En ocasión de mi cumpleaños N° 60, entre tantas
demostraciones de cariño y obsequios, recibí algunos libros de amigos que
conocen mis gustos, entre ellos “El Zambullidor” del también artíguense Luis Do Santos, nacido en Calpica (muy cerca
de Bella Unión, sobre el Río Uruguay, en zona de caña de azúcar. Además, vino
con una dedicatoria del autor, que textualmente dice “A Jorge Xavier, estas
historia de río”.
En ocasión del reciente viaje a San Martín de los Andes para
hacer el ascenso al Volcán Lanín, decidí llevarlo para disponer de una lectura
amena. Podría decir que lo “devoré”, pues comencé a leerlo en el vuelo de ida,
y prácticamente no pude parar. Me trasladó a mi niñez en la ciudad de Artigas,
cuando después de cumplir con los deberes y mandados, me iba junto a algunos
amigos a las barrancas del Cuareim a disfrutar de tardes calurosas como
solamente en el norte del país puede haber, o a alguna cañada a pescar o cazar
algún bicho extraño, mezclando aventura con investigación, la mejor forma de
aprendizaje que puede imaginarse. “Conecta los puntos de tu vida”, pregonaba
Steve Jobs, y vaya si lo he tratado de hacer. Nunca sabemos en qué momento
aparecerá alguna situación donde pondremos en juego experiencias ya vividas,
casi con algo de magia, pero alcanza con estar atentos y abiertos a disfrutar
de los diferentes desafíos que vamos enfrentando.
¿A qué viene toda esta introducción? Hace un año fracasaba
en mi intento de hacer cumbre en el volcán Lanín, cuando debimos bajar a falta
de unos 300 metros de altura para llegar, como consecuencia de la fuerte
tormenta de viento que azotaba la zona. Recuerdo que en esa ocasión, le dije a
Luis Fabra –el excepcional guía- que no pensaba volver a intentarlo. Duró poco
mi frustración, pues cuando empecé a pensar en las opciones de carreras y
desafíos para este año, contacté a Luis para que me pasara el cronograma de
ascensos que había previsto.
Cuando fuimos a correr a Cochrane – Chile, Jorge Melgarejo se
sumó al desafío, ya que viene arrastrando una lesión y no ha podido correr, así
que se volcó a ascensos en montaña. Allá fuimos los “Jorges uruguayos”, los
únicos dos integrantes del grupo que iba a intentar hacer cumbre los días 25 y
26/01/2020. En la reunión para chequear el equipo, Luis nos sugirió hacerlo los
días 26 y 27/01, pues estaba prevista una madrugada con algo de vientos fuertes
en la noche del 25, propuesta que aceptamos inmediatamente pues teníamos un día
de margen.
Nos alojamos en el Hostel Alhue Patagonia, donde pudimos
disfrutar del clima que se vive en ese tipo de alojamientos, tan lleno de
jóvenes aventureros. En la mañana del sábado 25 y ante el cambio de planes,
decidimos ir hasta la cumbre del Cerro Bandurrias a disfrutar de unas
excepcionales vistas del Lago Lacar, en la zona de la reserva mapuche Curruhuinca
en el paraje Trompul, para bajar hasta La Islita, lugar de una particular
belleza donde hay un pequeño camping.
En la mañana del 26, Luis pasó a buscarnos a las 7:00 en su
camioneta, para ir hasta el ingreso al volcán, muy cerca de la frontera con
Chile donde había estado en ocasión del Cruce Columbia de los Andes en 2013. Nos
registramos en el puesto de control con los guardaparques, preparamos el equipo
y comenzamos el ascenso a las 09:00, desde los 1080 metros sobre el nivel del
mar que me registró el GPS. Encontramos varios expedicionarios en el lugar, lo
cual presagiaba algo de “tránsito” en el trayecto. No teníamos certeza sobre el
refugio, pues el sistema informático había estado con dificultades, pero nos
señalaron en la base que habría lugar suficiente. El día se presentaba bastante
nublado y algo ventoso, con previsión de mejoría a partir del mediodía.
Pudimos hacer el ascenso a buen ritmo, al extremo que
llegamos al refugio CAJA (Club Andino Junín de los Andes) ubicado a 2600 msnm,
a las 13:10. En el camino encontramos a un Jano, su señora y una amiga, que subían
hasta el refugio de Gendarmería Argentina con su hijito de un año y medio… Estuvimos
conversando un ratito, sobre la maravilla de poder hacer esa actividad con un
niño tan chico, y el futuro que con seguridad tendrá. Nos comentó Luis sobre la
cervecería artesanal de Jano en San Martín –Crux-, así que lo registramos para
hacerle una visita.
Finalmente en el refugio, fuimos 8 personas y dos más –una pareja
francesa- en una carpa armada al lado. Varios expedicionarios bajaban de hacer
cumbre, en un mediodía que se presentaba totalmente despejado, soleado y casi
sin viento. Mientras descansábamos, recibimos la visita de un zorro que se
acercaba al refugio, buscando comida. Después de unos buenos mates gracias a
las provisiones que tiene nuestro guía depositadas en un lugar “secreto” cerca
del refugio, a las 19.00 disfrutamos de una cena preparada por Luis –un riquísimo
risotto- y nos fuimos a dormir a las 20:00 horas.
