Entre Mendoza y Ushuaia, hay una distancia aproximada a los 3.300
kilómetros –casi de una punta a otra de Argentina-, y bastante diferencia en
términos de geografía. Con cinco semanas de diferencia, tuve el privilegio de
formar parte de Kumen Aconcagua Ultra Trail 70K el 11.02.2018 y Ushuaia Trail
Race Fin del Mundo 42K el 17.03.2018.
Canta Buitres, en "Condenado el corazón"
Malditos tus ojos tienen condenado el corazón al juego de su luz
Sus ojos miran como los de un animal sin lugar a donde escapar que lame sus heridas y vuelve a correr sin pensar que habrá una ultima vez Corrí una noche alejándome y sin embargo hoy estoy aquí otra vez
Kumen Aconcagua Ultra Trail
En oportunidad del ascenso al Cordón del Plata en noviembre de 2016,
llegamos también hasta Confluencia en el Parque Nacional Aconcagua, y me quedó
la “espina” de intentar subir a una mayor altura, en lo posible hasta Plaza
Francia o Plaza de Mulas. En cuanto surgió la opción de esta competencia, me
inscribí en los 70K, a la que se sumaron David Vega y Alejandra
Isabella. Un mes antes, Jonatan Torena –en un entrenamiento por el Cerro de
Montevideo- me preguntó si podía sumarse con nosotros, así que completamos el
equipo que viajamos en mi camioneta. Unos días antes, Alejandra se hizo un
esguince de tobillo al final de un entrenamiento, así que viajó con la
convicción de que –en el mejor de los casos- podría intentar correr los 15K.
Luego de un largo viaje con tormentas cerca de nuestro destino inicial,
llegamos a ciudad de Mendoza a las 23.00 horas del jueves 8 de febrero. Sobre
los gustos musicales de Jonatan, no corresponde que emita opinión, limitándome
a decir que en el largo viaje, descubrí a algunos intérpretes y aprendí algunos
temas, que no caen dentro de mis predilectos… Eso sí, junto a las largas
sesiones de mate, sirven muy bien para mantenernos despiertos.
El viernes 9 viajamos hasta Penitentes, donde llegamos a mediodía,
momento en el que se iniciaba el retiro del kit de competencia. De allí,
seguimos hasta Las Cuevas –muy cerca de la frontera con Chile- donde nos alojamos
en el Hostal Refugio del Viento.
El día sábado en la mañana subimos en el vehículo hasta el Cristo
Redentor, desde donde se disfruta de excelentes vistas de la Cordillera de los
Andes, junto a Harvey, un estadounidense que viaja por el mundo en solitario, y
que había estado en enero en Uruguay. Las conversaciones con este personaje,
quedan en el mejor de los recuerdos. A la tarde, fuimos a la charla técnica,
instancia en la que encontramos a la otra uruguaya que competía, Lali Moratorio,
además entrenadora de Jona.
Aconcagua Ultra Trail se define
como la máxima expresión del desafío. Con un exigente circuito trazado, con el
marco del cerro Aconcagua y una altimetría que llega a algo más de 4300 msnm,
este circuito de ultra trail puede convertirse en un ícono del deporte de
aventura en la región. Escenarios naturales no faltan, así que este uruguayo
tenía que estar. Cuenta con certificación de ITRA (International Trail Runinng
Association) y con tres distancias acordes a los niveles de los distintos
corredores: 15K, 38k y 70K (este último, con puntaje oficial de ITRA).
La invitación de la carrera dice:
“Más lejos, más alto”. El imponente Aconcagua con sus 6962 msnm, es el pico más
alto de América y meca del andinismo, atrayendo a miles de andinistas cada año.
Entre ellos, íbamos a encontrar a otro de los “Hermanos de la Montaña” en plena
aclimatación, intentando hacer cumbre: Alejandro “Caroteno” Chabalgoity, con
quien coincidimos en los senderos entre Confluencia y Plaza Francia. Los
sentidos, la adrenalina y el desafío, se complementaban con el privilegio de
compartir esta carrera con amigos.
En la charla previa, el
organizador detalló las condiciones que íbamos a encontrar en el recorrido,
además de los cortes horarios: 4 horas para llegar a Confluencia (PC2) y 9
horas para el Valle de Horcones (PC5) a la salida del Parque Nacional. En
particular, destacó que debíamos guardar energías para enfrentar el último de
los ascensos duros –pese a que en la altimetría sería casi descartable- a falta
de 12 kilómetros, en la denominada Quebrada de Vargas. Es más, señaló que
podíamos no hacer ese tramo y continuar hasta la meta, figurando después de
quienes hicieran el recorrido completo.
