jueves, 27 de junio de 2013

ULTRA TRAIL AMANECER COMEGHINGÓN

Continuando con los desafíos fijados para este año y como parte del proceso de entrenamiento para mi participación en la CCC sobre 100 km a disputarse en ocasión del Ultra Trail del Mont Blanc a fines del mes de agosto, el pasado sábado disputé los 60 km del UTACCH (Ultra Trail Amanecer ComeChingón) en la zona de Yacanto de Calamuchita, Córdoba. En la ocasión, viajamos en dos autos junto a Pablo Lapaz, Ruben Beledo, Víctor Trillas, Alejandro “Highlander” Scuoteguazza, Carlos Douglas Hernández y Sebastián Paulós, saliendo desde Montevideo a las 20 horas del jueves 20.
En una anterior crónica, ya conté que el amigo “Berni” Frau -cuando lo consulté sobre mi plan de entrenamientos para la CCC, me dijo: “lo que no te mata, te fortalece”. Es cierto, pero también es cierto que en esta oportunidad, el fortalecimiento tiene que venir por el “llamado de atención” sobre las condiciones en las que corrí, a efectos de mejorar sostenidamente en estos dos meses que me quedan de entrenamientos.

“Solo aquel que participe de esta experiencia, sabrá lo que se siente andar por tierras de comechingones”, dice el banner de la carrera. Por su parte, en su particular estilo, Les Luthiers cantan:
“Somos comechingones,
muy renombrados,
joyas, collares, mantas,
vendemos en el mercado
y a los que no nos compran
nos los comemos asados”.

No encontré de estos "comechingones" (que en realidad no se comían asados a sus enemigos o "no clientes"), aunque en el momento de la largada, apareció un personaje caracterizado como tal, a caballo y con una antorcha, abriendo el paso de los corredores. Fue una nota pintoresca en la fría madrugada cordobesa.

En el año 2011 corrí la Half Mision en San Javier y Yacanto, subiendo al Cerro Champaquí –casi al otro lado de la sierra-, y también participé en un par de oportunidades del “Desafío al Valle del Río Pinto” sobre 86 Km en MTB, con largada y llegada en La Cumbre, así que puedo considerar que conozco algunos lugares de las sierras y valles cordobeses. En esta oportunidad, Daniel Estefanía –responsable de la Organización- había enviado comentarios muy elogiosos sobre el circuito y sus paisajes, así que nos preparamos para disfrutar a pleno de este contacto con la naturaleza y con tantos amigos. Resultó precioso, agreste, duro, pero… no lo tomen a mal, me quedo con el norte donde corrimos el Raid de los Andes, o con los bosques del sur por donde corremos La Misión o El Cruce Columbia. Ya sé, me dirán que no son cosas comparables, pero puestos a elegir, prefiero esos otros recorridos. Posiblemente esté influyendo en esta opinión, el resultado de la carrera que comentaré más adelante, pero incluso mirando las fotos que tomé, confirmo mi punto de vista sobre el tema.

El viaje y la previa

Prácticamente no dormimos durante esa larga madrugada por tierras argentinas. Recién entre las 5.00 y las 6.00 pude dormir un poco atrás en el auto, en tanto Douglas retomaba la conducción de su auto, ya que me tocó manejar entre Victoria (ER) y Bell Ville (Córdoba). Llegamos a nuestro destino en Yacanto de Calamuchita –las cabañas Altos del Bosque- alrededor de las 9.00 de la mañana, y después de instalarnos fuimos hasta la Posada y Camping El Durazno donde estaba la base de la carrera. Cumplimos con los trámites correspondiéndome el No. 923, almorzamos allí y al retorno, cuando estábamos comprando cosas en un supermercado para la cena y el desayuno, recibí la llamada de Berni Frau anunciándome que había llegado y que estaba almorzando frente a la plaza. En tanto Pablo y los demás se fueron a descansar, con Douglas llevamos a Berni a retirar su kit y retornamos a las cabañas.

