Pero además, la polaina cubría hasta la mitad del calzado -como la gran mayoría-, y no impedía que a través de la tela ingresara ceniza fina (que parecía vidrio molido...).
Se largó la 10a. edición de La Misión
Largamos a buen ritmo, rumbo al Aserradero para posteriormente encarar la subida del Col del Colorado y luego los filos del Cerro Bayo (1780 msnm), donde ya había mucha ceniza. A partir de allí, tomamos el largo camino descendiendo en zigzag hacia la base, donde inicia la pista de esquí. Llegué a la base -15.7 Km acumulados- en 3 hs 20 min., me detuve a alimentarme, reponer agua y limpiar el calzado, para retomar el camino en 10 minutos, rumbo al Col Tres Nacientes. En ese largo tramo me junté a Víctor Arias y Cecilia (otra argentina), con quienes avanzamos a buen ritmo y nos sacamos varias fotos con ese panorama espectacular. Ya empecé a sentir alguna molestia estomacal, así que me limité a ingerir ticholos en ese tramo. Alcanzamos la cima del Col (1560 msnm, 27.4 Km de carrera) y empezamos a bajar. Nos detuvimos a descansar unos minutos en la mitad de la bajada rumbo a la Horqueta del Arroyo Cataratas (bordeamos el arroyo Voruco y el Col del Bonito -1450 msnm), momento en el que Cecilia nos ofreció compartir una naranja. ¡Qué buena que estuvo! Me abrió el estómago, que venía ya algo revuelto. Me sentí renacer, cosa que también sucedió con Víctor. Después de eso, no vimos más a Cecilia, al extremo que con Víctor comentábamos -en broma, obvio- que había decidido no compartir con nosotros la otra naranja que dijo que llevaba.
Después de la Horqueta, fuimos bordeando el Arroyo Cataratas hasta salir al costado del camino que bordea el Lago Traful. Víctor me fue "haciendo el aguante" en ese largo tramo, hasta que al salir al camino, se fue lentamente adelante. ¡Cómo sufrí la planta de los pies en ese tramo! Las linternas frontales iluminaban el paso de los competidores, que avanzábamos enfrentando subidas y bajadas en un recorrido interminable. Permanentemente recordaba una reflexión de un corredor vasco, que señala que el particular atractivo de esta disciplina es que uno enfrenta sucesivas "muertes y renacimientos", largos tramos en los que se siente realmente "morir", para de repente "renacer" y volver a enfrentar los desafíos con todas las fuerzas (o casi...). El malestar estomacal me impedía comer, en tanto sentí un "pinchazo" en el dedo menor del pie izquierdo... era una ampolla que reventaba. Mi plan de carrera indicaba que debía llegar al Camp 1 a las 15 hs 34 min de carrera, y finalmente lo hice en aproximadamente una hora menos, así que pese a todo, venía bien. ¡Y me la seguía creyendo!
El local de reducido tamaño, estaba lleno de corredores tirados en el piso, alimentándose, curándose o descansando dentro de sus sobres. Pedí un par de vasos de Coca Cola y no pude terminarlos... salí rápidamente y terminé vomitando. Puro líquido. Al menos, pude descansar algo mejor. Me desperté poco después de las 6:00 para ver a Víctor ya preparándose para salir. Me ofreció un par de pastillas para el estómago y eso me permitió sentirme mejor. Cuando estaba terminando de prepararme, Ariel Chichotky -el hijo de Pablo, colega de ediciones anteriores- y su compañero, estaban por salir, así que decidimos hacer la subida del Piedritas juntos. Finalmente, encaramos esa dura subida llena de arena y 1900 msnm, a partir de las 8:00 AM. En el camino, encontramos a la chilena Roxana Arce y otro compañero, que habían salido un ratito antes.
