viernes, 18 de octubre de 2013

HALF MISION SERRA FINA, BRASIL 2013 - La fortaleza de desistir



NUEVE GLADIADORES EN LA MONTAÑA – ULTRA TRAIL DE SERRA FINA 2013

En ocasión de mi primera “Misión” disputada en diciembre/2011 en San Martín de los Andes, me llevé una remera que dice: “I run La Misión. My name is Gladiator”, y creo que ello resume muy bien las características de este tipo de carreras.
Cuenta la historia que hubo nueve tipos de gladiadores (Andabatae, Equites, Hoplomacus, Mirmos, Reciarius, Retiraii, Secutors, Samnita y Tracius). Esta cantidad me pareció particularmente aplicable a la experiencia que tuve el honor de compartir con otros ocho compañeros durante el pasado fin de semana en Passa Quatro, Minas Gerais, en ocasión de la disputa de la primera edición de la Half Mision en Brasil. El formato fue desarrollado por “Guri” Aznárez (creador de serie La Misión), y tuvo su primera aplicación en la Serra Fina, gracias a la co-organización de Sidney Togumi, un grande (de tamaño chico) en esto de las carreras de aventura.
Descartamos la participación en la Half Mision del Champaquí (Córdoba) disputada el 22/09, fruto de la cercanía con otras carreras, y en particular por la coincidencia con la Maratón de Punta del Este. Hacia San Pablo partí el 10/10 junto a Paola Nande, Andrea  Ayala, Douglas Hernández, Wilson Guillén, Elbio Carrasco y Martín Zanabria, sumándose al mediodía del viernes 11 Alejandro “Caroteno” Chabalgoity (proveniente de Boston, donde había participado en un congreso) y a la noche Jorge Nin.


La experiencia del viaje de ida fue “interesante” así que merece un capítulo especial. En San Pablo alquilamos dos vehículos, para salir aproximadamente a las 9:00 AM rumbo a nuestro destino. Cuando tomamos la Rodovía Presidente Dutra con rumbo a Río de Janeiro (la entrada a Passa Quatro queda sobre esa ruta), los ocupantes del otro vehículo (Wilson, Elbio y Andrea) siguieron de largo… Estacionamos unos metros más adelante y nos comunicamos por teléfono para indicarles que los esperábamos, pero nos dijeron que iban a seguir y que nos encontraríamos en el camino o en el destino. Después de un par de escalas, arribamos a Passa Quatro –una preciosa ciudad de 18.000 habitantes a 900 msnm llegando a la Serra da Mantiqueira- aproximadamente a las 12.30 horas, para instalarnos en la Pousada Tía Ana. Después de algunas dudas, nos fuimos a almorzar, donde encontramos a los organizadores de la carrera. Dudamos si esperar a nuestros compañeros, pero finalmente el apetito pudo más. Cuando estábamos terminando, llega un mensaje que dice: “estamos en la iglesia”, ante lo cual Douglas y Martín salieron a buscar a nuestros compañeros. No los encontraron… hasta que un nuevo mensaje decía que se habían equivocado de ciudad y estaban en Santa Rita de Passa Quatro (San Pablo), a unos 300 kmts.


Después de una siesta reparadora, los nervios nos fueron ganando. En la noche fuimos a cenar un “rodizio” de pizzas con cerveza artesanal al restaurante “Seis e meia” recomendado por el Guri, para posteriormente ir hasta la rotonda de entrada a Passa Quatro a esperar a los compañeros que venían en viaje. Cerca de las 23:00 hs un vehículo policial se detuvo detrás de nosotros, y cuando me acerqué un policía armado con metralleta me ordenó no hacerlo. Solicitó documentos y ordenó que los otros dos ocupantes (Martín y Paola) que dormían en el auto, bajaran. “Abran las camperas”, dijo, para preguntar si llevábamos armas… cuando le expliqué la razón por la cual habíamos ido a Passa Quatro y qué estábamos haciendo allí, se retiraron tranquilos. Surrealista, pero entendible para lugares en los cuales es habitual la presencia de “bandidos y criminosos”. Finalmente, nuestros compañeros llegaron después de un viaje de unas 15 horas, cuando ya sospechábamos que habían sido secuestrados. Sobre las anécdotas de su viaje, corresponde que las cuenten ellos.