Después de una siesta, disfrutamos unos buenos mates y preparamos las cosas para la carrera del día siguiente, ya que largábamos a las 6.00 AM. Cenamos pastas (cena de corredores…) y alrededor de las 21.30 ya estábamos yendo a descansar.

A las 4.30 sonó el despertador así que rápidamente desayunamos y nos preparamos para la carrera. El debut en la distancia y disciplina de Sebita, fue motivo de algunos consejos sobre la marcha. Un poco antes de las 5.30 ya estábamos en El Durazno, siendo de los primeros en llegar, cuando recién estaba culminando la instalación del arco de largada, en una madrugada que se presentaba muy fría. En esas circunstancias, las decisiones sobre el equipo juegan un rol fundamental, pues es habitual salir muy abrigado para combatir el frío, pero empezar a sudar en cuanto se entra en calor, lo que nos lleva a detenernos y “aligerarnos” de ropa.


La carrera

Largué con la camiseta “segunda piel” (y no “primera” como la denominan, ya que esta es la mía, la natural) que me dieron en El Cruce Columbia, una campera Columbia con capucha y la remera de la carrera, sintiendo algo de frío sobre todo en las manos, pese a los guantes que llevaba, pero ya a los 2 km había entrado en calor. Toda la primera parte de la carrera se hace en subida hasta alcanzar –a los 30 km- la cima del Cerro Agustín a 2300 msnm. Las primeras dos horas de carrera fueron en la oscuridad de la noche, hasta que los rayos del sol empezaron a iluminar las sierras, dándole un colorido y brillo particularmente encantador. Con seguridad, la carrera tiene muy bien definido su nombre “Amanecer Comechingón”.

Al principio, avanzamos por caminos de tierra en una leve subida, hasta que llegamos al primer puesto de abastecimientos en el Km 10, donde recibimos agua, frutas, cereales y maníes en abundancia. A partir de allí, continuamos por senderos de campo con trillos marcados, hasta que alcanzamos una vieja construcción bastante derruida, tipo tapera, con centenarios muros de piedras al estilo de los que se hacían para delimitar las propiedades y construir corrales. En ese momento, decidí parar y sacarme la campera, ya que estaba sudando bastante. Un poco más adelante – allá por el Km 23- llegamos al segundo puesto de abastecimiento donde se hacía el primer control de paso con límite de tiempo. Debíamos llegar allí como máximo a las 10.30 y lo alcancé a las 10.13 junto al competidor No. 919 después de un leve trote en subida alentado por algunos corredores de los 42 Km que ya nos habían alcanzado pese a que largaron una hora después, así que me mantenía en carrera.


En ese puesto, nuevamente recibimos abundante fruta y me tomé un par de tazas de mate cocido para ingerir líquidos calientes. Repuse el agua de la mochila de hidratación y continué mi camino en subida por trillos de pasto y tramos con mucha piedra, casi siempre subiendo pero con algunas bajadas que ya me hacían sufrir los pies. En un par de cruces de arroyos, resbalé sobre piedras y me mojé los pies, así que tenía que mantenerme en permanente movimiento para evitar el frío. La mañana se presentaba algo nublada, razón por la cual el sol no llegaba a calentar.

 