Largamos con linternas encendidas
a las 5:00 AM con un frío tolerable, para recorrer los primeros 12 kilómetros
que nos llevaron desde Penitentes por el Cementerio de Andinistas y Puente del
Inca, hasta el ingreso al Parque Aconcagua, donde llegamos ya con las primeras
luces del amanecer. Después de comer algo, continuamos ascendiendo hasta
Confluencia (3400 msnm), recorrido que conocía de mi aventura en 2016. Llegué
junto a un competidor brasileño que iba con dificultades de visión, en 3 horas
25 minutos, y por tanto con margen razonable para el corte. “Estoy en carrera”,
me dije, pues mi objetivo principal era poder llegar a Plaza Francia, y haber
superado ese corte, me lo aseguraba. A partir de allí, continuó el ascenso por
senderos con mucha piedra y tierra suelta, cada vez con menos temperatura, en
ascenso casi permanente, en un entorno mágico rodeado por las imponentes
montañas. Aproximadamente a mitad de ese tramo, ya empezaron a pasar quienes
lideraban la prueba en su descenso, instancia en la que identifiqué a Jona,
David y Lali (2ª entre las damas, a esa altura).
¡Llegué al Mirador de Plaza Francia! El paisaje es realmente
imponente, con una vista de la pared sur del Aconcagua realmente impactante. El
colega brasileño estaba en la carpa de la Organización, y señalaba que no veía
bien, al extremo que no lo dejaron continuar pese a que los controles de salud
que le hicieron estaban bien. Me abrigué, alimenté y repuse líquidos, para
emprender la bajada, ya con la satisfacción de haber conseguido mi meta.
En ese primer tramo de descenso,
identifiqué a Caroteno que subía junto a otros andinistas, en su proceso de
aclimatación. Obviamente, nos dimos un fuerte abrazo, conversamos brevemente y
nos tomamos fotos, para posteriormente continuar mi camino. Un poco después, me
alcanzaron Eliana y Carlos, argentinos que venían bajando fuerte pues temían no
llegar a tiempo al corte en Horcones, a la salida del Parque.
Ya a falta de 2 kilómetros para
ese punto, con el organizador que venía “barriendo” el sendero muy cerca de
nosotros, noté que no llegábamos antes de las 9:00 horas de competencia, sino
que lo hicimos en 9:10. Igualmente, nos permitían seguir y definir en el
ingreso a Quebrada de Vargas, qué hacer… En tanto mis compañeros ocasionales
señalaron que aunque fuera arrastrándose, pensaban hacer todo el recorrido, yo
ya señalé que seguía hasta la meta.
Continuamos por el largo tramo
rumbo a Penitentes, con Eliana y Carlos que se fueron adelante. Pero cuando
llegaron a la bifurcación para encarar la Quebrada, decidieron continuar hacia Penitentes. Un poquito
después, alcancé y superé a Carlos, que iba bastante cansado. Con un tiempo
total de 11 horas 29 minutos, completé los 58 kilómetros de distancia. Jona y
David habían llegado un poquito antes en un excelente desempeño, pues
completaron todo el recorrido. Es más, me señalaron que hice bien en no ir a
Quebrada de Vargas, diciendo que era “matador”, y que me iba a llevar no menos
de 3 horas hacer ese tramo. Lali Moratorio estuvo detenida un buen tiempo en
ese trayecto, decidida a abandonar, pero finalmente se repuso y pudo completar
los 70 kilómetros, a una semana escasa de haber competido con singular éxito en
Vuriloche Ultra Trail. ¡Y pensar que no está en la selección uruguaya de trail!
Por tanto, pese a no haber
completado todo el recorrido, me vine con la enorme satisfacción de haber hecho
58 kilómetros en un lugar mítico, mágico, con la compañía de mis duendes en la
soledad de las imponentes montañas, y de haber alcanzado el Mirador de Plaza
Francia a 4300 msnm.
A partir de esa experiencia y
como parte de la preparación para Ushuaia Trail Race, corrí los 30 Km de
Lobizón Race el 04.03.2018 en la zona de Las Brujas (Canelones) y los 20 Km de
Punta Ballena Night Trail Run el 10.03.2018.
