lunes, 10 de julio de 2017

ULTRA TRAIL AMANECER COMECHINGON- 75 Km de pura mística


Hace ya cuatro años, disputé los 60 Km de UTACCH - Ultra Trail Amanecer Comechingón en Yacanto de Calamuchita (Córdoba), oportunidad en la que viajé junto al entrañable Rubito Beledo, Pablo Lapaz, Víctor Trillas, Alejandro “Highlander” Scuoteguazza, Carlos Douglas Hernández y Sebastián Paulós, instancia que encaré como parte del entrenamiento para la CCC en Mont Blanc que corrí en 2013. Recuerdo que esa instancia fue mi carrera N° 254, donde completé 4066 kilómetros en competencias, 1430 de ellos en Trail (35% del total). Con mucha más experiencia, el pasado 01 de julio fue mi carrera N° 417 completando 7475 kilómetros, 3915 de ellos de Trail (ya el 52%), y la N° 52 de 42 kilómetros o más.

La página Web de UTACCH expresa que es una aventura, una experiencia única y mágica para cada corredor que experimenta andar por tierras de los Comechingones, antiguos habitantes de las Sierras Grandes de Córdoba. “La mística”, dice la camiseta, y sin dudas ha ido construyendo esa sensación, al extremo que se han agregado nuevas distancias (13, 22, 35, 50 y 75 Km), se ha incrementado notoriamente la cantidad de participantes (se registraron 2307 llegadas a la meta, un 60% de hombres y un 40% mujeres), y se otorgan puntos ITRA a las dos distancias “ultra” (4 puntos a los 75 K y 3 a los 50 K).

Es ineludible recordar a Les Luthiers en su espectáculo "Mastropiero que nunca", en particular su “Cantata del Adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, ...”:
“Somos Comechingones, muy renombrados,
joyas, collares, mantas, vendemos en el mercado
y a los que no nos compran, nos los comemos asados”.

Sin dudas, es un recorrido precioso, agreste, duro, propio de las sierras cordobesas, bastante distinto a lo que normalmente encontramos en la zona patagónica del sur o en las sierras de Uruguay.

"Culmina Rodrigo dura travesía" (El viaje y la previa)

En esta ocasión, el viaje fue bastante distinto ya que organizamos la ida con tiempo, junto a algunos de los “Hermanos de la Montaña” y de la vida: Martín Zanabria, Paola Nande, David Vega, Alejandra Isabella y Jorge Nin, Federico Sanguinetti y Eiko Senda, los hijos de Martín, Paola, Federico y Eiko, y se nos agregó el amigo argentino Federico Sivila. Tengo mucho para contar sobre las anécdotas del viaje, pero prefiero mantener la amistad... Les dejo solamente el momento en que llegamos a Migraciones, en el Puente Fray Bentos - Puerto Unzué: Federico -excelente barítono- baja el vidrio y le canta al funcionario "Fígaro, Fígaro, Fígaro, Fígaro... ", y Martín que le dice algo así como "acabamos de sacarlo ayer". Sobre las discusiones en relación con la ruta, el GPS o el tiempo de detención en ruta por un pasajero que viajaba sin cinturón de seguridad, no cuento nada.
  
Nos alojamos en Santa Rosa de Calamuchita -a 30 Km de Yacanto-, donde llegamos en la noche del jueves 20. El viernes 21 lo dedicamos a retirar el kit (me correspondió el N° 3125) y preparar todo lo necesario para la carrera. Dado que largamos a las 5:00 AM, el despertador sonó a las 3:00, para desayunar rápidamente gracias a la enorme gentileza de la gente del Hotel Gloria.

"... de sus hazañas en tierras de Indias..." (La carrera)

El clima estaba frío pero absolutamente despejado, lo que hacía presumir que íbamos a tener un día espectacular. Decidí largar con la remera “segunda piel” y la de carrera por encima, sin campera cortaviento, con calzas cortas y medias de compresión (esas blancas, marca Sox, con mi nombre y apellido bordado). 

Después de las fotos de rigor, largamos a la hora indicada. Como era previsible, Jorge Nin, Martín, David y Paola salieron a ritmo fuerte, en tanto yo lo hice junto a Alejandra. Avanzamos más lentamente, con las linternas frontales encendidas y optamos por caminar en los tramos en subida, en tanto trotamos en los planos y bajadas. Después de 7.5 Km, llegamos al primer puesto de abastecimiento (PA), en el denominado “cortafuego”, donde tomamos a la izquierda para ingresar a una zona con bastante desnivel, trillos de pasto y algo de barro. Cruzamos el primer arroyo, donde ya nos mojamos -el frío hacía que “dolieran” los pies- pero seguimos a ritmo sostenido. En la zona de bajadas, Ale se quedaba un poquito atrás, pero enseguida me alcanzaba en cuanto enfrentábamos terreno plano. Allá por los 12 kilómetros, nos superaron los punteros de la distancia 50 Km, en una zona de larga subida (habían largado a a las 6:00). Ya llegando al puesto del Negro Pereyra -Km 16- el sol asomaba por la sierra, pintando el horizonte con colores espectaculares.