Allá por los 26 Km crucé a Pablo Lapaz y Rubito Beledo que volvían juntos, con muy buen ritmo. Al llegar al Km 28, luego de una leve bajada, encontramos un arroyo con piedras grandes que permitían cruzar, aunque la organización había colocado una cuerda para que no corriéramos mayores riesgos. Llegando a la mitad del recorrido, resbalé y me caí de costado al agua. Se me cayó uno de los bastones, y me mojé todo el costado y brazo derecho. En ese momento, un corredor que estaba reponiendo agua al inicio del cruce, me dice “Jorge, ¿qué hacés?”. Era Víctor Trillas, quien no me había visto ni yo a él. Pensé que ya había marcado el punto de retorno en la cima del cerro (Km 30), pero en realidad no lo había hecho sino que “venía fundido”. Me señaló que me estaba esperando y me anticipó su decisión de abandonar, diciendo que no estaba preparado para este nivel de exigencia y que se había quedado “sin piernas”. “Te espero a la vuelta”, fue más o menos su reflexión. Obviamente, insistí en que solamente nos faltaban 2 Km en subida para iniciar el retorno, que no tenía sentido abandonar en esas condiciones y que debíamos llegar a la cima para poder marcar el tiempo dentro del límite definido por la Organización (las 13.00 horas). Avanzamos lentamente, con Víctor pidiéndome para descansar un poco y yo insistiendo en seguir subiendo para descansar arriba. Encontramos a Marcela Pensa (la Profe catamarqueña, gran atleta) en el camino, con quien conversamos brevemente después de saludarnos. Enseguida, cruzamos a Douglas Hernández que bajaba, quien nos dijo que nos faltaban poco más de 300 metros para alcanzar la cima.

Finalmente, con una subida final en los últimos 200 metros muy dura, casi perpendicular (bueno, está bien, no tanto… ) marcamos el punto de retorno a las 12.30 horas, donde –además del encargado del registro- estaban algunos corredores descansando y alimentándose. Fue el momento para hacer lo mismo, además de cambiarme de ropa ya que seguía mojado. Además, como estaba sintiendo frío, me puse el buzo polar.


Iniciamos la bajada con Víctor detrás de Marcela, quien prácticamente no se había detenido en la cima. Mi compañero mostraba una notoria mejoría en su físico y su ánimo, al extremo de que se fue adelante y pudimos trotar en algunos tramos, bajando por un terreno bastante pedregoso. Ya en ese momento empecé a sentir molestias en los dedos de los pies, que me habían sufrir bastante.



Alcanzamos y superamos a Marcela, pero siempre la mantuvimos relativamente cerca. El largo camino generalmente en bajada pero por un recorrido distinto, nos llevó nuevamente hasta el puesto de hidratación que habíamos encontrado en el km 23 de la ida, donde nuevamente tomé un par de tazas de mate cocido y comí algunas naranjas. Continuamos por trillos en general con pasto, con varios cruces de arroyos donde nuevamente estuve a punto de caerme. Mala elección del calzado para este tipo de recorridos. Llegamos a un monte de pinos con muchos troncos caídos allá por los 40 Km, que nos hacían sufrir bastante al tener que pasar por encima o por debajo (¡como para agacharnos estábamos!). Finalmente salimos de ese tramo y llegamos a caminos de tierra y piedras, para encontrar el último puesto de hidratación a falta de unos 8 Km. Nos detuvimos un ratito para alimentarnos y descansar. Cuando le pregunté a un fotógrafo por los corredores que aún faltaban pasar, me dijo que serían unos 20. ¿Tantos?, pregunté. No, posiblemente unos 16 contándolos a ustedes (también estaba Marcela Pensa). Víctor se quedó un poco más tranquilo al saber que no éramos quienes cerrábamos la lista (me cuesta decir “los últimos”).

Sufriendo bastante, seguimos bajando por caminos muy duros, que de recordarlos ya me provocan dolores en los pies. En los últimos 500 metros, ya llegando a El Durazno, nuevamente Marcela nos alcanzó y empezamos a trotar a ritmo sostenido para llegar a la meta. Su grupo la estaba esperando para entregarle la bandera y acompañarla en el tramo final, ante lo cual le hice señas a Víctor para “frenarnos” un poco y permitirle llegar en medio del aplauso de sus compañeros, ingresando nosotros detrás en un total de 12 h 15 min., ocupando la posición 103 entre 113 que completaron la distancia, y séptimo en la categoría “Senior Plus” (¡qué feo que suena eso de “senior plus”!). Nos fundimos en un abrazo de mutuo agradecimiento y posteriormente felicitamos a Marcela, para sacarnos las fotos que testimonian el terrible esfuerzo realizado. Nuestros compañeros ya habían llegado y nos estaban esperando, saboreando unas cervezas.


