domingo, 26 de mayo de 2019

Fiambalá Desert Trail (Catamarca). La gran carrera del desierto argentino

A partir de las experiencias vividas entre 2017 y 2018, con algunos compañeros empezamos a madurar la idea de correr en desierto. Lo más similar había sido el Raid de los Andes en 2013 (Tumbaya-Purmamarca y Salinas Grandes en Jujuy - Argentina, y Desierto de Atacama en Chile). El recuerdo de lo duro que me ha resultado Ultra Trail Cabo Polonio operaba como un freno, pero la mística y la proeza que se aprecian en videos de Marathon des Sables (Sahara), o en sus versiones "half" en el Desierto de Ica (Perú) y Fuerteventura (Islas Canarias), hacían que el sueño estuviera siempre presente. Es más, con Andrés "Pato" Silva, llegamos a manejar alguna fecha tentativa.

Y en octubre del año pasado llegó el día en que presenté "De la penillanura al Himalaya. Un corredor del montón convertido en ultramaratonista" en la Feria del Libro de Montevideo, donde se hicieron presentes varios amigos corredores. Recuerdo que entre sonrisas, me comentaron que habían resuelto ir a correr Fiambalá Desert Trail en su versión de 165 Km (4 etapas) en este 2019, conformándose un grupo con Mariana Quiñones, Mauricio Acosta -debutante en ultramaratones-, Andrés y Dardo Parentini, previéndose inicialmente ir en nuestros vehículos para tener libertad de desplazamientos allá. Mi respuesta fue casi instantánea. Tenía un atractivo adicional: iba a conocer las enormes dunas utilizadas por el Rally Dakar, cuando se corría por el norte argentino.

En Semana de Turismo -del 13 al 19.04.2019- tuve el privilegio de correr Peneda-Gerés Trail Adventure (135 Km) en Portugal, razón por la cual la carga física venía siendo importante. Finalmente, Dardo y Andrés fueron a correr a Ushuaia, y decidieron bajarse de Fiambalá, en tanto se sumaron Robert Acosta, Fernando Bonino y Andrés Montero. Después de analizar opciones de viaje, decidimos cruzar a Buenos Aires en Buquebús el domingo 5, para tomar el bus de Chevallier a las 16:15 en Estación Retiro con destino a La Rioja, llegando después de un muy largo viaje alrededor de las 11:00 del lunes 6. Anécdotas de ese viaje hay varias, pero no me extiendo. Nos esperaba un "transfer" de la Organización, que pasó por el aeropuerto donde levantamos a Milton Rodríguez Ponmerenck y Gabriela Fariña (Diego, su hijo, no viajó pues continuaba con su lesión de Cabo Polonio, y se está recuperando para correr un Ironman).

Llegamos a la pequeña Fiambalá (Catamarca), una preciosa ciudad en la precordillera a unos 1700 msnm, rodeada de enormes dunas y montañas, para instalarnos en "La Casa de Juan" a escasos 100 metros de la plaza principal (donde además se hacía la llegada de la carrera). Esta anécdota vale la pena: Cuando preguntamos en la plaza por nuestro destino, tres chicas nos preguntan "¿Qué Juan?"...obviamente, en esa pequeña ciudad, todos se conocen. Ante nuestra sonrisa, siguió un "Ah, sí! Aquí a la vuelta". Después de instalarnos, seguimos la recomendación de Juan, quien llamó por teléfono a un restaurante para que nos esperaran a almorzar, ya que eran las 15:30 horas. En la plaza, nuevamente estaban las chicas, a quienes les preguntamos por el restaurante. "Estamos aquí hasta las 16:00, así que hasta esa hora aceptamos consultas", nos dijeron entre risas. Robert llegó unos minutos después, sumándose a la mesa (viajó en solitario desde Tacuarembó).

A la tarde, fuimos hasta las Termas de Fiambalá donde pudimos disfrutar de un buen baño y relajar bastante los músculos. Fernando empezó a sentirse algo mal, muy posiblemente fruto de la altura y de los cambios de temperatura en el largo viaje en ómnibus. El día martes almorzamos junto a Milton y Gabriela, retiramos el kit de la carrera -me correspondió el N° 064- y asistimos a la charla técnica en la Disco La Morocha. En la tarde, visitamos el Museo del Hombre, donde hay dos momias de antepasados de la zona.

Etapa 1 - Punta del Agua a Las Papas - 33.7 Km en ascenso, en 6 hs 22 min.

Nos trasladamos en buses de la organización hasta Punta del Agua, un pequeñito pueblo en el desierto, desde donde largamos en ascenso hacia Las Papas. El camino se hizo algo largo, dado que permanentemente fuimos por arena y piedras, para hacer innumerables cruces del arroyo que baja de la montaña en la segunda mitad del recorrido. Solamente se puede circular en esa zona, en vehículos 4 x 4 o en cuatriciclos o motos todoterreno. Hice todo el camino marchando junto a Mauricio, previendo la necesidad de reservar energías para los días siguientes.