Libro abierto, paleta de colores
Pese a la dureza del recorrido, alcanzaba con mirar el maravilloso entorno para disfrutar de unas vistas inolvidables. La naturaleza pura y dura, es como un libro siempre abierto esperando para que todos la disfruten. ¡Y vaya si lo hicimos en esa subida! Con Ari comentábamos -en broma- al mirar al lago Traful con alguna embarcación surcando sus aguas, que alguien estaba equivocado... Un autor británico, escribió que quienes disfrutamos estas disciplinas, somos "conquistadores de lo inútil", destacando que en definitiva es una actividad que no aporta ningún avance ni conocimiento en beneficio de la sociedad. ¡Qué se yo! No me convence; fui pensando bastante en la "inutilidad" de lo que estaba haciendo, pero siempre termino convenciéndome que tiene enormes beneficios sobre las personas, tanto físicos como emocionales, despierta la creatividad, genera lazos y vínculos que tienen impacto sobre las demás actividades que desarrollamos. ¿Qué creen, "hermanos de la montaña y la vida"?
Considerando el tiempo que estuve detenido en el Campamento 1, llevaba una hora más de lo que había planificado. ¡Y seguía "atándome" al plan teórico de carrera! ¿Qué parte no entendí de las cosas que siempre trato de transmitir? Siempre he sentido que soy bueno "leyendo" las condiciones de carrera y a partir de allí, tomo decisiones, y en estas circunstancias estaba cometiendo el error de guiarme por la "teoría", pensando en bajar el tiempo del año pasado.
No somos nada ante tanta grandeza de la naturaleza, y sin embargo allá arriba nos sentimos casi "dioses". Después de la cima del Piedritas (y "arenitas", debería agregar), encaramos la fuerte bajada llena de ceniza, para llegar al cruce del Río Minero (PC Veranada de Lagos) con 70 Km de recorrido realizado. Me detuve a refrescarme, aliviar los pies en el agua fría, hidratarme y descansar una media hora tirado a la sombra. Una compañera argentina -Los Moros- me ofreció unas pastillitas homeopáticas para el malestar estomacal, que me vinieron muy bien. Retomé -en soledad- el camino hacia el Arroyo La Negra rumbo al Col de las Estacas. Sentía pasos de alguien que venía detrás, me daba vuelta y no había nadie... Las "alucinaciones" fruto del sueño y del cansancio estaban haciendo de las suyas, así que en el camino, con mucho sueño me detuve a dormir otra media hora a la sombra. Cometí otro error en los que siempre digo que es clave no caer: avanzar en soledad. No porque no se pueda hacer, sino porque la "cabeza" empieza a hacer de las suyas, sin posibilidades de conversar con otros y sostenerse mutuamente en los momentos más duros.
Alcancé el Col de las Estacas (1635 msnm), bajé a Tapera Linda (1480 msnm) e inmediatamente encaré la corta subida al Col del Clueco (1656 msnm). Siguió un largo trecho en leve bajada rumbo al Corral Redondo y el Arroyo Estacada, tramo en el que fuimos con Roxana y su compañero de carrera y nos agarró la noche. Después de atravesar un tramo muy sucio -ya en la noche-, con cuerdas que nos ayudaban a superar la dificultades técnicas, finalmente llegamos al PC, para salir enseguida al costado de la Ruta Nacional 40 rumbo al Campamento 2 en el Club Andino, donde mis compañeros se fueron adelante ya que no podía seguir su ritmo. Avancé en la medianoche en la más completa soledad, "escuchando el silencio" y acompañado por "duendes" y "fantasmitas" que se apiadan de los mortales que venimos a interrumpir sus juegos. O se divierten con nosotros, haciéndonos ver cosas que no existen, figuras con forma humana, animales y construcciones, e incluso percibir sonidos, cuando en realidad lo único que se "escucha" es el silencio.
Seguía con la remera de carrera y no sentía frío, pero me detuve en el puesto de Policía Caminera ubicado sobre la RN 40 en el Km 2104 (103.5 Km de carrera) para ponerme la campera y llegar "equipado" al puesto, momento en el que conversé brevemente con los agentes allí presentes. Avanzando en la noche cerrada por el costado de la ruta, sentía un tremendo dolor en los pies -en particular, en el derecho- y no soportaba el más mínimo contacto con alguna piedra. Llegando al Campamento, sentí que otra ampolla se abría. Finalmente, llegué a ese punto -106 Km me marcaba el GPS- con 36 hs 56 min de carrera, alrededor de la 1:40 de la madrugada.
