NUEVE GLADIADORES
EN LA MONTAÑA – ULTRA TRAIL DE SERRA FINA 2013
En ocasión de mi primera “Misión”
disputada en diciembre/2011 en San Martín de los Andes, me llevé una remera que
dice: “I run La Misión. My name is Gladiator”, y creo que ello resume muy bien
las características de este tipo de carreras.
Cuenta la historia que hubo nueve
tipos de gladiadores (Andabatae, Equites, Hoplomacus, Mirmos, Reciarius,
Retiraii, Secutors, Samnita y Tracius). Esta cantidad me pareció
particularmente aplicable a la experiencia que tuve el honor de compartir con
otros ocho compañeros durante el pasado fin de semana en Passa Quatro, Minas
Gerais, en ocasión de la disputa de la primera edición de la Half Mision en
Brasil. El formato fue desarrollado por “Guri” Aznárez (creador de serie La
Misión), y tuvo su primera aplicación en la Serra Fina, gracias a la
co-organización de Sidney Togumi, un grande (de tamaño chico) en esto de las
carreras de aventura.
Descartamos la participación en
la Half Mision del Champaquí (Córdoba) disputada el 22/09, fruto de la cercanía
con otras carreras, y en particular por la coincidencia con la Maratón de Punta
del Este. Hacia San Pablo partí el 10/10 junto a Paola Nande, Andrea Ayala, Douglas Hernández, Wilson Guillén,
Elbio Carrasco y Martín Zanabria, sumándose al mediodía del viernes 11
Alejandro “Caroteno” Chabalgoity (proveniente de Boston, donde había
participado en un congreso) y a la noche Jorge Nin.
La experiencia del viaje de ida
fue “interesante” así que merece un capítulo especial. En San Pablo alquilamos
dos vehículos, para salir aproximadamente a las 9:00 AM rumbo a nuestro
destino. Cuando tomamos la Rodovía Presidente Dutra con rumbo a Río de Janeiro
(la entrada a Passa Quatro queda sobre esa ruta), los ocupantes del otro vehículo
(Wilson, Elbio y Andrea) siguieron de largo… Estacionamos unos metros más
adelante y nos comunicamos por teléfono para indicarles que los esperábamos,
pero nos dijeron que iban a seguir y que nos encontraríamos en el camino o en
el destino. Después de un par de escalas, arribamos a Passa Quatro –una
preciosa ciudad de 18.000 habitantes a 900 msnm llegando a la Serra da
Mantiqueira- aproximadamente a las 12.30 horas, para instalarnos en la Pousada
Tía Ana. Después de algunas dudas, nos fuimos a almorzar, donde encontramos a
los organizadores de la carrera. Dudamos si esperar a nuestros compañeros, pero
finalmente el apetito pudo más. Cuando estábamos terminando, llega un mensaje
que dice: “estamos en la iglesia”, ante lo cual Douglas y Martín salieron a buscar
a nuestros compañeros. No los encontraron… hasta que un nuevo mensaje decía que
se habían equivocado de ciudad y estaban en Santa Rita de Passa Quatro (San
Pablo), a unos 300 kmts.
Después de una siesta reparadora,
los nervios nos fueron ganando. En la noche fuimos a cenar un “rodizio” de
pizzas con cerveza artesanal al restaurante “Seis e meia” recomendado por el
Guri, para posteriormente ir hasta la rotonda de entrada a Passa Quatro a
esperar a los compañeros que venían en viaje. Cerca de las 23:00 hs un vehículo
policial se detuvo detrás de nosotros, y cuando me acerqué un policía armado
con metralleta me ordenó no hacerlo. Solicitó documentos y ordenó que los otros
dos ocupantes (Martín y Paola) que dormían en el auto, bajaran. “Abran las
camperas”, dijo, para preguntar si llevábamos armas… cuando le expliqué la
razón por la cual habíamos ido a Passa Quatro y qué estábamos haciendo allí, se
retiraron tranquilos. Surrealista, pero entendible para lugares en los cuales
es habitual la presencia de “bandidos y criminosos”. Finalmente, nuestros
compañeros llegaron después de un viaje de unas 15 horas, cuando ya
sospechábamos que habían sido secuestrados. Sobre las anécdotas de su viaje,
corresponde que las cuenten ellos.
El viernes 11 por la mañana,
disfrutamos de un excelente desayuno “casero” con las delicias de la cocina
“mineira” preparadas por la esposa de José Roberto, el dueño de la posada. Al
mediodía llegó Caroteno y nos fuimos a almorzar al restaurante Villa Cumini.
Enseguida, retiramos los kits de carrera y estuvimos conversando con Sidney
sobre las condiciones de la carrera. En lo personal, creo que fue el primer
error, pues recibimos la opinión de un experto en el terreno, que de alguna
manera me llevó a asumir que esos comentarios eran aplicables a nuestras
condiciones (que distamos mucho de ser "expertos"). “No menos de 5 grados de temperatura”, señaló, “y un terreno
complicado con dos subidas grandes a 2800 msnm (Pedra da Mina) y 2300 msnm
(Tijuco Preto) con descensos muy técnicos”. Minimicé esas dificultades, cosa
que me terminó complicando la carrera, como verán.
