Un año cargado de
desafíos
Muchas de las frases que circulan en redes sociales sobre el
comportamiento de los corredores, hacen referencia a una condición: la
capacidad para hacer cosas muy extrañas para el común de los mortales. Así,
pueden leerse comentarios desde salir de la zona de confort, entrenamientos en
condiciones climáticas y horarios poco normales, hasta la ya famosa referencia
de Marciano Durán en "Esos locos que corren” cuando señala que son capaces de
recorrer 200 kilómetros para correr 10. Ya le he dicho a Marciano que se quedó
muy corto… hicimos 2.300 kilómetros.
¿A qué viene toda esta introducción? A que para el corriente
año, decidí armar un programa de actividades bastante cargado, aprovechando la
ida a competir en la CCC del Mont Blanc (asegurada, pues tenía los puntos
suficientes y había quedado fuera en el sorteo en los dos últimos años). Así,
corrí los 10K de San Fernando (Maldonado) el 05.01, seguí con los 21K de Punta
Ballena Trail Run el 20.01, el ascenso al Volcán Lanín el 28 y 29.01, los 16K de Reto al Mataojo en Pueblo Edén el 03.02,
los 17K del Reto al Amanecer en Piriápolis el 17.02 (donde tuve el privilegio
de ser “corredor sanitario” y operar como “escoba” cerrando la competencia,
gracias a la invitación del organizador Roberto Saule), los 15K de Trillos
Noche (¡qué bueno correr en la noche, y por las barrancas de Kiyú!), los 19k de
Desafío Dos Arroyos por arena entre los arroyos Carrasco y El Pinar, para irme
a correr Champa Ultra Race en San Javier (Traslasierra, Córdoba) el 8 y 10.03. Y aquí hago
un paréntesis. Como consecuencia de un desperfecto en mi calzado en Dos
Arroyos, terminé corriendo descalzo, lo que me provocó una tendinitis en el
talón del pie derecho, así que estuve tomando antiinflamatorio y usando
tobillera hasta el día previo al viaje…
Terra Incognita
Uso ese término que se incorporaba como inscripción en los
mapas antiguos, para referir a las tierras situadas más allá de las zonas
conocidas por la civilización occidental. En realidad, miento un poquito o bastante –considérenlo una “licencia poética”- pues ya he estado en esa zona de Traslasierra, Córdoba en otras
oportunidades, llegando un par de veces a la cumbre del Cerro Champaquí con sus
casi 2900 msnm (metros sobre el nivel del mar). Mi primera ultra fue la Half
Mision, precisamente allí. ¿Cómo olvidar las maravillosas vistas desde la
cumbre, el impresionante viento y frío reinante, la interminable madrugada por
el Sendero de las Cabras, el zumbido penetrante de los cables de alta tensión
en la noche cerrada, el cielo absolutamente despejado repleto de estrellas
donde se dibujan las más extrañas figuras, e incluso la trucha al roquefort de
La Fonda de Buca?
Nunca había corrido Champa Ultra Race, y por tanto allá
fuimos junto a Pablo Lapaz, Elena Pareja y Yovanna Barreto (que se sumó en los
días previos), entrenadas por el amigo Paul Medina, con quien coincidí en El
Cruce Columbia 2013.
Lo de “incognita” o “ignota” podría referir también a las
compañeras de viaje y carrera, pues fue la primera vez que compartimos una
aventura de este tipo. Es más, con Yovanna he compartido varias carreras, pero
con Elena creo que nunca me había cruzado. Viajamos en el auto de Pablo el
jueves 6 –salimos a las 5:15 AM- para llegar a Villa Las Rosas (donde teníamos
el alojamiento) a las 19.00 horas. Viaje largo, plagado de anécdotas y
comentarios sobre carreras, que incluyó una parada en plena sierra de Córdoba
para comprar vino “patero”, queso y salamín. La temperatura estaba bastante
elevada, así que con Pablo pudimos disfrutar de la piscina del lugar.
En la madrugada, se descargó una tormenta fuerte. A la
mañana, teníamos corte de energía pues habían caído algunos árboles y cables de
electricidad. Mientras desayunábamos, vimos pasar por el camino a dos amigos
uruguayos –Gonzalo Sosa y Guillermo Pereira, del grupo de Roberto Saule-, que
habían llegado a las 5:00 AM después de un muy largo viaje desde Maldonado, y
de haber estado dos horas detenidos por la caída de un árbol en la carretera.
Junto a otros uruguayos (el Pato Acevedo y “Runtrail Bike” del grupo MQ entre
ellos) y dos argentinas, liderados por Laura Barrios, estaban alojados
relativamente cerca de nosotros.
