Así se
titula una breve crónica de esta carrera publicada en la página oficial de la
organización (www.bombinhasrunners.com.br), y en lo personal realmente fue así. El año
pasado se corrió la primera edición de esta etapa en San Pablo de la serie de
carreras Indómit –en esa ocasión, en Campos do Jordäo- y dada su cercanía de
fechas con la Half Mision en Serra Fina, decidí dejarla para este año, como
parte del entrenamiento exigente para la Gore-Tex Transalpine Run.
La sede
fue en la paulista São Bento do Sapucaí,
muy cerca del sur del Estado de Minas Gerais, y por tanto tiene todo el encanto
de las pequeñas ciudades “mineiras”, acogedora y hospitalaria, con
construcciones centenarias y varias iglesias, rodeada por preciosos paisajes
coronados por la imponente “Pedra do Baú”. Más que una ciudad o un pueblo, está
reconocida como “estancia climática” desde el año 1967 (estaría bueno saber de
qué se trata esa denominación…), y es el municipio más antiguo de la Serra da
Mantiqueira con el 100% de su área definido de “preservación ambiental”. Por
todo lado, se respira y vive la aventura, y se cuida y respeta el medio ambiente.
Se corrió en tres distancias -12, 21 y 50 Km- con casi
300 atletas en su gran mayoría de Brasil, pero también con un toque
“internacional” dado por un mexicano y los tres uruguayos que nos hicimos
presentes (Pablo Lapaz y yo en los 50 Km, y Andrés Silva en los 21 Km ya que a
última hora se cambió a esta distancia como consecuencia de una lesión, lo que
nos llevó a bautizarlo “Rengo”). En la distancia de 50 Km había 59 corredores
registrados, según pudimos ver en el listado al momento de retiro del kit, pero
considerando la cantidad que completó el recorrido, tengo dudas de que
efectivamente haya sido así.
Viajamos el viernes 29, para llegar a destino alrededor
de las 16.00 horas. La “legión de indomables” –como denomina la Organización a
los corredores- copamos la pequeña ciudad, viéndose un movimiento inusual para
esta época del año según nos comentaron en los lugares a los que concurrimos.
Fuimos a la “Pousada do Quilombo Resort” para
retirar el kit y participar de la charla técnica realizada a las 19.30 horas,
con las últimas informaciones de la prueba. Nos esperaban 50 Km muy duros y
técnicos, con un desnivel acumulado positivo de 3410 metros (bastante, para la
distancia total), llegando en un par de oportunidades a 1700 msnm, con
previsiones de tiempo bueno y una temperatura algo más alta de lo habitual.
La “cena
de pastas” (jantar de massas, para ponernos a tono con el idioma) la
disfrutamos en el restaurante “Gräo do Galo”, para posteriormente volver a
terminar de preparar el equipo. Con muy buena onda, la familia de Chalés da
Estalagem –donde nos alojamos- nos preparó el desayuno del sábado a partir de las 6.00, lo
que nos solucionó este aspecto. Poco después de las 7.00 fuimos hasta la plaza
del pueblo, donde se hacía la largada. La mañana se presentaba algo fría, ideal
para correr en la montaña. Nos sacamos varias fotos, y resultó simpático que
muchos quisieran registrar nuestra presencia con la bandera uruguaya. Está bueno esto de sentirse "una estrella" por un ratito...
Exactamente
a las 8:00 se dio la orden de largada, para tomar rumbo a la calle que lleva a
la Pousada do Quilombo (llamada así, pues está en un barrio formado por
comunidades de esclavos fugitivos que conformaban su propia villa aislada – el
Quilombo- buscando preservar su identidad y libertad). De allí seguimos rumbo
al Barrio Paiol Grande por la misma carretera asfaltada pero siempre con una
subida pronunciada. Pablo salió como una exhalación, así que lo perdí
enseguida. Andrés salió un poquito más atrás, pero alrededor del Km 2 ya lo
tenía a mi lado, mientras trotábamos por los suburbios del poblado. La Serra da
Mantiqueira se mostraba imponente, con un color verde oscuro característico de
esta zona, invitando a disfrutarla en pleno contacto con la naturaleza.
En el Km 5 –donde estaba el primer puesto de hidratación-, quienes
participaban en la distancia de 12 Km giraban a la izquierda, en tanto los
demás continuamos nuestro camino. A esa altura, creo que Andrés se había
quedado un poquito atrás. Seguimos subiendo por senderos de tierra bastante
húmedos, para alcanzar a los 10 Km unos 1600 msnm, donde encontramos el 2°
puesto de hidratación y bebida isotónica. En este punto, se separaban los
corredores de 21 Km en tanto los de 50 Km tomamos a la derecha por una zona de
bosques, con senderos que continuaban en franca subida y mucha vegetación, al costado de bananeros y maizales, invitando al más puro disfrute.