En
la mañana del sábado 12, nos dedicamos a terminar los preparativos después de
un muy buen desayuno, para emprender el camino a la zona de largada frente a la
plaza de Passa Quatro. Unos 300 corredores se dieron cita en ambas distancias
-40 y 80 km- siendo finalmente 132 los que largamos la Half Mision exactamente
a las 11:00 AM por las adoquinadas calles de la ciudad rumbo al camino de
tierra que lleva al Refugio Serra Fina.
En los primeros 5 kmts de ese
tramo, fuimos avanzando tratando de no separarnos mucho entre quienes habíamos
previsto hacer la carrera a similar ritmo (Paola, Andrea, Caroteno, Elbio y
yo). A partir de allí, iniciamos una larga subida de 9 kmts sobre un camino de
tierra, en un trecho poco técnico, para arribar al refugio Serra Fina (1500 msnm) después
de recorrer unos 14 kmts. en unas 2 hs 45 minutos, punto donde había un puesto
de hidratación pero que no utilizamos ya que llevábamos buenas reservas en
nuestras mochilas. El panorama ya era espectacular hacia cualquier punto que se
mirara, así que la cámara de fotos iba registrando nuestro avance. A partir de
allí, la subida se hizo un poco más sostenida, para llegar al arroyo donde nos
recomendaban recargar las mochilas de hidratación, ya que nos esperaba un mínimo
de 3 horas hasta el siguiente puesto (que en realidad, fue más).
Siguió un camino en fuerte
subida, por dentro del monte, con trillos para una sola persona, incluso con
tramos donde la organización había colocado cuerdas para ayudar a subir.
Nuevamente nos fuimos separando en ese terreno particularmente “técnico”, que
hacía sentir bastante las piernas. Allá por las 17.00 horas, paramos a
abrigarnos pues el frío y el viento se hacían sentir bastante. Me coloqué la
camiseta “2ª piel” y después de sacar fotos, seguimos subiendo, para llegar a
los 2450 msnm de “Capim Amarelo”. Allí me detuve un ratito para ver llegar a
mis compañeros, volver a ingerir algún alimento y abrigarme nuevamente, ya con
la remera térmica y la campera cortaviento que había llevado.
De Capim Amarelo hasta el punto
más alto –Pedra da Mina, a 2800 msnm- nos esperaba un trecho muy técnico, con
trillos por el filo de las montañas, bajando algo y subiendo mucho, tramo donde
nos agarró la bajada del sol. El frío se hacía sentir bastante, así que empecé
a cuestionar mi estrategia de llevar poco abrigo… El frío en los dedos se hacía
sentir, así que me puse los guantes finos por debajo de los de dedos cortados
que llevaba. En este tramo, nuevamente me despegué de mis compañeros, pese a
que escuchaba sus voces un poco más atrás, en particular en los filos de la
montaña amplificados por el silencio reinante.
Ya
con la oscuridad de la noche, emprendí la bajada de Pedra da Mina. Sin dudas,
es lo más peligroso que debo haber enfrentado, ya que el recorrido plagado de
piedras (que muchas veces no se veían por la gran cantidad de vegetación que
cubría el sendero), más el declive del terreno y algunas zonas de tierra algo
húmeda, con grietas formadas por el agua de lluvia cuando baja, lo hacían particularmente difícil. Recordaba las recomendaciones de
Sidney Togumi en la charla previa, diciendo que nadie intentara “ganar” la carrera en
ese tramo ya que casi seguramente se llevaría una lesión seria. En ese tramo,
empecé a sentir una fuerte molestia estomacal, que me llevó a no ingerir ningún
alimento sólido y muy poco líquido (ya que solamente tenía Gatorade y agua con
Clight, y temía vomitar, como sucedió con algunos), hasta que llegué a un
arroyo donde pude tomar mucha agua y empezar a sentirme algo mejor. Eso sí,
resbalé y me mojé los pies, así que el frío ahora se sentía también “desde
abajo”. Maldecía mi decisión de llevar esa campera, pues no “respira” así que
condensaba el calor del cuerpo y terminaba bastante mojado. Con muchísimo
cuidado, tratando de no sufrir ninguna consecuencia negativa, fui bajando de la
montaña hasta que alcancé una zona de monte bastante suave, que corría al
costado de un arroyo.
Me preguntaba qué sería de mis
compañeros en la noche, con quienes habíamos previsto ir juntos, así que empecé
a pensar en detenerme a esperarlos para apoyarlos en su búsqueda de la meta y
los 2 puntos para competir en la CCC del Mont Blanc, con una mezcla de
sentimiento de culpa por haberme ido adelante, de responsabilidad por su
“suerte” y a la vez de preocupación pues si yo estaba sufriendo esas
circunstancias, con seguridad ellos también lo estaban padeciendo. Avanzaba en
la más absoluta soledad, acompañado un par de veces por una extraña ave que
estaba en el medio del camino con unos colores espectaculares y una muy larga
cola, que levantaba vuelo cuando me acercaba. Tuve suerte, pues un venezolano
me comentó que se cruzó con una víbora.
