Hace poco, leyendo a Haruki Murakami en “De qué hablo cuando hablo de correr”, me llamó la atención un relato sobre una competencia en la que había decidido abandonar, ya que no se sentía bien. Me sorprendió la naturalidad con la que lo planteaba, en particular tratándose de un escritor de enorme éxito, y un corredor de múltiples disciplinas incluyendo alguna ultra-maratón. Pero también cuenta que esa experiencia le sirvió como base para darse cuenta de que no llegaba en el mejor estado, y que debía redoblar el esfuerzo para el próximo desafío.
En lo personal, nunca me había pasado –en mis 4 años y medio de competencias (recuerden que empecé tarde)- tener que abandonar en alguna disciplina, habiendo incluso corrido alguna maratón de montaña con una seria lesión en la rodilla izquierda, o haber hecho una Misión GT remando en solitario en la parte de kayac (ya que mi compañero tuvo “pánico” al agua). Pero siempre llega. Ayer fue la ocasión, en la que “encontré la horma de mis zapatos” (al menos, por el momento).
Con el “enorme” Víctor Trillas (que estuvo dispuesto a acompañarme en esta locura, pese a que no entrenamos todo lo necesario, y a que sigue arrastrando una lesión en su rodilla), ayer estuvimos presentes en la 6ª edición de la Aventura Lobos Columbia, disputada en Maldonado. En lo previo, sin dudas era lo más duro que hasta el momento había enfrentado, a la que me animé después de “hacerle el aguante” a Pablo Lapaz y Víctor el año pasado, y con un “medio manijazo” de Pablo ... (más no necesitaba).
Las dos semanas previas fueron de mucha bici por el Prado, algún trote esporádico, un entrenamiento de kayac y boya-cross en el lago de Carrasco, a lo que le agregué la compra del equipamiento que no tenía (incluso las famosas “patas de rana” que no llegué a usar ...). Las dos noches previas me costó mucho dormir, viviendo de antemano las instancias que nos esperaban. El sábado cargué todo en el auto y fui hasta Pirlápolis a buscar a Víctor, cargamos sus cosas y nos dirigimos a Punta del Este a retirar el kit en Columbia (recibimos dos preciosas remeras –la de competencia y una recordatoria- y una mochila de hidratación para cada uno), y de ahí fuimos hasta Pueblo Edén a entregar las bicicletas, y las gomas, chalecos salvavidas y patas de rana para el boya-cross. Llegamos a Pirlápolis alrededor de las 21:00, para cenar temprano (pastas, como corresponde) e irnos a dormir, ya que debíamos levantarnos a las 4:15. Decir que dormí es mentir ... Apenas sonó el despertador, nos pusimos en pie, cargamos todo y pusimos rumbo a la Parada 41 (Punta del Chileno), donde llegamos a las 5:20. A las 5:30 nos entregaron los mapas, en cuanto subimos al ómnibus. Las instrucciones que nos dieron, y los cálculos que hicimos sobre las orientaciones con la brújula, los recorridos más lógicos, y las distancias daban como resultado:
Largada – Ruta 12 – Trekking
PC1 – Trillo de pasto – Trekking – SW 200º - 7 K
PC2 – Los Tocayos – Trekking – SE 120º - 6.5K
PC3 – Sur Cerro Picudo – Bike and Run – NE 32º - 8K
PC4 – Plaza Pueblo Edén – MTB – SE 110º - 15K
PC5 – Abra Pereira – MTB – 24K
PC6 – Calle Balastro – MTB – 6K
PC7 – Posta del Lago – Kayac – 5K
PC8 – Costa Laguna – Kayac (PC Virtual)
PC9 – Posta del Lago – Trekking – 4K
PC10 – Playa Rinconada – Boya Cross – 1K
PC11 – Muelle Balleneros – Trekking – 3K
Llegada – Piedras del Chileno
Además, se establecían dos cortes de PC: PC7 a las 7:00 horas de carrera, y PC10 a las 8:30 horas de carrera.