Recibimos una botella de Powerade y una medalla recordatoria, y enseguida decidimos comer el plato de pastas con el que la organización esperaba a los corredores. Después de un rato de descanso, ingresamos a la carpa donde se hacía la entrega de premios, para enterarnos que Rubito Beledo había alcanzado el quinto lugar en su categoría (un segundo antes que Pablo…), siendo catalogado como “bestia de la montaña” junto a los demás premiados por Daniel Estefanía, el organizador de la prueba.

Como ya deslicé a través del comentario, se verificaron muy buenos desempeños de los demás compañeros de viaje, superando incluso sus expectativas en el caso de “Highlander” Scuoteguazza. El gran Berni Frau fue primero en su categoría en los 42 Km en tanto Sebita –en su debut- marcó un excelente tiempo de 7 h 11 min. en la misma distancia, ocupando la posición 62 entre más de 90 competidores. ¿Quién lo para al “monstruito” que con apenas 19 años ya debutó en estas disciplinas? Y aprendiendo de grandes atletas como Berni Frau y Pablito Lapaz…


Después de la entrega de premios, nos retiramos a las cabañas y el baño con agua caliente fue “monumental”. Al día siguiente, partimos a las 9.00 tomando un camino distinto al de la ida –hacia el norte- por Villa General Belgrano, Alta Gracia y de ahí saliendo a la autopista Córdoba – Rosario. Paramos en un par de puestos en el camino para comprar algunos recuerdos y tomar fotos. Después de un muy largo viaje, llegamos a Montevideo a las 23.30 horas. Cansados, con algunos dolores musculares como consecuencia lógica del esfuerzo de la carrera, y con muchos aprendizajes en lo personal. De los aciertos se aprende, pero mucho más se aprende de los errores, así que tomé nota y espero corregirlos para el próximo desafío en la CCC del Mont Blanc.


Entre esos aprendizajes, identifico: el descanso previo (no se puede correr con tan poco margen después de un viaje donde prácticamente no dormí, aunque en la noche si haya podido descansar), cuidar la hidratación (creo que mi decisión de no juntar agua en los arroyos, me llevó a ingerir muy poco líquido al extremo que oriné una sola vez durante las más de 12 horas que me llevó la carrera), elegir mejor el calzado (no puedo correr con zapatillas tan duras, que me destrozan los pies y me afectan las piernas), y debo intensificar el entrenamiento de fuerzas a nivel de piernas fundamentalmente.


Me quedan siete semanas de entrenamiento para el Mont Blanc, así que tomé debida nota de esos errores y me puse en campaña para superarlos. Si no me ven por alguna carrera del campeonato de 10 Km de la Agrupación de Atletas del Uruguay, será porque prioricé el entrenamiento.

A estos compañeros de aventuras, un enorme ¡gracias! por todo el aguante.  Resultó un privilegio poder compartir este nuevo desafío, disfrutando a pleno de la naturaleza y de los amigos. Obviamente, este agradecimiento es extensivo a Berni Frau, Jorge Javier Aguirre, Marcelo Fabián Villagra, Pedrito Grillo, Neris Miguel Besón, Marcela Pensa, Gustavo Tosco (el cordobés solidario, que corrió en apoyo al Banco de Alimentos), en fin... tanta gente, que se hace difícil no olvidar a alguno (que sabrá disculpar, con seguridad). A Ricky Ferrero ("Sandman"), un saludo "virtual" ya que finalmente no nos encontramos con lo que se perdió la yerba mate uruguaya que le llevé. Es que Ricky corrió los 28 Km, ya que viene de hacer su tercer desierto de la serie "4 desiertos" (en esta ocasión, el de Gobi en China).

Nos vemos, en la ruta.

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