Le comenté a una de las chicas del Puesto, que tenía cara conocida. "Si, soy una de las Pereyra, que siempre está en el puesto", me respondió, con mucho humor. Comimos algo, disfrutamos de una sopa caliente y emprendimos el ascenso hacia el Cerro Agustín. En el recorrido, ya volvían los punteros de la distancia, donde vimos bajar a Jorge, David, Martín y Paola, en ese orden. A falta de unos 2 kilómetros para llegar al punto más alto, cruzamos el arroyo donde en el año 2013 me esperaba Víctor Trillas. Seguimos avanzando, para finalmente hacer cumbre donde alcanzamos casi 2300 msnm y unos 27 kilómetros de carrera, con un sol que brillaba fuerte haciendo muy placentera la mañana pese al frío invernal. En ese momento, decidimos parar para ingerir algún alimento y descansar un poco.

"... de los singulares acontecimientos en que se vio envuelto..."

En la bajada, Ale insistió en que no la esperara pues en general va más lenta que yo. Me fui adelante, para llegar nuevamente al PA (km. 30.5), donde estuve unos 10 minutos descansando, comiendo frutas y tomando un caldo caliente, mientras esperaba a Alejandra. Conversé un ratito nuevamente con las chicas del PA, que aprovecharon para "tomarme el pelo" nuevamente con gran sentido del humor. Me preguntaron si iba a seguir o abandonaba..., cuando dije muy firmemente que seguía y les pregunté si se habían registrado abandonos, una de ellas me dijo: "Sí, aquí murió uno -perdón- abandonó uno". Dado que Ale no llegaba, decidí seguir pues temía por los cortes por tiempo. La misma chica me dice: "Qué mal, le prometió que la esperaba y se va". "Sí, tenés razón, la espero", le respondí. "No, es una broma", remató. Y cuando ya había hecho unos metros, me grita: "allá viene". Dí vuelta, y las tres chicas, riéndose, me dicen: "No, es mentira, no viene nadie...". 

A partir de allí, en general el terreno iba en leve descenso, tramo en el que fui intercalando posiciones con otros corredores. Alcancé el PA ubicado en el Km 42,5 en “Los Corrales”, con 9 hs 50 minutos de carrera (algo más de lo esperado, pero con un margen razonable para el corte), donde había un buen número de corredores alimentándose con el asado preparado por quienes atendían el puesto. Disfruté de una buena cantidad de Coca Cola, comí algo y decidí seguir (con algo de culpa, ya que mi compañera de carrera no llegaba).

A partir de ese punto, los corredores nos distanciamos y ocasionalmente encontrábamos a alguno. Fabián (colega de La Misión y Machupicchu, de Santa Rosa, La Pampa), y un nuevo colega Gabriel Dubini (Buenos Aires), que venía con algún dolor fruto de un leve esguince al inicio de la carrera.

Después de un largo recorrido, llegamos a una bifurcación donde los corredores de 75 Km doblamos a la derecha para emprender un camino en leve subida hacia Capilla El Carmen, Km 51.5 Km. Hicimos una especie de “gota” de unos 5 kilómetros, para retornar por el mismo camino que habíamos tomado, tramo en el que Gabriel se quedó atrás. Llegué nuevamente a la bifurcación, donde consulté al bombero que estaba allí ubicado sobre el eventual pasaje de Alejandra (haciendo referencia a la banderita uruguaya que llevaba en su mochila… pero después me enteré que la había perdido), y a partir de allí encaramos rumbo a El Durazno. Aún podía trotar en zonas de bajada y planas, pero ya sentía el esfuerzo y una molestia en la planta de los pies, maldiciendo por haber llevado un calzado bastante “castigado”.

En el Km. 60.5 llegamos al Cruce de la Chaqueña, donde estaba el sexto PA. Después de tomar un poco de líquido y comer maníes y frutas, emprendimos una fuerte bajada hacia un camino de tierra. Empezaba a bajar el sol, así que me coloqué la linterna frontal, y un poco más adelante la tuve que encender, ya a las 19:30 horas. El cruce de un arroyo -peligroso por lo profundo y la fuerza de la corriente- fue sencillo gracias a la excelente colaboración de los bomberos que allí se encontraban, que nos ayudaban a cruzar entre las enormes piedras.