Comenté sobre mis dificultades en el puesto, y me recomendaron que me lavara los pies, me alimentara (no lo pude hacer salvo con líquidos y alguna fruta, ya que seguía con malestares), y descansara un rato, para posteriormente hacerme ver por el médico allí presente. Dormí unas 3 hs 30 min., y mientras guardaba mi sobre de dormir y Vivac, varios de mis compañeros de ruta estaban terminando de prepararse para salir. Encontré allí a Pedro Sabagno, que había llegado en la madrugada y estaba descansando. Pude alimentarme razonablemente, y después fui a que me revisara el médico. Me dijo que iba a drenar un par de ampollas que tenía, y que podía vendarme bien para que pudiera seguir. Cuando le pregunté por el recorrido -pese a que lo conozco bien- me señaló que estaba muy lleno de cenizas tanto en el Cerro O'Connor (1860 msnm) como en el Buol (1820 msnm). "Si tengo alguna dificultad en el O'Connor, tendré que volver a este punto, verdad?", pregunté, sabiendo ya la respuesta. En función de las condiciones en las que había llegado al Camp 2 y considerando las dificultades del recorrido que me faltaba, finalmente decidí quedar allí. Me cuesta decir "abandonar", prefiero decir que desistí por las condiciones físicas en las que estaba, tanto por los malestares estomacales como por los dolores y ampollas en los pies, aunque es indudable que en los hechos significa un "abandono". También es cierto que podría haber continuado y completado el recorrido, pero preferí resguardar el físico y no "quemarme", pensando particularmente en que en abril correré Patagonia Run y el agosto tengo la Gore-Tex Transalpine Run.
Una vez que tomé la decisión y ya atendido por el médico, dudé nuevamente sobre si seguir o no, en particular acompañando a algunos amigos que estaban saliendo o recién llegaban al Campamento, como es el caso de Marcelo Maciñeiras, Pedro Sabagno y "El Gaita" Eduardo Gallego. Finalmente, pedí un taxi y volví a la cabaña. Es que todos tenemos una fuerza motriz muy poderosa, capaz de superar cualquier obstáculo y de alcanzar cualquier sueño, que se denomina "voluntad", y en este caso puedo decir que fue lo que me faltó después del Camp. 2.
Ni buena ni mala suerte, consecuencias
En la montaña, no hay buena ni mala suerte, sino que lo que se recogen son las consecuencias de las decisiones que se han tomado, consciente o inconscientemente, en el acierto o en el error. La naturaleza pone todo en su lugar, sin miramientos, con dureza y claridad, donde no hay lugar para los egos inflados ni para la soberbia. Siempre dije que La Misión realmente se define después de superar el Campamento 2, en los últimos 50 Km de carrera. Y me lo olvidé. Muchos errores, propios de principantes.
Eliana había completado su recorrido en un excelente tiempo -41:11- ocupando la 5a. posición entre las mujeres y 2a. en su categoría. Pude presenciar la brillante llegada de Víctor Arias en la tardecita, junto a un grupito de brasileños. La competencia fue ganada por el ecuatoriano Gustavo Cevallos en un tiempo total de 28 hs. 10 min., en tanto el ganador de mi categoría marcó 34 hs 49 min. Entre las damas, la ganadora fue la argentina Sofía Cantilo. En la distancia mayor (160 Km) largamos 315 y llegaron a la meta 219 (70%), en tanto en mi categoría largamos 64 y llegaron 42 (66%). También se registraron 84 competidores en los 80 Km -de los cuales llegaron 55-, y otros 37 en los 40 Km. Como podrán ver, 436 corredores que buscaron "conquistar lo inútil" como diría el montañista y escritor al que hice referencia al principio.
Caer está permitido; levantarse es obligatorio.
La montaña pone todo en su lugar. Con dureza. Y da revanchas. Ya tengo todo encaminado para el próximo desafío, y empecé a solucionar algunos temas logísticos para la 11a. edición de La Misión, en febrero del año 2016.