Hasta las 17:00 horas, no hubo energía eléctrica. De nuestro
grupo era el único anotado para correr el “Kilómetro Vertical” (KMV), que
largaba desde la Estancia La Constancia, a escasos kilómetros de San Javier,
pero por un camino muy poco transitable, así que decidimos ir con tiempo. La
temperatura había bajado bastante.
Cuando retiré el kit, me señalaron que era el primero en
largar, exactamente a las 16:00. ¿Será consecuencia de la “ansiedad”, por haber
sido el primer inscrito? Recordando el KMV que corrí junto a Pablo en la
Transalpine Run 2015, y considerando mi tendinitis, estimé un tiempo de 1:30.
Había una tenue llovizna, así que emprendí el camino con la 2ª piel y la remera
de carrera. Los siguientes competidores largaron cada 15 segundos, y por tanto al
poco tiempo empezaron a superarme. El ascenso se hizo duro, exigente, en
particular a partir de los 2 kilómetros de carrera (nos esperaba una distancia
total de 5 kilómetros). No me preocupó, pues busqué cuidarme y disfrutar del
recorrido, sacando fotos.
Completé el ascenso en 1:27:57, superando solamente a 4 de
los 52 competidores del KMV, pero me sentí realmente satisfecho. Me abrigué a
mitad del ascenso pues el muy fuerte viento y frío, se hacían sentir al extremo
que las ráfagas amenazaban con tirarnos. Decidí bajar “al palo”, aunque
solamente se computara el tiempo del ascenso, para tomarlo como entrenamiento, y
lo hice en 1:02. Abajo, me esperaban Pablo, Yova y Elena, disfrutando de un café
en las cómodas instalaciones de la Estancia… Pensaba señalar aquí que no me
estaban esperando en la meta y que por tanto no tengo fotos de mi llegada; opté
por señalar que estaban reponiendo energías en un lugar calentito… Es broma,
obvio. Lo positivo: no sentí molestias en el tobillo.
Después de un buen asado en la noche, el sábado fue día de
descanso. Ello nos permitió disfrutar de una preciosa feria de alimentos y
artesanías en la plaza de Villa Las Rosas, donde almorzamos pastas caseras y
cerveza artesanal.
El domingo a las 6:30 AM, Pablo largó sus 44 K. Fui a
llevarlo, oportunidad en la que encontré a Mari Cervini, Carlita Dadomo y Diego
Fava, y volví a descansar un poquito; dormir, imposible, pues largaba a las
9:30, al igual que Yova, pues había decidido bajarme a los 26K (en lugar de los
44K) para cuidar mi tobillo. Elena largó los 18K, a las 9:50.
Open the blast doors
Esta frase está tomada de Star Wars Episodio IV. ¿No tiene
mucho que ver con correr subiendo el Champaquí, verdad? Bueno, me vino a la
memoria y listo. Acéptenlo.
Apenas largamos desde la Plaza de San Javier, empezamos a
subir por el camino asfaltado –que en mis anteriores participaciones era de
balastro- con una pendiente fuerte. Hicimos un kilómetro hacia arriba, cuando
ya vi que Yova se iba adelante a paso firme. Ingresamos por un camino de tierra
hacia la derecha en general en subida, con algunos descensos. Así avanzamos,
compartiendo con quienes iban a menor ritmo, aprovechando para conversar y
tomar fotografías. Llegamos hasta el punto donde se separaban las distancias,
en el Cerro de la Cruz. Seguimos subiendo por caminos bastante limpios y con el
cielo nublado.
Avanzando de esa manera, llegamos al Puesto de Don Carlos
Ferreyra, lugar muy conocido en la zona y donde siempre he pasado en cada
carrera corrida allí. Iban unos 9 kilómetros, y aproximadamente 1h 42 minutos,
así que me sentía satisfecho con el ritmo. Me rehidraté y comí algo de
alimento, y continué mi camino al pie de las Sierras Grandes. Seguimos por un
tramo con subidas y bajadas, bastante trabado, para llegar al lugar donde el
camino se juntaba con quienes corrían los 18 K. A partir de allí, nuevamente
continuamos subiendo por un sendero bastante limpio, para llegar al punto más
alto de nuestro recorrido a los 13K, 1430 msnm, entrando a la Estancia La
Constancia con poco más de 2hs 30 minutos de carrera.