En algunos tramos, solamente hacía falta el "Halcón Milenario" o alguna otra nave de Star Wars, para que fuera una perfecta escena de la zaga. Los puestos de hidratación estaban perfectamente ubicados a distancias razonables, lo que nos permitió comer algo y reponer líquidos. En el tramo final de la etapa, Mariana -una colega argentina- avanzaba con bastante malestar, fruto de los efectos de la altura, ya que llegamos a 2.650 msnm. MQ había llegado un rato antes, en tanto Robert y Milton llegaron un poco después que nosotros. Fernando Bonino había sido llevado desde el Km 20 con hipotermia, y había recibido un inyectable, lo cual nos asustó un poco. Al día siguiente, fue llevado por la Organización a Fiambalá.

Las Papas es un pequeñito poblado con 80 habitantes -en su gran mayoría, familiares- 24 de ellos en edad escolar, que esperan ansiosos la visita durante dos días al año de este grupo de "locos que corren". Abren sus muy humildes casas de adobe y nos ofrecen todo lo que tienen, para que pasemos lo mejor posible. El agua caliente se genera con calentadores a leña, donde algún lugareño está pendiente de que el fuego no se acabe mientras haya algún corredor esperando para bañarse. En conversaciones con algunos, me señalaban que durante dos meses al año quedan totalmente aislados fruto de las lluvias. "Nos preparamos y esperamos que el tiempo pase", me respondieron ante mi consulta sobre qué hacen ...

Un aspecto de enorme destaque: la Organización y corredores, llevan mochilas con útiles escolares y juguetes para los niños. Es impresionante ver el agradecimiento de estos chicos, y la forma como disfrutan de las cosas más elementales. Acompañan a los corredores que llegan durante los últimos metros, hacen una preciosa fiesta, juegan en la única callecita hasta altas horas...

Un rato después de llegar, subimos con Mauricio hasta el Santuario de la Pachamama, una elevación al lado del pueblito, donde los pobladores se reúnen a honrar a la madre tierra y realizan ofrendas. me traje algunas piedritas de recuerdo de ese lugar místico, que además tiene una vista a 360 grados, espectacular. ¡Qué frío que hizo en la noche!, pues me tocó dormir en una especie de salón comunal con techo de paja y sin puertas...pese a que pusimos carteles de la Organización para cerrarlo un poco, el viento los tiraba.

Etapa 2 - Las Papas - Lagunilla - Las Papas. 42.8 Km en 10 hs 10 min.

El desafío en esta instancia, estaba planteado tanto por el largo recorrido como por la altura a la que debíamos llegar. Los primeros 15 kilómetros fueron de ascenso fuerte, donde fui junto a Mauricio y Milton, hasta que empezaron a quedarse un poco. Nos avisaron que iban a cortar parte del recorrido en la parte más alta, previéndose unos 38.5 kilómetros. No fue así...

Ascendimos hasta los 3690 msnm. en la zona de Lagunilla, una laguna en la parte más alta de la montaña, donde nos indicaron que debíamos hacer el recorrido por su alrededor hasta un puesto que se veía del otro lado, durante unos 5 kilómetros. Juro que si encontraba a R2-D2 y a BB8 en el largo tramo de arena antes de llegar a la laguna, no me hubiese llamado la atención (incluso una enormes piedras me parecieron los vestigios de alguna nave espacial...). El viento hacía de las suyas en algunos tramos, pero el día seguía presentándose bastante despejado. Sentí que mis duendes me acompañaban en ese recorrido. Una vez completada esa vuelta (que, según parece, era la parte que no debíamos hacer...y por eso los 38.5 K "anunciados"), subimos un poco más por zona con muchas piedras, hasta alcanzar los 3710 msnm -el punto más alto-, y empezar a bajar hacia unas termas en construcción en la zona. Me sentía bastante bien, pese a la altura. Con 28 kilómetros ya cumplidos, llegué al puesto de hidratación que en el camino de ida me había marcado 15K, así que ya me dí cuenta que iban a ser 43K.
Dado que tenía hasta las 19:00 para completar la etapa, aprovechaba las bajadas para trotar un poco más rápido. Finalmente, con bastante cansancio pero sintiéndome entero físicamente, completé el recorrido a las 18:10, cuando ya el sol bajaba. Robert, Mauricio, Mariana y Milton llegaron un poco después, aunque esa espera se hace interminable pues el deseo de ver pronto a los compañeros que la montaña y el desierto "devuelven", genera ansiedad y nerviosismo. ¿Llegarán antes del corte horario? ¿Estarán enteros? ¿Cómo habrán soportado los efectos de la altura? Apenas me fui a bañar -me estaba congelando- llegó Mariana y no pude verla, al extremo que pensé que aún venía en ruta cuando me dijeron que ya estaba esperando para cenar...