Alrededor de las 00.45 ya del
domingo, llegué a la Fazenda Paiolinho (1500 msnm) con 38 kmts de competencia,
donde había un puesto de la organización que ofrecía sopa y té caliente. Ingerí
dos vasos de sopa, lo que me permitió recuperar mi estómago. Decidí detenerme
allí a esperar a Paola, Andrea, Elbio y Caroteno. En cuanto empecé a enfriarme,
le pedí a los del puesto para subirme a su camioneta a efectos de mitigar el
frío. Sentía voces de corredores que llegaban, y en tanto algunos abandonaban,
otros continuaban su camino. Finalmente, cuando escuché hablar en español, me
bajé de la camioneta para encontrar al venezolano y su esposa, que se habían
detenido. En tanto ella continuó el camino, este compañero decidió tomar un
antiinflamatorio pues se había hecho un esguince y estaba esperando para que el
medicamento le hiciera efecto. A las 2:05 decidí seguir mi camino, para
intentar recuperar el calor del cuerpo, cosa que pude conseguir después de unos
10 minutos de trote sostenido por un camino de tierra bastante plano por unos
12 kilómetros en la más absoluta soledad.
Esta excelente imagen fue tomada por la cámara de Paola, cuando nos detuvimos en Capim Amarelo a 2300 msnm. Digna de National Geografic, no?Como se puede apreciar, aquí hay un tramo con cuerdas para ayudar a subir, en la parte más trabada de la subida a Pedra da Mina.
Si antes me había afectado el
frío, ahora fue la hora del ataque del sueño. Impresionante, como nunca había
sentido, al extremo de que me dormía caminando. Intentaba mantenerme alerta por
todos los medios, cantando en voz alta, tomando agua, golpeándome la cara, pero
nuevamente tropezaba y sentía que caía fruto de que me había dormido. No veía a
ningún corredor ni delante ni atrás. Finalmente, con bastante frío y poco
después de las 5:00 AM llegué a la entrada del PC ubicado en la Reserva IBAMA,
donde completé los 50 kmts, con unas 18 hs 30 min de carrera aproximadamente.
Pedí algún café o té caliente, pero lo único que había era agua. Decidí
nuevamente detenerme a esperar a mis compañeros, ante lo cual me quedé dormido…
Unos 45 min después, ya con el sol apareciendo, llegó una camioneta de la
organización a buscar a una brasileña que estaba en el puesto, pensando en abandonar.
Mis compañeros seguían sin aparecer, pero al menos tenía noticias de Paola y
Andrea, con quienes había intercambiado mensajes y me habían avisado que
estaban en camino al puesto donde estaba yo, donde llegarían en aprox 1 hora 30
minutos.
Ante la decisión de la brasileña
de abandonar, mis compañeros que no llegaban, el frío que sentía, las 8 horas
estimadas para completar la carrera y la enorme dificultad del recorrido que me
faltaba (“más complicado que la subida y bajada a Pedra da Mina”, me dijo el
del puesto) , decidí darme por vencido. Fue una decisión que me costó, pero una
vez que valoré los distintos aspectos –en particular, que no necesitaba los 2
puntos para el Mont Blanc, pues ya los tengo-, entendí que era preferible
preservar el físico y no hacer sacrificios inútiles. Ante ello, la brasileña
rompió en llanto, diciendo que nunca había abandonado y que estaba esperando
que yo decidiera continuar, para ir conmigo… Le ofrecí acompañarla –yo tampoco
quería seguir solo, como ya lo había hecho durante la noche y toda la
madrugada-, pero finalmente primó la cordura y decidimos irnos en la camioneta
hasta la plaza de Passa Quatro.
Aproximadamente una hora después
llegaron Paola y Andrea, que también habían abandonado en el mismo punto, ante
la perspectiva de llegar después del cierre de las 14.00 hs. y no obtener los
puntos. Elbio Carrasco abandonó también en el mismo punto un poco después, en
tanto Caroteno lo había hecho en la Fazenda Paiolinho.
Nos tiramos al sol en la plaza, a
esperar a nuestros cuatro compañeros gladiadores que seguían en carrera. Y hete
aquí que la historia reconoce a cuatro grandes gladiadores:
- - Cornelio Escipión “El Africano”, que
perfectamente podría ser Jorge Nin, el primero de los uruguayos en llegar, con
una sonrisa de oreja a oreja, en un excelente tiempo de 20 hs 51 minutos.
- - Espartaco, que podría ser Martín “Zorro”
Zanabria, por su preparación física y liderazgo,
- Diocles “El Hispano”, que podría ser Wilson
Guillén, por la gran cantidad de “batallas” en las que ha vencido, y
-
Marcos Valerio “Hispánico” (a quien interpretó
Russell Crowe en “Gladiator”), Douglas Hernández, por su fortaleza y entereza
para “llevar” a sus compañeros en los tramos más duros.
Estos tres llegaron juntos,
desplegando la bandera uruguaya con enorme orgullo, en un tiempo total de 24
horas 29 minutos. ¡Qué alegría fue poder ver llegar a estos “gladiadores” entre
los aplausos de la gente en Passa Quatro!
Como podrán apreciar, las compañeras Paola y Andrea estuvieron descansando un rato, cómodamente instaladas en la placita de Passa Quatro en tanto esperábamos a nuestros compañeros...
De los 132 que largamos,
completaron el recorrido unos 70 competidores. Las anécdotas post-carrera
fueron motivo de amplias conversaciones durante el almuerzo que compartimos en
el restaurante Villa Cumini, y en la noche en el “Seis e meia” compartiendo una
buena torre de cerveza.
El retorno fue todo tranquilo
-sin gente perdida en el camino- , así que a las 15.00 horas del lunes
estábamos en Montevideo.