A la 01:45, Luis nos despertó y comenzamos a preparar el
equipo para continuar el ascenso, mientras tomábamos café y comíamos algo. A las
02:20 nos pusimos en marcha, con las linternas encendidas bajo una noche
absolutamente estrellada y prácticamente sin viento, condiciones perfectas para
el desafío. Salimos delante de todos los que estaban en el refugio, seguidos
muy de cerca por una pareja. Enseguida de salir, llegamos a la primera lengua
de nieve, momento en el que nos pusimos los grampones para poder subir sin
dificultades. Una vez culminado ese tramo, seguimos por zonas de mucha piedra
suelta y arena volcánica, en algunos tramos con la protección de un pequeño
muro de piedras, por donde habíamos decidido volver en ocasión del intento de
2019.
Lentamente empezábamos a ver las primeras luces del sol que
asomaban, mientras las linternas de quienes nos seguían permitían tener una
idea de quiénes estaban haciendo el ascenso. Cuando estábamos llegando al tramo
final, donde nuevamente hay nieve, le pregunté a Luis si era la cumbre. “Es una
falsa cumbre”, pues desde ahí, hay que seguir subiendo un poquito más por zona
de nieve hasta el punto más alto, sin necesidad de ponernos nuevamente los
grampones, ya que la inclinación cambiaba bastante. Llegué a ese lugar con
remera térmica, campera micropolar y cortaviento, sin necesidad de ponerme la
campera de plumas.
Luis se adelantó un poquito, para poder filmar y tomar fotos
de nuestra llegada a la cumbre. Fue un momento con algo de magia, pues
alcanzamos el punto más alto -3.776 msnm- exactamente a las 06:40, cuando
comenzaba a amanecer. Soplaba un viento fuerte –en la cumbre, siempre sucede-
así que tuvimos que abrigarnos rápidamente, después de los saludos de rigor,
los festejos y el recuerdo de nuestros seres queridos.
Luis había llevado un termo con té, así que pudimos
disfrutar de una bebida caliente. Intenté prender el celular para registrar
algunas imágenes, y se apagó por el frío reinante, así que volví a la cámara
fotográfica y a la GoPro. Estuvimos exactamente 25 minutos en ese lugar, y a
las 07:05 comenzamos a descender, cuando llegaba la pareja de franceses y casi
pegados, la otra pareja que estaba en el refugio.
El descenso fue también bastante rápido, aunque la pareja francesa
nos superó con holgura. En la zona de nieve, con Jorge nuevamente nos pusimos
los grampones en tanto Luis bajaba “esquiando” sobre sus botas… un fenómeno. Llegamos
al refugio en 3 hs. 10’, a las 10:15 de la mañana. Disfrutamos nuevamente de
unos mates, y después de comer queso y dulce (un “Sarmiento” como dijo Luis, confundiéndolo
con el “Martín Fierro” que usamos nosotros para denominar a esa combinación,
comentario que fue motivo de diversión).
Preparamos el equipaje que habíamos dejado allí, y después
de dejarle la comida sobrante al zorrito que nos había visitado en la tarde
anterior, comenzamos el descenso a las 11:25. En el refugio de Gendarmería –llegamos
en 30 minutos- estuvimos conversando un ratito con quienes allí estaban, y
comentamos sobre el desafío con Luis para tomar unas cervezas en la base si
llegábamos antes de 14:30.
Y llegamos a las 14:10. Es cierto que al menos yo, bajé en “automático”
pues los cuádriceps me “estallaban”. Cuando noté que no veníamos por el sendero
de mulas, bastante limpio, sino por la canaleta que se forma entre las partes
más altas del descenso con mucha piedra suelta y arena volcánica, se lo comenté
a Luis. “Es que vengo con los Jorges que están picantes”, me respondió.
Después de registrar el descenso en la base, estuvimos
disfrutando de la cerveza prometida mientras mojábamos los pies en un arroyito
con agua muy fría que baja de la montaña, en el camping Tromen. A las 16:25 ya
estábamos en el hostel, así que pudimos dejar la ropa sucia para lavar,
bañarnos y salir a disfrutar de unas buenas pizzas y cervezas en Pizzería Cala. A la noche, cumplimos con la propuesta de ir a la Cervecería Crux, a disfrutar de las bien ganadas cervezas.
Nos volvimos con la enorme satisfacción de haber alcanzado
la cumbre, en tiempo y condiciones muy buenas, así que el “objetivo conseguido”
estuvo en todos los mensajes que enviamos. En la mañana del martes, tempranito,
también envié fotos y reporte a En Perspectiva (Radiomundo) ya que así lo había
prometido, noticia que fue leída por Emiliano Cotelo y Romina Andrioli en el
programa.
La satisfacción por el logro, nos llevó a comenzar a
planificar futuros ascensos. En principio, además de los desafíos para este año
2020, parece interesante intentar la cumbre del volcán Domuyo (4707 mnsm), el más
alto de la Patagonia, también en Neuquén cerca de Zapala, expedición que lleva
4 días (3 noches). Es un “estratovolcán” del que nace la Cordillera del Viento.
En principio, manejamos la posibilidad de hacerlo en enero o febrero de 2021.
“Nadie nos dijo que fuéramos, nadie nos dijo que lo intentáramos, nadie
nos dijo que sería fácil; alguien dijo que somos nuestros sueños, que si no
soñamos, estamos muertos” (Kilian Jornet)
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