sábado, 18 de noviembre de 2017

¡Y un día decidimos ir al Camp Base del Everest! - Los días de trekking (2a parte de una larga crónica)


“Todas sus emociones, sus sensaciones, sus percepciones, todas sus historias singulares maduran en su alma fantasiosa y desembocan un día en un texto corto que ofrece la quintaesencia de las sinestesias caprichosas: oler colores, saborear perfumes, tocar sonidos, oír temperaturas, ver ruidos. Practicar estos ejercicios confirma que viajar supone el desajuste de todos los sentidos, y luego su reactivación y capitulación en el verbo” (Teoría del Viaje, Michel Onfray)

Llegamos a Kathmandu el 24 y pudimos ya percibir el caótico tránsito de esa ciudad (pese a lo cual, no vimos ningún accidente ni discusión entre conductores). Después de un rápido desayuno, dedicamos el día a terminar de aprovisionarnos con los equipos faltantes (que conseguimos a muy buenos precios) y el 25 emprendimos el viaje en dos vehículos todo terreno rumbo a Phaplu (2.480 msnm) en un viaje por caminos absolutamente intransitables -salvo para las Mahindra Bolero- que alcanzaron los 2900 msnm, y que nos llevó 12 horas para hacer no más de 250 kilómetros. Además, nos permitió comenzar el período de aclimatación a la altura, fundamental para este tipo de experiencias, que algunos ya sufrieron durante este viaje.

Soy náufrago en el mar, y en tierra no paro de caminar (Náufrago - Cuatro Pesos de Propina)

Al día siguiente, iniciamos el trekking desde Ringmo -muy cerca de Phaplu- cruzamos por Taxshindu-lá (majestuosa puerta de entrada a los Himalayas, 3050 msnm), bajamos a Nunthala (2400 msnm) -donde almorzamos en casa de familiares de Krishna- y continuamos hasta Jublin (1650 msnm). Ese muy importante ascenso y descenso ya en el primer día, hizo que algunos de nosotros sufriéramos las consecuencias del esfuerzo, pues llegamos recién a las 18.00 horas al refugio donde nos alojamos (propiedad de un primo de Krishna). El camino estuvo plagado de cruces con caravanas de mulas cargadas (que tienen preferencia de paso, incluso en los innumerables puentes colgantes que al principio nos parecían peligrosos), niños trabajando en tareas rurales, olores y aromas novedosos.

“Táctica y Estrategia” (poema de Mario Benedetti)

Entre tantas conversaciones durante el trekking, con Juan fuimos conversando sobre mis cursos de Estrategia en el Centro de Posgrados, recordando el poema de Benedetti “Táctica y Estrategia”, y lo comprometí a que nos visite en alguno de los cursos a contar su experiencia en el ámbito empresarial. Conversamos sobre el impacto que tienen estas actividades de trekking en la montaña y las deportivas en general, sobre nuestras profesiones y actividades laborales, destacando la complementariedad y el aporte que muchas veces encontramos, y en particular la forma como se despierta la creatividad.

El 2° día de trekking, nos llevó hasta Karikhola, después de un ascenso constante. En un descanso, pudimos visitar un templo budista y conocer las innumerables estupas con sus “ojos de Buda” que todo lo observan. Subimos hasta los 3000 msnm en Karilá, para bajar a los 2700 msnm hasta Paiya, donde nos alojamos. En mi arenga inicial, recordé la frase del Gral Máximo (Gladiador), diciendo “Lo que hacemos en la vida, hace eco en la eternidad. Imaginen dónde estarán en una semana, y se hará realidad”.

“Los caminos de la vida” (Vicentico)

En el camino, cruzamos por una casa donde unos monjes (lamas) nos obsequiaron una bolsa con alimentos a cada uno. Se trataba de una ceremonia religiosa, pues cuando fallece alguien, hacen ese tipo de ofrendas a los caminantes. ¿Verdad que debemos considerarnos privilegiados? Fuimos protagonistas de una expresión pura de la religiosidad de este pueblo, de un modo para nosotros absolutamente inesperado.

En la escala, Seba disfrutó de un partido de fútbol con niños de la zona, además de Milan (uno de nuestros porteadores), y en la cena, un francés nos invitó con queso de la región en la que vive. Magia pura.

Otra anécdota, se dio en un almuerzo en Bupsa, ocasión en que pedí una cerveza. Cuando Dardo me vio, se levantó y le pidió a la cocinera nepalí, en perfecto español: “Deme una cerveza, en lo posible bien fría”… ¡Y lo entendió!!!

“Emoción, afecto, entusiasmo, asombro, interrogación, sorpresa, alegría y estupefacción, todo se mezcla en el ejercicio de lo bello y lo sublime, del cambio de hábitos y de la diferencia” (Teoría del Viaje, Michel Onfray)

En cada ocasión en que algún tema musical venía a mi mente, me ponía a cantar. Así, recorrí “Mi Revolución” y “Náufrago” (Cuatro Pesos de Propina), “Isla Patrulla” y “Orejano” (Los Olimareños), “La hermana de la Coneja”, “Durazno y Convención” y “Amor profundo” (Jaime Roos), “Los caminos de la vida” (Vicentico), "Carretera Perdida" (Buitres), “Mi lista negra”, “Así soy yo” y “Breve descripción de mi persona” (Cuarteto de Nos) e incluso algún tango. Las largas jornadas de trekking y la nostalgia hacen que estas vetas artísticas florezcan… Aunque con seguridad, mis compañeros preferían que me callara la boca (salvo algún ocasional acompañamiento cantando). Hablamos también de películas (Apolo XIII y la frase ya referida), Gladiador, 300, y nos detuvimos bastante en “Antes de partir” (“The bucket list”) con Jack Nicholson y Morgan Freeman, ya que –entre otras cosas- al final las cenizas de ambos son depositadas en el Everest “para disfrutar de la mejor vista”.

