martes, 4 de febrero de 2020

Colón Cross Country Adventure (Entre Ríos), 6 a 8.12.2019


"Lucha por conseguir un objetivo, para conocerte mejor, esfuérzate para tratar de averiguar dónde está tu límite" (Josef Ajram)

Nunca había estado en Colón (Entre Ríos), pese a la cercanía con Uruguay. Uno siempre se forma una idea sobre los diferentes lugares que va a visitar, y en este caso debo confesar que estuvo fuertemente influido por el Río Uruguay, las características geográficas y esa sensación de que pudimos haber sido parte de un mismo país, y que los avatares llevaron a que hoy seamos países hermanos pero diferentes.

En realidad, en ocasión de la Declaración de la Independencia de Uruguay -25.08.1825- simultáneamente se aprobó la integración a las Provincias Unidas del Río de la Plata (duró poco, hasta la Convención Preliminar de Paz firmada entre el Imperio del Brasil y las Provincias Unidas en 1828, como resultado de la mediación del Reino Unido). Incluso un poco antes la Banda Oriental, como entonces se conocía a Uruguay, formó parte de la Liga Federal –el sueño de nuestro prócer José G. Artigas- junto a Entre Ríos (entre otras provincias argentinas). Ese origen común, con seguridad hace que nos sintamos parte de una misma comunidad, separada por autoridades de frontera y aduaneras, trámites y requisitos que debemos cumplir para atravesar los límites, que implican un elemento extraño en la vida diaria.

Buscando en mi imaginario, descubrí que también algunas de las aventuras vividas en mi niñez en la ciudad de Artigas (“uma terra pirdida nu Norte, que nao sai nos mapa”, diría Fabián Severo, poeta artiguense), trepando barrancas del Río Cuareim o de algunos arroyos cercanos, e incluso la cercanía con el Río Uruguay, me generaba una particular expectativa. En ocasión de la edición del año anterior -2018-, había hecho averiguaciones pero finalmente no pude concurrir, ya que me coincidía con La Misión en Villa La Angostura.

Por tanto, en esta oportunidad me inscribí con tiempo, y casi enseguida se sumó Adolfo (el “magistrado”) ya que no le coincidía con ninguna carrera de la Agrupación de Atletas del Uruguay. ¿Calor? Sí, claro, como sucede casi siempre en diciembre en esta zona. Disfrutamos de la tranquilidad de Colón, algunas cervezas artesanales y una buena cena, para ir a descansar temprano pues nos esperaba el viaje en taxi hasta nuestro lugar de largada. Ya destaco alguna característica de Colón: la siesta casi obligatoria de sus habitantes –típica de nuestras ciudades del interior- y la tranquilidad y seguridad reinantes, al extremo que cuando consulté por un estacionamiento para dejar mi auto, me respondieron que no hay y que lo dejara en la calle.

La competencia comprende tres distancias: 100, 50 y 15K. En su segunda edición, me inscribí a los 50K -al igual que “Adolfer Run”- ya que por razones laborales, pudimos viajar recién el día viernes 6 en la tarde, para llegar a Colón a las 18:00 horas. Los corredores de 100K largaron a las 17:00 desde el centro de la ciudad, en tanto nosotros largamos desde Termas de Villa Elisa (a unos 34 kilómetros de Colón) a las 9:00 AM del día sábado.

La Organización nos esperaba con un precioso kit. Además de la remera con el nombre a la espalda y la distancia, nos obsequiaron un termo, mate, tabla para asado, vaso térmico, gorro, buff...y una atención de primera, como si nos conocieran de toda la vida.

En la previa, encontré a amigos de otras competencias -Fabián Gustavo De Simone (Peperina Videos, compañero en 4 Refugios - Bariloche y Ultra MacchuPichu - Perú) y Vivian (de Fiambalá) que habían largado los 100K, y que habían disfrutado de tramos en kayak y a caballo durante la jornada anterior, que para algunos terminó pasada la medianoche. A partir de esos relatos, ya me cuestioné no haber hecho el esfuerzo de estar en los 100K. Junto a Miguel (el "Boca", de Tacuarembó) fuimos los únicos corredores "extranjeros", así que hicimos que la carrera tuviera un toque internacional.

Después de entregar bolso y carpa a la organización, largamos por tramos largos de senda vehicular, con el sol a pleno como solamente se puede sentir en esas zonas del litoral. Avanzamos bastante bien, a ritmo interesante, aproximadamente hasta los 8 o 9 kilómetros, encontrando cada tanto un puesto de hidratación y frutas, que disfruté con calma ya que quedaba mucho recorrido por delante. A partir de allí, tomamos por dentro del monte, bordeando arroyos, atravesando tramos con bastante agua, y tratando de espantar a los mosquitos (no había tenido la precaución de ponerme repelente de insectos).

Atravesamos alguna zona de camping, con niños jugando en el agua e incluso algún perro nos acompañó durante ciertos tramos. Dado que éramos pocos corredores, en general avanzaba bastante solo, atravesando zonas sucias, con restos de plantaciones, terrenos resecos, vegetación y mucho calor. Gran parte del recorrido me hizo recordar al "Sendero de los Carros" que se corre en las costas del Río Santa Lucía, aquí en Florida.