A las 6:45 estábamos en el Punto de Largada, sobre ruta 12 pasando Pueblo Edén, en el Arroyo de los Canelones. De allí al PC1 estimo unos 6K, sobre un camino de balastro en buen estado y bordeando el monte del arroyo. Con estas distancias, la competencia totalizaba:
Trekking: 26.5K
MTB: 45K
Bike&Run: 8K
Kayac: 5K
Boya Cross: 1K
Salimos a paso firme a las 7:00 sin mayores dificultades, alcanzando el PC1 en 39’. Apenas cruzamos ese puesto, unos 500 mts más adelante, empezaron los problemas, como consecuencia de la falta de conocimiento sobre “lectura de mapas”. No me di cuenta de que había marcado una línea sobre el arroyo y no sobre la “senda vehicular a campo traviesa”. Siguiendo el sentido de la orientación, nos metimos al monte ... perdidos, encontramos a otras 3 parejas que estaban en la misma. En determinado momento, me avisa Víctor que la mochila se me estaba abriendo e iba perdiendo los lentes, una tortuga con jamón y queso que llevaba en una bolsita ... Nos enganchamos en cuanta espina había, me reventé con un alambre ... Después de mucho intentar, conseguimos llegar al PC2 con 2h09’ de carrera. De ahí seguíamos por una senda vehicular, aunque ya el agua que llevábamos empezaba a escasear. Perdimos a los compañeros de ruta, que se fueron un poco adelante. Unos 5K más adelante, tomamos a la derecha en una bifurcación ... hicimos aprox un kilómetro y nos dimos cuenta que le habíamos errado. Volvimos y encontramos a los compañeros “perdidos”, consultamos en un establecimiento de la zona y pusimos rumbo a una senda entre dos alambrados, para finalmente encontrar el camino de tierra rumbo al PC3. Unos 300 mts antes de llegar, locos de sed, paramos en un establecimiento y pedimos agua ... Don Machado nos salvó la vida, pues nos alcanzó botellas de agua casi congelada, que nos permitieron reponer nuestras reservas. A esa altura, ya llevaba un cansancio terrible, y un leve mareo.
Llegamos al PC3, tomamos la bici y salimos rumbo a Pueblo Edén. En este tramo, lo mío fue mucho bike y lo de Víctor mucho run. Hicimos aprox unos 2K, cuando encontramos una camioneta que venía en nuestro sentido. El conductor nos preguntó si íbamos a Pueblo Edén, y nos indicó que al llegar a un cartel de madera tomáramos a la izquierda, pues de lo contrario nos íbamos a meter a su casa, como había pasado con otros corredores que se habían perdido. Así lo hicimos, tomamos a la izquierda ... pero un Km más adelante nos dimos cuenta que deberíamos haber tomado rumbo a Cerro Picudo hacia la derecha ... Mientras decidíamos con los otros compañeros de ruta qué hacer, me sentía tan mal que decidí tirarme bajo una sombra unos minutitos, que me permitieron recuperarme algo. Ya casi no me quedaba agua, y el Gatorade de la caramañola estaba caliente. Finalmente, después de mucho sufrir, llegamos a la Plaza de Pueblo Edén, PC4, con 5h 30’ de competencia, y habiendo recorrido unos 40K (cuando la distancia esperada era de unos 28K. Nos esperaba el tramo de MTB, y nos quedaba 1h 30’ para hacer unos 45K. Obviamente no llegábamos, y nos sentíamos “detonados”, así que decidimos abandonar.
Durante unas dos horas más, siguieron llegando competidores al PC4, que en todos los casos abandonaban. Esperamos el “camión de los rezagados” y nos fuimos hasta la llegada a retirar nuestras cosas. Pablo Lapaz y Raúl Caetano –que habían pasado por el PC4 a las 3h 15’ de carrera, habían llegado a la meta en la 10ª posición, en un desempeño excelente. ¡Si tendremos cosas para aprender de estos compañeros!.