Ushuaia Trail Race Fin del Mundo
Nos fuimos a Tierra del Fuego,
bien al sur del sur, junto a Dardo Parentini y
David Vega a correr los 42 Km, en tanto Alejandra Isabella y Hebert
Prado corrieron 10 Km, ya que están en proceso de recuperación de lesiones.
Salimos del calor de Montevideo, para encontrarnos con sensaciones térmicas de
-8°, lluvia y nieve, rodeados por un entorno que parece salido de películas
como El Señor de los Anillos o Crónicas de Narnia. Las montañas son bastante
más bajas que en los Andes centrales, con una fisonomía quizás más
deslumbrante.
Este desafío –que fue por su 2ª edición- nació
con la idea de crear una de las carreras más duras, técnicas y atractivas de la
región. Los senderos de montaña que rodean a la ciudad, le otorgan todos los
condimentos que una gran carrera de trail debe tener. Me hizo recordar a los
senderos que recorrimos en ocasión de nuestra participación en Ultrafiord, en
el relativamente cercano Parque Torres del Paine (Chile).
La carrera se disputó el 17.03.2018 en Ushuaia, la ciudad más austral
del mundo, sobre el canal Beagle que fuera objeto de disputa hace varios años entre Argentina y Chile. Dada su ubicación, las condiciones meteorológicas son bastante
inestables, con temperaturas muy bajas aún en esta época del año. Por ello, la
Organización puso mucho énfasis durante el control previo y la charla técnica,
en los elementos obligatorios que debíamos llevar.
Se corrió en tres distancias: 10K, 25K y 42K. En las dos jornadas
previas, pudimos disfrutar de recorridos por el Parque Nacional Tierra del
Fuego –llegamos hasta Bahía Lapataia, punto donde termina la Ruta 3- y por Puerto
Almanza, zona de pescadores frente a la Isla Navarino (Chile), donde almorzamos
en el Parador La Sirena y el Capitán, de dueño uruguayo.
En la charla previa, encontré a la gran Elisa Forti, que a sus 83 años sigue corriendo y que participó en los 10 Kilómetros. Otro de los privilegios de esta vida, que con seguridad alegrará a mi hija, que la tiene como ejemplo (y así se lo hice saber a Elisa).
Nos alertaron que muy posiblemente se hiciera un
corte en el ascenso al Cerro del Medio, ya que las condiciones de clima llevaban
a limitar la subida por razones de seguridad. La nieve caída en la tarde hacía
que el recorrido fuera peligroso, razón por la cual íbamos a subir y bajar por
el mismo camino, para cortar por zonas de turba hacia el Glaciar Martial. Las fotos
que nos exhibieron mostraban unos 30 centímetros de nieve acumulada, con los
caminos absolutamente tapados.
La carrera de 42K largó a las 7:00 AM, cuando recién se empezaba a
iluminar la mañana, así que iniciamos la competencia ya en subida con linternas
frontales encendidas. Se definieron dos puntos de corte por tiempo; el primero
de ellos a las 5 horas de carrera en el Km 20 –PC2- en la base del Glaciar
Martial (desde donde largaban los 25K), y el segundo a las 9 horas de carrera –PC4- en el Tren del Fin del
Mundo (donde largaban los 10K).
En tanto David salió a ritmo
fuerte, con Dardo salimos bastante controlados, buscando evitar cualquier tipo
de problemas. El ascenso del Cerro del Medio fue bastante tranquilo,
cuidándonos para evitar golpes o lesiones en las zonas de ascenso y descenso,
por dentro del monte. A mitad de la subida, ya bajaban los punteros de la
competencia, encabezados por los argentinos Gustavo Reyes y Sergio Trecaman,
múltiples ganadores de competencias de ultra trail. Marcamos nuestro pasaje por
el punto más alto y emprendimos el retorno. Culminamos la bajada por zonas con
mucho barro, para tomar hacia el Glaciar Martial por zonas de turba, donde el
frío se hacía sentir en los pies permanentemente mojados.
Llegamos a la base del Glaciar, con el camino ya estaba absolutamente cubierto de nieve, mostrando un
panorama encantador. Con precaución, iniciamos la subida para tomar hacia el
PC3 y retornar por el mismo camino llegando nuevamente casi hasta la base,
donde tomamos la subida sostenida hacia el Glaciar. La larga fila serpenteante
de corredores dibujaba el camino que debíamos recorrer, absolutamente cubierto
de nieve, en tanto a nuestra espalda quedaba la vista de Ushuaia y el Canal
Beagle.
