La CCC utilizada en el título, refiere a "Calor, Confusión, Caos", y me permito utilizar la sigla de una de las carreras del Mont Blanc (Courmayeur, Champex, Chamonix).
El pasado domingo disputé la 2ª edición de esta carrera que
ofrece cuatro distancias: 10, 21, 42 y 80 Km, en un lugar paradisíaco de la
costa uruguaya, en un fin de semana con clima veraniego. En la 1ª edición –en
el 2014- no pude estar presente considerando la acumulación de carreras que
traía, pero escuché y leí muy elogiosos comentarios de los amigos que la corrieron,
disfruté de un video de excelente calidad y de una página web llena de
información, y me congratulé de la posibilidad de contar con una carrera de ultra trail en
Uruguay, al estilo de las que disfruto en la región. En esta oportunidad, la
organización a cargo de Ruben Manduré –muy experiente y reconocido- otorgaba
puntos a todos los "finishers" para las míticas carreras que conforman el Ultra Trail del Mont Blanc (2
puntos para los 80 Km y 1 punto para los 42 Km), con el “sello” de la ITRA
(International Trail Running Association), todo lo cual hacía esperable un
evento de primer nivel.
Con mis “hermanos de la montaña” emprendimos el viaje el
sábado a la tarde, para alojarnos en la cabaña de “Caroteno” Chabalgoity en el
Cabo Polonio, con una vista envidiable del océano en un fin de semana que se
presentaba espectacular. Allá fuimos –además del dueño del rancho- Douglas,
Susana, Martín, Paola, David, Alejandra y yo, en tanto Andrea Montans fue con
su pareja y Wilson fue con su familia a pasar el fin de semana. A la noche retiramos
el kit y asistimos a la charla técnica en la Posada Mariemar, donde había una
interesante cantidad de corredores y acompañantes. La remera de carrera –de
color blanco- ya dejaba mucho que desear por su calidad (esas de origen chino,
que nos hacen sudar bastante), pero esto no es un tema trascendente para mí
pues es algo a lo que estoy acostumbrado. Eso sí, lucía al frente los logos de
la Asociación Sudamericana de Carreras de Desierto, UTMB, Rocha y el Ministerio
de Turismo y Deporte. El kit de carrera llamaba la atención por lo “pobre”: una
botellita de agua mineral, una barrita de cereales, el número y una calcomanía
y pin de Uruguay Natural. Costaba escuchar las explicaciones de Manduré en esa
atiborrada sala, con gente que ya cenaba en tanto otros estaban pendientes del
reloj, ya que debían tomar el último transporte hacia la terminal en la entrada
a Cabo Polonio, pues no pernoctaban allí.
Gabriela Cabrera tituló su crónica con un sugestivo “Un
desafío para los corredores, un desafío para los organizadores”, y vaya si lo
fue. Los corredores que debían trasladarse a la entrada, debían abonar su pasaje
con una “bonificación” de 20 pesos, que según explicó Manduré fue lo único que
pudo conseguir. ¿Por qué no incluirlo en el costo de inscripción? Pero además,
como las largadas se hacían a diferentes horas (80 Km a las 6:00, 42 Km a las
8:00, 21 Km a las 10:00 y 10 Km a las 11:00), había que estar atentos a los
horarios de salida de los camiones, avisándose –por ejemplo- que para quienes
corríamos 21 Km debíamos tomar el camión de las 9:00… que salió 8:30!
En la charla previa también se nos indicó sobre los puntos
de control en los recorridos, y que en el puesto de hidratación de la Barra de
Valizas íbamos a encontrar alimentos y bebidas “como en un cumpleaños”. Casi
como en mi cumpleaños, diría, que no los festejo… Ya me referiré a ello.
Dado que hace un mes escaso que le di tremenda paliza al
físico en La Misión, me inscribí en los 21 Km pensando en hacerlos a ritmo bien
controlado, tomándolo más como un entrenamiento exigente sobre arena, frente a
la necesidad de seguir acumulando kilómetros y fortaleciendo músculos y articulaciones
para la Transalpine Run. La enorme acumulación de arena suelta y un calor
insoportable, más problemas, errores o como quieran llamarlo de la
Organización, hicieron que lo que empezó como una fiesta, terminara siendo casi
un suplicio. En lo previo siempre pensamos en objetivos de carrera, y en mi
caso pensé que 2 hs 40 min sería un muy buen tiempo, estimando que
efectivamente podría hacerlo en 3 horas como máximo. Finalmente lo hice en 3 hs
22 minutos exactos, aunque en la página de la organización ayer figuraba con algo
más de 3 hs 26 min. (hoy lo corrigieron y figuro con 3hs 23m 02 seg). Información tardía y con
errores, pese al código QR impreso en el número. ¿Para qué lo pusieron? Ocupé la posición No. 31 entre 66 competidores, así que comparativamente no está tan mal.