En una de estas jornadas, duras desde los sentimientos, de recogimiento y profunda reflexión recordando a mi hermana, Alejandra lo notó y me acompañó, ayudándome a “salir” con su pregunta ¿“Qué pasa, Jotita”?, su comprensión silenciosa y su abrazo cálido y maternal.

“Porque al final no recordarás el tiempo que permaneciste en la oficina o arreglando tu casa. Ve y escala esa maldita montaña” (Jack Kerouac)

Los siguientes días de trekking nos llevaron por continuos ascensos con algún descenso, más un par de días de aclimatación, cuando salimos de la zona conocida como “Solo” e ingresamos al valle de Khumbu. El ingreso a la zona budista tibetana se notó en los rasgos de las personas, a lo que se sumó la enorme cantidad de montañistas de todas partes del mundo, sherpas y porteadores cargados a más no poder, trasladando enormes cantidades de productos de todo tipo sobre sus espaldas y sujetados en la cabeza, más caravanas de mulas y yacs, y una enorme proliferación de símbolos religiosos (Mani) en piedras talladas y pintadas.

Resham firiri (canción nepalí)

A mitad de camino en el ascenso, llegamos a un lugar mítico: Namche Bazaar (3420 msnm). Fue un momento de especial recogimiento, de satisfacción plena y de profunda emoción. Es el último lugar típicamente comercial, donde pueden solucionarse todos los temas pendientes antes de emprender la parte más dura del ascenso (incluso lavandería de ropas, servicios financieros, panaderías y cafeterías). Antes de partir, como casi todos los días, estuve encargado de la arenga al grupo, que en esta oportunidad fue breve: “Compañeros, somos privilegiados, venimos de Uruguay, país con 3.4 millones de habitantes y seremos los únicos uruguayos en el Campamento Base del Everest. Disfruten intensamente el presente y recuerden que la gloria nos espera”. 

Fue un momento de emoción, lágrimas, abrazos y recogimiento, que quedará en nuestros corazones por siempre. Dice Reinhold Meissner en “Mi vida al límite” –libro que terminé de leer durante esta expedición-, que un buen compañero de montaña es alguien con quien compartir el miedo y la alegría, y con seguridad las sensaciones que compartimos, fueron un muy buen ejemplo de compañerismo. También debo destacar -como se lo señalé a Mabel- que en esos momentos extrañaba especialmente la compañía de Martín (Zanabria) y Paola (Nande), con quienes hicimos el ascenso al Cordón del Plata.

“No estamos haciendo deporte. No estamos jugando. No se trata de religión. Pero somos deportistas. Nos jugamos y vivimos a pleno. Nos encomendamos a nuestros dioses, o duendes, como quieran llamarlos. No corremos peligro de muerte, pero es una posibilidad, y por eso nos cuidamos. Nos responsabilizamos entre nosotros. Todos para uno, uno para todos. Nuestra vida ya no es la misma. Somos hermanos. Nos espera un sueño. Allá vamos. ¡U-u-u-Uruguay!”

Seguimos ascendiendo a Portshe (3850 msnm), un milenario pueblito agrícola, que se mantiene casi sin cambios ubicado en una altiplanicie protegida de los vientos por las montañas que la rodean. El siguiente paso fue Pangboche, Somare y Dingboche (4330 msnm), sintiéndonos todos bastante bien, pero ya sintiendo el frío reinante, al extremo que a partir de las 15.00 horas se vuelve muy difícil permanecer al aire libre. El día siguiente fue nuevamente de aclimatación, ya que subimos hasta los 5076 msnm (Dingboche Ri) para volver a bajar.

En la siguiente etapa, cruzamos por Thukla (4620 msnm), llegamos al Memorial que recuerda a quienes perdieron la vida en la tragedia de 1996 -un momento mágico, sobrecogedor- , donde cada uno de nosotros nos sentimos en paz y armonía. Las fotos obligadas con los grandes nombres de la expedición al Everest, ocuparon gran parte del tiempo: Scott Fischer, Rob Hall …  El camino nos llevó a Pyramid, 5050 msnm, donde nos alojamos en el lodge con forma de pirámide que fue centro de investigación italiano. A las 14.30 empezó a nevar.

Ya estábamos muy cerca de la meta tan ansiada, así que en el aire se palpaba la emoción y alegría. A la mañana siguiente, salimos rumbo a Gorak Shep (5170 msnm), escala previa al Camp. Base. Salvo algunas molestias puntuales, la gran mayoría nos sentíamos bien. Nos alojamos, preparamos la "mochila de ataque" con el abrigo e hidratación necesarios, y salimos al asalto del Campamento Base.


Culmina en una próxima entrega...

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