Empecemos por los reconocimientos. No puedo menos que destacar el enorme "mimo" al alma que significa ver a nuevos "misioneros" que se suman a estos desafíos, inspirados por mis relatos. Nicolás Tealdi y sus compañeros Gabriel Otormin y Jorge Borad, Raúl Previtali, Nelson Pedro Sabagno, Alejandro Laviano y otros cuyos nombres no tengo, pero que cuando me ven, me saludan y me agradecen por los aportes. ¿Imaginan cómo puedo sentirme cuando en los filos de alguna montaña, alguien te supera, se da vuelta y te dice "gracias por la inspiración, estoy acá después de haber leído tu crónica del año pasado", o una pareja que destaca "nos leímos cuatro veces tu relato, podemos repetirlo casi de memoria", o que te pregunten "cuándo sale el libro?" Indudablemente ello supone una enorme carga emotiva y una alta responsabilidad, ya que puedo cometer el error -con seguridad en algunos aspectos lo hago- de minimizar las dificultades que deben superarse para alcanzar la meta en esta peregrinación por las montañas de la Patagonia argentina.
Así soy yo
Casi todos saben que en mi 4a. participación en La Misión sobre 160 Km., por primera vez no completé el recorrido pues me quedé en el Km 106 (Campamento 2, en el Club Andino muy cerca de Bahía Manzano, a unos 6 Km. de Villa La Angostura) después de 36 hs 56 min. de competencia. "La 4a. fue la vencida". Hasta el momento venía mejorando en forma sostenida en mi desempeño año a año, bajando tiempos y sintiéndome físicamente cada vez mejor, hasta que la montaña -que pone todo en su lugar- se encargó de darme un buen sopapo.
Venía con buena preparación y la experiencia de tres participaciones exitosas, que me llevaron a elegir el equipamiento que iba a cargar. No le erré en la mochila ni la ropa. ¡Pero cómo le erré en el calzado y el cinturón de hidratación! Tan convencido iba, que en la previa armé mi plan de carrera con tiempos estimados en cada tramo, altura, desnivel positivo y negativo, descansos (3 horas en cada Campamento)..., lo imprimí y plastifiqué. Es más, incentivado por el buen tiempo del año pasado, estimé descansar menos, pensando en marcar 52 hs 36 minutos en total. ¡Iluso! Y con una cuota de soberbia, indudable. Me lo creí y le falté el respeto a la montaña.
Algunos de los errores
Me olvidé de mis temores y de la precaución que hay que tener en esta disciplina, hasta que fue muy tarde. El ego -eso que transmitimos a partir de lo que creemos que somos y podemos conseguir- me jugó en contra, en particular cuando me impidió percibir adecuadamente las condiciones en las que estaba. Ya en la previa, Norberto González -el legendario misionero de 73 años- nos alertaba que las montañas tenían ceniza volcánica como nunca, que en algunos tramos haría que nos enterráramos casi hasta las rodillas, y que nos iba a destrozar los pies si no nos cuidábamos adecuadamente.
Largamos el sábado 14 a mediodía. Siempre me he cuestionado por qué razón no se hace la largada más temprano, ya que a esa hora el sol está fuerte y la gran mayoría llegará al Campamento 1 ya entrada la madrugada, cuando se podría aprovechar mejor las horas del día. En fin, el Guri Aznárez sabrá las razones.
Me alojé en Cabañas Lancuyen (en Lomas del Correntoso), junto los sanjuaninos Eliana García (debutante en la carrera, que está preparando Tierra Viva) y Víctor Arias (experiente misionero, que el año pasado completó la carrera en aprox. una hora menos que yo, y con quien he compartido otras aventuras). En la mañana, estaba demasiado tranquilo... ¿Vieron cómo me la creí? Preparé un par de sandwiches bien reforzados para alimentarme durante el día, y terminé de preparar las bolsas para enviar a los dos campamentos con algo de ropa (remera y medias para cambiarme), baterías de repuesto, chocolates, ticholos, jamón crudo al vacío, galletitas saladas, barritas de cereales, Gatorade. ¡Me olvidé de poner algo de "sentido común"!