Cuando salimos del camino de tierra para ingresar nuevamente a trillos de campo y un tramo en fuerte subida, me pegué a una pareja de jóvenes argentinos, y decidí seguir con ellos. Veía a lo lejos, tres corredores que se acercaban a buen ritmo, e incluso escuchaba sus voces. En determinado punto, mis compañeros ocasionales no veían señales -ni yo tampoco- así que les sugerí volver hasta la última marca y buscar el camino correcto. Nos alcanzaron los tres que venían más atrás, y cuando les dijimos -en la oscuridad de la noche- que no veíamos señales, identifiqué la voz de Alejandra. "¿Ale?", le digo; "¡Jota!" me respondió. El reencuentro fue muy propicio para rápidamente ponernos al tanto de nuestros ritmos y “desventuras”, en particular el malestar estomacal de Ale durante gran parte del recorrido. Mis dos acompañantes, eran además compañeros de los dos que venían con Alejandra, así que decidimos seguir todos juntos.

En la noche, divisamos a lo lejos el 7° PA -Puesto de Ortiz-, en una carpa iluminada y con fuego encendido, con música cordobesa que se escuchaba desde muy lejos, y una onda increíble. Después de una fuerte bajada, llegamos a ese puesto. Sentía el estómago bastante revuelto, así que no pude comer nada, pese a que había un asado espectacular. Descansamos un poquito e ingerí tres pedacitos de naranja, que me permitieron sentirme mejor. A partir de allí, nuevamente nos esperaba una subida pero ya en un terreno bastante más limpio y por caminos de tierra, divisando algunas casas de la zona cercana a Santa Rosa de Calamuchita.

"... y de cómo se desenvolvió"

Cuando culminó ese tramo, salimos a la carretera de tierra, donde nos indican que nos faltaban 2.5 kilómetros para la meta. Ahí, todos nos pusimos a trotar, y nuestros ocasionales compañeros se nos fueron adelante. Pese a que Alejandra estaba con más fuerzas que yo en ese tramo, me esperó -flor de aguante, me hizo- para llegar a la meta en 17 hs 20 minutos (posición 194, 24° en la categoría por edad entre 30 competidores), donde nos esperaban nuestros compañeros. Objetivo conseguido, misión cumplida, dentro del tiempo límite de 19 horas.

¿Qué decir de los compañeros? Se mandaron flor de carrera. Jorge Nin llegó en la posición 34 con un tiempo total de 11 hs 11 min, Martín y David llegaron en la posición 62 y 63 con 12 hs 19 min, en tanto Paola fue 24ª. entre las mujeres con 13 hs 43 min, y Alejandra 56ª.

Oro por baratijas. ¡Qué abuso! ¡Qué trueque tan desigual!

Después de una ducha caliente en el hotel, cenamos unos sándwiches de lomito, para irnos a descansar. El domingo a la mañana, disfrutamos de un excelente desayuno y comentamos sobre la carrera. Emprendimos el retorno a las 10:20, en tanto nuestros compañeros de viaje siguieron hacia Mendoza a disfrutar de una semana de vacaciones en la nieve del Refugio San Bernardo, en la zona de Vallecitos.

En lo personal y pese a la ubicación en la carrera, debo considerarme satisfecho pues además de la distancia -75 Km-, la acumulación de carreras que traigo, el desnivel acumulado positivo (3500 metros, realmente exigentes), regulé el ritmo en la mayor parte de la carrera y culminé bastante entero, al extremo que durante el viaje de retorno prácticamente no sentí molestias.

¡Mi honra está en juego, y de aquí no me muevo!

A mis hermanos de la vida y compañeros de aventuras, un enorme ¡gracias! por un fin de semana espectacular. Siempre es un privilegio poder compartir desafíos disfrutando a pleno de la naturaleza y de los amigos. El próximo 22 de julio, me esperan los 50K del Trilhas do Morro Gaúcho, en Arroio do Meio, Río Grande do Sul, cerca de Porto Alegre, junto a Douglas Hernández, Martín Zanabria, Andrea Montans, Paola Nande, Marianna Muzzio y Andrea Molinari. Hicimos internacional, esta carrera, ya que originalmente no habían previsto que pudiera ir gente del exterior. 

"A lo que vinimos"

Ah!, la apuesta entre nosotros sobre la sumatoria de tiempos de todos los integrantes del grupo, la ganó Martín Zanabria por escaso margen (apostó por 96 horas, y pusimos 97 hs 57 min), frente a Jorge Nin (que votó por 100 horas). Por tanto, es el invitado en el próximo asado que hagamos.

2 comentarios:

David Vega dijo...

Excelente Hermano!!!
Gran relato como siempre y un verdadero placer compartir estos fugaces momentos de felicidad en competencia.
Abrazo gigante

Anónimo dijo...

felicitaciones totales!!!