Cometí errores “imperdonables”
para alguien con la cantidad de carreras de aventura como las que tengo, a los
cuales ya me referí expresamente, a lo que agrego la decisión de “detenerme” en
la noche un par de veces, que me llevaron a sufrir un frío terrible. “Hacé tu
carrera”, diría Pablito Lapaz, pero en esta instancia me pareció más importante
esperar a mis compañeros para tratar de apoyarlos en los momentos más duros,
cosa que finalmente no se pudo concretar. Una decisión “inteligente” creo que
fue la de abandonar, en el momento en que lo hice. Así me lo hizo saber el
Profe Mauricio Ramírez, cuando le comenté: “Excelente decisión. No tenés que
demostrarle nada a nadie, pues ya lo has hecho todo, y más vale preservar el
físico que lesionarse inútilmente”, me dijo.
Es indudable que me queda un
sabor amargo por haber “incentivado” a estos compañeros a participar en la Half
Mision, seguro de que íbamos a alcanzar la meta, y haber fallado en el intento.
En cierta forma, también me siento frustrado por no haber estado a su lado en
los momentos más críticos, apoyándonos mutuamente, cuando se supone que tengo
bastante más experiencia que los demás en esta disciplina. Es claro que dirán
que son todos grandes y que no necesitan un apoyo de ese tipo, pero es la sensación
de amargura que me quedó, pues en algún momento pasé por momentos como los que
ustedes con seguridad pasaron, y el apoyo de algún otro competidor “me salvó”
una carrera. El tiempo me dará la oportunidad de remediar en algo esta sensación
de deuda y retribuirles la enorme dicha que me hicieron vivir durante estos
días.
Finalmente quisiera compartir
algunos comentarios (e intimidades) de mis “hermanos de la vida”, que creo
traducen muy adecuadamente algunas de las sensaciones vividas (no voy a referir
a todos los comentarios, pero sepan que me conmovieron “hasta el tuétano”, y
discúlpenme por hacerlas públicas, pero creo que es necesario que los demás
conozcan la calidad de personas que son):
-
“Caroteno”
“Caroteno”
En
Serra Fina, más o menos a la altura del kilómetro 35, en plena noche y en medio
de la bajada desde Pedra da Mina a Paiolinho, llegué a la conclusión de que
había encontrado mi límite. Las ultra maratones no eran para mí y como me
estaba sintiendo ahí me lo demostraba. Mi estado físico daba bárbaro para
maratones e incluso para actividades de distancias largas pero en varios días,
tipo El Cruce, pero no para estas ultras non-stop. Me dije a mi mismo que tenía
que despedirme de La Misión, la CCC y esas cosas que circulaban en los mails de
mi nuevo grupo de amigos, todos desquiciados con las carreras, que arreglaban
al mismo tiempo la logística de la Half, de la completa y del futuro Mont
Blanc.
Yo
sabía que no me había preparado adecuadamente para esta carrera: ausencia casi
total del entrenamiento sistemático que había hecho para actividades
anteriores, un mes anterior con afección respiratoria y un estado general de
salud bastante malo, más congreso en la semana previa que incluyó 14 horas de
avión y poca o ninguna dormida buena en las 48 horas previas a la carrera. Sin
embargo tenía el antecedente de haber corrido la maratón en la Antártida sin
ninguna preparación y en condiciones calamitosas y la había superado bien. Me
había dicho entonces, que probablemente iba a ser el último, y por lejos, en
llegar a la meta, pero como de la organización decían que se podía hacer
caminando, tarde o temprano iba a llegar.
Ahora en medio de la noche en la montaña esos sentimientos se habían sustituido por la sensación de que hasta ahí daban mis capacidades. Y por encima de todo me invadía un enorme sentimiento de frustración y enojo conmigo mismo. No por la carrera, que ya a esa altura no me importaba, sino porque estaba arrastrando en mi situación a un compañero que seguramente podía estar haciendo las cosas mucho mejor de los que la estaba haciendo por acompañarme. Y realmente ese era el sentimiento que me tiraba más para abajo. Porque si mis opciones me embromaban sólo a mí, no era mayor drama; siempre he pensado que si "yo me las guiso, pero también yo me las como" está todo bien, porque significa que el único que se embroma soy yo. Pero ahí la cosa era distinta, mi falta de preparación le estaba afectando directamente a Elbio, y concluí entonces que tenía que olvidarme de asumir más de estas actividades, al menos en grupo. Yo quería liberar a mi compañero de la carga, pero Elbio con un grado de solidaridad que me emocionó, desperdició su carrera para cargar conmigo y que no quedase solo en la montaña. Con ese sentimiento de bronca-desánimo-desesperación recorrí los últimos kilómetros hasta Paiolinho donde allí si podía liberar a Elbio, y ahí terminé mi carrera con la sopa caliente.
Al otro día, ya terminada la carrera, bañado, descansado y comido, volví a pensar en todo ello, y si bien la vergüenza y bronca conmigo mismo no había disminuido ni un poquito, empecé también a pensar que tal vez la forma más adecuada de agradecer la solidaridad que me habían dado, no era simplemente exteriorizando mi autocrítica sino que tal vez, lo correcto era comprometerme a hacer algo reparador. Fue así que conversando con los organizadores previo a la cena, le dije a Elbio, que teníamos que volver, esta vez a derrotar nosotros a Serra Fina, que prepararme adecuadamente y lograrlo en conjunto, iba a ser mi forma de compensar lo del día previo.