Después de rehidratarme nuevamente, crucé el puentecito
donde se había hecho la largada del KMV, para subir unos pocos metros, saludar a José ("Clavo de Hierro", amigo de estas aventuras que estaba en la organización) y a
partir de allí, tomar la Cuesta de las Cabras bajando por la denominada Huella
del Infiernillo. El sendero está bastante lleno de piedras, así que se hizo algo lento. En el Km 18, encontré un nuevo puesto de hidratación, donde
alcancé a Julio Ernesto Espinosa, un amigo argentino que hacía su debut en la
disciplina y que tenía a su esposa esperándolo. Según me dijo, le había prometido que llegaba
en unas 5 horas, así que le dije a Eduardo que llegábamos en menos de 4:30.
Dado que mi ocasional compañero venía con alguna molestia muscular, cada tanto
paraba a estirar y recuperarse. Nos superó Gustavo Reyes, ganador de la
distancia mayor, 62K.
Encaramos la Quebrada de Ambrosio, llena de cruces de
arroyos así que no hubo más remedio que mojarnos, pese a que hasta ese momento
había podido mantenerme seco. Llegamos a la bifurcación de la Hondonada, Km
23.5, para continuar por un sendero con barro y siempre cruzando arroyos, divertido
pese a las dificultades. Finalmente, llegamos al último kilómetro de acceso a
San Javier, asfaltado y en bajada, para desplegar toda la velocidad junto a mi ocasional
compañero, momento en el que le dije: “seguí adelante, que te esperan”. Insistió en que
llegáramos juntos, así que le sugerí hacer el “avioncito”, para completar el
recorrido en 4:14:56 para los 25.6 kilómetros de recorrido total (9:58/km,
promedio satisfactorio para mis condiciones y por el hecho de haber corrido el
KMV, 40 horas antes), ocupando la posición 35 en la categoría y distancia. El
abrazo de Julio Ernesto con su esposa y las lágrimas de alegría a la llegada, quedarán
en el mejor de los recuerdos.
“No existe la
casualidad ni las coincidencias”
Pese a que Yova y Elena ya habían completado sus desafíos,
me costó bastante encontrarlas… habían ido a tomar una cerveza. Es más, Yovanna
fue primera en su categoría con un excelente tiempo de 2:58:43, con casi 7
minutos de margen sobre la 2ª colocada. Elena había completado sus 18
kilómetros en 2:58:22 (corrió prácticamente al mismo ritmo que yo), ocupando la
posición 55 en su categoría. Estuvimos esperando un buen rato a Pablo, que
completó sus 44K en 8:45:29 (57 en la categoría y distancia).
Después de alimentarnos y esperar la entrega de premios –de Yovanna
y Gonzalo Sosa (primero en la general de caballeros de 26K, con un
impresionante registro de 2:07:52)- volvimos al alojamiento para bañarnos y
juntar todo el equipaje, ya que debíamos emprender el retorno. Salimos a las 18:50, con una leve llovizna y bastante
tránsito en las sierras de Córdoba, por ser domingo. Pese al intento de dormir cuando el otro
maneja, con una carrera con tantas anécdotas es muy difícil hacerlo, en
particular para el hiperactivo Pablo, así que terminé manejando la mayor parte
del recorrido. Después de un viaje bastante cansador, llegué a casa a
las 8:10 de la mañana, para bañarme e ir a mi clase en Facultad (ese día tenía
el inicio de actividades…).
¿Vieron por qué digo que Marciano Durán se quedó muy corto?
Prefiero a Forrest Gump, interpretado por Tom Hanks, cuando dice “la vida es una
caja de bombones, nunca sabes qué te va a tocar”. Es que con Yova y Elena no habíamos
compartido experiencias así debíamos aprender a convivir con nuestras
diferencias. Resultó todo un descubrimiento –como en general me ha pasado- con
imperdibles intercambios y anécdotas, que enriquecen nuestras vidas. ¿Puede
haber mayor fortuna?
5K Asociación Down
Una semana después y con un cierto descanso, participé de
los 5K Asociación Down aquí en el Prado, aprovechando para tomar muchas
fotografías y conversar con amigos. Es ese tipo de desafíos a los que me
encanta sumarme, ya que me permite hacer deportes de modo solidario, y sin
preocuparme por los tiempos y ritmos. La tendinitis seguía molestando un poco, pero no me impedía trotar.
Cabo Polonio Trail
Y el sábado 23, me fui a correr al Cabo Polonio. Después de
hacerlo en 2015, no había vuelto a este circuito. Coordinamos con Andrés Silva,
y lo levanté a las 4:30 AM para posteriormente pasar a buscar a Leo –uno de los
compañeros de Andrés en la Agencia Nacional de Vivienda, que fue a disfrutar
del asado- en Ciudad de la Costa, para llegar a la entrada del Cabo a las 7:25
AM (muy temprano…). A las 8:30 tomamos el camión, que nos dejó en el destino,
para alojarnos en el Hostal Sueño Profundo, donde ya estaba Cristina Da Cunha
desde el viernes pues había viajado con Luciano Caro. Los demás compañeros de Andrés llegaron cerca de mediodía,
pues habían tenido problemas en el vehículo y viajaron en ómnibus.