Llamamos a las familias para comunicarles que estábamos bien, y que emprendíamos el retorno. Levantamos las gomas, chalecos y patas de rana frente a la Posta del Lago, y llevé a Víctor hasta Piriápolis. Nos alimentamos y puse rumbo a Montevideo, donde llegué a las 19:30, con un cansancio de novela y lleno de rasguños en las piernas y brazos, sucio a más no poder y con el alma templada, sacando enseñanzas de esta excepcional experiencia. Incluso hoy por la mañana, mirando detenidamente el mapa, sigo reconociendo los errores cometidos –en particular vinculados con la orientación- que nos llevaron a malgastar energías, a perdernos y a hacer kilómetros de más. ¿Habrá revancha? Es un término que no me agrada, pues no me siento “derrotado”; prefiero hablar de una nueva oportunidad. El tiempo –y la preparación- lo dirán. Es indudable que para hacer estas disciplinas, no alcanza con running y MTB, sino que se necesita ejercitar la orientación, cosa que no hicimos. La única “instrucción” recibida fue de Pablo Lapaz, durante una media hora en el Prado ...
Creo que es de personas inteligentes darse cuenta cuando el cuerpo no resiste. Me sentí mal entre el PC3 y el PC4, al extremo que pensé que no llegaba. Destaco la enorme solidaridad de mi compañero de ruta, con un apoyo fundamental en todo momento, y de Don Machado, el peón rural que nos “salvó” con agua helada. ¿Encontré la horma de mis zapatos? Espero que no; es más, creo que la vida me va a dar nuevas oportunidades de completar alguna carrera de este tipo. Además, tengo que estrenar las patas de rana ... para algo me las compré. Como escribió el amigo Marciano Durán, esto es una "Crónica de una carrera de desventuras"
Finalmente, destaco también el enorme apoyo de los amigos que están pendientes de estas “locuras”, que nos alientan permanentemente, y que en momentos como éste –que podría considerarse de derrota- demuestran toda su solidaridad y nos brindan el apoyo necesario para continuar. “La vida no se mide por la cantidad de veces que respiramos, sino por las veces que nos quedamos sin aliento”.
En lo personal, nunca me había pasado –en mis 4 años y medio de competencias (recuerden que empecé tarde)- tener que abandonar en alguna disciplina, habiendo incluso corrido alguna maratón de montaña con una seria lesión en la rodilla izquierda, o haber hecho una Misión GT remando en solitario en la parte de kayac (ya que mi compañero tuvo “pánico” al agua). Pero siempre llega. Ayer fue la ocasión, en la que “encontré la horma de mis zapatos” (al menos, por el momento).
Con el “enorme” Víctor Trillas (que estuvo dispuesto a acompañarme en esta locura, pese a que no entrenamos todo lo necesario, y a que sigue arrastrando una lesión en su rodilla), ayer estuvimos presentes en la 6ª edición de la Aventura Lobos Columbia, disputada en Maldonado. En lo previo, sin dudas era lo más duro que hasta el momento había enfrentado, a la que me animé después de “hacerle el aguante” a Pablo Lapaz y Víctor el año pasado, y con un “medio manijazo” de Pablo ... (más no necesitaba).