Llegamos al PC ubicado a unos 850
msnm, nos tomamos fotos, conversamos brevemente con el personal de la
Organización y emprendimos la bajada, con las alertas sobre el cuidado que
debíamos tener. Varios bajaban haciendo “culipatín”, en tanto decidí bajar
rápido por la zona de nieve acumulada al costado del camino, aprovechándola para frenar un poco. El único
riesgo que corría era engancharme en alguna piedra bajo la nieve, pero por fortuna,
ello no sucedió. Llegando a la base con unas 3 horas 50 minutos de competencia –teníamos
5 horas como límite-, ya los corredores de 25 Km habían largado desde ese
punto. Nos esperaba nuevamente un descenso por zona de monte, donde me llevé un
buen golpe al caerme como consecuencia de un resbalón en un tronco mojado. En algunos
momentos, me enterraba en el barro hasta cerca de la rodilla y temía perder
algún calzado. Un poco después, empezamos a superar a corredores de los 25K,
así que sentía que avanzábamos a buen ritmo.
El terreno era bastante más
amigable. Llegamos a la base de la legendaria pista de esquí Wallner,
comparativamente más corta pero bastante pronunciada, donde costaba avanzar.
Llegamos al punto más alto e iniciamos la bajada a buen ritmo, por una zona
bastante limpia.
Llegando a los 32K, ya en la zona
del Tren del Fin del Mundo, me detuve a sacarme la campera y guardarla en la
mochila. Llegamos al PC aproximadamente a las 6 horas 15 minutos de carrera,
cuando hacía 45 minutos que habían largado desde ese punto, los corredores de
10 Km. Nos esperaba el último ascenso, al Monte Susana. Bien nos habían
alertado en la charla previa sobre el grado de dificultad. No era un ascenso de
mucha altura, pero sí complicado, tortuoso, que nos hacía sufrir. Llegando al
punto más alto, Dardo se fue adelante. La vista de toda la ciudad y el canal
Beagle, desde la cima, resultaba un regalo para los sentidos.
Emprendí el descenso a buen
ritmo, para llegar a la base sobre la costa del canal, en la zona de playas. “Ya
estás; quedan 1.500 metros”, me indicaron. Era el último recorrido, sobre la
playa atravesando algunas zonas con piedras. Finalmente, con un tiempo total de
8 horas 32 minutos alcancé la meta. Mi estimación inicial era hacerlo entre 9 y
10 horas, así que me sentí plenamente satisfecho con el desempeño. Dardo había
llegado unos 9 minutos antes, en tanto David nos sorprendió con un tiempo de 6
horas 16 minutos. En 10 km, Hebert ocupó la 2ª posición en su categoría, en
tanto Alejandra pudo completarlo en 2 horas 29 minutos, pese a la lesión de la
que se viene recuperando.
En resumen, los resultados fueron
mejores de lo esperado para todos, así que nos volvimos con la enorme fortuna
de haber cumplido con otro desafío, en condiciones más complicadas de las
imaginadas. Tuvimos además el privilegio de haber podido disfrutar de
recorridos inolvidables, con una nevada en la tarde previa que engalanó gran
parte del trazado y nos permitió vivir en contacto con la naturaleza en
condiciones absolutamente inesperadas para nosotros. Ya en la noche y durante
todo el domingo, estuvo lloviendo “como en Macondo”, así que también en este
sentido el clima se comportó muy bien con nosotros durante la carrera.
En lo personal, fue mi carrera N°
439 completando 8.153 kilómetros en competencias. De ellas, 57 fueron maratones
y ultramaratones, así que no puedo menos que considerarme afortunado.
A los compañeros de aventura -Jonatan, David y Alejandra, en Aconcagua, y Alejandra, Gabriela, David, Hebert y Dardo en Ushuaia-, un
enorme “gracias” por los momentos compartidos. ¡Por muchos sueños más!
Y no se olviden: #NoMeEmpujenMeVoySolo.
Y no se olviden: #NoMeEmpujenMeVoySolo.
"Vuelve a correr, sin pensar que habrá una última vez", canta Buitres.
2 comentarios:
Geniooooo siempre es un gusto compartir carreras y aventuras contigo!!! Hay equipo y entre mates y buenos momentos el #NoMeEmpujenMeVoySolo quedo grabado a fuego jejjeje
Un placer leer tus relatos Jota, y un privilegio poder compartir estás aventuras contigo! Gracias
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