Y a partir de ello, todo empezó a cambiar. En forma estrepitosa, pasé a ritmo acelerado del "nunca más", al "seguro que alguna vez lo vuelvo a intentar", hasta que en las horas de espera en Sao Paulo, empecé a bajar de todos lados información de cómo prepararse para una ultra maratón de montaña, y llegué a mi casa contando cuales van a ser mis próximos desafíos ultra y cuál es mi plan de entrenamiento. Ahora estoy contando los días de descanso obligado para poder comenzar a entrenar.
Supongo que en la montaña golpeé el famoso Muro que hasta ahora no había conocido. Tengo certeza que los compañeros en forma individual y el grupo en colectiva, evitaron que dicho Muro se me cayera encima y me aplastase.
Estoy de vuelta, y con ganas de empezar a preparar la próxima.
Ahora en medio de la noche en la montaña esos sentimientos se habían sustituido por la sensación de que hasta ahí daban mis capacidades. Y por encima de todo me invadía un enorme sentimiento de frustración y enojo conmigo mismo. No por la carrera, que ya a esa altura no me importaba, sino porque estaba arrastrando en mi situación a un compañero que seguramente podía estar haciendo las cosas mucho mejor de los que la estaba haciendo por acompañarme. Y realmente ese era el sentimiento que me tiraba más para abajo. Porque si mis opciones me embromaban sólo a mí, no era mayor drama; siempre he pensado que si "yo me las guiso, pero también yo me las como" está todo bien, porque significa que el único que se embroma soy yo. Pero ahí la cosa era distinta, mi falta de preparación le estaba afectando directamente a Elbio, y concluí entonces que tenía que olvidarme de asumir más de estas actividades, al menos en grupo. Yo quería liberar a mi compañero de la carga, pero Elbio con un grado de solidaridad que me emocionó, desperdició su carrera para cargar conmigo y que no quedase solo en la montaña. Con ese sentimiento de bronca-desánimo-desesperación recorrí los últimos kilómetros hasta Paiolinho donde allí si podía liberar a Elbio, y ahí terminé mi carrera con la sopa caliente.
Al otro día, ya terminada la carrera, bañado, descansado y comido, volví a pensar en todo ello, y si bien la vergüenza y bronca conmigo mismo no había disminuido ni un poquito, empecé también a pensar que tal vez la forma más adecuada de agradecer la solidaridad que me habían dado, no era simplemente exteriorizando mi autocrítica sino que tal vez, lo correcto era comprometerme a hacer algo reparador. Fue así que conversando con los organizadores previo a la cena, le dije a Elbio, que teníamos que volver, esta vez a derrotar nosotros a Serra Fina, que prepararme adecuadamente y lograrlo en conjunto, iba a ser mi forma de compensar lo del día previo.
Y a partir de ello, todo empezó a cambiar. En forma estrepitosa, pasé a ritmo acelerado del "nunca más", al "seguro que alguna vez lo vuelvo a intentar", hasta que en las horas de espera en Sao Paulo, empecé a bajar de todos lados información de cómo prepararse para una ultra maratón de montaña, y llegué a mi casa contando cuales van a ser mis próximos desafíos ultra y cuál es mi plan de entrenamiento. Ahora estoy contando los días de descanso obligado para poder comenzar a entrenar.
Supongo que en la montaña golpeé el famoso Muro que hasta ahora no había conocido. Tengo certeza que los compañeros en forma individual y el grupo en colectiva, evitaron que dicho Muro se me cayera encima y me aplastase.
Estoy de vuelta, y con ganas de empezar a preparar la próxima.
- Martín (“Zorro”)
Ay.... hermanos de la puta montaña... qué decir para mitigar un poco
esos sentimientos. Simplemente decirles que los veo más grandes que antes, más
amigos, más humanos, más hombres, más mujeres, más valientes, más libres y no
saben la alegría que nos embargó al verlos en la línea de llegada... felices
por nosotros..... estoy muy orgulloso de haberlos conocido. No quiero perder a
ninguno de ustedes, porque hemos demostrado que estamos hechos de lo mismo y
cuando quieran ir por la revancha a la PUTA DA SERRA O A LA PUTA FINA, cuenten
conmigo.
-
Elbio
Elbio
Luego de más de 20 horas de marcha ininterrumpida, un ascenso y
descenso a 2800 mts., debí admitir que
había sido superado por la montaña, Serra Fina pudo más y en el km 50 di por
finalizada mi travesía. El verbo superado es el adecuado porque no me sentí
vencido, la diferencia es clara, superado por no llegar a tiempo claramente
superado, vencido no, ya que mi espíritu no se quebrantó, no logro quebrarme la
montaña aunque me enseñó nuevamente, la espiritualidad en la noche oscura por
momentos peligrosa era palpable, allí estaban mis muertos queridos, mis
afectos, mis temores, mis grandezas y mis miserias, todo allí en la noche y la
mañana me sorprendió cansado pero feliz, la razón me decía que el tiempo había
pasado y no lograría alcanzar el objetivo a tiempo, el corazón empujaba y
transité entre trote, cánticos y autoaliento 15 kms más, empujando, empujando.