El viernes 11 por la mañana, disfrutamos de un excelente desayuno “casero” con las delicias de la cocina “mineira” preparadas por la esposa de José Roberto, el dueño de la posada. Al mediodía llegó Caroteno y nos fuimos a almorzar al restaurante Villa Cumini. Enseguida, retiramos los kits de carrera y estuvimos conversando con Sidney sobre las condiciones de la carrera. En lo personal, creo que fue el primer error, pues recibimos la opinión de un experto en el terreno, que de alguna manera me llevó a asumir que esos comentarios eran aplicables a nuestras condiciones (que distamos mucho de ser "expertos"). “No menos de 5 grados de temperatura”, señaló, “y un terreno complicado con dos subidas grandes a 2800 msnm (Pedra da Mina) y 2300 msnm (Tijuco Preto) con descensos muy técnicos”. Minimicé esas dificultades, cosa que me terminó complicando la carrera, como verán.

En la mañana del sábado 12, nos dedicamos a terminar los preparativos después de un muy buen desayuno, para emprender el camino a la zona de largada frente a la plaza de Passa Quatro. Unos 300 corredores se dieron cita en ambas distancias -40 y 80 km- siendo finalmente 132 los que largamos la Half Mision exactamente a las 11:00 AM por las adoquinadas calles de la ciudad rumbo al camino de tierra que lleva al Refugio Serra Fina.


En los primeros 5 kmts de ese tramo, fuimos avanzando tratando de no separarnos mucho entre quienes habíamos previsto hacer la carrera a similar ritmo (Paola, Andrea, Caroteno, Elbio y yo). A partir de allí, iniciamos una larga subida de 9 kmts sobre un camino de tierra, en un trecho poco técnico, para arribar al refugio Serra Fina (1500 msnm) después de recorrer unos 14 kmts. en unas 2 hs 45 minutos, punto donde había un puesto de hidratación pero que no utilizamos ya que llevábamos buenas reservas en nuestras mochilas. El panorama ya era espectacular hacia cualquier punto que se mirara, así que la cámara de fotos iba registrando nuestro avance. A partir de allí, la subida se hizo un poco más sostenida, para llegar al arroyo donde nos recomendaban recargar las mochilas de hidratación, ya que nos esperaba un mínimo de 3 horas hasta el siguiente puesto (que en realidad, fue más).


Siguió un camino en fuerte subida, por dentro del monte, con trillos para una sola persona, incluso con tramos donde la organización había colocado cuerdas para ayudar a subir. Nuevamente nos fuimos separando en ese terreno particularmente “técnico”, que hacía sentir bastante las piernas. Allá por las 17.00 horas, paramos a abrigarnos pues el frío y el viento se hacían sentir bastante. Me coloqué la camiseta “2ª piel” y después de sacar fotos, seguimos subiendo, para llegar a los 2450 msnm de “Capim Amarelo”. Allí me detuve un ratito para ver llegar a mis compañeros, volver a ingerir algún alimento y abrigarme nuevamente, ya con la remera térmica y la campera cortaviento que había llevado.
De Capim Amarelo hasta el punto más alto –Pedra da Mina, a 2800 msnm- nos esperaba un trecho muy técnico, con trillos por el filo de las montañas, bajando algo y subiendo mucho, tramo donde nos agarró la bajada del sol. El frío se hacía sentir bastante, así que empecé a cuestionar mi estrategia de llevar poco abrigo… El frío en los dedos se hacía sentir, así que me puse los guantes finos por debajo de los de dedos cortados que llevaba. En este tramo, nuevamente me despegué de mis compañeros, pese a que escuchaba sus voces un poco más atrás, en particular en los filos de la montaña amplificados por el silencio reinante.


Ya con la oscuridad de la noche, emprendí la bajada de Pedra da Mina. Sin dudas, es lo más peligroso que debo haber enfrentado, ya que el recorrido plagado de piedras (que muchas veces no se veían por la gran cantidad de vegetación que cubría el sendero), más el declive del terreno y algunas zonas de tierra algo húmeda, con grietas formadas por el agua de lluvia cuando baja, lo hacían particularmente difícil. Recordaba las recomendaciones de Sidney Togumi en la charla previa, diciendo que nadie intentara “ganar” la carrera en ese tramo ya que casi seguramente se llevaría una lesión seria. En ese tramo, empecé a sentir una fuerte molestia estomacal, que me llevó a no ingerir ningún alimento sólido y muy poco líquido (ya que solamente tenía Gatorade y agua con Clight, y temía vomitar, como sucedió con algunos), hasta que llegué a un arroyo donde pude tomar mucha agua y empezar a sentirme algo mejor. Eso sí, resbalé y me mojé los pies, así que el frío ahora se sentía también “desde abajo”. Maldecía mi decisión de llevar esa campera, pues no “respira” así que condensaba el calor del cuerpo y terminaba bastante mojado. Con muchísimo cuidado, tratando de no sufrir ninguna consecuencia negativa, fui bajando de la montaña hasta que alcancé una zona de monte bastante suave, que corría al costado de un arroyo.