A
los 13 Km nuevamente había un puesto de hidratación, en tanto a los 15 km
alcanzamos el punto más alto de la carrera –1700 msnm-, donde aproveché para tomar
imágenes del espectacular paisaje. Quienes avanzábamos a esa altura, éramos
poquitos así que las conversaciones esporádicas se escuchaban desde lejos, en simultáneo con los "sonidos" del cuerpo agitado y la respiración profunda. El
camino tupido nos llevó a sucesivas bajadas y subidas, moviéndonos siempre
entre los 1500 y los 1700 msnm, para llegar ya en una fuerte bajada al Km 19.5
donde encontramos un nuevo puesto de hidratación.
Tomamos a
la izquierda por una carretera de tierra con subidas y bajadas alrededor de los
1100 msnm. Allí encontré a unos caminantes que disfrutaban de este recorrido y
les saqué una foto. Me llevé un paquete de semillas de soja, que fui comiendo
durante el camino. Ya el calor era importante, pues estábamos –si mal no
recuerdo- en las 11:20 AM. En el Km 25 –nuevo puesto de hidratación- pude
disfrutar de unos buenos vasos de Coca Cola e ingerir algunas frutas, que me
permitieron recuperarme. Casi enseguida llegó una brasileña a quien había superado en la subida –Alice- y posteriormente Ricardo -otro brasileño- que venía “fundido”, con sueño y muy cansado, quien nos dijo que tenía intenciones de abandonar allí. “La Coca Cola arregla todo”, le dije, en tanto Alice lo convencía de que siguiera con nosotros. Unos minutos después, salimos para encarar el siguiente tramo tirando juntos.
Nos esperaba un largo trecho por
camino de tierra en general en subida, para alcanzar los 1650 msnm. Los casi 15
kilómetros que avanzamos en grupo, nos permitieron conversar bastante sobre
nuestras carreras y desafíos. Por ejemplo, Alice tiene un precioso recuerdo de
su participación hace unos años en la Maratón de Punta del Este, ya que marcó
su mejor tiempo (3hs 30m), e hizo podio. Según comentó, sufrió mucho el tramo
entre el Km 10 y el 20 –la larga subida y trayecto técnico entre los 1500 y
1700 msnm-, que en lo personal me encantaron. Ricardo “revivió” gracias a la
breve parada en el puesto de hidratación, y estuvimos comentando sobre la
solidaridad y las amistades que se generan en esta disciplina, que lleva a que todos se ayuden mutuamente,
algo poco frecuente en las carreras de calle, en particular en condiciones más
competitivas donde muchos corren con “el cuchillo entre los dientes”.
Ya cerca
del punto de corte en el Km 40, Ricardo se fue adelante y lo perdí de vista (y
pensar que estaba “fundido” unos kilómetros antes…), en otra señal de las continuas “muertes y
renacimientos” del ultra-trail de montaña, en tanto Alice también pero la
mantenía a la vista y cada tanto me gritaba preguntando si venía. Pese a que la
tendencia general era la bajada, me esperaban aún algunas subidas fuertes, que
me hacían aproximar a Alice, pero en cuanto tomábamos la bajada por un
largo sendero absolutamente lleno de pasto, con trillos de tierra y canaletas
que no se veían, la volvía a perder. Finalmente, alcancé el último punto de
hidratación, en el Km 45 para salir a un camino de tierra y encarar rumbo a la
Pousada do Quilombo, nuevamente en subida. Ya llegando, se escuchaba la
transmisión de un relator en la meta, al mejor estilo de quienes transmiten
fútbol… Saqué la bandera uruguaya e ingresé al camino de acceso a la Pousada, pero nos hicieron tomar a la
derecha por un caminito de tierra, dar una larga vuelta, subir nuevamente hasta
los 1000 msnm y terminar en el helipuerto. Cuando me aproximaba, el relator
hacía referencia a “Shorshe Shavier” (la pronunciación en portugués…), “de
Montevidéu, toda a experiencia, toda a capacidade… parabéééééééééns”. Allí
estaban Andrés y Pablo, que filmaron mi llegada para el mejor de los recuerdos,
en un tiempo algo mejor de lo esperado y por tanto plenamente satisfecho.
Recibí una preciosa medalla y la camiseta de “finisher”.
Después
de recuperar el aire, ingerir líquidos y algo sólido –en particular, mucha
fruta-, nos fuimos a nuestro alojamiento, para participar en la noche de la
fiesta de entrega de premios. Además de la medalla de finisher, recibimos una preciosa remera recordatoria y un brindis ofrecido por Vinícola Aurora, frutas y servicio de masajistas para ayudar en la recuperación. Pablo puede contar alguna anécdota, ya que hizo uso del servicio.