No logré diferenciar de donde venía la fuerza aunque definitivamente no era física,
enfrentado al último reto y a sabiendas de que la suerte ya estaba echada, la
razón mando a parar, no tenía sentido exponerse, ya vendrían otros desafíos, ya
tendría otras oportunidades, en definitiva ya había aprendido de qué estaba
hecho, no tenía más nada que probar, solo restaba tener la humildad para
aceptar los hechos, el valor para no doblegarme y la gratitud por la
experiencia y los amigos, titanes ellos y ellas, cosechados....de eso se trata
de crecer, sembrar y cosechar, por eso volví con el alma brillante y
pipona....y por eso lo comparto y parafraseo al poeta "Si alguna vez me siento
derrotado renuncio a ver el sol cada mañana"
Dedicado con el corazón y el alma a Wilson Guillen, Jorge Xavier, Paola
Nande, Andrea Ayala, Jorge Nin, Douglas Hernandez, Martin Zanabria, Alejandro
Chabalgoity y a la Montaña...
-
Paola
A pesar de que no pude completar los 80k, me
vuelvo contenta!!! Fue una carrera súper dura, nunca me imaginé con lo que me
iba a encontrar, y a pesar de eso exprimí hasta lo mejor de mí. Pasé por varios
estados, emoción, cansancio, dolor, fatiga, mareos, ganas de vomitar, mucho
sueño en los últimos kmts, y hasta la sensación de sentirme afiebrada, con las
defensas bajas, pero siempre con el mejor humor.
Para mi
sorpresa mi madre comenzó a mandarme msj de texto alentándome!!! increíble!!
Los últimos 15 kmts fueron agotadores, e interminables, me invadió un sueño
incontrolable, caminaba dormida, veía doble, y hasta llegue a ver cosas que no
había!!! No hay nada peor que querer dormir y no poder! Pero mi cuerpo seguía
en marcha, deseando llegar al próximo puesto de control para comenzar el
segundo ascenso, a 2300 mts de altura. Pero llegando al kilómetro 50, a las 6
am, junto a Andrea Ayala, nos encontramos con que lo que se venía era más duro
que todo el resto. Tardaríamos cerca de 11 horas en subir y bajar de la
montaña, a esa altura ya no nos daba el alimento para aguantar tantas horas. EL
CUERPO Y LA MENTE LO TENÍAMOS queríamos hacerlo!!! pero no nos daban los
números, se volvería inhumano, y ya no valía la pena tanto esfuerzo, ya que
llegaríamos fuera de tiempo. Por eso con una rabia enorme, pero conscientes de
que era lo mejor para nuestros cuerpos dimos por finalizada nuestra carrera en
el kmt 50 con 20 horas 17 minutos de marcha constante. Me siento privilegiada
de tener el cuerpo y la mente para hacer esto, que me lleva a lugares que de
otra manera no podría llegar. Y lo más lindo de todo, es poder compartir esta
experiencia con otros "locos" como yo. Me siento feliz por mis
compañeros que finalizaron la carrera!!! unos grososs!!!
Ahora lo que se viene son entrenos más duros
y mejores estrategias!!! Voy por la revancha!!!! Iuuuujuuuuuuu!!!!
- Andrea
Es bueno conocer nuestra real dimensión, limitada,
pequeña, insignificante en la naturaleza, con la diferencia que poseemos un
ALMA, que lucha y no se rinde, que ve más allá de lo que tiene ante sus
narices, y que sabe reconocer que todo, absolutamente todo, tiene un lado
positivo, una finalidad, que muchas veces no vemos en el momento de los
acontecimientos.
Yo sé muy bien cuál era el destino final de esta
carrera, y no era el arco de llegada, no eran los 50 ni los 80k, sino vencer
los propios demonios, conquistar la capacidad de frustración, y aprender que
hay cosas más importantes que colgarse una medalla, que se oxida, que se
olvida, que cuando muera quién sabe dónde va a ir a parar, que es el compañerismo,
el poner de lado el ego para dar lugar al nosotros, más grande, más completo,
más humano.
- Wilson
Siempre empecé los mails para ustedes poniendo Estimados, a partir de ahora
no puedo menos que poner Amigos o Hermanos, porque así los siento. Después de
lo comenzado a vivir en El Cruce y de lo
recientemente vivido en Serra Fina, los siento a todos de forma diferente.
No solo funcionamos bien como grupo sino que todos mostraron su lado más
humano, en la alegría o en la desazón. Y
ya que aquellos que han escrito sus sentimientos sobre lo que pasó me
hicieron emocionar, me gustaría expresar también lo que yo sentí. Nunca
había corrido más de 42 k y tampoco había siquiera imaginado que el desafío que
íbamos a enfrentar era de tal magnitud. A veces es bueno no saber para no
echarse atrás de antemano. Y como ninguno de nosotros jamás dudó en enfrentar
aquello que no conocíamos, ya empezamos todos siendo ganadores.
Fue una experiencia increíble, un desafío enorme tanto físico
como emocional. Por momentos creí que no podría llegar y tuve momentos en los
que me quebré emocionalmente cuando ya el físico no me respondía y no podía siquiera
levantar la pierna para trepar a una roca. Llegué a la cima de la Serra Fina, antes
de empezar el último descenso, casi arrastrándome, justo a las 5:30 de la
mañana y la naturaleza me regaló un amanecer en la montaña que nunca
olvidaré: las nubes por debajo mío, los picos de montaña asomando entre las
nubes y el sol asomando por detrás de la montaña y coloreando las nubes de
dorado en un cielo azul intenso. Ya no tenía casi agua, sentía seca la boca y
seguramente estaba algo hiponatrémico. Mi aspecto debía ser lamentable porque el muchacho del último
control me dio un paquete de galletas Club Social (bien saladas!) que me
revivieron. Comencé el descenso hacia el Refugio casi arrastrando los pies y
cuando faltaban unos 15 k sentí una de las mayores alegrías de esa mañana, las
voces de Douglas y Martín que me alcanzaron. Si no hubiera sido por ellos
realmente no sé si podría haber terminado a tiempo, ¡Douglas nos arrastró a un
paso de mariscal con bastón de mando y todo! Un paso que apenas podía seguir,
pero que me obligué a continuar para no ser un lastre para ellos. Desde que me encontraron
me dijeron: llegamos a la meta los 3 juntos así que vení con nosotros. Con
hermanos así se puede llegar a cualquier lado!!!