Me preguntaba qué sería de mis compañeros en la noche, con quienes habíamos previsto ir juntos, así que empecé a pensar en detenerme a esperarlos para apoyarlos en su búsqueda de la meta y los 2 puntos para competir en la CCC del Mont Blanc, con una mezcla de sentimiento de culpa por haberme ido adelante, de responsabilidad por su “suerte” y a la vez de preocupación pues si yo estaba sufriendo esas circunstancias, con seguridad ellos también lo estaban padeciendo. Avanzaba en la más absoluta soledad, acompañado un par de veces por una extraña ave que estaba en el medio del camino con unos colores espectaculares y una muy larga cola, que levantaba vuelo cuando me acercaba. Tuve suerte, pues un venezolano me comentó que se cruzó con una víbora.
 Alrededor de las 00.45 ya del domingo, llegué a la Fazenda Paiolinho (1500 msnm) con 38 kmts de competencia, donde había un puesto de la organización que ofrecía sopa y té caliente. Ingerí dos vasos de sopa, lo que me permitió recuperar mi estómago. Decidí detenerme allí a esperar a Paola, Andrea, Elbio y Caroteno. En cuanto empecé a enfriarme, le pedí a los del puesto para subirme a su camioneta a efectos de mitigar el frío. Sentía voces de corredores que llegaban, y en tanto algunos abandonaban, otros continuaban su camino. Finalmente, cuando escuché hablar en español, me bajé de la camioneta para encontrar al venezolano y su esposa, que se habían detenido. En tanto ella continuó el camino, este compañero decidió tomar un antiinflamatorio pues se había hecho un esguince y estaba esperando para que el medicamento le hiciera efecto. A las 2:05 decidí seguir mi camino, para intentar recuperar el calor del cuerpo, cosa que pude conseguir después de unos 10 minutos de trote sostenido por un camino de tierra bastante plano por unos 12 kilómetros en la más absoluta soledad.
Esta excelente imagen fue tomada por la cámara de Paola, cuando nos detuvimos en Capim Amarelo a 2300 msnm. Digna de National Geografic, no?

Como se puede apreciar, aquí hay un tramo con cuerdas para ayudar a subir, en la parte más trabada de la subida a Pedra da Mina.


Si antes me había afectado el frío, ahora fue la hora del ataque del sueño. Impresionante, como nunca había sentido, al extremo de que me dormía caminando. Intentaba mantenerme alerta por todos los medios, cantando en voz alta, tomando agua, golpeándome la cara, pero nuevamente tropezaba y sentía que caía fruto de que me había dormido. No veía a ningún corredor ni delante ni atrás. Finalmente, con bastante frío y poco después de las 5:00 AM llegué a la entrada del PC ubicado en la Reserva IBAMA, donde completé los 50 kmts, con unas 18 hs 30 min de carrera aproximadamente. Pedí algún café o té caliente, pero lo único que había era agua. Decidí nuevamente detenerme a esperar a mis compañeros, ante lo cual me quedé dormido… Unos 45 min después, ya con el sol apareciendo, llegó una camioneta de la organización a buscar a una brasileña que estaba en el puesto, pensando en abandonar. Mis compañeros seguían sin aparecer, pero al menos tenía noticias de Paola y Andrea, con quienes había intercambiado mensajes y me habían avisado que estaban en camino al puesto donde estaba yo, donde llegarían en aprox 1 hora 30 minutos.



Ante la decisión de la brasileña de abandonar, mis compañeros que no llegaban, el frío que sentía, las 8 horas estimadas para completar la carrera y la enorme dificultad del recorrido que me faltaba (“más complicado que la subida y bajada a Pedra da Mina”, me dijo el del puesto) , decidí darme por vencido. Fue una decisión que me costó, pero una vez que valoré los distintos aspectos –en particular, que no necesitaba los 2 puntos para el Mont Blanc, pues ya los tengo-, entendí que era preferible preservar el físico y no hacer sacrificios inútiles. Ante ello, la brasileña rompió en llanto, diciendo que nunca había abandonado y que estaba esperando que yo decidiera continuar, para ir conmigo… Le ofrecí acompañarla –yo tampoco quería seguir solo, como ya lo había hecho durante la noche y toda la madrugada-, pero finalmente primó la cordura y decidimos irnos en la camioneta hasta la plaza de Passa Quatro.




Aproximadamente una hora después llegaron Paola y Andrea, que también habían abandonado en el mismo punto, ante la perspectiva de llegar después del cierre de las 14.00 hs. y no obtener los puntos. Elbio Carrasco abandonó también en el mismo punto un poco después, en tanto Caroteno lo había hecho en la Fazenda Paiolinho.


