Este fin de semana fue uno como los que vivía en mis buenos tiempos de “deportista amateur”, pues ayer sábado participé junto a Gonza –mi hijo- en la 4ª. Edición de los 10K Reebok, y hoy lo hice en “La Gran Final” de la serie Aventura GT 2009 de Mountain Bike en Pueblo Edén, sobre un total de 60 Km “durísimos”.
Reebok 10K
El pasado lunes fuimos con Gonza a retirar mi camiseta para la carrera de 10K, y al verla me preguntó si la vendían. Le sugerí que se inscribiera –últimamente no me estaba acompañando en las carreras- y finalmente, después de consultar con Seba (su amigo), decidió inscribirse. Le prometí que iba a correr junto a él, ya que me venía muy bien pues sigo sintiendo el dolor en la rodilla izquierda, sobre el tendón de la rótula. Temprano en la tarde pasé a buscarlos y llegamos al lugar de largada sobre las 15:30. Retiramos el chip para control de tiempo, los gurises se sacaron una foto con las promotoras de Clight Hidrade, y encontramos a los compañeros del equipo.
Hicimos el calentamiento previo y finalmente nos pusimos en fila para largar. A las 17:00 horas, iniciamos el camino a ritmo controlado, según habíamos planificado. Encontramos a un montón de amigos en la competencia que nos fueron superando, en tanto aprovechaba para sacar fotos. Allá por los 3K encontramos a otro “Gonza” que caminaba al costado del camino, y que nos acompañó por unos 2K.
Gonza –mi hijo- acusaba el cansancio y caminaba, en tanto yo trataba de que mantuviera el trote, aunque fuera muy lento. Así fuimos avanzando hasta que al cruzar el “Puente de las Américas”, ya llegando a los 7K, sentí el dolor fuerte sobre la rodilla … Así fuimos avanzando por la Av. Rivera, con Gonza que corría unos 300 mts y volvía a caminar.
Finalmente, ingresamos a Av. Arocena, oportunidad en la que le señalé que ahí ya no podíamos parar. Pudo mantener el paso, y con 1 h 12’ 25” de tiempo neto, cruzamos la meta levantando los brazos. Nos esperaba Seba, que había puesto poco más de 47 minutos. Recibimos la medalla recordatoria y emprendimos el regreso.
Aventura GT Pueblo Edén
Esta mañana a las 7:15 pusimos proa al Este junto a Rai y Víctor, para participar en la etapa final de la Serie Aventura GT 2009 en Pueblo Edén. El día estaba espectacular. Pese a los 60K de recorrido “duro” según la propia definición de los organizadores, no podía estar ausente del cierre de la serie que inició en el mes de enero en Punta Ballena (Tambo Lapataia). Era mi retorno a la competencia en esta disciplina, después de un largo paréntesis y casi ningún entrenamiento. Estaba en juego además el sorteo de una bicicleta GT Golden Marathon –una de las 20 existentes en el mundo- con un valor de U$S 8.000, razón adicional para participar de la fiesta.
A las 9:00 estábamos en el destino, un precioso pueblo en medio de las sierras de Maldonado. Encontramos a Pablo, que ya había participado ayer de otra carrera de MTB. Retiramos el kit y el cupón para el sorteo, y nos dedicamos a preparar las bicicletas. Poco después de las 10:00 dio inicio la competencia. Conforme nos habían indicado, los primeros 5K fueron prácticamente en una permanente subida, lo que exigió un fuerte trabajo técnico y provocó mucho desgaste de energía. Ya en ese tramo, había algún accidentado … Inmediatamente empezó un largo recorrido sobre trillos, con barro y agua acumulada, para después ingresar al costado de un monte nativo. Cruzamos un arroyo con agua por la cintura, y así seguimos avanzando. Alcancé a Rai y seguí avanzando, hasta que encontré a Víctor que estaba al costado del camino intentando solucionar un problema en sus zapatillas, ya que se le había perdido un tornillo de la traba. Llegamos a los 17K donde estaba el primer puesto de hidratación. Continuamos avanzando sobre caminos muy duros, con caminos a campo traviesa, con mucho barro y permanentes subidas, lo que me exigió en varias oportunidades poner “pié a tierra” para poder subir. Avanzamos junto a Víctor, que intentaba “llevarme” insistiendo en que mantuviera el ritmo de pedaleo. A los 32K encontramos el 2º puesto de hidratación, donde nos alimentamos con fruta y descansamos un poco. Retomamos el camino, que seguía siendo muy sufrido. Así avanzamos hasta más o menos los 45K, cuando cruzamos a Jorge Beltrán (organizador), quien venía haciendo el recorrido en moto y viendo el “estado” de los competidores.
A partir de los 45K empezó un recorrido bastante más suave, después de cruzar un arroyo. Tomamos una carretera angosta pero firme. En los últimos 10K nos esperaban caminos de balastro, con largas bajadas y cortas subidas, que nos permitió rodar mucho mejor. El panorama era espectacular, con algunas residencias escondidas entre las sierras que dan envidia. De esa forma, finalmente llegué a la meta en 4h 37’. Pablo había llegado en algo así como 3h 50’ (si mal no recuerdo), Víctor llegó un minuto antes que yo, en tanto Rai lo hizo en 5h 06’.
Nos higienizamos en la canilla de la plaza de Pueblo Edén –para sacarnos el barro más grueso del cuerpo- y esperamos el sorteo. Lamentablemente no sacamos nada … Almorzamos en un almacén del Pueblo (chorizos al pan, espectaculares) y emprendimos el regreso, para llegar a las 19:00 horas a Montevideo, con la satisfacción de haber alcanzado nuestras metas.
Resulta muy difícil exponer las sensaciones que se viven en esta disciplina, en un entorno natural inigualable, donde todo parece hecho para la perfección. Esa real simbiosis entre persona y bicicleta, más el contacto con la naturaleza en su expresión más cruda, nos ponen al límite de nuestras capacidades físicas, pero también nos eleva a lo más sublime de nuestro espíritu aventurero, en esta condición de seres humanos libres. Como decimos, estamos medio locos, pero de esa locura que solamente una mente muy sana puede sentir, es decir, por la adrenalina, el sacrificio y por qué no el sufrimiento, para casi en el mismo momento sentirse “especial”, virtualmente “volar” arriba de una máquina maravillosa que soporta estoicamente cuanta locura hacemos, aunque muchas veces con los ruidos que sentimos parece que se rompiera. Tomar una bajada a más de 60K por hora, entre piedras sueltas o a través de trillos de ganado, por caminos vecinales o servidumbres de paso, resulta indescriptible. Y en general, nos espera un arroyito al final de la bajada, para entre barro y alguna piedra suelta, pasar con éxito al otro lado. Los recorridos por el monte natural son espectaculares, donde se sienten sonidos y perfumes que no estamos acostumbrados a percibir.
En relación con mi estado físico, la rodilla casi no se sintió durante toda la carrera. Apenas me molestó cuando tuve que poner pie a tierra para subir alguna cuesta muy empinada, y ahora –a la noche- no me molesta. Espero llegar en condiciones a la maratón de Villa La Angostura, el 14 de noviembre. Vayan las felicitaciones a mis compañeros de equipo, que tuvieron un desempeño muy destacado arribando todos a la meta pese a los inconvenientes que tuvieron durante el recorrido.
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