Cuando me puse las polainas y el calzado -Inov-8 TrailRoc 255-, noté una leve molestia debajo del dedo medio del pie izquierdo, que atribuí a la cinta que me había puesto. También me di cuenta que no me había pasado vaselina en los pies. En lugar de corregirlo, pensé que el trote iba a hacer que ese roce de la cinta desapareciera... y lo que hizo fue provocarme una ampolla. ¿Cómo no me dí cuenta? El calzado elegido había sido "ablandado" en carreras aquí en Uruguay, pero nunca en largas distancias. Observando detenidamente cómo me quedan, debería haberme dado cuenta que su tendencia minimalista implica que en largas distancias -donde la amortiguación es fundamental- iba a provocarme cansancio y dolores en las plantas de los pies y dedos. Pero además, la polaina cubría hasta la mitad del calzado -como la gran mayoría-, y no impedía que a través de la tela ingresara ceniza fina (que parecía vidrio molido...).
Se largó la 10a. edición de La Misión
Largamos a buen ritmo, rumbo al Aserradero para posteriormente encarar la subida del Col del Colorado y luego los filos del Cerro Bayo (1780 msnm), donde ya había mucha ceniza. A partir de allí, tomamos el largo camino descendiendo en zigzag hacia la base, donde inicia la pista de esquí. Llegué a la base -15.7 Km acumulados- en 3 hs 20 min., me detuve a alimentarme, reponer agua y limpiar el calzado, para retomar el camino en 10 minutos, rumbo al Col Tres Nacientes. En ese largo tramo me junté a Víctor Arias y Cecilia (otra argentina), con quienes avanzamos a buen ritmo y nos sacamos varias fotos con ese panorama espectacular. Ya empecé a sentir alguna molestia estomacal, así que me limité a ingerir ticholos en ese tramo. Alcanzamos la cima del Col (1560 msnm, 27.4 Km de carrera) y empezamos a bajar. Nos detuvimos a descansar unos minutos en la mitad de la bajada rumbo a la Horqueta del Arroyo Cataratas (bordeamos el arroyo Voruco y el Col del Bonito -1450 msnm), momento en el que Cecilia nos ofreció compartir una naranja. ¡Qué buena que estuvo! Me abrió el estómago, que venía ya algo revuelto. Me sentí renacer, cosa que también sucedió con Víctor. Después de eso, no vimos más a Cecilia, al extremo que con Víctor comentábamos -en broma, obvio- que había decidido no compartir con nosotros la otra naranja que dijo que llevaba.
Después de la Horqueta, fuimos bordeando el Arroyo Cataratas hasta salir al costado del camino que bordea el Lago Traful. Víctor me fue "haciendo el aguante" en ese largo tramo, hasta que al salir al camino, se fue lentamente adelante. ¡Cómo sufrí la planta de los pies en ese tramo! Las linternas frontales iluminaban el paso de los competidores, que avanzábamos enfrentando subidas y bajadas en un recorrido interminable. Permanentemente recordaba una reflexión de un corredor vasco, que señala que el particular atractivo de esta disciplina es que uno enfrenta sucesivas "muertes y renacimientos", largos tramos en los que se siente realmente "morir", para de repente "renacer" y volver a enfrentar los desafíos con todas las fuerzas (o casi...). El malestar estomacal me impedía comer, en tanto sentí un "pinchazo" en el dedo menor del pie izquierdo... era una ampolla que reventaba. Mi plan de carrera indicaba que debía llegar al Camp 1 a las 15 hs 34 min de carrera, y finalmente lo hice en aproximadamente una hora menos, así que pese a todo, venía bien. ¡Y me la seguía creyendo!
El local de reducido tamaño, estaba lleno de corredores tirados en el piso, alimentándose, curándose o descansando dentro de sus sobres. Pedí un par de vasos de Coca Cola y no pude terminarlos... salí rápidamente y terminé vomitando. Puro líquido. Al menos, pude descansar algo mejor. Me desperté poco después de las 6:00 para ver a Víctor ya preparándose para salir. Me ofreció un par de pastillas para el estómago y eso me permitió sentirme mejor. Cuando estaba terminando de prepararme, Ariel Chichotky -el hijo de Pablo, colega de ediciones anteriores- y su compañero, estaban por salir, así que decidimos hacer la subida del Piedritas juntos. Finalmente, encaramos esa dura subida llena de arena y 1900 msnm, a partir de las 8:00 AM. En el camino, encontramos a la chilena Roxana Arce y otro compañero, que habían salido un ratito antes.