Nos tiramos al sol en la plaza, a esperar a nuestros cuatro compañeros gladiadores que seguían en carrera. Y hete aquí que la historia reconoce a cuatro grandes gladiadores:
-   - Cornelio Escipión “El Africano”, que perfectamente podría ser Jorge Nin, el primero de los uruguayos en llegar, con una sonrisa de oreja a oreja, en un excelente tiempo de 20 hs 51 minutos.
-   Espartaco, que podría ser Martín “Zorro” Zanabria, por su preparación física y liderazgo,
   - Diocles “El Hispano”, que podría ser Wilson Guillén, por la gran cantidad de “batallas” en las que ha vencido, y
    -  Marcos Valerio “Hispánico” (a quien interpretó Russell Crowe en “Gladiator”), Douglas Hernández, por su fortaleza y entereza para “llevar” a sus compañeros en los tramos más duros.

Estos tres llegaron juntos, desplegando la bandera uruguaya con enorme orgullo, en un tiempo total de 24 horas 29 minutos. ¡Qué alegría fue poder ver llegar a estos “gladiadores” entre los aplausos de la gente en Passa Quatro!

Como podrán apreciar, las compañeras Paola y Andrea estuvieron descansando un rato, cómodamente instaladas en la placita de Passa Quatro en tanto esperábamos a nuestros compañeros...


De los 132 que largamos, completaron el recorrido unos 70 competidores. Las anécdotas post-carrera fueron motivo de amplias conversaciones durante el almuerzo que compartimos en el restaurante Villa Cumini, y en la noche en el “Seis e meia” compartiendo una buena torre de cerveza.
El retorno fue todo tranquilo -sin gente perdida en el camino- , así que a las 15.00 horas del lunes estábamos en Montevideo.


Cometí errores “imperdonables” para alguien con la cantidad de carreras de aventura como las que tengo, a los cuales ya me referí expresamente, a lo que agrego la decisión de “detenerme” en la noche un par de veces, que me llevaron a sufrir un frío terrible. “Hacé tu carrera”, diría Pablito Lapaz, pero en esta instancia me pareció más importante esperar a mis compañeros para tratar de apoyarlos en los momentos más duros, cosa que finalmente no se pudo concretar. Una decisión “inteligente” creo que fue la de abandonar, en el momento en que lo hice. Así me lo hizo saber el Profe Mauricio Ramírez, cuando le comenté: “Excelente decisión. No tenés que demostrarle nada a nadie, pues ya lo has hecho todo, y más vale preservar el físico que lesionarse inútilmente”, me dijo.
Es indudable que me queda un sabor amargo por haber “incentivado” a estos compañeros a participar en la Half Mision, seguro de que íbamos a alcanzar la meta, y haber fallado en el intento. En cierta forma, también me siento frustrado por no haber estado a su lado en los momentos más críticos, apoyándonos mutuamente, cuando se supone que tengo bastante más experiencia que los demás en esta disciplina. Es claro que dirán que son todos grandes y que no necesitan un apoyo de ese tipo, pero es la sensación de amargura que me quedó, pues en algún momento pasé por momentos como los que ustedes con seguridad pasaron, y el apoyo de algún otro competidor “me salvó” una carrera. El tiempo me dará la oportunidad de remediar en algo esta sensación de deuda y retribuirles la enorme dicha que me hicieron vivir durante estos días.