Las dos semanas previas fueron de mucha bici por el Prado, algún trote esporádico, un entrenamiento de kayac y boya-cross en el lago de Carrasco, a lo que le agregué la compra del equipamiento que no tenía (incluso las famosas “patas de rana” que no llegué a usar ...). Las dos noches previas me costó mucho dormir, viviendo de antemano las instancias que nos esperaban. El sábado cargué todo en el auto y fui hasta Pirlápolis a buscar a Víctor, cargamos sus cosas y nos dirigimos a Punta del Este a retirar el kit en Columbia (recibimos dos preciosas remeras –la de competencia y una recordatoria- y una mochila de hidratación para cada uno), y de ahí fuimos hasta Pueblo Edén a entregar las bicicletas, y las gomas, chalecos salvavidas y patas de rana para el boya-cross. Llegamos a Pirlápolis alrededor de las 21:00, para cenar temprano (pastas, como corresponde) e irnos a dormir, ya que debíamos levantarnos a las 4:15. Decir que dormí es mentir ... Apenas sonó el despertador, nos pusimos en pie, cargamos todo y pusimos rumbo a la Parada 41 (Punta del Chileno), donde llegamos a las 5:20. A las 5:30 nos entregaron los mapas, en cuanto subimos al ómnibus. Las instrucciones que nos dieron, y los cálculos que hicimos sobre las orientaciones con la brújula, los recorridos más lógicos, y las distancias daban como resultado:
Largada – Ruta 12 – Trekking
PC1 – Trillo de pasto – Trekking – SW 200º - 7 K
PC2 – Los Tocayos – Trekking – SE 120º - 6.5K
PC3 – Sur Cerro Picudo – Bike and Run – NE 32º - 8K
PC4 – Plaza Pueblo Edén – MTB – SE 110º - 15K
PC5 – Abra Pereira – MTB – 24K
PC6 – Calle Balastro – MTB – 6K
PC7 – Posta del Lago – Kayac – 5K
PC8 – Costa Laguna – Kayac (PC Virtual)
PC9 – Posta del Lago – Trekking – 4K
PC10 – Playa Rinconada – Boya Cross – 1K
PC11 – Muelle Balleneros – Trekking – 3K
Llegada – Piedras del Chileno
Además, se establecían dos cortes de PC: PC7 a las 7:00 horas de carrera, y PC10 a las 8:30 horas de carrera.
A las 6:45 estábamos en el Punto de Largada, sobre ruta 12 pasando Pueblo Edén, en el Arroyo de los Canelones. De allí al PC1 estimo unos 6K, sobre un camino de balastro en buen estado y bordeando el monte del arroyo. Con estas distancias, la competencia totalizaba:
Trekking: 26.5K
MTB: 45K
Bike&Run: 8K
Kayac: 5K
Boya Cross: 1K
Salimos a paso firme a las 7:00 sin mayores dificultades, alcanzando el PC1 en 39’. Apenas cruzamos ese puesto, unos 500 mts más adelante, empezaron los problemas, como consecuencia de la falta de conocimiento sobre “lectura de mapas”. No me di cuenta de que había marcado una línea sobre el arroyo y no sobre la “senda vehicular a campo traviesa”. Siguiendo el sentido de la orientación, nos metimos al monte ... perdidos, encontramos a otras 3 parejas que estaban en la misma. En determinado momento, me avisa Víctor que la mochila se me estaba abriendo e iba perdiendo los lentes, una tortuga con jamón y queso que llevaba en una bolsita ... Nos enganchamos en cuanta espina había, me reventé con un alambre ... Después de mucho intentar, conseguimos llegar al PC2 con 2h09’ de carrera. De ahí seguíamos por una senda vehicular, aunque ya el agua que llevábamos empezaba a escasear. Perdimos a los compañeros de ruta, que se fueron un poco adelante. Unos 5K más adelante, tomamos a la derecha en una bifurcación ... hicimos aprox un kilómetro y nos dimos cuenta que le habíamos errado. Volvimos y encontramos a los compañeros “perdidos”, consultamos en un establecimiento de la zona y pusimos rumbo a una senda entre dos alambrados, para finalmente encontrar el camino de tierra rumbo al PC3. Unos 300 mts antes de llegar, locos de sed, paramos en un establecimiento y pedimos agua ... Don Machado nos salvó la vida, pues nos alcanzó botellas de agua casi congelada, que nos permitieron reponer nuestras reservas. A esa altura, ya llevaba un cansancio terrible, y un leve mareo.