La información sobre horarios de largada, retiro de kit y
demás aspectos logísticos, fue proporcionada con una semana de anticipación a
la largada, cuando ya todos habíamos resuelto el alojamiento. Es
más, los corredores de 10Km que se alojaron en el Cabo Polonio, debieron pagar
el costo y tomar el transporte a la terminal para largar desde allí, correr y
después de arribar a la meta, tomar nuevamente el transporte al pueblito sin
haberlo tocado durante el recorrido en carrera.
La coordinación de los horarios de salida de los transportes
brilló por su ausencia, o funcionó muy mal. Quienes largaron 80 Km, lo hicieron
algo así como 35 minutos después de lo previsto; quienes corrieron 42 Km lo
hicieron una media hora después, y quienes largamos 21 Km lo hicimos en dos
tandas (si!) siendo la primera a las 10:22. Y eso que Manduré, con acierto,
había señalado en la charla que a quienes no estuvieran en el lugar de largada
al horario previsto, no los esperaría sino que podrían hacerlo a medida que
fueran llegando. Lo dijo y lo reiteró. Como dijo Caroteno, “si se enteran en el
UTMB, no le dan su apoyo para otorgar puntos”, o “esto no es serio para una
carrera que pretende tener nivel internacional”. Inexplicable. Y esperábamos –sin
saber cuánto- con unos 30 grados de temperatura. Todo un atentado contra la salud
de los corredores. ¿No podríamos haber largado con menos diferencias horarias,
todos más temprano por ejemplo?
Después de protestar, a las 10:22 y habiendo pasado por una
especie de “lista” a la que cada uno respondía “presente” a voz en cuello como
en la escuela, se hizo la largada. Hicimos unos 600 mts por camino de balastro
rumbo al Cabo Polonio por la ruta de los camiones, para enseguida tomar el camino
de arena. Encontramos ya a algunos corredores de los 80 Km que estaban haciendo
ese tramo en el sentido inverso. Con dificultades, avanzamos por unos 5 km,
para atravesar las dunas y salir a la costa rumbo al Cabo. El calor ya era
insoportable, al extremo que el sudor me hacía arder los ojos. Después de haber
largado junto a Caroteno, en este tramo fui con Paola hasta que encontramos el
primer puesto de hidratación en el Cabo. Correcto, con agua en vasitos
descartables. Allí estaba también Douglas que había largado los 42Km, quien me
dijo que Martín venía bastante “maltrecho” un poco más atrás.
Atravesamos el pueblito y salimos por la playa rumbo a la
Barra de Valizas. Avanzamos con Douglas y Andrea Molinari durante un buen
tramo, hasta que Andrea se fue adelante y Douglas quedó un poco más atrás. El
largo y tedioso recorrido, con mucho calor, arena suelta y un terreno algo
inclinado, nos hacía sufrir bastante. Decidí caminar durante gran parte de este
tramo, recordando que más que una carrera, era parte de un esquema de
entrenamiento. Llevaba una botellita de medio litro de agua saborizada y dos
barritas de cereales, así que decidí hacer uso de mis provisiones. Sufriendo
bastante, alcancé el Cerro Buena Vista al final de ese recorrido, precioso lugar
que en realidad es una especie de enorme duna con grandes piedras que dan
acceso a Valizas. Subiendo, encontré a Paco Romano que corría 42 Km. El
responsable de la organización que estaba en la cima, nos sacó una foto con mi cámara pero no
registraba absolutamente nada. ¿No sería adecuado poner a alguien allí con una
radio y un registro de los corredores, por si alguien no venía bien? No fue
así, sino que cada uno debía arreglarse por las suyas, parece. Después de bajar
a un ritmo interesante enterrándome bastante en la arena, llegué al 2º puesto
de hidratación (el del “cumpleaños”), donde encontré agua y Coca Cola (siempre
en vasitos), maníes, papas chips, golosinas, frutas y tortas. No me puedo
quejar, pues me alimenté y bebí lo que entendí necesario considerando las
condiciones en las que estábamos corriendo.