Finalmente quisiera compartir algunos comentarios (e intimidades) de mis “hermanos de la vida”, que creo traducen muy adecuadamente algunas de las sensaciones vividas (no voy a referir a todos los comentarios, pero sepan que me conmovieron “hasta el tuétano”, y discúlpenme por hacerlas públicas, pero creo que es necesario que los demás conozcan la calidad de personas que son):
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         “Caroteno”
En Serra Fina, más o menos a la altura del kilómetro 35, en plena noche y en medio de la bajada desde Pedra da Mina a Paiolinho, llegué a la conclusión de que había encontrado mi límite. Las ultra maratones no eran para mí y como me estaba sintiendo ahí me lo demostraba. Mi estado físico daba bárbaro para maratones e incluso para actividades de distancias largas pero en varios días, tipo El Cruce, pero no para estas ultras non-stop. Me dije a mi mismo que tenía que despedirme de La Misión, la CCC y esas cosas que circulaban en los mails de mi nuevo grupo de amigos, todos desquiciados con las carreras, que arreglaban al mismo tiempo la logística de la Half, de la completa y del futuro Mont Blanc.
Yo sabía que no me había preparado adecuadamente para esta carrera: ausencia casi total del entrenamiento sistemático que había hecho para actividades anteriores, un mes anterior con afección respiratoria y un estado general de salud bastante malo, más congreso en la semana previa que incluyó 14 horas de avión y poca o ninguna dormida buena en las 48 horas previas a la carrera. Sin embargo tenía el antecedente de haber corrido la maratón en la Antártida sin ninguna preparación y en condiciones calamitosas y la había superado bien. Me había dicho entonces, que probablemente iba a ser el último, y por lejos, en llegar a la meta, pero como de la organización decían que se podía hacer caminando, tarde o temprano iba a llegar.
Ahora en medio de la noche en la montaña esos sentimientos se habían sustituido por la sensación de que hasta ahí daban mis capacidades. Y por encima de todo me invadía un enorme sentimiento de frustración y enojo conmigo mismo. No por la carrera, que ya a esa altura no me importaba, sino porque estaba arrastrando en mi situación a un compañero que seguramente podía estar haciendo las cosas mucho mejor de los que la estaba haciendo por acompañarme. Y realmente ese era el sentimiento que me tiraba más para abajo. Porque si mis opciones me embromaban sólo a mí, no era mayor drama; siempre he pensado que si "yo me las guiso, pero también yo me las como" está todo bien, porque significa que el único que se embroma soy yo. Pero ahí la cosa era distinta, mi falta de preparación le estaba afectando directamente a Elbio, y concluí entonces que tenía que olvidarme de asumir más de estas actividades, al menos en grupo. Yo quería liberar a mi compañero de la carga, pero Elbio con un grado de solidaridad que me emocionó, desperdició su carrera para cargar conmigo y que no quedase solo en la montaña. Con ese sentimiento de bronca-desánimo-desesperación recorrí los últimos kilómetros hasta Paiolinho donde allí si podía liberar a Elbio, y ahí terminé mi carrera con la sopa caliente.
Al otro día, ya terminada la carrera, bañado, descansado y comido, volví a pensar en todo ello, y si bien la vergüenza y bronca conmigo mismo  no había disminuido ni un poquito, empecé también a pensar que tal vez la forma más adecuada de agradecer la solidaridad que me habían dado, no era simplemente exteriorizando mi autocrítica sino que tal vez, lo correcto era comprometerme a hacer algo reparador. Fue así que conversando con los organizadores previo a la cena, le dije a Elbio, que teníamos que volver, esta vez a derrotar nosotros a Serra Fina, que prepararme adecuadamente y lograrlo en conjunto, iba a ser mi forma de compensar lo del día previo.
Y a partir de ello, todo empezó a cambiar. En forma estrepitosa, pasé a ritmo acelerado del "nunca más", al "seguro que alguna vez lo vuelvo a intentar", hasta que en las horas de espera en Sao Paulo, empecé a bajar de todos lados información de cómo prepararse para una ultra maratón de montaña, y llegué a mi casa contando cuales van a ser mis próximos desafíos ultra y cuál es mi plan de entrenamiento. Ahora estoy contando los días de descanso obligado para poder comenzar a entrenar.
Supongo que en la montaña golpeé el famoso Muro que hasta ahora no había conocido. Tengo certeza que los compañeros en forma individual y el grupo en colectiva, evitaron que dicho Muro se me cayera encima y me aplastase.
Estoy de vuelta, y con ganas de empezar a preparar la próxima.

-     Martín (“Zorro”)

Ay.... hermanos de la puta montaña... qué decir para mitigar un poco esos sentimientos. Simplemente decirles que los veo más grandes que antes, más amigos, más humanos, más hombres, más mujeres, más valientes, más libres y no saben la alegría que nos embargó al verlos en la línea de llegada... felices por nosotros..... estoy muy orgulloso de haberlos conocido. No quiero perder a ninguno de ustedes, porque hemos demostrado que estamos hechos de lo mismo y cuando quieran ir por la revancha a la PUTA DA SERRA O A LA PUTA FINA, cuenten conmigo.

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     Elbio
Luego de más de 20 horas de marcha ininterrumpida, un ascenso y descenso a 2800 mts.,  debí admitir que había sido superado por la montaña, Serra Fina pudo más y en el km 50 di por finalizada mi travesía. El verbo superado es el adecuado porque no me sentí vencido, la diferencia es clara, superado por no llegar a tiempo claramente superado, vencido no, ya que mi espíritu no se quebrantó, no logro quebrarme la montaña aunque me enseñó nuevamente, la espiritualidad en la noche oscura por momentos peligrosa era palpable, allí estaban mis muertos queridos, mis afectos, mis temores, mis grandezas y mis miserias, todo allí en la noche y la mañana me sorprendió cansado pero feliz, la razón me decía que el tiempo había pasado y no lograría alcanzar el objetivo a tiempo, el corazón empujaba y transité entre trote, cánticos y autoaliento 15 kms más, empujando, empujando. No logré diferenciar de donde venía la fuerza aunque definitivamente no era física, enfrentado al último reto y a sabiendas de que la suerte ya estaba echada, la razón mando a parar, no tenía sentido exponerse, ya vendrían otros desafíos, ya tendría otras oportunidades, en definitiva ya había aprendido de qué estaba hecho, no tenía más nada que probar, solo restaba tener la humildad para aceptar los hechos, el valor para no doblegarme y la gratitud por la experiencia y los amigos, titanes ellos y ellas, cosechados....de eso se trata de crecer, sembrar y cosechar, por eso volví con el alma brillante y pipona....y por eso lo comparto y parafraseo al poeta "Si alguna vez me siento derrotado renuncio a ver el sol cada mañana"
Dedicado con el corazón y el alma a Wilson Guillen, Jorge Xavier, Paola Nande, Andrea Ayala, Jorge Nin, Douglas Hernandez, Martin Zanabria, Alejandro Chabalgoity y a la Montaña...