Alrededor de las 22:00, con Robert disfrutamos de unas cervezas que conseguimos en el único comercio del pueblito, propiedad del cacique/autoridad municipal/padre y abuelo de varios, bien fría y a un módico precio de $ 60. Parece que tan aislados están, que ni siquiera llegan los efectos de la inflación. Ante la situación vivida durante la noche anterior, con Mauricio decidimos mudarnos a la casita de adobe donde había descansado Fernando, y que tenía dos lugares libres.

Etapa 3 - Las Papas a Punta del Agua - 33.7 Km en descenso, en 5 hs 48 min.

El recorrido fue el mismo del primer día, aunque ahora en sentido inverso. Pese a que me propuse hacerlo a ritmo bien controlado guardando energía para la larga etapa final, salí un poco más rápido que mis amigos. Alrededor de los 4 Km, me superó Robert que iba a muy buen ritmo. Recogí un buff y una visera de corredores que los habían perdido, a quienes encontré un poquito más adelante... ni siquiera se habían dado cuenta. Seguí avanzando hasta que aproximadamente a los 16 Km sentí un grito "Jota". Me doy vuelta, y eran Mariana, Milton y Mauricio, que venían cruzando el arroyo, así que los esperé y seguimos juntos durante un buen rato, hasta el último puesto de hidratación a unos 7 kilómetros de la meta.

A partir de ese punto, Milton se fue adelante con un ritmo de marcha realmente envidiable, en tanto Mariana y Mauricio quedaron un poquito atrás. Nos esperaba un muy leve ascenso con mucha arena suelta y piedras, para finalmente llegar a la meta. Estuvimos un largo rato esperando por el traslado a las Termas de Fiambalá, unos 60 Km de Punta del Agua, ya que tuvimos algunas dificultades logísticas con los vehículos de la organización.
Los vecinos prepararon un fueguito y mate, así que pudimos conversar bastante mientras esperábamos. Finalmente, en camionetas e incluso en la ambulancia, fuimos trasladados hasta el lugar donde dormiríamos esa noche, en la zona municipal de las Termas.

Después de instalarnos, con Mauricio y Robert preparamos el mate y decidimos ir hasta las termas, con un ascenso bastante pronunciado a una distancia de unos 800 metros. Hicimos "dedo", así que una camioneta que subía nos llevó hasta la entrada. Después de un buen rato conversando y aprovechando para relajar los músculos, volvimos al salón municipal. Ahí, Milton nos sugirió ir a cenar a un pequeño restaurante ubicado al lado, cosa que hicimos para evitar la enorme cantidad de corredores que compartían el salón. Sabia decisión, ya que pudimos además disfrutar de unas cervezas, y recibir el ya famoso "sandwiche de bondiola" preparado por Milton.

Poder descansar a la noche, fue algo complicado dada la enorme cantidad de gente y la existencia de un solo baño para caballeros y dos para damas, así que muy temprano en la mañana, ya estábamos levantándonos para ir a desayunar nuevamente al mismo lugar de la cena. Los corredores que largaban los 80K se habían sumado al contingente, pues también salían desde el mismo lugar, razón por la cual empezamos a ver "caras nuevas". En la previa, circuló la versión de que se iba a cortar parte del recorrido para "compensar" en algo lo que habíamos hecho de más en la segunda etapa, pero largamos sin ninguna confirmación.

Etapa 4 - Termas de Fiambalá a Fiambalá - 62 Km en 12 hs 56 min.

Temprano a la mañana, Mariana nos comentó que pensaba abandonar pues no se sentía bien. Muy posiblemente, fuera más la fatiga mental que física, como suele suceder en este tipo de competencias tan duras por etapas. Por suerte, la insistencia -en particular, de Milton- hizo efecto y decidió cumplir con todas las etapas. Largamos a las 8:00 en bajada, para tomar por senderos de arena durante unos 8 kilómetros. Robert enseguida me superó a muy buen ritmo. Llegamos al primer puesto de hidratación, ubicado al ingreso al lecho seco del río, por donde debíamos seguir hacia la derecha, rodeados por las enormes barrancas, en la más clara evidencia de lo que crece el río en época de lluvias. Durante ese largo tramo, avancé junto a un grupo de corredores argentinos, hasta que -llegando al 2° puesto de hidratación- empezó a bajar algo de agua (muy posiblemente, abrieron alguna compuerta) que generaba un barro bastante pegajoso.