La última noche en Passa Quatro estuve a punto de proponer un brindis en la
cena, un brindis por varios motivos. No lo hice esa noche pero creo que nunca
es tarde. Quiero proponer un brindis:
- - en primer
lugar por mis amigos del auto que recorrió 720 km y conoció los 2 Passa Quatro
(todavía nos falta uno !!). Por Andrea y Elbio , que nunca perdieron el humor y
la buena onda, a pesar del error del conductor. Con ustedes viajo hasta el fin
del mundo!
- -
por el
grupo que se formó en El Cruce, que me abrieron el mundo del trail y de la ultramaratón y que transformaron mi carrera de despedida de las maratones, en el inicio de nuevos desafíos, por Paola, Caroteno, JX,
Martín, Jorge Nin, Elbio, Andrea (y aunque no estuvieron ahora, por Fernanda y el flaco Falero!)
- por Douglas a quien no conocía y me alegro de haberlo hecho, terrible tipo que me arrastró hasta la meta y fue un aporte excelente para el grupo (bolso además!),
- por Douglas a quien no conocía y me alegro de haberlo hecho, terrible tipo que me arrastró hasta la meta y fue un aporte excelente para el grupo (bolso además!),
- -
y
finalmente por todos nosotros, los que tuvimos medalla y los que no tuvieron,
porque todos fuimos ganadores desde antes de empezar y porque como puse en una
foto del Facebook: Un esfuerzo total es una victoria completa!!! Y todos
hicimos ese esfuerzo.
- Jorge N.
Salieron nomás los 80 k de montaña, lo más duro que he visto 20:51hs casi
un día de carrera, viento, frío, hambre, y sólo una sopita quente para nos a la
mitad del camino, igual valió la pena, sin duda
-
Douglas
Hasta ahora nunca había escrito una crónica de
carrera, pero hay algo que me dice que llegó el momento: El último fin de
semana participé en la Half Mision 80K de Serra Fina en Passa Quatro, Minas
Gerais.
He participado en varias maratones e inclusive en 60K en las sierras de
Córdoba, en los 84K de la Patagonia Argentina donde estuve 14 hs. corriendo,
caminando, etc. y supe disfrutar mucho por varias razones, entre otras cosas
porque era la revancha de "El Cruce de los Andes" al cual no pude ir
por lesión y no me permitió conocer a la mayoría del grupo que ahora sí pude
compartir, porque era mi primer ultra, etc.
...
A Paola, Andrea, Martín, Jorge X, Wilson y Elbio, el viernes se nos sumó
Alejandro y Jorge N para completar los 9 integrantes uruguayos que participamos
en esta media misión. Algunos participantes no pudieron culminar el recorrido,
antes de hacer los comentarios de la carrera quiero decir que TODOS GANAMOS,
principalmente porque estoy casi seguro que todos de una forma u otra hubieran
completado el recorrido si no hubieran puesto el tope de 26 hs., pero sin el
casi seguro, la mayoría y no sé si todos llegaron al PC del KM. 50 y en esta
carrera llegar al Km. 30 y la cima de la montaña ya era toda una hazaña.
Prácticamente todos estuvimos más de 20 horas en la montaña, el que no comparte
esta locura es obvio que es difícil que lo entienda, no entienden como alguien
puede ir a pasar hambre, frio, sentirse mal a causa de nauseas (probablemente por
los 2.800 mts. de altura que hubo que subir con el esfuerzo físico), no se
imaginan lo que es sacarse un guante y no poder ponerse una campera por el
viento, porque los dedos están congelados y no los sientes, porque la montaña
no perdona, porque es de noche y tratas de alumbrarte como puedes con una luz
frontal en un casco, etc. el no poder alimentarse para continuar y tener fuerza
para seguir adelante, etc. ... y podría seguir enumerando negatividades...
En un momento cuando iba varias horas de carrera llego bien arriba de un cerro
y le pregunto a la chica del PC: "esta es la cima..?", me contesta
que iba en el Km. 17 recién y me quedaban varios kms. para la cumbre... no lo
podía creer, pensaba que había hecho un tercio de carrera ya. Traté de continuar
como pude hasta que me encuentro con Martín Zanabria después de 6 hs. de
carrera aprox. , hasta ese momento nos alternábamos y en determinado momento y
sin decirnos mucho decidimos continuar juntos el trayecto (sabia decisión para
ambos).
Como pude seguí adelante y revoloteaba la idea del abandono pero constantemente me acordaba de una historia que había leído de los JJOO de México 68 cuando un periodista le preguntó al corredor de maratón de Tanzania (que había llegado varias horas después de terminada la prueba y cuando la gente ya se iba del estadio) porque no se había retirado de la prueba si ya no tenía chance de ganar: Akhwari (el corredor) le contestó, con una frase que ha quedado para la historia, “My country did not send me 5.000 miles to start the race, they sent me 5.000 miles to finish it ” (“Mi país no me envió 5.000 millas para que empezase la carrera, me envío 5.000 millas para que la acabase.”)
