“Todas
sus emociones, sus sensaciones, sus percepciones, todas sus historias
singulares maduran en su alma fantasiosa y desembocan un día en un texto corto
que ofrece la quintaesencia de las sinestesias caprichosas: oler colores,
saborear perfumes, tocar sonidos, oír temperaturas, ver ruidos. Practicar estos
ejercicios confirma que viajar supone el desajuste de todos los sentidos, y
luego su reactivación y capitulación en el verbo” (Teoría del Viaje, Michel
Onfray)
Llegamos a
Kathmandu el 24 y pudimos ya percibir el caótico tránsito de esa ciudad (pese a
lo cual, no vimos ningún accidente ni discusión entre conductores). Después de
un rápido desayuno, dedicamos el día a terminar de aprovisionarnos con los
equipos faltantes (que conseguimos a muy buenos precios) y el 25 emprendimos el
viaje en dos vehículos todo terreno rumbo a Phaplu (2.480 msnm) en un viaje por
caminos absolutamente intransitables -salvo para las Mahindra Bolero- que
alcanzaron los 2900 msnm, y que nos llevó 12 horas para hacer no más de 250
kilómetros. Además, nos permitió comenzar el período de aclimatación a la
altura, fundamental para este tipo de experiencias, que algunos ya sufrieron
durante este viaje.
Soy
náufrago en el mar, y en tierra no paro de caminar (Náufrago - Cuatro Pesos de Propina)
Al día siguiente, iniciamos el trekking desde Ringmo
-muy cerca de Phaplu- cruzamos por Taxshindu-lá (majestuosa puerta de entrada a
los Himalayas, 3050 msnm), bajamos a Nunthala (2400 msnm) -donde almorzamos en
casa de familiares de Krishna- y continuamos hasta Jublin (1650 msnm). Ese muy
importante ascenso y descenso ya en el primer día, hizo que algunos de nosotros
sufriéramos las consecuencias del esfuerzo, pues llegamos recién a las 18.00
horas al refugio donde nos alojamos (propiedad de un primo de Krishna). El
camino estuvo plagado de cruces con caravanas de mulas cargadas (que tienen
preferencia de paso, incluso en los innumerables puentes colgantes que al
principio nos parecían peligrosos), niños trabajando en tareas rurales, olores
y aromas novedosos.
“Táctica y Estrategia”
(poema de Mario Benedetti)
Entre tantas conversaciones durante el trekking,
con Juan fuimos conversando sobre mis cursos de Estrategia en el Centro de
Posgrados, recordando el poema de Benedetti “Táctica y Estrategia”, y lo
comprometí a que nos visite en alguno de los cursos a contar su experiencia en
el ámbito empresarial. Conversamos sobre el impacto que tienen estas
actividades de trekking en la montaña y las deportivas en general, sobre
nuestras profesiones y actividades laborales, destacando la complementariedad y
el aporte que muchas veces encontramos, y en particular la forma como se
despierta la creatividad.
El 2° día de trekking, nos llevó hasta Karikhola,
después de un ascenso constante. En un descanso, pudimos visitar un templo
budista y conocer las innumerables estupas con sus “ojos de Buda” que todo lo
observan. Subimos hasta los 3000 msnm en Karilá, para bajar a los 2700 msnm
hasta Paiya, donde nos alojamos. En mi arenga inicial, recordé la frase del
Gral Máximo (Gladiador), diciendo “Lo que hacemos en la vida, hace eco en la
eternidad. Imaginen dónde estarán en una semana, y se hará realidad”.
“Los caminos de la vida”
(Vicentico)
En el camino, cruzamos por una casa donde unos
monjes (lamas) nos obsequiaron una bolsa con alimentos a cada uno. Se trataba
de una ceremonia religiosa, pues cuando fallece alguien, hacen ese tipo de
ofrendas a los caminantes. ¿Verdad que debemos considerarnos privilegiados?
Fuimos protagonistas de una expresión pura de la religiosidad de este pueblo,
de un modo para nosotros absolutamente inesperado.
En la escala, Seba disfrutó de un partido de
fútbol con niños de la zona, además de Milan (uno de nuestros porteadores), y
en la cena, un francés nos invitó con queso de la región en la que vive. Magia
pura.
Otra anécdota, se dio en un almuerzo en Bupsa,
ocasión en que pedí una cerveza. Cuando Dardo me vio, se levantó y le pidió a
la cocinera nepalí, en perfecto español: “Deme una cerveza, en lo posible bien
fría”… ¡Y lo entendió!!!
“Emoción,
afecto, entusiasmo, asombro, interrogación, sorpresa, alegría y estupefacción,
todo se mezcla en el ejercicio de lo bello y lo sublime, del cambio de hábitos
y de la diferencia” (Teoría del Viaje, Michel Onfray)
En cada ocasión en que algún tema musical venía a
mi mente, me ponía a cantar. Así, recorrí “Mi Revolución” y “Náufrago” (Cuatro
Pesos de Propina), “Isla Patrulla” y “Orejano” (Los Olimareños), “La hermana de
la Coneja”, “Durazno y Convención” y “Amor profundo” (Jaime Roos), “Los caminos
de la vida” (Vicentico), "Carretera Perdida" (Buitres), “Mi lista negra”, “Así soy yo” y “Breve descripción
de mi persona” (Cuarteto de Nos) e incluso algún tango. Las largas jornadas de
trekking y la nostalgia hacen que estas vetas artísticas florezcan… Aunque con
seguridad, mis compañeros preferían que me callara la boca (salvo algún
ocasional acompañamiento cantando). Hablamos también de películas (Apolo XIII y
la frase ya referida), Gladiador, 300, y nos detuvimos bastante en “Antes de
partir” (“The bucket list”) con Jack Nicholson y Morgan Freeman, ya que –entre
otras cosas- al final las cenizas de ambos son depositadas en el Everest “para disfrutar
de la mejor vista”.