Seguimos unos kilómetros más, para salir del lecho y empezar a subir hacia el tercer puesto de hidratación, ubicado en el Km 26. Cuando salía, veo llegar a Milton, así que estuvimos conversando brevemente. Seguí subiendo hacia la zona de minas a cielo abierto durante un buen trecho, complicado por las enormes piedras, arena suelta y el ascenso permanente por zonas peligrosas. Alcancé el punto más alto, y comencé a bajar para llegar al 4° puesto de hidratación, donde estaban haciendo un asado...para la gente del staff!

Seguí bajando, para salir finalmente a la ruta que lleva a las Termas, muy cerca del punto de largada de la etapa. Hice aproximadamente un kilómetro, para llegar al punto donde los corredores de 165K, 80K y 50K, ingresábamos a la izquierda para subir nuevamente por un enorme cañadón con barrancas y grandes piedras. Tenía un margen de 2 hs 15 minutos en relación a la hora de corte, y según me indicaron, debía hacer unos 6 kilómetros entre ida y vuelta (una especie de "rulo"). Avancé, para ver bien a mi derecha, al otro lado de la enorme grieta o cañadón, a los corredores que bajaban, divisando entre ellos a Robert. Lo saludé a la distancia, pero según me confesó después, no me identificó.

Subiendo siempre, llegué al punto más alto de ese tramo, donde me indicaron que debía comenzar a bajar. Consulté si registraban mi paso, y recibí respuesta negativa... No hubo ningún control, así que eventualmente alguien podría haber cortado camino y bajar antes. En fin, cosas a corregir. En ese tramo en bajada, alcancé a Jorge (otro uruguayo, fernandino) que venía bajando con bastante malestar, y a otro corredor que también venía haciendo arcadas y preocupado por el límite horario, pues se había quedado sin carga en el reloj. 45 minutos tenemos, para hacer no más de 3 kilómetros, le dije. En ese tramo, sentí que Mauricio me gritó desde el otro lado. Además de la alegría de saber que venía en carrera, le pregunté por Mariana y Milton. "Quedaron atrás", me gritó.

Fuimos bajando, para finalmente llegar al puesto con 5 minutos de margen ("en el anca de un piojo") a las 18:55. Quedaban los últimos 8 kilómetros de arena y piedras rumbo a Fiambalá, en bajada, con horario límite a las 21 horas. Enseguida encendí la linterna frontal. Pese a que siempre se veían las luces de la ciudad a lo lejos, costaba encontrar muchas de las señales, pues las cintas rojas se enredaban en las ramas y ocultaban los adhesivos reflectivos. Encontré a Mónica -la esposa de Víctor, que venía con Milton- y Gerardo -que se había quedado sin baterías en su frontal-, que conocían muy bien el recorrido, así que avanzamos en conjunto.

Finalmente, llegamos a la meta a las 20:56. Robert había llegado un rato antes, en tanto Mariana no había hecho el último tramo de 6 kilómetros en el cañadón, siendo derivada directamente a la meta, y Mauricio llegó un poquito después pues había sido cortado en el último control, al no llegar al límite horario. Andrés Montero había completado sus 30 kilómetros (que fueron 32), y Fernando continuaba en recuperación. Dado que habían solucionado su alojamiento allí en Fiambalá, decidieron quedarse en tanto los demás nos fuimos a Tinogasta -50 kilometros- donde nos alojamos en el Hostal Sisabel.
Carrerón, para todos. Con mucho aprendizaje, resulta particularmente grato seguir descubriendo estos lugares mágicos, místicos, y con gente tan especial. "La gran carrera del desierto argentino recorrió senderos de montaña y desierto, transitando por el paso de San Buenaventura, Las Papas, la denominada Ruta del Adobe, termas de Fiambalá y las altas cumbres entre caminos mineros, atravesando valles, cruzando arroyos de deshielo, ascendiendo altas montañas, cruzando un desierto de interminables obstáculos y durmiendo en pequeños poblados al pie de la Cordillera de los Andes. Puedo considerarme muy afortunado, pues no he sentido efectos de la acumulación de competencias tan duras, donde el entrenamiento consistente en Cantero Entrenamientos tiene mucho que ver. En esta oportunidad, tengo el privilegio de decir que completé una competencia en desierto sobre un total de 172 kilómetros con un desnivel acumulado positivo de 5100 metros, en un tiempo total de 35 horas 19 minutos (54° posición en la general, 14° en la categoría).

¡Salud, compañeros! Y hasta el próximo desafío.

3 comentarios:

David Vega dijo...

Imponente como siempre Hermanooo!!!
Felicitaciones una vez mas.

Marcelo dijo...

Siempre leo sus notas, para mi un ejemplo de vida a seguir ....
Ojalá la vida me lleve por esos caminos ... solo parece imposible ....
Lo felicito. por esta y por todas . las pasadas y futuras.

JOSE LUIS dijo...

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