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         Paola

A pesar de que no pude completar los 80k, me vuelvo contenta!!! Fue una carrera súper dura, nunca me imaginé con lo que me iba a encontrar, y a pesar de eso exprimí hasta lo mejor de mí. Pasé por varios estados, emoción, cansancio, dolor, fatiga, mareos, ganas de vomitar, mucho sueño en los últimos kmts, y hasta la sensación de sentirme afiebrada, con las defensas bajas, pero siempre con el mejor humor. 
Para mi sorpresa mi madre comenzó a mandarme msj de texto alentándome!!! increíble!! Los últimos 15 kmts fueron agotadores, e interminables, me invadió un sueño incontrolable, caminaba dormida, veía doble, y hasta llegue a ver cosas que no había!!! No hay nada peor que querer dormir y no poder! Pero mi cuerpo seguía en marcha, deseando llegar al próximo puesto de control para comenzar el segundo ascenso, a 2300 mts de altura. Pero llegando al kilómetro 50, a las 6 am, junto a Andrea Ayala, nos encontramos con que lo que se venía era más duro que todo el resto. Tardaríamos cerca de 11 horas en subir y bajar de la montaña, a esa altura ya no nos daba el alimento para aguantar tantas horas. EL CUERPO Y LA MENTE LO TENÍAMOS queríamos hacerlo!!! pero no nos daban los números, se volvería inhumano, y ya no valía la pena tanto esfuerzo, ya que llegaríamos fuera de tiempo. Por eso con una rabia enorme, pero conscientes de que era lo mejor para nuestros cuerpos dimos por finalizada nuestra carrera en el kmt 50 con 20 horas 17 minutos de marcha constante. Me siento privilegiada de tener el cuerpo y la mente para hacer esto, que me lleva a lugares que de otra manera no podría llegar. Y lo más lindo de todo, es poder compartir esta experiencia con otros "locos" como yo. Me siento feliz por mis compañeros que finalizaron la carrera!!! unos grososs!!!
Ahora lo que se viene son entrenos más duros y mejores estrategias!!! Voy por la revancha!!!! Iuuuujuuuuuuu!!!!



-       Andrea
Es bueno conocer nuestra real dimensión, limitada, pequeña, insignificante en la naturaleza, con la diferencia que poseemos un ALMA, que lucha y no se rinde, que ve más allá de lo que tiene ante sus narices, y que sabe reconocer que todo, absolutamente todo, tiene un lado positivo, una finalidad, que muchas veces no vemos en el momento de los acontecimientos.
Yo sé muy bien cuál era el destino final de esta carrera, y no era el arco de llegada, no eran los 50 ni los 80k, sino vencer los propios demonios, conquistar la capacidad de frustración, y aprender que hay cosas más importantes que colgarse una medalla, que se oxida, que se olvida, que cuando muera quién sabe dónde va a ir a parar, que es el compañerismo, el poner de lado el ego para dar lugar al nosotros, más grande, más completo, más humano.