Apenas me repuse, llamé a Adriana y a mis hijos para comentarles sobre el resultado. "Muy bien, satisfecho, algo mejor de lo esperado", fue mi respuesta ante la pregunta "¿Cómo te fue?". Además de cumplir el objetivo, quedé físicamente entero, aspecto muy importante pensando en los desafíos que vienen.
En la
distancia de 12 Km –en la que participaron 118 corredores- el ganador fue el
locatario Luiz Caetano (1h 04:45). Con 1400 metros de desnivel acumulado
positivo, los 21 km también resultaron muy exigentes para los 112 atletas de la
distancia (74 hombres y 38 mujeres). El ganador fue el también locatario
Fabricio Barbosa quien completó el recorrido en 2:07:56, y entre las mujeres
llegó primera a la meta, Francine Pires (Leme, SP), en 3:10:08. El "Rengo" Andrés Silva
llegó a la meta en 3:56:24 (promedio: 11m 15s/km).
En la
distancia mayor, 35 corredores completamos el muy exigente recorrido dentro de los límites de
tiempo definidos (7hs 30 min para cruzar el corte de 40 Km, y 10 horas para los
50 km). No tenemos información de la cantidad de corredores que
no llegaron al punto de corte por tiempo.
Masculino
1 –
Geison Ignacio – 5h29’14″2 – Robson Vigilato – 5h21’11″
3 – Celio da Rosa – 5h39’02″
4 – Moisés Carmona Torres – 6h29’49″
5 – Giorgio Rabolini – 6h58’46″
Femenino
1 - Naoko Sakagawa – 7h17’14″
2 – Vera Saporito – 8h00’06″
3 - Camila Rodrigues Da Cunha – 8h15’14″
4 - Christine Alencar – 8h31’07″
5 - Luciana De Aragão – 9h04’31″
¡En la
categoría Caballeros 40 – 49, el "Carambolas" Pablo Lapaz fue el primero! Y con
luz, ya que llegó en 7:26:52, en tanto el 2° lo hizo en 7:48:47. En mi caso,
crucé el punto de corte del Km 40 en 7hs 10min –margen de 20 minutos- y alcancé
la meta en 9:22:21, con un promedio de 11m 15s/km ¡exactamente el mismo
promedio del “Rengo” Silva!. En la entrega de premios, Pablo se lució con la
bandera uruguaya en lo más alto del podio. Lo de “Carambolas” es en referencia
a esa fruta tropical algo exótica para nosotros con forma de estrella, de sabor
agridulce, llena de potasio, que a Pablo le encantó al extremo que devoró todo lo que pudo, e incluso compró un
par para disfrutar el domingo. Y a mí me bautizaron “Säo Jorge” pues el domingo
ingresamos a algunas iglesias y veíamos imágenes religiosas, lo que llevó a
que mis compañeros dijeran que era un llamado dirigido a mí…
Muchos de
los corredores comentaban sobre la dureza de la prueba y su alta exigencia
técnica, considerándola una de las más duras de Brasil. “Prueba muy bien
organizada, con un recorrido exigente, con staff y puntos de hidratación y
alimentación bien localizados, en un lugar excelente y con un tratamiento a los
atletas de primera calidad”.
El domingo llovió durante casi todo el día, así que
prácticamente nos dedicamos a descansar, recorrimos algunos lugares de la
ciudad y almorzamos un “espeto corrido” como para recuperar energías. Mi carrera de 42 kilómetros o más N° 40, me permitió completar casi 5900 kilómetros en competencias a lo largo de los casi 9 años que me largué a correr. Resultó
una excelente experiencia, llena de aprendizajes que me permitió seguir sumando
kilómetros a un ritmo exigente, preparando la Transalpine Run.
Tuve en lo personal el honor y privilegio de haber podido compartir nuevamente un desafío en la montaña, junto a hermanos que la vida me regala en cada oportunidad, y además de haber compartido con Ricardo y Alice -en un esfuerzo conjunto haciendo trabajo de equipo- esos 15 duros kilómetros, quizás en el momento más complicado de la prueba. La montaña pone todo en su lugar, y el esfuerzo compartido para enfrentar las dificultades, hermana a quienes no se conocen. ¿Puede haber mayor recompensa?
Tuve en lo personal el honor y privilegio de haber podido compartir nuevamente un desafío en la montaña, junto a hermanos que la vida me regala en cada oportunidad, y además de haber compartido con Ricardo y Alice -en un esfuerzo conjunto haciendo trabajo de equipo- esos 15 duros kilómetros, quizás en el momento más complicado de la prueba. La montaña pone todo en su lugar, y el esfuerzo compartido para enfrentar las dificultades, hermana a quienes no se conocen. ¿Puede haber mayor recompensa?
Nos vemos, en la ruta.
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