Libro abierto, paleta de colores
Pese a la dureza del recorrido, alcanzaba con mirar el maravilloso entorno para disfrutar de unas vistas inolvidables. La naturaleza pura y dura, es como un libro siempre abierto esperando para que todos la disfruten. ¡Y vaya si lo hicimos en esa subida! Con Ari comentábamos -en broma- al mirar al lago Traful con alguna embarcación surcando sus aguas, que alguien estaba equivocado... Un autor británico, escribió que quienes disfrutamos estas disciplinas, somos "conquistadores de lo inútil", destacando que en definitiva es una actividad que no aporta ningún avance ni conocimiento en beneficio de la sociedad. ¡Qué se yo! No me convence; fui pensando bastante en la "inutilidad" de lo que estaba haciendo, pero siempre termino convenciéndome que tiene enormes beneficios sobre las personas, tanto físicos como emocionales, despierta la creatividad, genera lazos y vínculos que tienen impacto sobre las demás actividades que desarrollamos. ¿Qué creen, "hermanos de la montaña y la vida"?
Considerando el tiempo que estuve detenido en el Campamento 1, llevaba una hora más de lo que había planificado. ¡Y seguía "atándome" al plan teórico de carrera! ¿Qué parte no entendí de las cosas que siempre trato de transmitir? Siempre he sentido que soy bueno "leyendo" las condiciones de carrera y a partir de allí, tomo decisiones, y en estas circunstancias estaba cometiendo el error de guiarme por la "teoría", pensando en bajar el tiempo del año pasado.
No somos nada ante tanta grandeza de la naturaleza, y sin embargo allá arriba nos sentimos casi "dioses". Después de la cima del Piedritas (y "arenitas", debería agregar), encaramos la fuerte bajada llena de ceniza, para llegar al cruce del Río Minero (PC Veranada de Lagos) con 70 Km de recorrido realizado. Me detuve a refrescarme, aliviar los pies en el agua fría, hidratarme y descansar una media hora tirado a la sombra. Una compañera argentina -Los Moros- me ofreció unas pastillitas homeopáticas para el malestar estomacal, que me vinieron muy bien. Retomé -en soledad- el camino hacia el Arroyo La Negra rumbo al Col de las Estacas. Sentía pasos de alguien que venía detrás, me daba vuelta y no había nadie... Las "alucinaciones" fruto del sueño y del cansancio estaban haciendo de las suyas, así que en el camino, con mucho sueño me detuve a dormir otra media hora a la sombra. Cometí otro error en los que siempre digo que es clave no caer: avanzar en soledad. No porque no se pueda hacer, sino porque la "cabeza" empieza a hacer de las suyas, sin posibilidades de conversar con otros y sostenerse mutuamente en los momentos más duros.
Alcancé el Col de las Estacas (1635 msnm), bajé a Tapera Linda (1480 msnm) e inmediatamente encaré la corta subida al Col del Clueco (1656 msnm). Siguió un largo trecho en leve bajada rumbo al Corral Redondo y el Arroyo Estacada, tramo en el que fuimos con Roxana y su compañero de carrera y nos agarró la noche. Después de atravesar un tramo muy sucio -ya en la noche-, con cuerdas que nos ayudaban a superar la dificultades técnicas, finalmente llegamos al PC, para salir enseguida al costado de la Ruta Nacional 40 rumbo al Campamento 2 en el Club Andino, donde mis compañeros se fueron adelante ya que no podía seguir su ritmo. Avancé en la medianoche en la más completa soledad, "escuchando el silencio" y acompañado por "duendes" y "fantasmitas" que se apiadan de los mortales que venimos a interrumpir sus juegos. O se divierten con nosotros, haciéndonos ver cosas que no existen, figuras con forma humana, animales y construcciones, e incluso percibir sonidos, cuando en realidad lo único que se "escucha" es el silencio.
Seguía con la remera de carrera y no sentía frío, pero me detuve en el puesto de Policía Caminera ubicado sobre la RN 40 en el Km 2104 (103.5 Km de carrera) para ponerme la campera y llegar "equipado" al puesto, momento en el que conversé brevemente con los agentes allí presentes. Avanzando en la noche cerrada por el costado de la ruta, sentía un tremendo dolor en los pies -en particular, en el derecho- y no soportaba el más mínimo contacto con alguna piedra. Llegando al Campamento, sentí que otra ampolla se abría. Finalmente, llegué a ese punto -106 Km me marcaba el GPS- con 36 hs 56 min de carrera, alrededor de la 1:40 de la madrugada.