-       Wilson
Siempre empecé los mails para ustedes poniendo Estimados, a partir de ahora no puedo menos que poner Amigos o Hermanos, porque así los siento. Después de lo comenzado a vivir  en El Cruce y de lo recientemente vivido en Serra Fina, los siento a todos de forma diferente.
No solo funcionamos bien como grupo sino que todos mostraron su lado más humano, en la  alegría o en la desazón. Y ya que aquellos que han escrito sus sentimientos sobre lo que pasó  me hicieron emocionar, me gustaría expresar también  lo que yo sentí. Nunca había corrido más de 42 k y tampoco había siquiera imaginado que el desafío que íbamos a enfrentar era de tal magnitud. A veces es bueno no saber para no echarse atrás de antemano. Y como ninguno de nosotros jamás dudó en enfrentar aquello que no conocíamos, ya empezamos todos siendo ganadores.
Fue una experiencia increíble, un desafío enorme  tanto físico como emocional. Por momentos creí que no podría llegar y tuve momentos en los que me quebré emocionalmente cuando ya el físico no me respondía y no podía siquiera levantar la pierna para trepar a una roca. Llegué a la cima de la Serra Fina, antes de empezar el último descenso,  casi arrastrándome, justo a las 5:30 de la mañana  y la naturaleza me regaló un amanecer en la montaña que nunca olvidaré: las nubes por debajo mío, los picos de montaña asomando entre las nubes y el sol asomando por detrás de la montaña y coloreando las nubes de dorado en un cielo azul intenso. Ya no tenía casi agua, sentía seca la boca y seguramente estaba algo hiponatrémico. Mi aspecto  debía ser lamentable porque el muchacho del último control me dio un paquete de galletas Club Social (bien saladas!) que me revivieron. Comencé el descenso hacia el Refugio casi arrastrando los pies y cuando faltaban unos 15 k sentí una de las mayores alegrías de esa mañana, las voces de Douglas y Martín que me alcanzaron. Si no hubiera sido por ellos realmente no sé si podría haber terminado a tiempo, ¡Douglas nos arrastró a un paso de mariscal con bastón de mando y todo! Un paso que apenas podía seguir, pero que me obligué a continuar para no ser un lastre para ellos. Desde que me encontraron me dijeron: llegamos a la meta los 3 juntos así que vení con nosotros. Con hermanos así se puede llegar a cualquier lado!!!
La última noche en Passa Quatro estuve a punto de proponer un brindis en la cena, un brindis por varios motivos. No lo hice esa noche pero creo que nunca es tarde. Quiero proponer un brindis:
-     -   en primer lugar por mis amigos del auto que recorrió 720 km y conoció los 2 Passa Quatro (todavía nos falta uno !!). Por Andrea y Elbio , que nunca perdieron el humor y la buena onda, a pesar del error del conductor. Con ustedes viajo hasta el fin del mundo!
-        -   por el grupo que se formó en El Cruce, que me abrieron el mundo del trail y de la ultramaratón y que transformaron mi carrera de despedida de las maratones, en el inicio de nuevos desafíos, por Paola, Caroteno, JX, Martín, Jorge Nin, Elbio, Andrea (y aunque no estuvieron ahora, por Fernanda y el flaco Falero!)
- por Douglas a quien no conocía y me alegro de haberlo hecho, terrible tipo que me arrastró hasta la meta y fue un aporte excelente para el grupo (bolso además!),
-     -    y finalmente por todos nosotros, los que tuvimos medalla y los que no tuvieron, porque todos fuimos ganadores desde antes de empezar y porque como puse en una foto del Facebook: Un esfuerzo total es una victoria completa!!! Y todos hicimos ese esfuerzo.


-    Jorge N.
Salieron nomás los 80 k de montaña, lo más duro que he visto 20:51hs casi un día de carrera, viento, frío, hambre, y sólo una sopita quente para nos a la mitad del camino, igual valió la pena, sin duda