Llegamos al PC3, tomamos la bici y salimos rumbo a Pueblo Edén. En este tramo, lo mío fue mucho bike y lo de Víctor mucho run. Hicimos aprox unos 2K, cuando encontramos una camioneta que venía en nuestro sentido. El conductor nos preguntó si íbamos a Pueblo Edén, y nos indicó que al llegar a un cartel de madera tomáramos a la izquierda, pues de lo contrario nos íbamos a meter a su casa, como había pasado con otros corredores que se habían perdido. Así lo hicimos, tomamos a la izquierda ... pero un Km más adelante nos dimos cuenta que deberíamos haber tomado rumbo a Cerro Picudo hacia la derecha ... Mientras decidíamos con los otros compañeros de ruta qué hacer, me sentía tan mal que decidí tirarme bajo una sombra unos minutitos, que me permitieron recuperarme algo. Ya casi no me quedaba agua, y el Gatorade de la caramañola estaba caliente. Finalmente, después de mucho sufrir, llegamos a la Plaza de Pueblo Edén, PC4, con 5h 30’ de competencia, y habiendo recorrido unos 40K (cuando la distancia esperada era de unos 28K. Nos esperaba el tramo de MTB, y nos quedaba 1h 30’ para hacer unos 45K. Obviamente no llegábamos, y nos sentíamos “detonados”, así que decidimos abandonar.
Durante unas dos horas más, siguieron llegando competidores al PC4, que en todos los casos abandonaban. Esperamos el “camión de los rezagados” y nos fuimos hasta la llegada a retirar nuestras cosas. Pablo Lapaz y Raúl Caetano –que habían pasado por el PC4 a las 3h 15’ de carrera, habían llegado a la meta en la 10ª posición, en un desempeño excelente. ¡Si tendremos cosas para aprender de estos compañeros!.
Llamamos a las familias para comunicarles que estábamos bien, y que emprendíamos el retorno. Levantamos las gomas, chalecos y patas de rana frente a la Posta del Lago, y llevé a Víctor hasta Piriápolis. Nos alimentamos y puse rumbo a Montevideo, donde llegué a las 19:30, con un cansancio de novela y lleno de rasguños en las piernas y brazos, sucio a más no poder y con el alma templada, sacando enseñanzas de esta excepcional experiencia. Incluso hoy por la mañana, mirando detenidamente el mapa, sigo reconociendo los errores cometidos –en particular vinculados con la orientación- que nos llevaron a malgastar energías, a perdernos y a hacer kilómetros de más. ¿Habrá revancha? Es un término que no me agrada, pues no me siento “derrotado”; prefiero hablar de una nueva oportunidad. El tiempo –y la preparación- lo dirán. Es indudable que para hacer estas disciplinas, no alcanza con running y MTB, sino que se necesita ejercitar la orientación, cosa que no hicimos. La única “instrucción” recibida fue de Pablo Lapaz, durante una media hora en el Prado ...
Creo que es de personas inteligentes darse cuenta cuando el cuerpo no resiste. Me sentí mal entre el PC3 y el PC4, al extremo que pensé que no llegaba. Destaco la enorme solidaridad de mi compañero de ruta, con un apoyo fundamental en todo momento, y de Don Machado, el peón rural que nos “salvó” con agua helada. ¿Encontré la horma de mis zapatos? Espero que no; es más, creo que la vida me va a dar nuevas oportunidades de completar alguna carrera de este tipo. Además, tengo que estrenar las patas de rana ... para algo me las compré. Como escribió el amigo Marciano Durán, esto es una "Crónica de una carrera de desventuras"
Finalmente, destaco también el enorme apoyo de los amigos que están pendientes de estas “locuras”, que nos alientan permanentemente, y que en momentos como éste –que podría considerarse de derrota- demuestran toda su solidaridad y nos brindan el apoyo necesario para continuar. “La vida no se mide por la cantidad de veces que respiramos, sino por las veces que nos quedamos sin aliento”.
4 comentarios:
El que tropieza, avanza dos pasos.
Vamo' arriba y un abrazo.
Nando
Gracias Fer, un abrazo
arriba Jorge! si habre aprendido de los abandonos, te aseguro que mas que en los triunfos! un beso agustina
arriba JX !!!!!!!!!....no habrá revancha........HAY REVANCHA!!!!.... y está cerquita ...a no quedarse, solo poder pararte en la meta de esas carreras ya te convierte en ganador!!!
abrazoooooooooo!!!
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