Comenté sobre mis dificultades en el puesto, y me recomendaron que me lavara los pies, me alimentara (no lo pude hacer salvo con líquidos y alguna fruta, ya que seguía con malestares), y descansara un rato, para posteriormente hacerme ver por el médico allí presente. Dormí unas 3 hs 30 min., y mientras guardaba mi sobre de dormir y Vivac, varios de mis compañeros de ruta estaban terminando de prepararse para salir. Encontré allí a Pedro Sabagno, que había llegado en la madrugada y estaba descansando. Pude alimentarme razonablemente, y después fui a que me revisara el médico. Me dijo que iba a drenar un par de ampollas que tenía, y que podía vendarme bien para que pudiera seguir. Cuando le pregunté por el recorrido -pese a que lo conozco bien- me señaló que estaba muy lleno de cenizas tanto en el Cerro O'Connor (1860 msnm) como en el Buol (1820 msnm). "Si tengo alguna dificultad en el O'Connor, tendré que volver a este punto, verdad?", pregunté, sabiendo ya la respuesta. En función de las condiciones en las que había llegado al Camp 2 y considerando las dificultades del recorrido que me faltaba, finalmente decidí quedar allí. Me cuesta decir "abandonar", prefiero decir que desistí por las condiciones físicas en las que estaba, tanto por los malestares estomacales como por los dolores y ampollas en los pies, aunque es indudable que en los hechos significa un "abandono". También es cierto que podría haber continuado y completado el recorrido, pero preferí resguardar el físico y no "quemarme", pensando particularmente en que en abril correré Patagonia Run y el agosto tengo la Gore-Tex Transalpine Run.
Una vez que tomé la decisión y ya atendido por el médico, dudé nuevamente sobre si seguir o no, en particular acompañando a algunos amigos que estaban saliendo o recién llegaban al Campamento, como es el caso de Marcelo Maciñeiras, Pedro Sabagno y "El Gaita" Eduardo Gallego. Finalmente, pedí un taxi y volví a la cabaña. Es que todos tenemos una fuerza motriz muy poderosa, capaz de superar cualquier obstáculo y de alcanzar cualquier sueño, que se denomina "voluntad", y en este caso puedo decir que fue lo que me faltó después del Camp. 2.
Ni buena ni mala suerte, consecuencias
En la montaña, no hay buena ni mala suerte, sino que lo que se recogen son las consecuencias de las decisiones que se han tomado, consciente o inconscientemente, en el acierto o en el error. La naturaleza pone todo en su lugar, sin miramientos, con dureza y claridad, donde no hay lugar para los egos inflados ni para la soberbia. Siempre dije que La Misión realmente se define después de superar el Campamento 2, en los últimos 50 Km de carrera. Y me lo olvidé. Muchos errores, propios de principantes.
Eliana había completado su recorrido en un excelente tiempo -41:11- ocupando la 5a. posición entre las mujeres y 2a. en su categoría. Pude presenciar la brillante llegada de Víctor Arias en la tardecita, junto a un grupito de brasileños. La competencia fue ganada por el ecuatoriano Gustavo Cevallos en un tiempo total de 28 hs. 10 min., en tanto el ganador de mi categoría marcó 34 hs 49 min. Entre las damas, la ganadora fue la argentina Sofía Cantilo. En la distancia mayor (160 Km) largamos 315 y llegaron a la meta 219 (70%), en tanto en mi categoría largamos 64 y llegaron 42 (66%). También se registraron 84 competidores en los 80 Km -de los cuales llegaron 55-, y otros 37 en los 40 Km. Como podrán ver, 436 corredores que buscaron "conquistar lo inútil" como diría el montañista y escritor al que hice referencia al principio.
Caer está permitido; levantarse es obligatorio.
La montaña pone todo en su lugar. Con dureza. Y da revanchas. Ya tengo todo encaminado para el próximo desafío, y empecé a solucionar algunos temas logísticos para la 11a. edición de La Misión, en febrero del año 2016.
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