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     Douglas
Hasta ahora nunca había escrito una crónica de carrera, pero hay algo que me dice que llegó el momento: El último fin de semana participé en la Half Mision 80K de Serra Fina en Passa Quatro, Minas Gerais.
He participado en varias maratones e inclusive en 60K en las sierras de Córdoba, en los 84K de la Patagonia Argentina donde estuve 14 hs. corriendo, caminando, etc. y supe disfrutar mucho por varias razones, entre otras cosas porque era la revancha de "El Cruce de los Andes" al cual no pude ir por lesión y no me permitió conocer a la mayoría del grupo que ahora sí pude compartir, porque era mi primer ultra, etc.
...
A Paola, Andrea, Martín, Jorge X, Wilson y Elbio, el viernes se nos sumó Alejandro y Jorge N para completar los 9 integrantes uruguayos que participamos en esta media misión. Algunos participantes no pudieron culminar el recorrido, antes de hacer los comentarios de la carrera quiero decir que TODOS GANAMOS, principalmente porque estoy casi seguro que todos de una forma u otra hubieran completado el recorrido si no hubieran puesto el tope de 26 hs., pero sin el casi seguro, la mayoría y no sé si todos llegaron al PC del KM. 50 y en esta carrera llegar al Km. 30 y la cima de la montaña ya era toda una hazaña. Prácticamente todos estuvimos más de 20 horas en la montaña, el que no comparte esta locura es obvio que es difícil que lo entienda, no entienden como alguien puede ir a pasar hambre, frio, sentirse mal a causa de nauseas (probablemente por los 2.800 mts. de altura que hubo que subir con el esfuerzo físico), no se imaginan lo que es sacarse un guante y no poder ponerse una campera por el viento, porque los dedos están congelados y no los sientes, porque la montaña no perdona, porque es de noche y tratas de alumbrarte como puedes con una luz frontal en un casco, etc. el no poder alimentarse para continuar y tener fuerza para seguir adelante, etc. ... y podría seguir enumerando negatividades...
 En un momento cuando iba varias horas de carrera llego bien arriba de un cerro y le pregunto a la chica del PC: "esta es la cima..?", me contesta que iba en el Km. 17 recién y me quedaban varios kms. para la cumbre... no lo podía creer, pensaba que había hecho un tercio de carrera ya. Traté de continuar como pude hasta que me encuentro con Martín Zanabria después de 6 hs. de carrera aprox. , hasta ese momento nos alternábamos y en determinado momento y sin decirnos mucho decidimos continuar juntos el trayecto (sabia decisión para ambos).
Como pude seguí adelante y revoloteaba la idea del abandono pero constantemente me acordaba de una historia que había leído de los JJOO de México 68 cuando un periodista le preguntó al corredor de maratón de Tanzania (que había llegado varias horas después de terminada la prueba y cuando la gente ya se iba del estadio) porque no se había retirado de la prueba si ya no tenía chance de ganar: Akhwari (el corredor) le contestó, con una frase que ha quedado para la historia, “My country did not send me 5.000 miles to start the race, they sent me 5.000 miles to finish it ” (“Mi país no me envió 5.000 millas para que empezase la carrera, me envío 5.000 millas para que la acabase.”)
Nada más lejos de compararme con un corredor de esa magnitud, pero la verdad que me lo repetía para darme aliento y no dejar lugar al pensamiento de abandono, sobre todo en el PC del km. 50 cuando después de varias puntadas en el gemelo y molestia de periostitis Martín me pregunta: " Y... vas a abandonar?", mis palabras las recuerdo exactas "si abandono ahora siempre me quedaré con la duda de que hubiera pasado, tengo que no poder caminar para abandonar".
Por mi parte no viajé 5.000 millas como Akhwari, pero mi forma de alentarme era esa... no vine a ganar la prueba (ni en lo más remotos sueños podría hacerlo - comentario para no corredores - el resto me entiende), pero si vine a terminarla y a llevarme esos dos puntos (comentario para corredores).
Luego del famoso PC del km. 50 que fue un punto de quiebre para muchos nos avisan que a los 4 kms. teníamos el siguiente PC, decidimos pensar siempre en el siguiente PC, marchar una o dos horas y descansar unos minutos, y no pensar en lo que nos faltaba para el final de la prueba, esos 4 kms. al siguiente PC nos llevó casi tres horas de caminata, para mi sorpresa y creo que para la de Martín también me estaban volviendo las fuerzas y pude devolverle a Martín parte de lo que él hizo por mí en gran parte de la carrera. Seguimos avanzando y subimos al segundo punto más alto que tocaba la carrera a 2.300 mts., cuando bajamos tanto Martín como yo estábamos mejor tanto de fuerzas como anímico, supongo que todo esto alimentado por la posibilidad de llegar que estaba cada vez más cerca. A todo esto, charlábamos sobre que sería de nuestros compañeros, los que venían detrás, los que iban delante, grata sorpresa fue encontrar a Wilson faltando 15 kms. aprox., gran alegría para poder continuar juntos los tres y saber que no había abandonado.
La alegría de la llegada después de 24 hs. y 29 minutos es indescriptible, de los autos que te alientan con las bocinas cuando entras al pueblo, la gente que no te conoce y te grita... bravo valientes!!!! ni que hubiéramos hecho 80 kms. en una montaña que como nos anticipó José Roberto el dueño de la "Posada Tía Ana": "No saben donde se meten, ahí es difícil llegar hasta en helicóptero..."
Esa llegada como muchos pudieron ver en el video, me quedó marcada, por la satisfacción de haber cumplido pero sobre todo por la cara de felicidad de la gente que nos esperaba, tenían tanta cara de alegría como nosotros o aún más, y eso como se dice habitualmente no tiene precio, compartir con este tipo de gente que se alegra tanto o más que vos por tus logros no es cosa de todos los días.
Para terminar, les cuento que por mi parte gané pero no solo porque pude culminar la carrera o llevarme los 2 puntos (a pesar que siento mucho orgullo por haberlo hecho), gané el conocer otros "locos" como yo que comparten estas mismas inquietudes y con los que seguramente sigamos compartiendo "aventuras" de este tipo, como bien dijo Elbio, a veces seremos "superados" por la montaña (y lo volveremos a intentar) pero no "vencidos"!!
Nuevamente gracias a Andrea, Paola, Jorge X, Jorge N, Elbio, Alejandro, Wilson y doblemente gracias a Martín...

Disculpen la extensión de esta crónica, pero creo que lo ameritaba. Nos vemos, en la ruta.

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