Como pude seguí adelante y revoloteaba la idea del abandono pero constantemente me acordaba de una historia que había leído de los JJOO de México 68 cuando un periodista le preguntó al corredor de maratón de Tanzania (que había llegado varias horas después de terminada la prueba y cuando la gente ya se iba del estadio) porque no se había retirado de la prueba si ya no tenía chance de ganar: Akhwari (el corredor) le contestó, con una frase que ha quedado para la historia, “My country did not send me 5.000 miles to start the race, they sent me 5.000 miles to finish it ” (“Mi país no me envió 5.000 millas para que empezase la carrera, me envío 5.000 millas para que la acabase.”)
Nada más lejos de compararme con un corredor de esa magnitud, pero la verdad
que me lo repetía para darme aliento y no dejar lugar al pensamiento de
abandono, sobre todo en el PC del km. 50 cuando después de varias puntadas en
el gemelo y molestia de periostitis Martín me pregunta: " Y... vas a
abandonar?", mis palabras las recuerdo exactas "si abandono ahora
siempre me quedaré con la duda de que hubiera pasado, tengo que no poder
caminar para abandonar".
Por mi parte no viajé 5.000 millas como Akhwari,
pero mi forma de alentarme era esa... no vine a ganar la prueba (ni en lo más
remotos sueños podría hacerlo - comentario para no corredores - el resto me
entiende), pero si vine a terminarla y a llevarme esos dos puntos (comentario
para corredores).
Luego del famoso PC del km. 50 que fue un punto de quiebre para muchos nos avisan que a los 4 kms. teníamos el siguiente PC, decidimos pensar siempre en el siguiente PC, marchar una o dos horas y descansar unos minutos, y no pensar en lo que nos faltaba para el final de la prueba, esos 4 kms. al siguiente PC nos llevó casi tres horas de caminata, para mi sorpresa y creo que para la de Martín también me estaban volviendo las fuerzas y pude devolverle a Martín parte de lo que él hizo por mí en gran parte de la carrera. Seguimos avanzando y subimos al segundo punto más alto que tocaba la carrera a 2.300 mts., cuando bajamos tanto Martín como yo estábamos mejor tanto de fuerzas como anímico, supongo que todo esto alimentado por la posibilidad de llegar que estaba cada vez más cerca. A todo esto, charlábamos sobre que sería de nuestros compañeros, los que venían detrás, los que iban delante, grata sorpresa fue encontrar a Wilson faltando 15 kms. aprox., gran alegría para poder continuar juntos los tres y saber que no había abandonado.
Luego del famoso PC del km. 50 que fue un punto de quiebre para muchos nos avisan que a los 4 kms. teníamos el siguiente PC, decidimos pensar siempre en el siguiente PC, marchar una o dos horas y descansar unos minutos, y no pensar en lo que nos faltaba para el final de la prueba, esos 4 kms. al siguiente PC nos llevó casi tres horas de caminata, para mi sorpresa y creo que para la de Martín también me estaban volviendo las fuerzas y pude devolverle a Martín parte de lo que él hizo por mí en gran parte de la carrera. Seguimos avanzando y subimos al segundo punto más alto que tocaba la carrera a 2.300 mts., cuando bajamos tanto Martín como yo estábamos mejor tanto de fuerzas como anímico, supongo que todo esto alimentado por la posibilidad de llegar que estaba cada vez más cerca. A todo esto, charlábamos sobre que sería de nuestros compañeros, los que venían detrás, los que iban delante, grata sorpresa fue encontrar a Wilson faltando 15 kms. aprox., gran alegría para poder continuar juntos los tres y saber que no había abandonado.
La alegría de la llegada después de 24 hs. y 29 minutos es indescriptible, de
los autos que te alientan con las bocinas cuando entras al pueblo, la gente que
no te conoce y te grita... bravo valientes!!!! ni que hubiéramos hecho 80 kms.
en una montaña que como nos anticipó José Roberto el dueño de la "Posada
Tía Ana": "No saben donde se meten, ahí es difícil llegar hasta en
helicóptero..."
Esa llegada como muchos pudieron ver en el video, me quedó marcada, por la
satisfacción de haber cumplido pero sobre todo por la cara de felicidad de la
gente que nos esperaba, tenían tanta cara de alegría como nosotros o aún más, y
eso como se dice habitualmente no tiene precio, compartir con este tipo de
gente que se alegra tanto o más que vos por tus logros no es cosa de todos los
días.
Para terminar, les cuento que por mi parte gané pero no solo porque pude
culminar la carrera o llevarme los 2 puntos (a pesar que siento mucho orgullo
por haberlo hecho), gané el conocer otros "locos" como yo que
comparten estas mismas inquietudes y con los que seguramente sigamos
compartiendo "aventuras" de este tipo, como bien dijo Elbio, a veces
seremos "superados" por la montaña (y lo volveremos a intentar) pero
no "vencidos"!!
Nuevamente gracias a Andrea, Paola, Jorge X, Jorge
N, Elbio, Alejandro, Wilson y doblemente gracias a Martín...
Disculpen la extensión de esta crónica, pero creo que lo ameritaba. Nos vemos, en la ruta.
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