“Ave Caesar, morituri
te salutant” (Salve César, los que van a morir te saludan)
Andrés y Cristina largaron los 60K a las 12:30. Mariana Quiñones, los compañeros de Cantero Entrenamientos Nacho Puig y Julio Sosa, largaron los 42K a las 14:30. En mi caso,
largué los 21K a las 15:30 junto a Dardo Parentini, Andrés y Renée Montero, fijando
como objetivo marcar no más de 3 horas para todo el recorrido. Es cierto que es
un promedio pobre, pero se trata de un circuito muy duro, con casi todo el
recorrido sobre arena blanda, así que más vale ser precavido. Andrés se me fue
un poquito adelante –“voy a correr tres carreras de 7 kilómetros cada una” me
dijo-, rumbo a la entrada al Cabo, por el sendero de los camiones en leve
subida y por arena totalmente suelta. Completamos los 6K en el puesto de
hidratación que estaba al ingreso del sendero, momento en el que alcancé a
Andrés y encontré a Diego Rodríguez Fariña (había largado junto a su padre
Milton, los 60K) con un fuerte dolor en la rodilla y pensando en abandonar,
cosa que finalmente hizo.
Tomamos hacia el Este por el sendero rumbo a la desembocadura
del arroyo Valizas, interminable y siempre con arena suelta. Después de mucho
esfuerzo, llegamos al 2° puesto de hidratación, ubicado en el Km 13, momento en
el que disfrutamos de dulces, fruta e hidratación. Seguimos por tres kilómetros
atravesando las enormes dunas del Cerro de la Buena Vista, para salir al
costado del océano y emprender el tramo final rumbo al Cabo.
Con alguna molestia en el talón –la maldita tendinitis- pero
pudiendo mantener el ritmo, finalmente completé mi recorrido de 25.6 km en un
tiempo total de 2:47:46 (8:08/km, promedio bastante mejor que en mi anterior
participación) ocupando la posición 54 (entre 80 en la distancia). Mariana
Quiñones –MQ- fue primera entre las mujeres en los 42 kilómetros, con un tiempo
envidiable de 5:32:14. Fernando Bonino –compañero en la próxima aventura en
Fiambalá, Catamarca- fue 2° en la general en 60 Km, y Andrés completó el
recorrido en 9:14:00. Pese a todo el tiempo que estuvimos esperándolo,
finalmente no lo vimos llegar pues estábamos controlando el asado y yendo a la
costa…imperdonable. Asado, cerveza, vino … fueron el cierre casi perfecto, a lo
que se agregó el canto (desafinado, obvio) de los compañeros del Pato, en el
Hostel.
Breve descripción de
mi persona, canta El Cuarteto de Nos
Registro 9.064 kilómetros en 491 competencias oficiales hasta
el momento, 5089 kilómetros de ellos en trail y 3975 en calle. Afortunado, sin
dudas. He vuelto a los entrenamientos dentro de mis posibilidades, ya que mis
ocupaciones no siempre me permiten asistir. La molestia en el tendón no se ha
ido, pero tampoco me complica, y en general se va cuando entreno, después del
calentamiento. He optado por mantenerme en relativa quietud, para tratar de
recuperarme totalmente, razón por la cual desistí de participar en los 20k de Aborigen
Trail en las sierras cerca de Gregorio Aznárez, Maldonado que se corre ahora.
“Veni, Vidi, Vici”
(Vine, Vi y Vencí)
Ojalá culmine este 2019 haciendo honor a esa frase de Julio
César, aunque con seguridad, en mi caso, el “triunfo” se limita a completar las
competencias que tengo programadas. Entre el 13 y el 20/04 me esperan los 144K
de Peneda Gerés Trail Adventure, del 8 al 11/05 los 165K de Fiambalá
(Catamarca), el 23/6 la Maratona do Río, los días 30 y 31/08 los 100K de la CCC
en el Mont Blanc, el 5/10 los 50k de Gramado X-Treme Race y el 2/11 los 50K de
Cochrane Patagonia Trail (Chile). Además, espero poder participar de
competencias de trail en Uruguay, y alguna de 10k en calle para cumplir con un
compromiso moral con la Agrupación de Atletas del Uruguay.
“Yo no sueño en la
noche, yo sueño todos los días. Yo sueño para vivir” (Steven Spielberg)
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