Allá por los 25K, cuando salí a un puente después de atravesar una zona bastante sucia, veo a un competidor siendo atendido por la emergencia médica. Era Miguel, que se había desvanecido y estaba recibiendo suero. La verdad es que el calor era bastante insoportable, así que no me exigí en ningún momento limitándome a caminar a paso firme y trotar cuando se podía.

Por los 33K, me avisan que la distancia de ese día era un poco más larga, y no los 35K esperados. Maldije a los organizadores y así se lo hice saber a cuantos encontré en el camino, pero siempre en tono de broma. En los casi 10.000 kilómetros en competencias que llevaba, he aprendido a respetar a los que están contribuyendo con la seguridad de los corredores, y a esperar siempre un poco más de dificultades y distancias, así (si resultan menores a lo pensado) me quedará la satisfacción de llegar antes de lo previsto.

Fue efectivamente así. Los largos caminos vehiculares nos llevaron hasta el Camping del Balneario San José, donde llegué en 6 hs 55 minutos después de 41.2 kilómetros que me marcó el GPS.

Apenas llegué, encontré mi carpa ya armada y pude disfrutar de un riquísimo pollo al horno con arroz. Después de un buen baño y de disfrutar de una cerveza bien fría, fuimos invitados por la Organización a clases gratuitas de buceo en las piscinas del Balneario. Sí, hice buceo con tanque de oxígeno, y pude soportarlo sin mayores dificultades. A la noche, disfrutamos de un espectacular asado con cuero, y de videos con mensajes de algunos familiares de los corredores. Sin lugar a dudas, la Organización estuvo en todos los detalles para que pudiéramos disfrutar de una experiencia inolvidable. Ya acostado en la carpa, nuevamente vinieron los recuerdos de los campamentos a la orilla de algún río o arroyo durante la niñez y juventud, dejando los anzuelos esperando encontrar alguna captura a la mañana temprano.

Ya con los primeros rayos del sol, los cantos de los pájaros fueron la más dulce melodía que me despertó. Hubo tiempo suficiente para tomar unos mates, desayunar, desarmar las carpas y entregar los bolsos, para largar a las 9:00 rumbo a Colón. Se habían sumado los corredores de los 15K, así que ahora ya éramos un poco más. Miguel se había recuperado sin dificultades, así que también largó junto a nosotros. Hicimos una salida controlada rumbo a la costa del río, para tomar nuevamente el camino que habíamos hecho en su parte final, durante la jornada anterior. Ya apenas salimos a la zona de monte, atravesamos varios tramos con agua sucia, para posteriormente salir a zigzaguear por zonas con bastante vegetación, donde fui junto a Fabián (Peperina). Cuando encontramos la senda vehicular rumbo a Molino Aventura, nos pusimos a trotar y Fabián quedó un poquito atrás, razón por la cual nuevamente estuve corriendo en solitario (como en general me sucede).


Con 9 kilómetros de competencia, entramos al parque donde tuvimos un rato de mucha diversión. Hicimos tramos en equilibrio sobre tablas, cubiertas, cuerdas y nos tiramos en tirolesa. Fueron unos 50 minutos de preciosa actividad, donde a nadie le importaba el tiempo (que seguía corriendo). A partir de allí, seguimos por senderos bastante limpios, para salir a la costa del río. Lo atravesamos con ayuda de una cuerda, y emprendimos el tramo final ya en Colón, para llegar a la meta en el puerto con 16.1 kilómetros de recorrido en 2 hs 53 minutos.

Después de un buen baño y del almuerzo ofrecido por la Organización, participamos de la entrega de premios. El podio de 50K fue copado por los tres uruguayos, ya que Adolfo ocupó el primer lugar, yo fui segundo y Miguel quedó tercero. En resumen, completé 58 kilómetros en un tiempo total de 9 horas 48 minutos, alcanzando así los  9.977 kilómetros en competencia.

Fue una preciosa experiencia que me permitió conocer otro lugar de Argentina, con la atención de gente espectacular que nos hicieron sentir muy bien en todo momento: competencia de larga distancia, terrenos variados, diversión y sorpresas en cada etapa, excelente alimentación, descansos en preciosos lugares, “buena onda” y calidez humana. Como les dije: "volveremos, y llevaremos a varios más".

Vivimos en una permanente búsqueda de los puntos de nuestra vida que están un poco desconectados, y que en cada experiencia, nos aproximan a una mejor comprensión de los desafíos y misterios que buscamos desentrañar. Guardamos en nuestra mente y corazón, aquellos lugares y personas que nos hicieron sentir muy bien, y que nos permitieron –quizás inconscientemente- conectarnos con recuerdos que están algo ocultos, esperando la oportunidad para volver. De eso se trata.

“La vida istá cosida con pequeños momento y uno intenta encontrar dónde istá la punta del hilo que descosió el resto” (Fabián Severo, Viralata).

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