En una de estas jornadas, duras desde los
sentimientos, de recogimiento y profunda reflexión recordando a mi hermana,
Alejandra lo notó y me acompañó, ayudándome a “salir” con su
pregunta ¿“Qué pasa, Jotita”?, su comprensión silenciosa y su abrazo cálido y maternal.
“Porque al final no
recordarás el tiempo que permaneciste en la oficina o arreglando tu casa. Ve y
escala esa maldita montaña” (Jack Kerouac)
Los siguientes días de trekking nos llevaron por
continuos ascensos con algún descenso, más un par de días de aclimatación, cuando
salimos de la zona conocida como “Solo” e ingresamos al valle de Khumbu. El
ingreso a la zona budista tibetana se notó en los rasgos de las personas, a lo
que se sumó la enorme cantidad de montañistas de todas partes del mundo,
sherpas y porteadores cargados a más no poder, trasladando enormes cantidades
de productos de todo tipo sobre sus espaldas y sujetados en la cabeza, más caravanas
de mulas y yacs, y una enorme proliferación de símbolos religiosos (Mani) en
piedras talladas y pintadas.
Resham firiri (canción
nepalí)
A mitad de camino en el ascenso, llegamos a un
lugar mítico: Namche Bazaar (3420 msnm). Fue un momento de especial
recogimiento, de satisfacción plena y de profunda emoción. Es el último lugar
típicamente comercial, donde pueden solucionarse todos los temas pendientes
antes de emprender la parte más dura del ascenso (incluso lavandería de ropas,
servicios financieros, panaderías y cafeterías). Antes de partir, como casi
todos los días, estuve encargado de la arenga al grupo, que en esta oportunidad
fue breve: “Compañeros, somos privilegiados, venimos de Uruguay, país con 3.4
millones de habitantes y seremos los únicos uruguayos en el Campamento Base del
Everest. Disfruten intensamente el presente y recuerden que la gloria nos
espera”.
Fue un momento de emoción, lágrimas, abrazos y recogimiento, que
quedará en nuestros corazones por siempre. Dice Reinhold Meissner en “Mi vida
al límite” –libro que terminé de leer durante esta expedición-, que un buen
compañero de montaña es alguien con quien compartir el miedo y la alegría, y
con seguridad las sensaciones que compartimos, fueron un muy buen ejemplo de compañerismo.
También debo destacar -como se lo señalé a Mabel- que en esos momentos
extrañaba especialmente la compañía de Martín (Zanabria) y Paola (Nande), con quienes hicimos
el ascenso al Cordón del Plata.
“No estamos haciendo
deporte. No estamos jugando. No se trata de religión. Pero somos deportistas.
Nos jugamos y vivimos a pleno. Nos encomendamos a nuestros dioses, o duendes,
como quieran llamarlos. No corremos peligro de muerte, pero es una posibilidad,
y por eso nos cuidamos. Nos responsabilizamos entre nosotros. Todos para uno,
uno para todos. Nuestra vida ya no es la misma. Somos hermanos. Nos espera un
sueño. Allá vamos. ¡U-u-u-Uruguay!”
Seguimos ascendiendo a Portshe (3850 msnm), un
milenario pueblito agrícola, que se mantiene casi sin cambios ubicado en una
altiplanicie protegida de los vientos por las montañas que la rodean. El
siguiente paso fue Pangboche, Somare y Dingboche (4330 msnm), sintiéndonos
todos bastante bien, pero ya sintiendo el frío reinante, al extremo que a
partir de las 15.00 horas se vuelve muy difícil permanecer al aire libre. El
día siguiente fue nuevamente de aclimatación, ya que subimos hasta los 5076
msnm (Dingboche Ri) para volver a bajar.
En la siguiente etapa, cruzamos por Thukla (4620
msnm), llegamos al Memorial que recuerda a quienes perdieron la vida en la
tragedia de 1996 -un momento mágico, sobrecogedor- , donde cada uno de nosotros
nos sentimos en paz y armonía. Las fotos obligadas con los grandes nombres de
la expedición al Everest, ocuparon gran parte del tiempo: Scott Fischer, Rob
Hall … El camino nos llevó a Pyramid,
5050 msnm, donde nos alojamos en el lodge con forma de pirámide que fue centro
de investigación italiano. A las 14.30 empezó a nevar.
Ya estábamos muy cerca de la meta tan ansiada, así que en el aire se palpaba la emoción y alegría. A la mañana siguiente, salimos rumbo a Gorak Shep (5170 msnm), escala previa al Camp. Base. Salvo algunas molestias puntuales, la gran mayoría nos sentíamos bien. Nos alojamos, preparamos la "mochila de ataque" con el abrigo e hidratación necesarios, y salimos al asalto del Campamento Base.
Culmina en una próxima entrega...
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