Pero el "cumpleaños" terminó pronto. Según parece, un poco después se terminó la Coca Cola y el agua, al extremo que cuando pasó Martín
–no mucho después que yo- el agua que entregaban era de color marrón… al
extremo que la bebió pues venía con mucha sed, pero inmediatamente la tiró y
repuso en una cañadita que cruzamos un poco más adelante, con agua notoriamente
más cristalina. Pero muchos no lo hicieron. Quienes largamos los 21 Km (que
fueron exactamente 22.85 Km), llevábamos 15 Km de carrera con 30 grados de
temperatura. No hay excusas que valgan. Y menos después de la “promesa de la
fiesta de cumpleaños”. Si hay algo que no puede faltar, es agua. Podría decirse
que los corredores debíamos llevar nuestra propia hidratación, pero en la
charla previa se prometió otra cosa.
Desde la Barra de Valizas, tomamos rumbo a la terminal de
entrada al Polonio, de donde habíamos largado. El calor y la arena suelta
seguían haciendo de las suyas, así que decidí caminar. Pensé –equivocadamente-
que el camino en el monte, sería sobre tierra más firme. Veía como Javier
Martín y Andrea Molinari se iban un poco adelante, en tanto Natalia Silveira
cada tanto me alcanzaba, para quedarse nuevamente un poquito atrás. A los 20 Km
decidí tomar todo el líquido que me quedaba, convencido de que ya estaba
llegando… Error, me faltaba bastante, casi 3 kilómetros al rayo del sol a las 13 horas en pleno verano. Natalia me ofreció un poco de agua –en un
gesto que destaco especialmente- pero le dije que podía aguantar ya que con
seguridad estábamos cerca. Finalmente, al salir nuevamente al camino de
balastro, Javier y Andrea se sintieron perdidos y volvieron sobre sus pasos, ya
que entendían que debíamos tomar a la izquierda. Les dije que no, que seguíamos
por ese camino y que a unos 800 metros estábamos en la meta, como efectivamente
sucedió. Me sentí tan entero –se nota
que había guardado mucha energía- que me puse a trotar y los dejé atrás. Me
sentí algo culpable -es cierto- pues habían ido gran parte del recorrido
delante de mí, y recién en el final me decidí a “quemar” todas las reservas y
llegar antes que ellos.
Haciendo el “avioncito” en los metros finales, deteniéndome
y apoyándome sobre una rodilla con los brazos abiertos, crucé la meta a lo
“Xavier Thevenard”, triple ganador del UTMB (TDS, CCC y UTMB). Wilson y
Caroteno habían llegado en unas 3 horas, en tanto Paola llegó un poco después
junto a Martín. Alejandra Isabella llegó bastante maltrecha en su estómago ... Susana ocupó la primera posición entre las
damas en 42 Km, una “ídola total”. Andrea Montans también se mandó flor de carrera -ya nos tiene acostumbrados-,
en tanto Douglas llegó un poquito después, algo destruido. En los 80 Km, el
gran David Vega ocupó la 7ª posición con un tiempo de 8 hs 53 minutos, llegando
junto a Rubito Beledo, otro grande que muestra un progreso envidiable.
Emprendimos el retorno al Cabo, para encontrar en el camino
a corredores que venían sufriendo. Lucía Daglio y otra corredora venían
desesperadas por algo de agua, así que Caroteno les pasó lo que le quedaba en
sus botellitas del cinto de hidratación… noten que venían de al menos unos 7
kilómetros desde la prometida “fiesta de cumpleaños” en Barra de Valizas, casi seguramente habiendo ingerido "agua marrón"...
Enseguida cruzamos también a Julio Sosa, compañero de entrenamientos en El
Cantero y con quien compartiremos Patagonia Run, a quien le faltaba poco para
completar sus 42 km.
La entrega de premios se hizo en la zona de largada/llegada.
¿Por qué? Es decir que después de terminar la carrera –imaginemos alrededor de
las 14.00 horas-, si volvías al Cabo, a Aguas Dulces o a Valizas a bañarte y
cambiarte, debías nuevamente tomar el transporte de vuelta hasta la entrada. La
alternativa era quedarte allí esperando, sucio, sudado y cansado, hasta las
17.00 horas, o no participar de la entrega de premios (como hizo Susana
Dalmás), Incomprensible.
En fin, espero que estos sean los “dolores de crecimiento” y
confío en que Manduré tome debida nota de los errores cometidos. Escuché a
varios compañeros decir que no vuelven a correr esta carrera, y eso que la terminaron
en buenas condiciones. Ni que hablar quienes debieron abandonar.
1 comentario:
Mandure sabe de carreras y no puede hacer las cosas tan mal, la largada no podes hacerla lejos de donde pasas la noche, mejor largar de Valizas o Aguas dulces que tienen mas servicios. Miguel
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